jueves, 26 de mayo de 2016

Bases fisiológicas para la Alimentación complementaria en el primer año de vida del niño

El proceso de nutrición humana implica la participación de diferentes sistemas (digestivo, neurológico, renal, inmunológico y otros), que si bien comienzan a desarrollarse estructural y funcionalmente durante la vida fetal, no completan su maduración hasta los primeros años de vida.
Es crucial conocer este proceso evolutivo a fin de establecer recomendaciones para la introducción segura de diferentes alimentos acorde a la edad y el momento de maduración biológica de un niño en particular y especialmente, para no incurrir en acciones que sobrepasen la capacidad digestiva y metabólica de los lactantes en general.
Cuando el inicio de la Alimentación Complementaria se realiza en torno a los 6 meses de vida, el lactante humano presenta un aparato digestivo prácticamente listo para adaptarse a la ingestión, digestión y absorción de los macronutrientes que esta supone., pues a excepción de la dentición que apenas se inicia en esta edad, el niño ya ha desarrollado los mecanismos funcionales que le permiten ingerir alimentos en las texturas apropiadas (blandos, húmedos, machacados, etc.).
La actividad rítmica de masticación se inicia junto a la erupción dentaria alrededor del primer semestre de vida; de hecho, al inicio el niño mastica solo con las encías y tiene la capacidad de triturar alimentos de consistencia blanda. La fuerza y la eficacia con la que la mandíbula corta y tritura los alimentos maduran también con la edad. Por esa razón, es fundamental ir modificando gradualmente la consistencia de los mismos a medida que aumenta la capacidad masticatoria.
A esta edad ya desaparecieron los reflejos primarios de búsqueda y extrusión y aparece la deglución voluntaria, que le permite recibir a su antojo alimentos a partir de un utensilio –cuchara– y tragarlos cuando así lo desea. De igual forma el niño ha mejorado el tono del esfínter esofágico inferior, por lo que presenta un mínimo de reflujo gastro-esofágico funcional, así como una buena contractilidad antro-duodenal que favorece un mejor vaciamiento gástrico, comparado con los meses previos.
La capacidad del estómago del recién nacido a término es 30 ml y aumenta hasta ~300 ml al año de vida. En el curso de los primeros 6 meses, el niño va aumentando gradualmente su capacidad gástrica, lo que le permite ingerir mayor cantidad de alimentos. La motilidad intestinal suele ya estar establecida.
Desde el punto de vista digestivo, hay presencia de amilasa salival, existe una buena secreción de ácido clorhídrico y se ha establecido la secreción biliar y pancreática a plenitud, con el consiguiente incremento de la secreción de bilis, sales biliares, enzimas proteolíticas pancreáticas, etc., por lo que el consumo de lípidos no implica riesgos. Las disacaridasas están presentes desde el nacimiento: la digestión de los carbohidratos de la leche no supone un problema para el lactante.
El lactante humano tiene una evolución neurológica y de adaptación al entorno muy dinámica y cambiante durante el primer año de vida; eso condiciona en gran medida su capacidad de adaptarse a la alimentación. Previo al 6º mes de vida, el niño no tiene la condición de manifestar su deseo de ser alimentado o su rechazo a la comida, salvo cuando llora porque desea ser amamantado.
No es sino hasta que logra ciertos hitos de desarrollo y maduración neurológica que puede expresar su interés por alimentarse. Esos hitos no solo permiten evaluar el grado de maduración neurológica del lactante, también favorecen que el niño se pueda adaptar a los retos que implica ingerir alimentos que no sean líquidos.
En el lactante normal, al final del primer semestre asistimos a la desaparición gradual de reflejos como los de búsqueda, succión, deglución y protrusión de la lengua. Alrededor del 5º mes de vida el reflejo de protrusión desaparece y el niño es capaz de aceptar alimentos que no sean líquidos en la parte anterior de la lengua. Igualmente es capaz de fijar su visión sobre un objeto que se aproxima, lo que le permitiría manifestar su deseo a la oferta de alimento.
Después del 6º mes es capaz de mantenerse un tiempo sentado con ayuda y de pasar un objeto de una mano a otra. Luego a los 7 meses de edad, lleva objetos a su boca y los chupa, condición que permite ofrecer alimentos que puedan ser manipulados por él. Mordisquea y a través de movimientos laterales de la lengua es capaz de colocar la comida cerca de los dientes e intentar una masticación que todavía no es efectiva.
Durante el segundo semestre evoluciona notablemente la pinza digital. A partir de los 12 meses de vida, la aparición de movimientos masticatorios y rotatorios de la mandíbula, permiten triturar los ali­mentos en texturas más sólidas.

