jueves, 30 de junio de 2016

Los productos ultra-procesados y la salud

El proceso de industrialización de la agricultura ha producido transformaciones importantes en alimentación. La revolución en la agricultura hace 10,000 años fue posible gracias a la domesticación de varios granos y cereales. Con ello la disponibilidad de calorías se incrementó y fueron posibles tanto el crecimiento poblacional como el desarrollo de varias civilizaciones. Sin embargo, desde el punto de vista nutricional se trató de un retroceso en la calidad de la dieta que se manifestó en deficiencias de proteína y varios micronutrientes.
Evidencias arqueológicas han mostrado que esa desventaja dietética se tradujo en la pérdida de varios centímetros de estatura. Sin duda que una dieta centrada en pocos cereales, comparada a la de los cazadores-recolectores (mucho más diversa y rica en fuentes vegetales) tenía una inferior razón de nutrientes/calorías. La atención prestada a las deficiencias nutricionales desde fines del siglo XIX y también una creciente diversificación de la dieta en algunas regiones del mundo, volvió a mostrar el potencial humano en crecimiento, desarrollo y rendimiento en el trabajo físico.
Pero resulta que la re-emergencia de la diversidad como patrón de alimentación, ha durado poco, visto desde una perspectiva evolutiva. En el último medio siglo hemos asistido a la aparición de la llamada “dieta occidental” conformada por alimentos industrializados como azúcar y harinas refinadas, aceites y carnes rojas, productos estos que también se utilizan en la producción masiva de productos empaquetados listos para consumir. A estos productos nos referimos aquí como productos ultra-procesados (PUP) tomando la definición del Centro de estudios epidemiológicos en salud y nutrición de la Universidad de Sao Paulo.
Los PUP son productos listos (o casi listos) para ser consumidos, utilizan como ingredientes sustancias refinadas provenientes de alimentos, aditivos químicos diversos, sal, azúcar y grasas en combinaciones cuidadosas que los hacen productos de alta palatabilidad y largo tiempo de caducidad, comparados a los alimentos naturales que son perecibles. También, los PUP se caracterizan por tener precios relativos bajos, ser ubicuos, y estar respaldados por un mercadeo poderoso. Su creciente presencia contribuye al desplazamiento de la costumbre de cocinar, a la socialización que acompaña las comidas y al abandono de tradiciones culinarias. En este proceso el poder de decisión de las personas y familias, sobre qué y cómo comer, es progresivamente cedido a las industrias de productos ultra-procesados.
Uno de los ingredientes favoritos en los PUP es el azúcar que en menos de un siglo se sitúa en niveles de consumo que amenazan seriamente la salud humana. Se sabe que el azúcar (azúcar de mesa, miel y jugos concentrados) es tóxica cuando se consume a los actuales niveles que se sitúan entre 200 a 500 calorías de azúcar por persona por día. Estos niveles de consumo causan estragos en nuestro sistema homeostático (que mantiene en balance la ingesta y gasto de calorías), desbaratan los mecanismos del hambre y la saciedad, generando adicción y producen obesidad, hipertensión y diabetes.
Nuestro patrimonio cultural.
La calidad de los alimentos y las habilidades culinarias son otro de los aspectos clave que determinan los patrones alimentarios y la seguridad alimentaria. Ellos también, como nuestra salud, están en peligro. Muchas culturas culinarias formadas en siglos de armonía e interacción con la agricultura están amenazadas con extinguirse y, en algunos casos, ya han desaparecido. En este proceso, el agricultor y consumidor urbano se han distanciado en la cadena alimentaria hasta casi no reconocerse el uno al otro. Es claro que el productor ha sido arrinconado a la actividad agrícola más básica y todas las demás facetas de la economía agraria virtualmente han sido capturadas por intermediarios poderosos que imponen sus condiciones.
Incrementar la producción de alimentos naturales es una necesidad del momento, pero también el recuperar otros tramos de la economía agraria como son el procesamiento básico de alimentos, empaquetamiento, almacenaje, transporte y venta de comidas, etc. Los sistemas alimentarios sostenibles tienen como principal característica el respeto del principio básico de integridad ecológica, que entre otras cosas, implica proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos, con especial preocupación por la diversidad biológica, la protección del ambiente, y la adopción de patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra.
Se debe promover el consumo de dietas saludables, basadas por un lado, en la producción local y de temporada de alimentos agroecológicos y por otro lado, en la promoción de circuitos cortos de comercialización como oportunidad para aumentar el valor añadido y establecer un vínculo más estrecho entre el productor, el consumidor y el territorio y promover el comercio justo. Todas estas actividades económicas pueden y deben ser democratizadas y promovidas desde la Educación Alimentaria y Nutricional.
Fuente:
Una mirada integral a las políticas públicas de agricultura familiar, seguridad alimentaria, nutrición y salud pública en las Américas: Acercando agendas de trabajo en las Naciones Unidas. Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud. 2014
http://www.fao.org/fileadmin/user_upload/rlc/eventos/231982/doc_20140509_es.pdf


jueves, 23 de junio de 2016

Derecho a la alimentación: pieza clave para el Desarrollo Integral de la Primera Infancia

