jueves, 29 de octubre de 2015

La Actividad Física y su importancia en la salud integral del niño

En los últimos años se le ha conferido al ejercicio y al deporte, en sus manifestaciones recreativas, educativas o competitivas, un importante papel en la preservación y desarrollo de la salud del ser humano. Es en la infancia que se pueden producir cambios en el nivel de actividad que modifican positivamente la salud para años más tarde.
¿Qué es actividad física?
La actividad física se define como cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que resulta en un gasto de energía. El movimiento es natural en los niños, y de hecho se dice que son inseparables. Moverse les permite a los niños conquistar su medio ambiente a la vez que promueve su desarrollo integral.


Fisiología del ejercicio aplicada en niños
Mediante cambios fisiológicos particulares los niños como los adultos se adaptan al ejercicio ocasional o regular. El organismo responde de forma metabólica, cardiovascular y respiratoria.
La respuesta metabólica es aeróbica y anaeróbica. El nivel del metabolismo aeróbico se ve reflejado por el consumo máximo de oxígeno (VOMAX) y depende de la masa corporal, por ello, la potencia aeróbica está menos desarrollada en niños, que en jóvenes y adultos. La potencia aeróbica aumenta con la edad en los niños hasta los 18 años y en las niñas hasta los 14 años.
La eficiencia mecánica, por el contrario, es mayor en los niños haciendo que el costo del ejercicio sea mayor en los más jóvenes. El ejercicio regular disminuye el costo energético del esfuerzo, aumentando la eficiencia mecánica. Por ejemplo los niños son mejores en carreras largas de menor velocidad, pero su poca concentración no les permite competir. La capacidad anaeróbica de los niños es menor que la de los jóvenes y los adultos, principalmente por una menor reserva de glucógeno y menor capacidad enzimática glucolítica.
El niño es mejor en esfuerzos breves de alta  intensidad, como el juego. Por ello, niveles de exigencia elevados en niños pequeños carece de sentido debido a la falta de predisposición metabólica, que se expresa por la baja capacidad de producir lactato.
Respuesta cardiovascular
El gasto cardíaco está estrechamente relacionado con el consumo de oxígeno y el gasto energético. Similar al comportamiento del consumo de oxígeno, el gasto cardíaco es menor en niños. El gasto cardíaco máximo es menor en niños más pequeños en valores absolutos, lo que determina una disminución del poder transportador de oxígeno que se encuentra compensado en parte, por una mayor capacidad de extracción del mismo. El volumen sistólico es menor en todos los niveles del ejercicio. La frecuencia cardíaca compensa en parte el volumen sistólico, ya que siempre es mayor en todos los niveles del ejercicio. Los valores máximos de la frecuencia cardíaca disminuyen con la edad.
Los niños tienen un mayor flujo sanguíneo muscular que favorece la distribución de sangre durante el ejercicio. El valor de la presión arterial es menor con la edad. En ejercicios dinámicos la presión arterial sistólica aumenta con el gasto cardíaco y con la frecuencia cardíaca, manteniéndose la diastólica por la baja resistencia periférica. En ejercicio estático la presión arterial sistólica y diastólica aumentan directamente con la intensidad y duración del esfuerzo. El niño activo aumenta su volumen cardíaco, siguiendo las mismas leyes de adaptación del adulto; el ejercicio aeróbico en el prepúber estimula el aumento de la red vascular periférica, disminuyendo la carga presora en años posteriores.
Los niños pueden alcanzar frecuencias de 200 o más latidos por minuto, con curvas ascendentes y descendentes del pulso. Esta diferencia en el comportamiento del pulso se debe a un predominio del sistema simpático adrenérgico que en el músculo esquelético estimula la glucogenólisis y la síntesis de lactato, y reduce la absorción de glucosa circulante. Con el entrenamiento aeróbico los niños incrementan su consumo de oxígeno en valores relativos y su silueta cardíaca, y reducen la frecuencia cardíaca para igual esfuerzo sub máximo; pero su menor contenido de hemoglobina, su menor eficiencia cardíaca, menor estructura mecánica y menor porcentaje de masa muscular, hacen difícil que aunque estén entrenados tengan desempeños similares a los adultos.
Respuesta respiratoria
Cuantitativamente existen algunas diferencias entre niños y adultos. La ventilación pulmonar máxima en valores absolutos aumenta con la edad mientras que la ventilación pulmonar sub máxima disminuye, lo que sugiere una menor reserva ventilatoria en los más pequeños. El cociente respiratorio del niño representa una ventilación antieconómica porque debe mover más aire por litro de oxígeno consumido. Al comparar la respuesta del ejercicio de los niños con jóvenes y adultos, se observa una frecuencia respiratoria alta y una ventilación superficial. El niño más activo posee volúmenes pulmonares mayores debido a una coordinación neuromuscular que determina un mejor uso del diafragma.