Pautas madurativas del lactante de 0-12 meses y sus implicaciones en la alimentación.


En resumen, a los 6 meses el niño se encuentra apto para iniciar el proceso de adaptación a los alimentos sólidos. Si ese proceso se intenta previo a ésta edad, especialmente si se realiza antes de los 3 meses, el niño se verá en serios problemas digestivos, afrontará el riesgo de asfixia y/o aspiración pulmonar de alimentos y se incrementa el riesgo de alergias, intolerancias e infecciones, dado que todos los procesos de digestión y absorción mencionados aun no son funcionales.
Fuente:
Asociaciones de Pediatría de Centro América (2013). Primer consenso Centroamericano alimentación en el primer año de vida. Sociedad Centroamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica.


jueves, 19 de mayo de 2016

La gastronomía y la educación del paladar en la escuela

Como todos los procesos educativos, la educación del paladar es una apuesta a medio o largo plazo. Conocer productos, probarlos y reconocer sus distintas cualidades sería un primer bloque de trabajo. La gastronomía permite desplegar prácticamente todos los sentidos, lo que facilita claramente la tarea a realizar.
Talleres de los sentidos
Es una de las actividades clave para introducir la gastronomía en la escuela. Objetivo: ejercitarse en la capacidad para discriminar olores, sabores, texturas, colores, etc.
Como nos enseña el mundo de la gastronomía, los profesionales del sector relacionados directamente con el paladar o los sentidos (cocineros, críticos, historiadores, chef, etc.) construyen su aprendizaje sobre la base del recuerdo y la repetición. El recuerdo les permite recurrir a las evocaciones de un producto, un plato, un aroma, etc. y la repetición es la base para ir construyendo estos circuitos neuronales o categorías sensoriales que son necesarios para afianzar la idea del aroma y del gusto.
Se puede establecer, en una primera fase, distintos tipos de actividades básicas. Para todos estos reconocimientos iniciales pueden ser especialmente útiles las discriminaciones únicas y por pares, pudiendo complicarse posteriormente según edad y curso.
Diferenciación sabor-olor
El objetivo principal es desterrar la confusión entre olor y sabor. Trabajaremos para ello los cinco sabores, incluyendo el umami. Será también interesante, como objetivo prioritario, que aprendan a diferenciar rápidamente lo amargo de lo ácido, sabores habitualmente poco trabajados o confusos entre sí. Para ello podremos actuar con combinaciones dulce/amargo, salado/ácido y sus variaciones. Alimentos cítricos como limón, tamarindo, mamón, nos podría servir para tal fin.
Ejemplos de actividades: probar arequipe o jalea de mango y describirlos. Probar y describir dos variedades de cambur de diferente sabor.
Diferenciaciones de aromas sencillos
El objetivo principal es doble: que los escolares reconozcan, desde las primeras edades, que gran parte del gusto (paladar) son aromas y por ello, que valoren la importancia de la nariz en la comida. Y, en segundo lugar, que discriminen olores sencillos.
Muchas son las posibles actividades a realizar, tanto en discriminaciones únicas como por pares. Una secuencia útil puede ser: oler los alimentos o preparaciones utilizando la vista, después cerrando los ojos y, finalmente, probar productos o alimentos con la nariz tapada. Algunas de estas actividades suelen incluirse dentro de textos referidos a enseñanza de las ciencias en las primeras edades.
Alimentos y productos útiles para facilitar esta discriminación aromática básica:
·Especias: las especias, preferentemente en fresco (romero, tomillo, orégano, culantro, etc.), son un excelente recurso para iniciar esta actividad en los primeros años. Algunas de ellas (menta, hierbabuena, albahaca, etc.) de fuerte explosión aromática, permiten nuevas combinaciones e incluso realizar discriminaciones con otras especies en seco o en polvo.
·                     Aceite: permite una gran cantidad de posibilidades en función de los distintos tipos de aceite y, sobre todo, de sus variedades.
·                     Queso: igualmente nos proporciona numerosas opciones teniendo en cuenta su grado de maduración (frescos, cremosos, semicurados, curados, etc) y su procedencia (vaca, cabra, búfala, preferentemente).
Este trabajo por pares puede ir progresivamente complicándose mediante la introducción de nuevas especias o productos y, sobre todo, añadiendo un alimento base a ello. Así, por ejemplo, pan con tomate, queso y albahaca, puede facilitar el contacto del escolar con productos interesantes.