Desde un enfoque político de derechos, se define el alimento como un bien que debe ser alcanzable por la gente y garantizado por el Estado, eliminando para ello las situaciones de vulnerabilidad de las poblaciones que impiden su pleno desarrollo social, económico y cultural, condiciones indispensables para la garantía plena de sus derechos humanos.

El Derecho a la Alimentación
De acuerdo al Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), de las Naciones Unidas. “El derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando todo hombre, mujer o niño, ya sea sólo o en común con otros, tiene acceso físico y económico, en todo momento, a la alimentación adecuada o a medios para obtenerla. El derecho a la alimentación adecuada no debe interpretarse, por consiguiente, en forma estrecha o restrictiva asimilándolo a un conjunto de calorías, proteínas y otros elementos nutritivos concretos. El derecho a la alimentación adecuada tendrá que alcanzarse progresivamente. No obstante, los Estados tienen la obligación básica de adoptar las medidas necesarias para mitigar y aliviar el hambre, incluso en caso de desastre natural o de otra índole”.
Para la correcta aplicación del derecho, la Observación General N°12 del mismo Comité definió sus componentes esenciales así:
Disponibilidad: las posibilidades del individuo para alimentarse ya sea directamente, explotando la tierra productiva u otras fuentes naturales de alimentos, o mediante sistemas de distribución, elaboración y comercialización adecuada, y que puedan trasladar los alimentos desde el lugar de producción a donde sea necesario según la demanda.

Accesibilidad: asegurar que los alimentos disponibles y los recursos productivos estén al alcance de todos los sectores de la población, sin discriminación alguna y sin barreras geográficas, físicas o económicas que impidan a las personas o grupos satisfacer autónomamente sus necesidades alimentarias.
Utilización: uso apropiado de los alimentos por parte del cuerpo humano (aprovechamiento biológico). Implica el conocimiento de los principios básicos de la nutrición y los cuidados apropiados de los niños, las técnicas higiénicas para el almacenamiento y elaboración de alimentos, la atención sanitaria, el agua potable y los servicios de saneamiento básico.

Derecho a la alimentación de la primera infancia.

El derecho a la alimentación está consignado en los tratados y pactos internacionales de derechos humanos y en las normas nacionales que los adoptan. En el plano internacional se destacan la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (1948), El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales - PIDESC (1966), la Convención Internacional sobre los Derechos de los niños - CDN (1989) y la Convención contra todas las formas de discriminación hacia la mujer -CEDAW (1979). En cuanto a los grupos étnicos, el derecho a la alimentación está contenido en la declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (2007).
El ejercicio del derecho a la alimentación en interdependencia con sus demás pares de derechos fundamentales, hace posible el bienestar y la vida digna, convirtiéndose en parte constitutiva del desarrollo humano, y en consecuencia, parte esencial del derecho al desarrollo integral de la primera infancia. Este, que es el derecho al desarrollo Infantil Temprano, tiene como componentes la salud, la nutrición y la educación inicial, cimientos para el desarrollo de las potencialidades de las niñas y niños, y es reconocido actualmente como el mejor índice de desarrollo de una sociedad.
La desnutrición crónica en la infancia, constituye el mejor ejemplo que ilustra de qué modo la falta de acceso a oportunidades y las desigualdades sociales impiden que ciertos grupos puedan disfrutar del derecho a la alimentación.
La desnutrición crónica (déficit de estatura para la edad) en los primeros años de la vida, es la manifestación de una serie de carencias acumuladas que reúnen deficiente ingesta de alimentos nutritivos, pobre afecto y estimulación, escaso o nulo acceso a los servicios de salud, y ambiente insalubre, ocasionando alteraciones permanentes e irreversibles en el desarrollo neurológico y mala salud que obstaculizan para siempre el éxito en la vida de las niñas y niños, y constituyen por tanto una violación de sus derechos.
Las niñas y niños desnutridos tienen capacidades cognitivas disminuidas que dificultan su rendimiento mental por lo cual presentan extra-edad en el ingreso a la escuela, repitencia, fracaso escolar, baja productividad en la vida adulta y limitaciones para criar y educar a sus hijas e hijos, con lo cual se crea un círculo vicioso que convierte a las niñas y niños desnutridos en madres y padres de nuevas generaciones de desnutridos, lo que se conoce como el ciclo intergeneracional de la pobreza que perpetúa la exclusión social.
Otro sentido guarda relación con la diferencia misma de los grupos excluidos, que significa reconocer sus distintos saberes, identidades e imaginarios sociales alrededor de un hecho dado, en este caso, la alimentación y la nutrición, saberes que enriquecen el patrimonio cultural culinario y constituyen elementos clave en la construcción de la identidad de los niños y las niñas en sus contextos específicos. A este propósito se resalta la importancia de inculcar en ellos desde muy temprana edad el gusto y el respeto por las diferencias, haciéndoles ver que estas les aportan distintas formas de ver y entender la vida.

