jueves, 27 de abril de 2017

La educación nutricional culinaria


El objetivo de la educación alimentaria y nutricional debe ser que el individuo realice cambios en los comportamientos y que esté apoyado por los conocimientos y las habilidades. Asimismo, se debe de intensificar la motivación para facilitar la acción (el cambio en el comportamiento).
Según Bandura, la capacidad para realizar cambios en los comportamientos de los individuos, se ve reforzada cuando se suministran al individuo las habilidades prácticas para poder realizar dichos cambios conductuales. Y en ese aspecto entra en juego la educación nutricional culinaria como una habilidad práctica con la cual poder realizar cambios conductuales.
El resultado de combinar la ciencia de la nutrición con la ciencia alimentaria y su aplicación, es la nutrición culinaria. Así se desarrollan conductas alimentarias saludables gracias a que existe la confianza culinaria desde la preocupación nutricional.
Las habilidades culinarias han sufrido una transición, más concretamente un declive, debido a distintos factores como son la incorporación de la mujer al trabajo, el incremento de las tecnologías en el campo alimentario, el aumento de los alimentos preparados, la globalización, etc. Por eso, existe la necesidad de educar en las habilidades culinarias dentro de las escuelas.
La cocina comprende, adquirir las habilidades necesarias para preparar los alimentos, para ello es necesario poder seguir las instrucciones de una receta y poder cocinar utilizando diferentes métodos de preparación y de cocción de alimentos. Además las clases de cocina han sido identificadas como uno de los métodos de educación nutricional más preferidos con el que poder transmitir mensajes nutricionales.
Los beneficios de la involucración directa en la preparación de alimentos –y de la educación en habilidades culinarias en niños, adolescentes y adultos–, encontrados en la literatura científica hasta el momento son:
- La mejora en las conductas, actitudes y creencias alimentarias.
- La mejora de las habilidades culinarias.
- El incremento del conocimiento en temas alimentarios y nutricionales.
- El incremento del consumo de frutas, verduras o de ambos.
- El incremento de la confianza a la hora de cocinar.
- La influencia positiva en las elecciones dietéticas.
- La prevención de la obesidad infantil.
- El incremento de la tendencia a probar nuevos alimentos.
A continuación, se resumen las características y los beneficios de los programas de educación en habilidades culinarias más relevantes encontrados en la bibliografía y que han sido llevados a cabo con niños:
The Cookshop Program: consistió en hacer una intervención educativa nutricional en los colegios con el objetivo de aumentar la ingesta de verduras y de cereales integrales en niños de 6º grado. Se realizaron clases de cocina y múltiples exposiciones a esos mismos a alimentos en la cafetería del colegio. Los resultados de la evaluación indicaron que el grupo que recibió clases de cocina obtuvo los mejores resultados en el incremento de la preferencia por las verduras y los cereales integrales, disminuyeron los residuos de comida en los platos, aumentaron los conocimientos y mejoraron sus habilidades culinarias. Se sugirió que las experiencias reales de cocción y las comidas colectivas con sus compañeros, pueden ser un enfoque prometedor para la educación nutricional, especialmente en los niños más pequeños.
Cooking up!: este programa estaba dirigido a niños de 9 a 15 años y pretendía cualificar a los niños con habilidades culinarias con las cuales poder apoyar una alimentación saludable. Se inscribieron 185 jóvenes, se llevaron a cabo 6 sesiones de 90 minutos en las que se explicaban recetas y tablas nutricionales así como asuntos relacionados con seguridad en la cocina, las elecciones nutricionales más adecuadas o temas relacionados con las ciencias alimentarias. Las recetas que se realizaron eran de bajo costo, con ingredientes y equipamiento básico.
Los resultados indicaron que se consiguió con éxito inculcar habilidades culinarias, conocimientos nutricionales y mejorar las conductas relacionadas con la preparación de alimentos.
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Chef Nutritionist Team: programa de talleres de cocina dirigido a niños de 8 a 12 años de edad, en el cual se modificaron determinadas recetas para que fuesen más saludables. La duración del programa fue de 5 días y dos horas diariamente. El fin de la intervención era enseñar distintos aspectos de la cocina saludable a través de la experiencia práctica, introduciendo alimentos saludables, utensilios de cocina apropiados y términos de cocina útiles. Participaron 31 niños y la evaluación indicó que el 90% de ellos disfrutó de las clases, el 58% aprendió nueva información nutricional y el 97% adquirió una nueva habilidad culinaria.