¿Qué beneficios representan estas adaptaciones fisiológicas para la salud presente y futura del niño?
Mejora la fuerza y la resistencia corporal. Ayuda en la formación de músculos y huesos sanos.
Ayuda a controlar el peso. Mejora la tensión arterial y los niveles de colesterol. Reduce la sensibilidad a la insulina. Es divertida, ya que la realizan con amigos, desarrollan habilidades, se ponen en forma y se ven mejor. Reduce la ansiedad y el estrés, fortalece la auto estima y las relaciones sociales. La actividad durante la infancia también puede producir cambios que modifiquen la salud más tarde en la vida.

¿ Por qué algo tan bueno y natural se somete a revisión?
Los niños son por naturaleza el sector más activo de la población. A pesar de ello, muchos opinan que no obtienen toda la actividad que requieren. El nivel de actividad física en los niños es muy variable y se ve influenciado por factores fisiológicos, psicológicos, socioculturales y ambientales; está relacionado con su desarrollo, se reduce con la edad y también es afectado por la actividad física de los padres. Se dice que los niños que habitan y crecen en ambientes libres son naturalmente activos. Las condiciones de espacio, inseguridad y estilo de vida de los padres de los niños que crecen en zonas urbanas y suburbanas, limitan el estímulo necesario para desarrollarse naturalmente activos.
En décadas recientes se ha observado que los niños se han hecho menos activos físicamente. A medida que las atracciones y las oportunidades de actividades de disfrute sedentarias han aumentado, ellos están más ocupados y puede ser desafiante encontrar tiempo para la actividad física, acarreando una disminución en el gasto energético de 600 Kcal/día comparándolo con el de niños 50 años atrás.
La inactividad como el verdadero problema
La inactividad se ha convertido en un serio problema en la sociedad a nivel mundial. Prevalece más entre aquellos de menores ingresos y menor nivel educativo, especialmente en las zonas urbanas, se inicia temprano en la vida, se incrementa en la adolescencia, progresando negativamente en la edad adulta y afecta más al sexo femenino que al masculino.
Estudios en los Estados Unidos reflejan que dicha condición es más dramática en niñas que en niños; a los 13 años solo 6 al 7% de los adolescentes no reportan actividad física, pero a los 19 años este número es de 25 y 20% para los sexos femenino y masculino respectivamente. Lo anterior indica que la adolescencia es un factor de riesgo para la inactividad. Dado que el patrón de inactividad se inicia temprano en la vida, es imperativo promover la actividad física en niños y jóvenes, con el fin de que logren desarrollar adhesión a la actividad física y adoptar conductas de estilo de vida que mantengan cuando sean mayores.

La inactividad se relaciona con el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles: obesidad, hipertensión, cáncer, diabetes, cardiopatía. La niñez es un período crítico, es decir como bien señala J. Baur (1991) es un "período en el cual se adquieren muy rápidamente modelos específicos de comportamiento vinculados con el ambiente y en los cuales se evidencia una elevada sensibilidad del organismo hacia determinadas experiencias"; pero igualmente se puede considerar un período más sensible a errores y carencias.
No ofrecer la atención adecuada al aspecto motor durante la infancia tiene efectos duraderos en las demás áreas del desarrollo integral, por lo tanto se debe incentivar, organizar y dirigir de manera temprana y adecuada la actividad motriz del niño, con el fin de estimular el desarrollo multilateral de su personalidad.
Fuente:

Magda García (2004). Actividad Física. CANIA. Año 6. N°11, p.23-33

jueves, 22 de octubre de 2015

¿Son relevantes para la salud del niño los medios de comunicación?