Fuente
Del Castillo Sara E., (2012). La Seguridad alimentaria como derecho: mucho más que la evolución de un concepto. Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional, OBSAN, Universidad Nacional de Colombia, en http://es.scribd.com/doc

República de Colombia (2012). Lineamiento Técnico de Alimentación y Nutrición para la Primera Infancia. Comisión Intersectorial para la Atención Integral de Primera Infancia. Estrategia Nacional DE CERO A SIEMPRE 

jueves, 16 de junio de 2016

Educación en nutrición en las escuelas primarias. Investigación de la FAO

La educación en nutrición, entendida como la combinación de experiencias de aprendizaje diseñadas para facilitar la adopción voluntaria de conductas alimentarias y otras conductas relacionadas con la nutrición que conduzcan a la salud y el bienestar, ha sido reconocida como uno de los elementos esenciales para contribuir a la prevención y control de los problemas relacionados con la alimentación en el mundo.
Frente a la diversidad de factores ambientales que afectan la calidad de la alimentación, se considera que la educación en nutrición en la escuela representa una manera eficiente de alcanzar a un amplio sector de la población, que incluye no sólo a los niños y jóvenes, sino también a sus maestros, sus familias y la comunidad de la que forman parte.
Los niños en edad escolar constituyen uno de los grupos prioritarios que deben recibir una educación en nutrición; es particularmente importante impartir esta formación de forma efectiva porque:
  • una nutrición apropiada es fundamental para el desarrollo físico y mental de niños y adolescentes;
  • los escolares son consumidores actuales y futuros que necesitan información y educación específicas para adquirir patrones alimentarios saludables y perdurables;
  • como futuros padres, los escolares jugarán un importante papel en el desarrollo de sus descendientes;
  • como miembros de la unidad familiar, los escolares constituyen un importante vínculo entre la escuela y el hogar, así como con la comunidad.
El propósito de la educación en alimentación y nutrición en la escuela es lograr que los niños adquieran una capacidad crítica para elegir una alimentación saludable en un mundo que cambia rápidamente y en el cual se observa una continua diversificación de los alimentos procesados y una pérdida de los estilos de alimentación familiar.
Se estima que los enfoques basados en los alimentos, que reflejan los cambios del contexto sociocultural en que viven los escolares, tiene mejores posibilidades de ayudar a éstos y a otros niños y adultos. Al desarrollar en los escolares hábitos de alimentación saludables, se contribuye a su desarrollo físico, mental y social y a la prevención de las enfermedades relacionadas con la dieta.
En el ámbito de las actividades destinadas a promover o reforzar la incorporación de la educación en nutrición en las escuelas primarias de los países en desarrollo, la FAO  preparó, con el propósito de reunir información sobre el estado actual de la educación en nutrición en las escuelas primarias, un cuestionario que envió a 55 países de Asia, África, América Latina, el Caribe y el Cercano Oriente. Como complemento a este cuestionario, se pidieron los planes de estudios, programas y materiales didácticos utilizados, y documentos de políticas y resultados de proyectos llevados a cabo con éxito.