Algunas de estas actividades, bien pensadas y diseñadas, nos permiten introducir, por comparación, nuevos alimentos desconocidos para el escolar y a menudo exótico (carato de maíz). Aunque de nuestra tradición desconocidos para muchos de nuestros escolares.
Discriminaciones a través del oído, la vista y el tacto
Pueden ser igualmente interesantes desde el punto de vista de la gastronomía en la escuela y responden a objetivos complementarios respecto del gusto y el olfato. Saber diferenciar la calidad de un producto por su aspecto, comprobar la textura en la boca de un plátano frito (tostón) o zanahoria cruda, en función de su sonido al masticarlo o reconocer alimentos con los ojos cerrados, sin morderlos ni masticarlos, serían algunos ejemplos de actividades posibles para trabajar estos contenidos que requieren una mayor destreza.
Los talleres de los sentidos son uno de los recursos más empleados a la hora de educar a los escolares e intentan contrarrestar aquellas carencias que suelen ser más habituales. Estos talleres también ponen en práctica en el marco de actividades de divulgación de la gastronomía. Una fuente la podemos encontrar en nuestra gastronomía tradicional.
Otro de los aspectos importantes que la gastronomía ofrece en el ámbito escolar es la posibilidad de hacer menús escolares más atractivos y divertidos y actividades de cocina  –degustación- en el aula. Si destacamos los tres elementos fundamentales en la comida escolar (contenido del menú, presentación del mismo y ambiente donde se ingiere), la gastronomía facilita una mejor disposición de todos ellos para el fin que se requiere.
Uno de los principales objetivos de la gastronomía entendida como placer es hacer que los platos sean atractivos en aspecto, colorido y aroma antes de llegar a la boca. Piénsese cómo si recibimos información negativa de cualquiera de estas tres fuentes sensoriales la decisión final (llevarse la comida a la boca) puede quedar comprometida. Es por ello que la gastronomía aplicada a la escuela debería favorecer intensamente menús que sean divertidos, huelan bien y jueguen con formas geométricas llamativas para los escolares. A todo ello debemos añadirle la importancia de un buen producto, hecho con cariño y con puntos de cocción adecuados.
Desde el punto de vista de la gastronomía e incluso desde la vertiente de la propia antropología cultural parece necesario que los niños conozcan platos o preparaciones de su región, hechos con alimentos de su contexto. Por eso, para no perder la tradición cultural, serían muy aconsejables incluir esporádicamente en el menú platos tradicionales (torticas de arroz o espinaca, arroz con leche, torta de auyama, crema de batata, menestrón de frijoles, manjar de naranja, jalea de mango, sopa de calabacín, arepitas dulces, buñuelos de plátano o yuca, palo a pique –quinchonchos con arroz-).
Es por ello que la educación alimentaria y nutricional debe entrar en la escuela, no sólo a través del comedor escolar, sino también como parte del currículum oficial con actividades dentro y fuera del aula. La gastronomía debería ser una parte importante de ella. Además de los talleres de los sentidos mencionados actividades posibles a realizar pueden tener como objetivo el conocimiento de los alimentos típicos de la despensa de la zona así como el conocimiento de platos tradicionales, para lo cual se pueden fomentar las salidas a mercados, tiendas o almacenes, etc.
Pero, sin duda, una actividad especialmente recomendable es la cocina en la escuela. La participación directa de los escolares en la elaboración de platos puede conseguir distintos objetivos y, sobre todo, propicia tanto lo conceptual como lo procedimental y lo actitudinal, favoreciendo casi todas las competencias en: comunicación lingüística, cultural y artística, comunicación y la interacción con el mundo físico, matemática, para aprender a aprender, para la autonomía e iniciativa personal, emocional, etc.
La opción de la cocina en la escuela permite también introducir la interculturalidad al probar platos procedentes de familias de otras partes del mundo y hace posible aprovechar en la cocina las fiestas locales y nacionales.
Fuente:
Antonio Mateos Jiménez  (2012). Comer bien en la escuela. La gastronomía y su papel en la mejora nutricional. En Nutrición en el ámbito escolar. Jesús Román Martínez Álvarez (Editor). Cap 12, p. 137-150. España.

jueves, 12 de mayo de 2016

Relaciones entre alimentación, nutrición y desarrollo infantil.