Con el paso del tiempo, los diversos tipos de comunicación han sufrido grandes transformaciones. Hasta hace pocos años se utilizaba, esencialmente, el correo postal, el telégrafo, el teléfono o se recurría, directamente, a la comunicación presencial con la persona. Asimismo, los juegos de los niños se inspiraban en la tradición, el folklore o en la creatividad del momento.
Gracias a los notables avances de la tecnología, las vías de comunicación se han ampliado, mejorado y sofisticado, denominándose en la actualidad “Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)”, su preponderancia, en el día a día, es tal que han llegado a formar parte del esparcimiento de los niños y jóvenes a través del uso de celulares, Internet, dispositivos de videos y música comprimida (MP4, MP3), consolas de videojuegos, etc., siendo, cada una de ellos, fuente de ventajas y de riesgos.
Hace más de una década, la Academia Americana de Pediatría, así como otras instituciones a nivel mundial, han reconocido los efectos positivos y negativos de los medios de comunicación masivos, en niños y adolescentes. Así, en el año 2003 la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el marco del proyecto regional COMSALUD presentó los resultados del estudio emprendido por el Programa de Recursos Humanos de la División de Desarrollo de Sistemas y Servicios de Salud que se tituló: “Medios y Salud: la Voz de los Adolescentes” en el cual se planteó contribuir al mejoramiento significativo, sostenido y equitativo de la salud de las personas en las Américas, por medio de la exploración del papel de los medios de comunicación masiva en la salud del adolescente en América Latina.
Los medios pueden ser poderosas herramientas para transmitir importantes valores sociales como respeto, solidaridad y tolerancia, y al mismo tiempo son muy útiles para favorecer la educación, la cultura (un ejemplo fueron los programas de TV Sopotocientos, Contesta con Tío Simón y TV Plaza Sésamo, Discovery Kids), el buen uso del tiempo libre y la promoción de la salud.
De igual manera, los videojuegos y el acceso a Internet ayudan al individuo a alcanzar habilidades como la mecanografía, la astucia, la lógica o el aprender otros idiomas como el inglés. También el uso de estas herramientas virtuales como medio de comunicación manejando las posibilidades de correo electrónico, foros, chat, etc., permite la comunicación efectiva, mediata o inmediata, con internautas de regiones cercanas o lejanas.
En Venezuela, hoy en día, se observa que, en los medios de comunicación masiva, prevalecen los programas en los que el lenguaje utilizado no es aceptado por la sociedad, lo que genera preocupación y temor de su generalización como consecuencia de la alienación, dada la influencia de estos medios en niños y jóvenes.
En la mayoría de los países de las Américas está aumentando vertiginosamente el consumo de alimentos con un denso contenido energético, ricos en grasas saturadas, azúcares y sal. Esta modificación en los hábitos alimentarios, según el Dr. Alberto Barceló, Asesor Regional de Enfermedades no Transmisibles de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), unida a una creciente cultura de sedentarismo y falta de actividad física, está contribuyendo peligrosamente al incremento de las ya altas tasas de sobrepeso y obesidad en la región. El aumento de la diabetes, especialmente grave, entre la población infantil y adolescente, pone su énfasis sobre la problemática de esta enfermedad en esta población.
Varios estudios coinciden en que el uso de la televisión, los videojuegos, el computador personal, los dispositivos para audio y los celulares, van cada día en aumento. La acción pasiva que se adopta al usar los medios de pantalla ya descritos contribuye, por diversas vías, a un estado de malnutrición por exceso como el sobrepeso y la obesidad, pero también a malnutrición por déficit.
Aunque no hay suficientes estudios que comprueben la hipótesis de que el uso indiscriminado de la televisión y otros medios son factores que contribuyen al bajo rendimiento escolar, Landhuis y Poulton encontraron que el exceso de televisión puede dar lugar a problemas de atención en niños desde los 7 años de edad y en adolescentes de 13 a 15 años, independientemente de su género, condición social y habilidad cognitiva.
Varias investigaciones han demostrado que los niños menores de 8 años están cognitiva y psicológicamente indefensos frente a la publicidad. Muchos niños preescolares no entienden la diferencia entre un programa creado para entretener y un comercial creado para vender.
Los niños aprenden ciertos comportamientos por mera imitación de modelos a los que admiran: sus propios padres, profesores, amigos del colegio, personajes de series de ficción, de libros, cuentos y de videojuegos. Así lo afirma Paloma Díaz Soloaga, Directora del Observatorio de Publicidad y Sociedad del Centro Universitario Villanueva, en su trabajo “Efectos del uso de Videojuegos en niños y adolescentes en España y Estados Unidos”, 2006.
Diversos estudios, realizados en Estados Unidos, ponen en evidencia, de forma contundente, que las imágenes de violencia en televisión, películas, videos y juegos de computadora, producen a corto plazo efectos como temores, excitación, alteraciones en el pensamiento y en el control de las emociones; incrementándose la probabilidad de conductas agresivas en niños y adolescentes.
Los psiquiatras recomiendan que los niños no vean los noticieros de las televisoras por la proyección de imágenes violentas, y han llegado a la conclusión de que los niños pueden: Identificarse con ciertos tipos, caracteres, víctimas y victimarios. Imitar la violencia que observan en televisión, videojuegos y juegos en computador personal. Volverse inmunes al horror de la violencia. Aceptar la violencia como forma de resolver los problemas.
En cualquier caso, es precisamente en la edad escolar y aun en la adolescencia temprana, cuando los niños están aprendiendo el modo de comportarse socialmente: cómo interactuar con amigos y compañeros, cómo lograr su pleno desarrollo psíquico en relación con los otros, cómo conseguir el éxito de las acciones que se proponen, cómo aprender a postergar, o no, la gratificación inmediata para conseguir objetivos a largo plazo o incluso altruistas.
Gracias a la trama interna de la historia contenida en el videojuego, los niños y adolescentes experimentan una inmersión que hace absolutamente verosímil la aventura. De ningún modo puede compararse el uso de videojuegos con ver una película en el cine o en la televisión, ya que el grado de participación de los receptores es muy superior tanto en horas de consumo como en implicación en las metas del juego. Sobre todo, si se toma en cuenta el costo de estos medios, por supuesto la TV es un medio muy económico, de uso rutinario, pasivo y masivo en la población mundial.
En Venezuela la aprobación de la Ley de prohibición de videojuegos bélicos y juguetes bélicos se ha planteado sobre el desarrollo de una cultura de paz, sustentada en valores humanistas y contraria a la violencia, asimismo la Asamblea Nacional apuntala que se debe dar espacio a juegos de entretenimiento sanos, educativos y culturales.
Recomendaciones para evitar efectos negativos de los medios
* Los mismos medios televisivos y el cine pudieran aumentar el número de campañas publicitarias que motiven el consumo de las frutas y vegetales como por ejemplo, la campaña poco difundida de “5 al día”, es decir, consumir 5 raciones entre vegetales y frutas al día.
* Si el niño o adolescente va a usar un videojuego es preferible el uso de aquellos que promueven la actividad física.
* Los padres deben cuidar y proteger a sus niños de entrar en páginas Web no deseadas o no aptas para su edad y salud, a través de la descarga, en su computador, de aplicaciones que los orienten y les aseguren el uso conveniente de la Web por parte de sus hijos. Estas aplicaciones se encuentran de forma gratuita en:
esmx&querytype=topic&query=pc_proc_installsetup.htm
Por todo lo anteriormente expuesto, se plantea la necesidad de estudios y proyectos que utilicen estas TIC como herramientas para mejorar el estado nutricional y alertar en problemas de salud propios que afectan a niños y jóvenes de forma productiva. Asimismo, mejorar los sistemas de protección contra la ciberadicción, el “ciberbullying” o el “groomin” en la red.
Fuente:
María Elizabeth Montilla (2011). Los medios de comunicación masivos y la salud del niño
CANIA. 13 (22), p10-18.  