Características del cuestionario
Se preparó un cuestionario semiestructurado, cuyas preguntas se agruparon de la siguiente manera:
  • información general sobre la persona y la institución;
  • contexto general de la educación en nutrición en las escuelas primarias, incluyendo la mención de políticas y programas nacionales y sus características; opiniones sobre la calidad de la educación en nutrición y sus limitaciones; y enumeración de los materiales que las escuelas desearían que la FAO produjese;
  • formación y capacitación de los profesores en educación en nutrición;
  • uso de guías o normas alimentarias y/o de recomendaciones nutricionales de carácter nacional, tanto para la educación en nutrición como para los proveedores de servicios de alimentación escolar;
Se recibieron 80 respuestas de distintas instituciones de 50 países (algunos países enviaron dos o tres respuestas): ministerios de educación y salud; universidades; programas nacionales y organizaciones no gubernamentales relacionadas con actividades de educación en nutrición. La mayor parte de las respuestas provenía de profesionales del nivel directivo.
Las respuestas de los países que tienen normas escritas para la educación en nutrición en las escuelas indicaron que las mismas se refieren (en orden de prioridad) a programas nacionales para la enseñanza de la nutrición; a los temas de nutrición que deben enseñarse; a los grados y niveles en los que deben enseñarse dichos temas; y a los objetivos de la enseñanza en nutrición.
Respecto a la forma en la que se enseña nutrición, más del 80 por ciento de las respuestas recibidas indica que los contenidos de nutrición forman parte de otras materias o cursos, los que en algunos casos corresponden a actividades extracurriculares. Sólo en el Caribe existe un porcentaje importante de países (57 por ciento) en los que se enseña nutrición como una materia separada. Los cursos en los que más comúnmente se imparten contenidos de nutrición son educación para la salud, biología, economía doméstica y educación agrícola, en porcentajes variables según los distintos continentes.
A la consulta sobre los cursos o grados en los que se enseña nutrición en las escuelas primarias y el número de horas total por año en cada curso, respondieron muy pocos países, probablemente debido a que al formar parte de otros cursos, los contenidos de nutrición no tienen un horario asignado en forma específica. Entre los países que respondieron a la pregunta, dicha materia ocupa entre 3 y 32 horas anuales.
Los responsables de la enseñanza en nutrición en las escuelas primarias son principalmente los maestros de educación general básica o primaria (90 por ciento). En algunos casos, enseñan también profesores de disciplinas específicas (por ejemplo biología) o profesionales de la salud. Los métodos más utilizados son las clases expositivas tradicionales (85 por ciento) y los trabajos de grupo o discusiones de grupo (77 por ciento). El porcentaje de países que utilizan guías alimentarias y recomendaciones nutricionales de carácter nacional es inferior al 33 por ciento, aunque en el 50 por ciento de los países existe una representación gráfica de los grupos de alimentos que es usada para enseñar nutrición a los niños (pirámide alimentaria, círculo u otra).
Los directivos y profesionales que respondieron a la encuesta indicaron cinco principales limitaciones para la educación en nutrición en las escuelas primarias en sus respectivos países. El 49 por ciento de los 70 profesionales que contestaron a la pregunta considera que la educación en nutrición en las escuelas primarias en su país es insuficiente o muy insuficiente, el 36 por ciento la considera regular y sólo el 15 por ciento buena. Estas cifras varían según las regiones, siendo América Latina la región de donde proviene el mayor porcentaje de respuestas en que se afirma que dicha educación es insuficiente o muy insuficiente (69 por ciento).
El currículum de formación de los maestros de educación primaria incluye contenidos de nutrición como una materia obligatoria en el 86 por ciento de los países de África y en el 67 por ciento de los países del Cercano Oriente y el Caribe. Esta cifra sólo llega al 47 por ciento en América Latina y al 22 por ciento en Asia. Los profesores de educación primaria reciben una capacitación adicional en el servicio o cursos de actualización en nutrición en menos del 44 por ciento de los países. Sin embargo, algunas encuestas indican que esta capacitación no es sistemática y que su cobertura es muy limitada.