El vínculo entre el derecho a la alimentación y el derecho al desarrollo infantil señalado en artículos anteriores (ver artículos del mes de marzo 2016), se refuerza ahora desde la mirada de las neurociencias y la psicología. Los estudios en estos campos científicos han demostrado que no existe ningún órgano que dependa más de las experiencias externas para su desarrollo que el cerebro humano.
La densa trama de células y circuitos nerviosos que conforman su arquitectura, como también su función, dependen por una parte de la dotación genética, y por otra, quizás más importante, de las experiencias tempranas mediadas por las interacciones con las cuidadoras/es, así como por los efectos de la alimentación y la nutrición.
Hay evidencia científica acumulada que explica de una parte, la relación positiva entre nutrientes y desarrollo neurológico, en particular el papel del hierro, el yodo, y los ácidos grasos esenciales en la conformación del tejido cerebral, la migración y ubicación de las neuronas y la conducción de los impulsos nerviosos, como de otra, los trastornos que resultan de deficiencias nutricionales en la niñez temprana como la desnutrición crónica, la anemia por carencia de hierro y las deficiencias de yodo, todo lo cual se expresa en pobre capacidad de atención, memoria y percepción, pérdida de coeficiente intelectual y bajo rendimiento mental. Las deficiencias de yodo, por ejemplo, son la principal causa de retardo mental prevenible en el mundo.
Se sabe por ejemplo, que el cerebro tiene un fuerte componente de lípidos o ácidos grasos esenciales- AGE, que conforman la mielina, una capa grasa que recubre las ramificaciones neuronales (dendritas y axones) por las que se transmiten los impulsos nerviosos que llevan y traen información al cerebro. La leche materna es muy rica en estos AGE y numerosos estudios la asocian con mejora de los procesos de visión, audición y desarrollo mental. Hay evidencia científica de la ganancia de 3.16 puntos en el coeficiente intelectual de niños amamantados con respecto a los no amamantados, con un efecto mayor en los prematuros, la cual puede explicarse por la presencia de dichos AGE como también por el fuerte vínculo afectivo y el apego que se crean con el amamantamiento.
Según algunos autores, amamantar permite a las madres conocer y atender oportunamente las señales de hambre y saciedad de sus hijas e hijos, con lo cual estos aprenden que no es necesario llorar para satisfacer el hambre y la necesidad de protección, adquiriendo así la confianza básica de que sus necesidades serán atendidas oportunamente. De este modo las niños y niños van desarrollando la capacidad de regular su temperamento y sus emociones, un aprendizaje que resulta esencial para su desarrollo.
Este aspecto de la inteligencia emocional ha llevado a recomendar la Nutrición Perceptiva como un principio que parte de reconocer que los alimentos por si solos no resuelven la alimentación infantil y que la alimentación complementaria óptima está relacionada no sólo con el qué se come, sino también con el cómo, cuándo, dónde y quién alimenta al niño.