jueves, 15 de octubre de 2015

Año Internacional de las Legumbres 2016

En su 68º período de sesiones, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el año 2016 Año Internacional de las Legumbres (A/RES/68/231)
Se ha designado a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para que facilite la celebración del Año en colaboración con los gobiernos, las organizaciones pertinentes, las organizaciones no gubernamentales y las demás instancias pertinentes.
El Año Internacional de las Legumbres 2016 se propone sensibilizar a la opinión pública sobre las ventajas nutricionales de las legumbres como parte de una producción de alimentos sostenible encaminada a lograr la seguridad alimentaria y la nutrición. El Año brindará una oportunidad única de fomentar conexiones a lo largo de toda la cadena alimentaria para aprovechar mejor las proteínas derivadas de las legumbres, incrementar la producción mundial de legumbres, utilizar de manera más apropiada la rotación de cultivos y hacer frente a los retos que existen en el comercio de legumbres.

¿Qué son las legumbres y por qué son importantes?
Las legumbres son cultivos leguminosos anuales que producen entre uno y doce granos o semillas de tamaño, forma y color variables dentro de una vaina, los que se utilizan para alimento y forraje. El  término “legumbres” se limita a los cultivos cosechados de manera exclusiva para grano seco, por lo que quedan excluidos los cultivos cosechados verdes para alimento, que se clasifican como hortalizas, así como los cultivos utilizados principalmente para la extracción de aceite y los cultivos leguminosos, que se utilizan exclusivamente para fines de siembra (basado en la definición de “legumbres y productos derivados” de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Los cultivos leguminosos como las lentejas, los frijoles, los guisantes y los garbanzos son un elemento fundamental de la canasta de alimentos. Las legumbres son una fuente esencial de proteínas y aminoácidos de origen vegetal para la población de todo el mundo, y se deben consumir como parte de una dieta saludable para combatir la obesidad y prevenir y ayudar a controlar enfermedades como la diabetes, las afecciones coronarias y el cáncer; también son una importante fuente de proteína de origen vegetal para los animales.
Además, las legumbres son plantas leguminosas que tienen la propiedad de fijar el nitrógeno, lo que puede contribuir a aumentar la fertilidad del suelo y que tienen efectos positivos en el medio ambiente
El sitio web del Año Internacional de las Legumbres será la plataforma principal para el intercambio de información y fuentes pertinentes con diferentes asociados. Pronto se actualizará la versión actual, vuelvan a visitarnos para mayor información.