Cooking with kids: este programa se diseñó basándose en que la experiencia práctica, constituyó una estrategia efectiva para alcanzar actitudes alimentarias saludables y fue desarrollado para apoyar la experiencia alimentaria y la educación nutricional en los colegios.
Es uno de los programas más antiguos, lleva en funcionamiento desde el año 1995 y ha abarcado a 4400 colegios. El programa consiste en explorar los alimentos saludables, adquirir habilidades prácticas de cocina y fomentar el trabajo en equipo. La distribución del programa era 1 hora de teoría, 5 horas de talleres de degustación de frutas y verduras y 10 de talleres de cocina anualmente. En una investigación cualitativa de este programa, que se realizó con 178 estudiantes de 4º grado, se concluyó que el grupo de estudiantes que había recibido talleres de cocina y talleres de degustación de frutas y verduras, eran más propensos a cocinar en sus casas en comparación con el grupo que sólo recibió los talleres de degustación y con el grupo control.
La evaluación aleatorizada y controlada del efecto de este programa en niños de cuarto grado se llevó a cabo con 257 estudiantes de 12 clases en cuatro escuelas públicas (incluyó una lección de 1 hora de introducción, tres clases de cocina de 2 horas, y tres clases de 1 hora de degustación de frutas y verduras en un semestre) indicó que se había producido una mejora por la preferencia por las verduras por parte de los estudiantes, así como la actitud y la autoeficacia hacia los alimentos y la cocina (factores que ayudan a prevenir enfermedades crónicas).
When chef adopts a School: esta investigación midió el impacto de un programa en el cual los chefs impartían en las escuelas una única clase de cocina en la que se enseñaba a los alumnos a preparar y a cocinar distintos alimentos saludables. Los niños tenían edades comprendidas entre 9 y 11 años. Se comparó el efecto de esta intervención con un grupo control y se apreciaron cambios significativos en la confianza en cuanto a las habilidades culinarias, en el consumo de verduras y en las conductas alimentarias.
Jamie Oliver Kitchen Garden: fue un programa enfocado a niños de 7 a 9 años de edad, se realizó en las escuelas cada 15 días y la duración de la sesión fue de 90 minutos. Los objetivos son: promocionar las habilidades culinarias de los niños, trabajar la fobia a probar nuevos alimentos y mejorar el entendimiento de dónde vienen los alimentos. Las actividades incluían clases de cocina y clases de jardinería. La realización de encuestas y de grupos de discusión permitió apreciar los efectos positivos del programa: el entusiasmo y el disfrute de la cocina, la promoción de las habilidades culinarias, probar nuevos alimentos, etc. Además este efecto se extendió a las casas de sus familias donde los niños influyeron positivamente en sus familias.
Alexander Stephanie Kitchen Garden Project: este programa se integró dentro del currículo escolar ofreciendo 1 clase semanal de jardinería (45 minutos) y 1 clase semanal de cocina (90 minutos) en las cuales se trabajaban todos los aspectos sobre la agricultura y la cocina. En la evaluación de este método se encontró que los alumnos que habían recibido dichas clases eran más propensos a probar nuevos alimentos y además se influenciaron en la alimentación saludable.
Lets get Cooking: una serie de clubs culinarios que se ofertaban como una actividad extraescolar. En las sesiones cocinaban platos saludables y lo realizaban conjuntamente niños y familias. En un informe en el año 2013, se evaluaron los beneficios del método a través de cuestionarios pre y post test, y los resultados indicaron que el 92% de los encuestados habían usado sus nuevas habilidades culinarias en sus casas y que el 58% de los encuestados indicó que su alimentación era más saludable al terminar el programa.
Edible schooolyard: programa en el que se ofrecían clases de cocina y de jardín integrados dentro del currículo escolar. El objetivo de éste fue mejorar el bienestar de los alumnos, las familias y el personal de la escuela a largo plazo. Se cultivaban, se cosechaban, se cocinaban y se disfrutaban los alimentos. La evaluación del programa del año 2013/2014 concluyó que los alumnos que habían atendido a las clases incrementaron su consumo de frutas y verduras.
Como conclusión se destaca que las enfermedades crónicas no transmisibles van en aumento. Y a la vez se está produciendo una pérdida de las habilidades culinarias que se va apreciando generación tras generación. Los elementos de efectividad revisados en la bibliografía son: 1) intervenciones centradas en las conductas, 2) más de 30 horas de duración (anualmente) y 3) las intervenciones deben abarcar múltiples componentes. La educación en habilidades culinarias en los colegios ha demostrado numerosos beneficios aunque son necesarias más investigaciones en este ámbito para concretar las características de los elementos que producen la efectividad en los programas de educación culinaria.