Aunque la muestra no es representativa, el alto porcentaje de respuestas a la encuesta (el 91 por ciento de los países), así como el hecho de que los organismos entrevistadores recibieron programas y materiales enviados por los países que cuentan con ellos, ha permitido recolectar una valiosa información que demuestra el interés que despierta el tema de la educación en nutrición en las escuelas primarias.
Cuando existen políticas para la enseñanza de la nutrición en las escuelas, establecidas por el ministerio de educación, dicha enseñanza forma parte de las políticas generales de educación y promoción de la salud. Sin embargo, en este caso la enseñanza en nutrición no es una materia obligatoria con un tiempo asignado en forma específica. Una política para la enseñanza nutricional en las escuelas primarias ciertamente no es suficiente para hacer que la educación sea más efectiva, pero puede ayudar a una mayor comprensión de la necesidad de la educación en nutrición como una materia que merece atención por sí misma y a la cual es preciso dar mayor apoyo para su implementación en las escuelas.
La mayoría de los encuestados indicó que en su país se utilizan métodos tradicionales para la educación en nutrición en la escuela. En la actualidad, se reconoce que si bien se han logrado aumentos significativos en los conocimientos de nutrición de los niños, los enfoques basados en la diseminación de información o en un modelo cognitivo de la educación en nutrición no han tenido un efecto importante sobre las actitudes y conductas relacionadas con los alimentos.
En la década de los noventa, se han incorporado en los programas modelos educativos destinados a lograr cambios de conducta; éstos surgieron como parte de los programas de prevención de los factores de riesgo de las enfermedades crónicas, e incluyen actualmente no sólo la prevención de las enfermedades, sino también estrategias orientadas a aumentar la variedad de la alimentación y a reforzar los factores que permitan alcanzar otras conductas alimentarias afines.
Muy pocos países informaron tener un horario asignado para la enseñanza en nutrición (3 a 32 horas) en algunos años de la enseñanza primaria. Una revisión de los resultados de los programas de la década indica que para lograr cambios de conducta, el tiempo destinado debería ser de al menos 50 horas anuales, con una continuidad de año en año y en un contexto de coherencia respecto a todos los programas de la escuela.
La falta de capacitación en educación en nutrición de los profesores representa quizá el aspecto más crítico de los resultados de la encuesta. En efecto, menos de la mitad de los países de América Latina y Asia indicó que la formación de los maestros incluye materias relacionadas con la nutrición. Los resultados menos negativos se registraron en el Caribe, África y el Cercano Oriente. Sin embargo, en cuanto a la capacitación en el servicio y los programas de actualización, la insuficiencia en este tipo de capacitación es incluso más aguda. En los países que cuentan con programas adecuados, la capacitación es esporádica y no cubre las necesidades. La implementación de políticas y programas nacionales de educación en nutrición en las escuelas sólo es posible si en los países, además de existir apoyo político y recursos asignados, se cuenta con maestros que disponen de los conocimientos y de la motivación necesaria para incorporar con éxito los contenidos y nuevos enfoques educativos.
La enseñanza en nutrición en las escuelas primarias se ha venido promoviendo desde hace varias décadas. Sin embargo, se observa que las limitaciones y problemas para lograr que las escuelas contribuyan efectivamente a la formación de conductas alimentarias y de vida saludables en el niño y su familia continúan siendo los mismos. Si se desea lograr que los niños adquieran la capacidad de adquirir hábitos alimentarios saludables, es necesario consolidar los esfuerzos. El apoyo de los niveles de decisión; la implementación de iniciativas para capacitar a los profesores mediante programas sistemáticos, con suficiente cobertura y continuidad; la inclusión de contenidos de nutrición en los currículos de la escuela, con asignación de suficiente tiempo y un enfoque orientado a lograr cambios de conducta más que a sólo aumentar los conocimientos, constituyen hoy, más que nunca, una necesidad para enfrentar los problemas nutricionales y prevenir las enfermedades crónicas relacionadas con la dieta. Para lograr este objetivo, la educación representa la mejor estrategia.
Fuente:
S. Olivares, J. Snel, M. McGrann y P. Glasauer (1998)
Educación en nutrición en las escuelas primarias