jueves, 8 de octubre de 2015

Desarrollo de la conducta alimentaria en los niños

Las conductas alimentarias como cualquier acción o respuesta emitida con relación a la alimentación. Incluye respuestas observables, así como también los pensamientos, verbalizaciones y actitudes hacia el acto de comer. La conducta alimentaria es un proceso interactivo en el que participan la madre o cuidador y el niño, y se conforma por todas aquellas interacciones que se suceden en torno a la alimentación: selección, compra, ingestión, actitudes y comportamientos. Una buena nutrición depende de una relación alimentaria positiva.
La conducta de los niños en el momento de la comida, resulta determinante ya que incide en la ingesta adecuada de alimentos y nutrientes, y consecuentemente en su condición nutricional. Los problemas de conducta que presentan los niños en el momento de la comida, han sido motivo de preocupación para aquellas personas involucradas en su cuidado (cuidadores, padres, maestros, etc), en la mayoría de los casos como consecuencia de la falta de conocimiento del patrón de comportamiento típico de cada edad y de las estrategias a utilizar para manejar o resolver las dificultades que se presenten en el momento de comer.
El desarrollo de la conducta alimentaria, está influenciado por las preferencias innatas, el desarrollo psicológico, la familiaridad con los alimentos y el contexto socio-afectivo que proveen los padres y maestros. Este contexto social es importante en el establecimiento de los patrones alimentarios, por considerarse que las experiencias tempranas del niño influirán en su conducta futura. Los procesos tempranos de aprendizaje, las experiencias iniciales con la comida y el contexto cultural de la alimentación, moldean la ingestión de alimentos en los niños en la medida que crecen. Un factor cultural importante a reflexionar es en el que la madre es considerada exitosa en cuanto tiene un hijo que desarrolla al máximo sus potencialidades, incluyendo el crecimiento, mediado por una autoexigencia materna y del ambiente.
Además de toda una historia de riesgos de desnutrición y enfermedad, el ambiente social y familiar exige que el niño esté lo más "gordo posible", de modo que la necesidad de la madre de responder a estas expectativas puede producir un estado de ansiedad que determine una relación madre-hijo inadecuada. Los desórdenes al comer son también un lenguaje alternativo del niño, que le permite expresar lo que siente.
En el bebé, el llanto es el medio de comunicación que utiliza para expresar sus necesidades o sentimientos (dolor, incomodidad o hambre) por lo que se hace importante que la madre o cuidador aprenda a interpretar estas señales para así satisfacer las necesidades reales del infante. En niños de mayor edad, es frecuente que se expresen con un lenguaje alternativo a través de la actitud corporal en una determinada situación, así tenemos que en el momento de la comida, pueden observarse tristes, apáticos, llorosos, inquietos o molestos, lo que afectará su conducta alimentaria. Esto lleva a establecer la importancia de observar y conocer qué es lo que el niño piensa y siente para así poder canalizarlo.
Son muchos los comportamientos que se pueden detectar en los niños pequeños cuando comen, desde preferencias y rechazos hasta actitudes y verbalizaciones que favorecen o interfieren en una ingesta adecuada. Un manejo inadecuado de la conducta del niño puede ser consecuencia del desconocimiento de los cambios que ocurren como producto de su desarrollo, de las actividades que la madre o el cuidador realizan, de la falta de organización y de la disposición y estado de ánimo tanto del niño como de la madre en el momento de la comida.