Fuente: Nur Al-Ali y Andrés Arriaga Arrizabalaga (2016). La educación nutricional culinaria y sus beneficios. Rev Esp Nutr Hum Diet. 2016; 20(1): 61 – 68. file:///C:/Users/user/Desktop/Entradas/EAN%20culinaria%20Escolares.pdf

jueves, 20 de abril de 2017

Efectividad de los programas de educación nutricional

La alimentación juega un rol preponderante en nuestra vida. En el tipo de alimentación y el estilo de vida entran en juego muchos factores tales como los alimentos disponibles, las costumbres, la familia, la sociedad y el entrono en general.
Todas estas variables empiezan a ser relevantes durante los primeros años de vida y son las que determinarán nuestro futuro estado de salud.
La alimentación diaria junto con el estilo de vida adquirido durante años, serán la causa de la aparición de muchas enfermedades crónicas como la obesidad, el sobrepeso, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo II o los trastornos de la conducta alimentaria. Las enfermedades crónicas tienen efectos en la calidad de la vida de las personas que las padecen, son causa de muerte y tienen efectos económicos negativos en la sociedad.
Estas enfermedades pueden aparecer en la edad infantil o en la edad adulta y las tasas de estas enfermedades son realmente altas en nuestro país. Estas enfermedades se pueden prevenir actuando sobre el estilo de vida antes de que aparezcan (prevención primaria).
La situación actual tanto de salud como económica, obliga a la búsqueda y a la certificación de soluciones efectivas contra estas enfermedades. Sabiendo que se debe realizar una prevención primaria y que el proceso de aprendizaje empieza en edades tempranas, es allí donde se deberían de poner en práctica técnicas efectivas para promocionar buenos hábitos alimentarios y con ello conseguir prevenir las enfermedades y mantener un correcto estado de salud.
El término “educación alimentaria y nutricional” se define como la combinación de distintas estrategias educativas que junto con el apoyo del ambiente ayudan a adoptar ciertas elecciones y conductas tanto nutricionales como alimentarias que conducen a mejorar el estado de salud.
La educación nutricional es un elemento clave en la seguridad alimentaria y en la nutrición comunitaria que ayuda a mejorar los hábitos alimentarios, el estado nutricional y el estado de salud a largo plazo.
Han sido numerosas las revisiones de la literatura que buscan describir las características que los programas de educación nutricional deben de tener para que sean efectivos.
Existen datos que avalan que las intervenciones que están enfocadas a producir cambios conductuales y se apoyan en teorías son más efectivas, en cuanto a que producen cambios conductuales en las personas, especialmente los realizados siguiendo las directrices de las teorías del cambio conductual y aplicándolas correctamente en la práctica.
Distintas revisiones de la literatura científica sugieren que las intervenciones de educación nutricional son efectivas realizando cambios en los antecedentes psicosociales del comportamiento dietético e incluso modificando comportamientos actuales, siempre y cuando estas intervenciones incluyan elementos como: 1) el enfoque específico en un comportamiento alimentario determinado, el uso de una teoría adecuada y de la investigación previa; 2) la suficiente duración e intensidad de las lecciones; 3) el uso de estrategias educativas que aborden los dominios cognitivos, afectivos y conductuales en su relación con el enfoque conductual; 4) la involucración de la familia y la intervención en el ambiente alimentario de la escuela.