Al respecto cabe señalar la relación positiva entre los estilos de alimentación empleados por las y los cuidadores, los comportamientos alimentarios de las niñas y los niños, y su ganancia de peso. Actitudes como sentarse con ellos a su mismo nivel para alimentarlos, mirarlos a los ojos, y utilizar un comunicación verbal y no verbal que estimule el gusto por la comida y el interés por los alimentos, fortalece el apego con las cuidadoras/es, les permite entender los distintos temperamentos infantiles y reconocer sus señales de hambre y saciedad para no sobrealimentarlos o desnutrirlos. Esto trae ventajas para la conducta emocional de las niñas y niños ya que aprenden que el hambre se satisface con alimentos nutritivos en lugar de utilizar la comida para satisfacer necesidades emocionales, lo cual evita conflictos durante las comidas y comportamientos inadecuados.
Los padres y cuidadores que exhiben flexibilidad para que los niños decidan sobre la cantidad de las comidas y el espaciamiento entre ellas, que les permiten alimentarse por sí mismos utilizando los dedos o la cuchara sin temor a que se ensucien, o que expresen sus propias opiniones y sentimientos frente a los alimentos, les ayudan a desarrollar la autorregulación y la autonomía, factores clave en el comportamiento alimentario y en el desarrollo infantil.
Así mismo, crear ambientes agradables y tranquilos para amamantar y ofrecer los alimentos evitando estímulos como la televisión o los juguetes, ayudará a las niñas y niños pequeños a concentrarse en el acto de alimentarse, sin tener que recurrir a presiones ni ofertas de recompensas o castigos.
En el extremo opuesto, existe información sobre las asociaciones entre desnutrición y pobreza en la primera infancia con deficiencias en el desarrollo infantil, manifiestas en débiles habilidades socioemocionales, cognitivas y del lenguaje, y bajo rendimiento escolar (dificultad para culminar la primaria, repetición y deserción), las cuales se incrementan con la edad. La relación entre los niños que no logran desarrollar su potencial en la primera infancia y la baja productividad laboral en la vida adulta, se explica de una parte porque logran pocos años de escolaridad y de otra, porque el aprendizaje por año de escuela es también bajo.
Finalmente, estudios recientes muestran que combinar programas de estimulación y nutrición tiene efectos positivos en el desarrollo infantil. Los hallazgos confirman que cuando solo se da información a las madres sobre salud, nutrición y desarrollo, los resultados son muy inferiores que cuando se ofrece una atención integral que combina la consejería sobre salud, nutrición y educación inicial con la provisión de alimentos y estilos interactivos de alimentación.
Estos programas muestran mayores beneficios en el crecimiento y el desarrollo psicosocial de los niños, en especial si son malnutridos, y efectos más acentuados entre más tiempo dure la intervención.
En conclusión, la estrecha influencia de la nutrición en los procesos de formación estructural y desarrollo de las funciones del cerebro durante los primeros mil días de vida, y la evidencia de las ventajas de combinar alimentación, nutrición y educación inicial, confirman el reconocimiento de este periodo como la “ventana de oportunidades” para invertir en la primera infancia con efectos para toda la vida. La evidencia científica realza la importancia de las intervenciones alimentarias y nutricionales y la educación inicial como la mejor forma de alimentar la vida de Cero a Siempre.
Fuente
República de Colombia (2012). Lineamiento Técnico de Alimentación y Nutrición para la Primera Infancia. Comisión Intersectorial para la Atención Integral de Primera Infancia. Estrategia Nacional DE CERO A SIEMPRE