Desarrollo evolutivo de la conducta alimentaria
La habilidad para progresar en la alimentación, depende más del nivel de desarrollo que de la edad cronológica. Es necesario que el niño haya alcanzado ciertos hitos del desarrollo para que pueda contar con determinadas destrezas que inciden en la evolución de la conducta alimentaria, y estas destrezas y conocimientos las puede adquirir solamente cuando ha alcanzado la madurez necesaria para ello y debe estar preparado a nivel neurológico y motor para dominar todos aquellos movimientos coordinados que realizan los músculos orofaciales en el momento de la alimentación.
Las alteraciones en el desarrollo psicomotor pueden traer como consecuencia retrasos en la adquisición de las conductas alimentarias esperadas para la edad. El retardo en estas habilidades, puede ser el resultado de prematurez, enfermedades prolongadas, poca práctica en las técnicas de alimentación, además de un manejo inadecuado de la conducta alimentaria, malos entendidos o falta de información de los padres o cuidadores.
En los niños prematuros y con problemas neurológicos, puede presentar hipotonía generalizada en la musculatura orofacial lo que dificulta las funciones de succión, deglución y masticación, y consecuentemente origina una dificultad en la ingestión de alimentos por parte del niño. Esto puede generar angustia por parte de la madre o cuidador y un manejo inadecuado de la conducta alimentaria.
La conducta alimentaria en los niños se ajusta a ciertas pautas evolutivas y asume características singulares, lo que explica la necesidad de la individualización al realizar la observación y manejo de la misma. El curso natural del desarrollo, las necesidades, apetito y capacidades relacionadas al acto de comer es diferente en cada niño, así como el ritmo y velocidad de progreso de cada uno.
Si se exige un comportamiento para el cual todavía no existe la madurez necesaria, se corre el riesgo de comprometer la salud física y mental del niño. De la misma manera, el pedirle menos de lo que ya está en capacidad de ofrecer, interfiere en el desarrollo de su confianza básica, su autonomía y su autoestima. Pero si se conocen sus necesidades, capacidades e intereses, será posible brindarle una mejor enseñanza que se traducirá en una respuesta favorable.
A continuación se resumen las destrezas para la alimentación de los niños por grupos de edad (Brito, 1995 y León 1995).
0 a 1 mes: Succiona bien y mueve la lengua hacia atrás y hacia adelante.  Expresa el hambre con llanto
2 a 3 meses: Acepta alimentos con cucharilla pero la derrama al tragar. Rara vez muerde la cuchara. Mastica la comida con movimientos verticales. Establece contacto visual con la madre mientras lo amamanta.
3 a 4 meses: Se lleva las manos y objetos a la boca. Se inicia en el proceso de sostener el tetero, pero requiere ayuda. Atiende a la madre o cuidador que lo alimenta. Anticipa cuando llega la hora de comer.
4 a 5 meses: Sostiene el tetero o vaso bajo supervisión. Reconoce a la madre o cuidador que lo alimenta.
6 a 7 meses: Se mantiene sentado en su silla mientras lo alimentan. Comienza a masticar y mueve la lengua hacia arriba y hacia abajo. Cierra los labios sobre la cuchara. Comienza a beber en taza con ayuda. Manifiesta cuando no quiere más.
8 a 9 meses: Mueve la lengua de lado a lado cuando mastica.  Comienza a agarrar los alimentos con las manos. Agarra la taza con las manos. Intenta agarrar la cucharilla
9 a 10 meses: Toma solo de la taza pero aún con supervisión. Se lleva pedacitos de alimentos a la boca (masa, pan). Intenta pararse en la silla mientras come.
10 a 11 meses: Golpea la taza con la cuchara. Se levanta de la silla. Agarra la cuchara e intenta llevársela a la boca
11 a 12 meses: Mastica y traga bien comidas sólidas. Agarra migajas con los dedos y se los lleva a la boca. Come con las manos.
12 a 15 meses: Comienza a agarrar y utilizar la cucharilla. Se inicia en comer solo con cucharilla, aún derrama.  Reconoce su vaso o taza. Busca pararse de la silla. Se inicia en comer en la mesa con los adultos.
16 a 18 meses: Toma del vaso o taza y no derrama. Mastica bien. Se mantiene sentado al comer bajo supervisión.
19 a 21 meses: Mastica y traga con buen cierre labial. Sujeta la taza con firmeza mientras bebe. Come solo sin derramar. Permanece sentado y come solo bajo supervisión
22 a 24 meses: Al comer no voltea la cucharilla. Se integra a la mesa familiar. Comienza a utilizar el tenedor con supervisión, utilizando la mano que predomina.
2 a 3 años: Presenta conductas de rechazos (vegetales, frutas) y preferencias hacia algunos alimentos. Se levanta de la mesa. Tarda mucho tiempo para comer. Se distrae con facilidad. Mejora su capacidad para morder, masticar y tragar
4 años: Dice si quiere comer o no. Usa el tenedor o cuchara adecuadamente
5 años: Unta el pan con cuchillo e inicia cortar alimentos suaves. Come solo con poca supervisión
6 años: Le gusta conversar mientras come y expresa si algo no le gusta.
7 a 9 años: Utiliza todos los cubiertos en la mesa y pica su comida. Disfruta ayudar a cocinar las recetas que él escoge. Prepara independientemente meriendas y cenas rápidas. Mantiene las preferencias y/o rechazos hacia ciertos alimentos
Como se aprecia, el bebé debe ser capaz de llevar sus manos a la línea media para poder sostener el vaso o biberón, ser capaz de sentarse tanto para iniciar el proceso de introducción de alimentos sólidos como para incorporarse a la mesa familiar, debe estar listo para masticar en el momento de incorporar alimentos sólidos por lo que la aparición de la dentición es primordial, y debe poseer coordinación óculo-manual que resulta indispensable para que el niño adquiera autonomía en la alimentación.
Cuando un niño empieza a caminar, se hace más independiente y activo por lo cual tiende a levantarse de la mesa y explorar el ambiente. Por otra parte, el desarrollo cognitivo incluye el desarrollo de la atención la cual permite permanecer más tiempo en la actividad, por eso tenemos que si ésta es poco estimulante la atención suele dispersarse por estímulos ambientales o eventos más importantes para él.
Como consecuencia, las alteraciones en el desarrollo psicomotor, cognitivo y emocional o en las funciones neurovegetativas, pueden traer dificultades en la conducta alimentaria. Para el niño de 1 a 3 años, la relación alimentaria adecuada es aquella que ofrece libertad y apoyo para favorecer la autonomía y marcar límites claros que le den seguridad. Entre los 3 a 6 años, se le debe dar la oportunidad de desarrollar habilidades para alimentarse, aceptar una variedad de alimentos y socializar en torno a la comida. Las etapas pre-escolar y escolar tienen una particular importancia en el establecimiento de hábitos y conductas alimentarias la cual se deriva de las características físicas, sociales y psicológicas de cada niño, de ahí la importancia de obtener una orientación adecuada al respecto.
Razón por la cual, si tomamos en cuenta que en el momento de la comida existe una relación estrecha entre los adultos y el niño, se podría pensar que es una oportunidad ideal para que padres y maestros sirvan de modelo, ya que, por lo general, poseen una gran influencia en la conducta de los niños y por ende en el comportamiento que éstos tengan frente a la alimentación. Ésto incluye, lo que comen, cómo comen, dónde comen, a qué hora comen, etc. Por consiguiente, la manera más fácil de enseñar a los niños a alimentarse adecuadamente, es que los padres a su vez lo hagan de manera correcta, esto es, consumiendo alimentos variados (incluyendo vegetales y frutas), respetando los horarios, manteniéndose en la mesa al momento de comer, evitando comer chucherías o comer entre comidas y mostrando una actitud positiva durante la comida.