jueves, 9 de junio de 2016

Pautas estratégicas para la alimentación y la nutrición en la Primera Infancia

Las madres y sus bebés constituyen una unidad biológica y social que no puede ser separada, por lo cual la salud y la nutrición de ambos grupos debe ser abordada teniendo en cuenta sus estrechos vínculos y el respeto a los derechos de las mujeres durante su etapa reproductiva. La gestación es una época de cambios fisiológicos importantes para la formación del nuevo ser, que requiere un soporte nutricional adecuado para asegurar el metabolismo aumentado de la madre y el bebé.
El buen estado nutricional de la gestante asegura su salud, el buen crecimiento fetal y el peso adecuado al nacer, la protección del cerebro de las niñas y niños en el periodo más sensible de su formación, y las reservas nutricionales para la lactancia materna.
El conocimiento de las necesidades nutricionales desde el inicio del embarazo y el poderoso papel de nutrientes específicos en la formación y desarrollo del feto exige un manejo cuidadoso de la alimentación de las mujeres, inclusive desde antes de la concepción, ya que algunas alteraciones de la nutrición materna en los primeros quince a veinte días de la gestación, como es el caso de las deficiencias de ácido fólico, pueden ocasionar lesiones graves del sistema nervioso central en el recién nacido.
En síntesis, el buen estado nutricional durante la gestación previene enfermedades y mortalidad perinatal e infantil y es garantía del buen desarrollo neurocognitivo durante la infancia temprana.
Durante la gestación aumentan los requerimientos de energía y nutrientes, que varían de acuerdo al peso con que se inicie el embarazo, la actividad física y las semanas de gestación, lo cual hace indispensable la valoración nutricional en cada control prenatal. Esta incluye la evaluación del índice de masa corporal (relación entre el peso y la talla de la madre), la vigilancia de la ganancia de peso (para evitar desnutrición, sobrepeso u obesidad) y del aumento de la altura uterina, el suministro de vitaminas y minerales, y finalmente la educación nutricional para dar recomendaciones de alimentación, actividad física y hábitos saludables.
Las gestantes adolescentes constituyen un grupo de riesgo y en especial si están desnutridas necesitan suplementos de carbonato de calcio con vitamina D y otros micronutrientes con supervisión profesional. Todas las gestantes deben abstenerse de ingerir sustancias psicoactivas, en especial alcohol y tabaco para evitar malformaciones fetales y síndromes de abstinencia de drogas en el recién nacido.
La necesidad de la dieta materna prenatal apropiada se basa en la evidencia científica del papel decisivo de nutrientes específicos como los ácidos grasos esenciales (Omega 3, ácido Docosahexanoico), las proteínas, el ácido fólico, el hierro y el yodo, en la formación de la arquitectura cerebral y el desarrollo neurológico que determinarán el desenvolvimiento de las capacidades visual, auditiva, del lenguaje, y el rendimiento mental que acompañarán para siempre la vida de los niños y las niñas.
A la inversa, la desnutrición en el primer trimestre del embarazo aumenta el riesgo de bebés con bajo peso al nacer quienes con gran frecuencia sufrirán de problemas visuales, auditivos y de aprendizaje, requiriendo altos costos humanos y financieros para su rehabilitación y educación especial. Entre más temprano ocurre la desnutrición, mayor es la afectación del sistema nervioso central. La deficiencia de ácidos grasos esenciales, altera el desarrollo visual y cognitivo, la carencia intrauterina de hierro hace que los impulsos nerviosos en el cerebro se transmitan lentamente lo cual puede llevar a pérdida permanente del coeficiente intelectual, las deficiencias severas de yodo en etapas iniciales del embarazo ocasionan trastornos irreversibles como retardo mental, sordera y ceguera, y las deficiencias moderadas o aún leves conllevan a alteraciones visuales, del lenguaje, cognitivas, motoras y de coordinación causantes de fracaso escolar y limitaciones para la vida social y productiva.
Las madres en periodo de lactancia necesitan ingerir energía adicional para la producción de leche, incluso más que en el periodo de la gestación, calculándose alrededor de 500 calorías adicionales al día, parte de las cuales provienen de las reservas que han acumulado durante el embarazo. En las madres desnutridas se disminuye la producción de la leche y en especial la cantidad de vitaminas C y del complejo B, ya que la pobre alimentación no les ha permitido acumular reservas y dependen de los aportes de la dieta durante la lactancia. El resto de nutrientes de la leche se mantiene aunque a expensas de las reservas corporales de la madre, por lo cual es prioritario darles suplementos de vitaminas y mejorar su alimentación.
Lactancia materna el mejor alimento para el inicio de la vida 
Desde el inicio de la humanidad la alimentación de los recién nacidos con la leche de sus madres ha sido garantía de su supervivencia. En la actualidad son múltiples los estudios que prueban sus amplios beneficios para la salud, el crecimiento y el desarrollo infantil. La composición de nutrientes de la leche materna es perfecta para el óptimo crecimiento de las niñas y los niños, y se va adaptando a sus necesidades en la medida en que crecen, contiene células, factores inmunológicos y hormonas que favorecen su salud y los protegen de enfermedades agudas y crónicas en la infancia y la vida adulta. Aunado a esto, el amamantamiento genera un fuerte vínculo afectivo que favorece el apego, facilita interpretar y responder oportunamente a las necesidades de los bebés, con lo cual ayuda a regular tempranamente las emociones infantiles.