OMS, (2002). Estrategia Mundial de Alimentación y Nutrición del Lactante y el Niño Pequeño, Organización Mundial de la Salud.

jueves, 5 de mayo de 2016

Alimentación: combina colores y vive mejor. ¿Qué podemos hacer desde la Escuela?

Uno de los grandes retos de salud en el mundo es detener el aumento acelerado de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT). De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un 60% de todas las muertes en el mundo se deben a las ECNT; incluyendo las enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y obesidad. Los factores de riesgo, comunes a todas ellas, son el tabaquismo, la poca actividad física y una alimentación poco saludable.
Gran parte de la población no está informada de la importancia del consumo de frutas y hortalizas para los individuos de todos los grupos de edad, ni que las mismas deben formar parte habitual de la dieta diaria junto al resto de otros grupos de alimentos. Actualmente, sólo una reducida minoría de la población mundial consume las cantidades medias recomendadas de frutas y hortalizas que se ha estipulado en 400 g (equivalente a cinco raciones) per cápita diarios, para prevenir enfermedades crónicas no transmisibles y reducir la deficiencia de micronutrientes como las vitaminas y los minerales.
Las tendencias generales de ingesta dietaria de los latinoamericanos muestran una reducción en el consumo de frutas y hortalizas, y un aumento en el consumo de grasas (especialmente saturadas) y de azúcares. Lo mismo ocurre con el venezolano, colocando así a nuestra población en una mayor situación de riesgo para las enfermedades crónicas. Por todo lo anterior, se hace imperativo promover dietas y modos de vida saludables para los individuos y los grupos de la población con intervenciones sencillas que reducen el riesgo.
La OMS y la FAO han anunciado un enfoque unificado para promover un mayor consumo de frutas y hortalizas, reconociendo que la «alfabetización» mundial en salud y nutrición exige un gran aumento de la atención y de los recursos. Uno de los consejos prácticos para orientar a la población en general, es estimularla a consumir una amplia variedad de colores proporcionados por las frutas y hortalizas: naranja/amarillo, rojo, verde, blanco y azul/púrpura. El consumo de vegetales de cada grupo de color constituye una manera sencilla para garantizar la ingesta de fitoquímicos, vitaminas, minerales y fibra, característicos de cada grupo por separado o en combinaciones: las rojas como el tomate son ricas en licopeno; las verdes como el brócoli o las coles de bruselas contienen glucosinolatos; las amarillas/ naranja como la zanahoria contiene carotenos; las blancas o blanco verdosas como el ajo y cebolla contienen sulfuro de dialilo; las púrpura/azules como las uvas, las moras y la remolacha contiene antocianinas y vitamina C.
“Cinco al día” es el nombre que recibe en muchos países la iniciativa que promueve el consumo, tanto de frutas como de hortalizas, por la estrecha relación que tienen en la prevención de ECNT. En Venezuela, “5 al día” está siendo impulsada por la Universidad Central de Venezuela (UCV) y viene sumando voluntades desde el año 2006. Tiene como objetivo difundir este mensaje, en conjunto con otras instituciones y sectores de la sociedad, para concienciar a la población acerca de la necesidad de incrementar en su dieta diaria el consumo de frutas y hortalizas de diversos colores para mantener y llevar una vida mejor.
Se han usado diversas estrategias para poner en marcha esta campaña en el país. Se inició buscando aliados naturales identificados con la misión de mejorar la salud del venezolano a través de la alimentación y promoción de hábitos saludables. Se ha aprovechado igualmente el marco legal provisto por la Ley Orgánica de Ciencia Tecnología e Innovación (LOCTI), mediante el cual las grandes empresas hacen aportes para programas, proyectos o actividades desarrolladas por universidades, centros de investigación o personas públicas o privadas cuyo proyecto haya sido certificado como beneficiario de dichos aportes. El proyecto: “5 al Día Venezuela, para mejorar la alimentación y salud del venezolano promoviendo el consumo de 5 raciones diarias de frutas y hortalizas”, fue inscrito por la Universidad Central de Venezuela ante el Observatorio Nacional de Ciencia y Tecnología y es beneficiario de aportes por la LOCTI.
Muchas de las acciones que se vienen desarrollando se han enmarcado también en el proyecto del Servicio Comunitario de la Facultad de Ciencias de la UCV titulado: “Impulso de campañas educativas “5 al Día” para promover salud en centros sociales y comunidades del área metropolitana, incluyendo las frutas y hortalizas en los hábitos alimentarios del venezolano”; aprovechando igualmente, el marco legal provisto por la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior. También se ha motorizado la campaña en instituciones sensibilizadas en el área de Responsabilidad Social (RS) interesadas en introducir hábitos saludables en sus comunidades, y adicionalmente se han hechos esfuerzos continuos en la divulgación del tema para profesionales de la salud y comunidad en general a través de medios impresos, entrevistas en la mayoría de los programas radiales de salud del área metropolitana y pautas publicitarias para cine, radio y televisión.
Todo esto ha sido posible gracias a los aportes realizados por empresas particulares, colaboradores y patrocinantes de la campaña “5 al día”; al apoyo de la Facultad de Ciencias de la UCV, y al equipo profesional que trabaja para organizar y coordinar todas las actividades que con mucho esfuerzo, impulsan la campaña.
Esta intervención comunitaria intenta combinar acciones educativas y de promoción en diversos ámbitos, además de actividades académicas, en procura de mejorar la salud pública por medio de la prevención y el fortalecimiento de hábitos de vida saludables, y una dieta balanceada que incluya las frutas y hortalizas con una orientación cromática.


Fuente:
María Soledad Tapia y Cristina Olaizola López (2010).

Cinco al día, combinar colores y vivir mejor. CANIA. Año 13. Nº 20. p.41-42.