Fuente:
Dilcia Esquivel (2003). Desarrollo de la conducta Alimentaria en los niños. Problemas e intervención. CANIA. Año 4. N° 9, mayo 2003, p.5-14.

Brito, C., (1995). La cuidadora como agente de estimulación. (trabajo inédito) Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.  39p.

León de Viloria C. (1995). Secuencias del Desarrollo Infantil. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.  195p.

jueves, 1 de octubre de 2015

Recomendaciones sobre la prevención de alergia alimentaria

Actualmente existe un gran interés por el conocimiento y la investigación de los procesos alérgicos. Este interés se origina en el aumento de su presencia en la población general, lo cual ocasiona ausentismo laboral, escolar y elevados costos en el sistema sanitario. La enfermedad alérgica comprende una serie de manifestaciones clínicas tales como asma, rinitis, conjuntivitis, dermatitis atópica, alergia alimentaria y otras menos frecuentes.
La alergia alimentaria es una reacción adversa derivada de una respuesta inmune específica, que se reproduce luego de la exposición a un antígeno alimentario. Las reacciones adversas inducidas por alimentos pueden ser mediadas por mecanismos inmunológicos, Inmunoglobulina E (IgE), que son reacciones de hipersensibilidad tipo 1, inmediatas, denominadas reacciones alérgicas; no mediadas por Inmunoglobulina E (reacciones de intolerancia) y mixtas. El proceso de producción  de IgE en respuesta a la exposición a un alérgeno se denomina atopia.
Los pacientes con alergia alimentaria desarrollan respuestas inmunes patológicas y pueden experimentar rápidamente síntomas adversos tras la reexposición. Con el tiempo, la calidad de vida se ve seriamente afectada en un grado mayor que la observada en otras enfermedades crónicas de la infancia. La infancia es un período de especial vulnerabilidad, pues los lactantes con predisposición a la atopia pueden presentar mayor riesgo de sensibilización a alimentos y a otros alérgenos.
El riesgo de alergia alimentaria aumenta en relación con los antecedentes familiares. Así, en caso de un solo padre atópico el riesgo corresponde al 50%; de los dos, el 70% y el riesgo en hermanos de una persona afectada es 10 veces mayor que el de la población general. En un estudio prospectivo realizado con niños de familias atópicas, se determinó que el 25% desarrollará alergia alimentaria entre el nacimiento y los 7 años de edad.
Aunque las reacciones adversas pueden ocurrir ante casi cualquier alimento, la mayoría son producidas por los que se consumen con mayor frecuencia. En general, su aparición sigue el mismo orden de incorporación de los alimentos en la dieta del niño. Los alimentos más frecuentemente involucrados en este trastorno son la leche de vaca, huevo, trigo, pescado, mariscos, maní, soya, nueces y algunos cereales y leguminosas. El desarrollo de alergia alimentaria depende de varios factores que incluyen la predisposición genética, exposición temprana a las proteínas alergénicas (tiempo, dosis y frecuencia), consumo de la proteína alimentaria y desarrollo de tolerancia.
La alergia a la proteína de la leche de vaca es la más frecuente en los primeros 3 años de vida. Esta alergia se caracteriza por la presencia de una serie de signos y síntomas que aparecen tras la ingestión de leche de vaca o de fórmulas elaboradas a partir de ella; incluso niños que reciben lactancia materna exclusiva pueden reaccionar ante proteínas transferidas a través de la leche materna y durante este período. La frecuencia de alergia al huevo se estima en 2%. Afortunadamente, algunos estudios documentan que en la alergia a la leche de vaca, huevo y soya usualmente se presentan remisiones en la niñez. Por el contrario, la alergia al maní, nueces y pescado suele persistir hasta la adultez.
La prevención de las enfermedades alérgicas se apoya en una variedad de medidas profilácticas dirigidas a evitar la sensibilización, el desarrollo de la enfermedad en un individuo asintomático y la progresión en pacientes con síntomas de la enfermedad. En este sentido, se pueden distinguir diferentes niveles de prevención de enfermedad alérgica en la infancia:
- Prevención primaria: se dirige a los niños sanos con el objetivo de prevenir el desarrollo de la enfermedad alérgica.
- Prevención secundaria: se dirige a los niños enfermos con el propósito de prevenir síntomas y progresión de la enfermedad.
- Prevención terciaria: se dirige a pacientes con la enfermedad crónica para prevenir la progresión y el deterioro.
Las estrategias de prevención en alergia alimentaria deben considerar su capacidad para predecir el alto riesgo en lactantes y niños, demostrar la efectividad de las estrategias de intervención, recomendar intervenciones aceptables y minimizar efectos adversos. Estas estrategias de prevención están dirigidas principalmente a lactantes de alto riesgo para desarrollar enfermedad alérgica, definiéndose como lactantes de alto riesgo a aquellos niños con al menos un familiar en primer grado (padre, madre o hermano) con enfermedad alérgica documentada.