Este conjunto de beneficios confirma la lactancia materna como la práctica nutricional esencial para el crecimiento y el desarrollo en los dos primeros años de vida. También las madres se benefician, ya que el inicio temprano de la succión del pezón evita el sangrado del útero en el momento del parto, y la práctica de la lactancia les ayuda a recuperar su peso habitual y las protege de cáncer de seno y ovario.
La recomendación de la Organización Mundial de la Salud es dar lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y continuar hasta los dos años o más junto con alimentos complementarios apropiados. El resultado final se evidencia en el óptimo nivel de salud y nutrición de las niñas y niños pequeños y en su desarrollo infantil temprano, lo que se traduce en sociedades más sanas y equilibradas, reducción de la carga de enfermedad y de los costos en salud en el corto y el largo plazo.
Es necesario saber que si bien la leche materna es un producto natural, la lactancia es una práctica que debe ser aprendida. Es natural, porque está regulada por las hormonas productoras de leche que se estimulan con la succión del pezón por lo cual entre más succión del bebé hay más producción de leche. Y es aprendida, porque las madres necesitan conocer esta información y que se les ayude en las técnicas para poner a sus bebés en la posición correcta para la succión, a evitar o resolver dificultades corrientes con la lactancia, así como apoyo efectivo para la extracción, conservación y suministro de la leche en caso de tener que separarse de sus bebés por razones del trabajo o enfermedad.
Por eso se requiere que las familias (en especial el padre), las instituciones (en especial las de salud) y la sociedad (en especial los empleadores/as), promuevan, protejan y apoyen la lactancia materna. La promoción se refiere a la información y educación a las madres y sus familias sobre los amplios beneficios de la lactancia materna y la forma de ponerla en práctica, la protección se relaciona con evitar todo lo que interfiere su producción y sus beneficios como el uso de biberones, chupos y leches de fórmula que disminuyen la cantidad de leche producida y causan riesgos para la salud infantil, y el apoyo, se refiere a la ayuda directa a las madres para la práctica exitosa de la lactancia materna comenzando en la primera hora del parto, luego de forma exclusiva durante los primeros seis meses de vida, y continuarla hasta los dos años de edad o más junto con alimentos complementarios.
Alimentación Complementaria
Es el proceso de transición armoniosa a otros alimentos que se incorporan a la alimentación cuando las necesidades de energía y nutrientes son mayores que las proporcionadas por la leche materna, lo que ocurre hacia los seis meses de vida. Esto exige garantizar alimentos ricos en nutrientes y energía que complementen los de la leche materna, por lo que esta debe continuarse, ofreciéndola preferiblemente primero y luego complementarla con los otros alimentos.
El periodo de transición a otros alimentos es de gran vulnerabilidad pues si las prácticas de alimentación no son apropiadas, las niñas y niños están expuestos a sufrir malnutrición, infecciones y enfermedades. Es también un periodo ideal para que los papás se vinculen a la alimentación de sus hijos y a las labores del hogar y contribuyan a transformar los roles de género haciéndolos más equitativos.
Alimentación de la familia y en familia
Comer en familia es mucho más que el acto cotidiano de reunirse a comer, es crear vínculos afectivos con sus distintos miembros y con la cultura de la cual se participa, es disfrutar de un espacio para estimular aprendizajes para la vida: a compartir y departir, a respetar turnos y gustos, a adoptar reglas de comportamiento, a entender las diferencias entre los miembros de la familia, a tomar lo suficiente y necesario, a poner límites a los excesos y controlarse.
Al comer juntos las niñas y niños pueden ver cómo los miembros de la familia ensayan y disfrutan alimentos nuevos y variados, y al recibir atención oportuna aprenden que se puede satisfacer el hambre sin necesidad de ponerse rabiosos o irritables, con lo cual van aprendiendo a reconocer las señales de hambre y saciedad y a regular su conducta alimentaria. Comer en la mesa familiar también favorece que las niñas y niños imiten modales y comportamientos, que desarrollen destrezas motoras y habilidades para manejar los alimentos y los cubiertos, manifiesten sus preferencias y opiniones sobre lo que comen, todo lo cual constituye un ejercicio de participación y autonomía que favorece la alimentación independiente e influye positivamente en su crecimiento y desarrollo emocional y psicosocial.
Propiciar la alimentación en familia requiere una intencionalidad clara de los padres y una actitud pedagógica para hacer de la comida un momento de disfrute de los sabores y aprecio por los valores, con lo cual se favorece el buen estado nutricional y el desarrollo de la niñez y se fortalece la cohesión familiar. Las maestras, maestros y demás agentes educativos tienen aquí un papel para promover la alimentación en familia como una experiencia importante no solo para el crecimiento y el desarrollo físico y biológico, si no a nivel social, afectivo y cultural.
Fuente
República de Colombia (2012). Lineamiento Técnico de Alimentación y Nutrición para la Primera Infancia. Comisión Intersectorial para la Atención Integral de Primera Infancia. Estrategia Nacional DE CERO A SIEMPRE

OMS, (2002). Estrategia Mundial de Alimentación y Nutrición del Lactante y el Niño Pequeño, Organización Mundial de la Salud.

jueves, 2 de junio de 2016

Los primeros 1000 días de vida. ¿Es tema de Interés en la Educación Inicial?

Hoy día los médicos se toman el tiempo de preguntarle a sus pacientes si conocen su peso al momento de nacer. Además, les explican que es posible que la diabetes, la intolerancia a la glucosa y la hipertensión, entre otras enfermedades que padecen, pueden haber tenido su origen en los cinco kilos que pesaron al nacer, que hacían sentir orgullosa a su madre, pues tenía un niño que en su momento lo definían como sano y hermoso. Esto le puede resultar incomprensible o algo de ciencia ficción, pero las implicaciones de la relación del peso al nacer con algunas enfermedades están cada vez más claras para los médicos, investigadores y nutricionistas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2001, en su 54 Asamblea Mundial de la Salud, exhortó a los estados miembros a promover la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida e iniciar la alimentación complementaria después de ese periodo. Manteniendo la lactancia materna por el tiempo que la madre y el niño deseen, con el fin de garantizar que los pequeños alcancen todo su potencial de crecimiento, desarrollo y salud, con especial cuidado en los primeros 1000 días de vida del lactante y el niño pequeño, con los beneficios que representan en la prevención de las enfermedades crónicas del adulto.
Actualmente, ha tomado gran importancia el periodo que abarca desde el momento de la concepción hasta los dos años de vida, periodo de rápido crecimiento y que brinda una oportunidad única para que los niños obtengan los beneficios nutricionales e inmunológicos que van a necesitar el resto de sus vidas. En esta etapa se forman el cerebro, los huesos y la mayor parte de los órganos y tejidos, así como también el potencial físico e intelectual de cada persona. Los daños que genera la desnutrición durante estos primeros dos años tienen consecuencias irreversibles en el individuo, por lo que la prevención es fundamental.
Todas las alteraciones que padece un niño durante esta etapa generarán morbimortalidad alta y afectación en el desarrollo mental y motor. En el largo plazo pudiera estar ligado a un bajo rendimiento intelectual, una merma en la capacidad de trabajo, en la salud reproductiva y en la condición de salud general durante la adolescencia y la edad adulta.
Todo lo anterior, dibuja un panorama en el cual la desnutrición se vuelve un círculo vicioso. Es muy probable que una niña desnutrida dé a luz un niño desnutrido, que en conjunto con prácticas inadecuadas de lactancia materna y de alimentación complementaria y diarreas frecuentes, son las principales causas de desnutrición en los primeros años de vida y del incremento en las muertes de los niños menores de cinco años. Es esencial que las personas que se encargan de cuidar a los infantes reciban la orientación adecuada de la alimentación de lactantes y de los niños pequeños.
Existe una creciente evidencia que coloca a la nutrición como un factor ambiental que tiene incidencia en diversas enfermedades tanto crónicas como autoinmunes. El efecto se inicia a nivel epigenético, durante el embarazo debido a que la nutrición de la madre afecta el crecimiento del feto y de igual manera puede impactar el desarrollo durante toda la infancia.
La hipótesis de programación fetal propone que la desnutrición fetal es el resultado de la alimentación deficiente de la madre y problemas de transferencias de nutrientes de la madrea al feto. Frente a una amenaza para la supervivencia el feto realiza adaptaciones para limitar el crecimiento, priorizar el desarrollo de los tejidos esenciales y acelerar la maduración. Ocurre una reducción en la secreción y en la sensibilidad de las hormonas que conforman el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal y los cambios que se producen durante estas adaptaciones permanecen en el feto y el lactante. Se ha comprobado que hombres y mujeres que tienen mayor riesgo de padecer enfermedad cardio metabólica son aquellos que experimentaron privación temprana o tuvieron peso bajo al nacer y que presentaron sobrepeso en la etapa adulta.
Resulta de vital importancia, garantizar y mejorar la salud y nutrición de las niñas y mujeres jóvenes así como la nutrición del lactante, que puede impactar favorablemente reduciendo el costo de las enfermedades crónicas de los adultos, al reducir la carga epidemiológica y el gasto en salud de los gobiernos. El éxito de la intervención estará garantizado cuando se modifiquen las conductas indeseadas y se favorezcan las prácticas saludables, adecuadas, inocuas y oportunas durante la etapa que va desde la fecundación, embarazo, parto hasta los dos años de vida. La atención a los primeros 1000 días de vida es la clave esencial para una vida sana.

Fuente:
Los Mil días del Niño. Documento en línea. Disponible: http://www.fundacionbengoa.org/informacion_nutricion/primeros-1000-dias-vida.asp




Bibliografía en línea recomendada sobre el tema