Rol de la lactancia materna en prevención de alergia alimentaria
La leche materna es el alimento ideal para los recién nacidos pues provee óptimos beneficios nutricionales, inmunológicos, fisiológicos y psicológicos. Los componentes de la leche materna mejoran el sistema de defensas y promueven la inmunoregulación. Las ventajas de la lactancia materna en prevención de alergia alimentaria quedaron demostradas desde que Grulee y Sanford reportaron, hace más de 70 años, en un estudio con más de 20.000 recién nacidos. Por estos motivos debe recomendarse la alimentación con lactancia materna en todos los niños, incluso en los que tienen riesgo de atopia, aun cuando se han detectado pequeñas cantidades de alérgenos de alimentos en la leche humana.
La Academia Americana de Pediatría (AAP) y los Comités Europeos recomiendan fuertemente la lactancia materna como la mejor estrategia para la prevención de alergia alimentaria y sólo difieren en su duración (al menos 6 meses versus 4-6 meses, respectivamente). La AAP recomienda continuar con la lactancia materna aunque no exclusivamente por lo menos hasta los 12 meses de edad. Estudios observacionales han demostrado que el destete precoz está asociado con un riesgo elevado de enfermedad alérgica.
Uso de fórmulas lácteas
Cuando no es posible o suficiente la lactancia materna, podemos recurrir a la alimentación con fórmulas infantiles elaboradas a base de leche de vaca. Entre ellas, se distinguen las que contienen la proteína entera de leche y aquellas en las cuales las proteínas son hidrolizadas mediante desnaturalización por calor e hidrólisis enzimática y posterior ultrafiltración. La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) recomiendan el uso de fórmulas extensamente hidrolizadas con lactosa y triglicéridos de cadena larga para el tratamiento sin enteropatía y prevención de alergia a proteína de leche de vaca.
Las fórmulas de soya no pueden ser recomendadas para prevención de alergia e intolerancia alimentaria en lactantes de alto riesgo, pues algunos estudios prospectivos han demostrado que las fórmulas de soya son tan alergénicas como las fórmulas convencionales elaboradas a base de leche de vaca.
Algunos aspectos sobre alimentación complementaria
La exposición temprana a los alimentos sólidos es la introducción de cualquier alimento durante los primeros 4 meses de vida. Considerando que la introducción temprana de alimentos sólidos podía incrementar el riesgo de enfermedad alérgica y que su retardo podría prevenir el desarrollo de las mismas, las pautas emitidas por el Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría en el año 2000, indican como edad óptima para el inicio de la alimentación complementaria en lactantes de alto riesgo los 6 meses de edad, y proponen incorporar los productos lácteos a los 12 meses, huevo a los 24 meses y maní, frutos secos, pescado y alimentos del mar 36 meses.
Un grupo de investigación australiano propuso que la tolerancia a las proteínas alimentarias ocurre a través de la introducción temprana y regular de los alimentos durante un período considerado crítico para el desarrollo de la alergia alimentaria, al cual llamaron “ventana crítica temprana”. Esta ventana comprende el período entre 4 y 6 meses de edad, cuando la introducción de alimentos alergénicos podría promover la tolerancia y tener un efecto protector contra la alergia alimentaria, enfermedad celíaca y enfermedades autoinmunes.
Desde hace muchos años se ha establecido la relación entre la microbiota intestinal y la enfermedad alérgica. De allí que se ha propuesto que, en vista de que los probióticos tienen la capacidad de modular la composición de la microbiota intestinal, pudieran ejercer un efecto positivo en la prevención de la enfermedad alérgica en lactantes de alto riesgo. Estudios con varias cepas de probióticos sugieren que poseen un potencial rol en la prevención de eczema infantil alérgico –principalmente mediado por IgE– pero aún no hay resultados concluyentes que permitan su recomendación en la prevención o tratamiento de la enfermedad alérgica. Por otra parte, hasta los momentos no existe suficientes evidencias de que los probióticos sean de beneficio para otras condiciones alérgicas.
Conclusiones
Durante muchos años la regla en prevención de alergia alimentaria en lactantes de alto riesgo se centraba en retardar la exposición a alimentos altamente alergénicos para reducir la sensibilización alérgica. La tendencia actual está dirigida a la inducción de tolerancia a alérgenos. Según datos basados en evidencia, se recomienda lactancia materna exclusiva hasta los 4-6 meses de edad, seguida de alimentación complementaria, sin retardo en la introducción de alimentos sólidos más allá de los 6 meses.
Estas recomendaciones son indicadas para prevención de alergia alimentaria, en el tratamiento, el objetivo principal es la identificación y restricción de la proteína desencadenante de la enfermedad.

Fuente:
Yubirí Matheus (2013). Recomendaciones sobre la prevención de alergia alimentaria

CANIA. Año 16. Nº 26, p.14-21