Los autores realizaron una revisión de más de 300 programas de educación nutricional para conocer la efectividad de éstos y determinó que aquellos estudios que actuaban sobre el comportamiento eran más efectivos que los que actuaban sobre el conocimiento. Diferenció 3 fases claves en la educación nutricional: 1) la fase motivacional, en la cual se trata de animar a las personas a realizar el cambio (ya sea mostrando los beneficios de dicho cambio o mostrando los riesgos de no realizarlo); 2) la fase activa (se ofrecen las herramientas necesarias para hacer el cambio y pasar de la intención a la acción) y 3) la tercera fase, el factor medioambiental (los elementos del medioambiente cooperan para ayudar a crear un clima positivo para que se produzca el cambio).
Según otros autores, en los programas de educación nutricional se deben tener en cuenta los factores económicos, sociales y culturales que influyen en la población; la escuela y la familia son los lugares idóneos donde actuar.
La FAO señala que las características eficaces de la educación nutricional son elementos como la experiencia práctica, el aprendizaje basado en la experiencia, la duración prolongada de las actividades, la participación y el diálogo.
Una revisión bibliográfica que incluyó 55 artículos de programas de prevención de la obesidad infantil, concluyó que los elementos de efectividad de dichos programas son: a) centrarse en los niños de edades comprendidas de entre 6 a 12 años; b) la implementación de contenido curricular en la escuela relacionado con la alimentación saludable; c) la actividad física y la imagen corporal; d) el aumento de las sesiones de actividad física en las escuelas; e) el aumento y la mejora de la calidad de los alimentos ofrecidos en la escuela y f) el apoyo del ambiente en general e implementación en la escuela de actividades que promocionen la salud.
Otra revisión de la literatura de los programas de prevención de la obesidad puso de manifiesto varias recomendaciones: a) la edad idónea sobre la que actuar es la de 6 a 12 años; b) las escuelas son los lugares idóneos donde implementar políticas para prevenir la obesidad y c) los programas de educación nutricional deben de estar dirigidos a prevenir múltiples riesgos, por lo que deben de tener varios componentes (como el elemento conductual, medioambiental y educacional) y deben de tener una duración mínima de 3 meses.
Recogiendo todo lo anterior, los elementos que deberían estar incluidos en los programas de educación nutricional para asegurar la efectividad de los mismos son: intervenciones centradas en las conductas o las acciones, apoyadas sobre la teoría cognitiva social, la teoría de la conducta planeada y la teoría de la autodeterminación; debe haber autoevaluaciones periódicas realizadas por los niños, deben tener una duración de 30 a 50 horas por año, deben involucrar a la familia; los planes de estudios deben estar adoptados al ambiente cultural, si es posible se debe introducir la tecnología multimedia como herramienta de adherencia de los niños al programa; debe existir un desarrollo profesional de los docentes para cualificarles en el ámbito de la educación nutricional; debe crearse un ambiente alimentario saludable favorable para que los niños se familiaricen con los alimentos y las conductas alimentarias saludables; y por último, las intervenciones deben abarcar múltiples componentes.

Fuente: Nur Al-Ali y Andrés Arriaga Arrizabalaga (2016). Los elementos de efectividad de los programas de educación nutricional. Rev Esp Nutr Hum Diet. 2016; 20(1): 61 – 68. file:///C:/Users/user/Desktop/Entradas/EAN%20culinaria%20Escolares.pdf


jueves, 6 de abril de 2017

Coaching nutricional, un camino para conseguir cambios

El coaching se define según la ICF, International Coach Federation, la mayor organización mundial para esta práctica, como la “relación profesional continuada que ayuda a obtener resultados extraordinarios en la vida, profesión, empresas o negocios de las personas”.
A través del proceso de coaching, el paciente o cliente profundiza en su conocimiento, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida, por lo que se le considera actualmente como el arte y la ciencia de facilitar el cambio autodirigido.
El coach se refiere al profesional que ayuda a encontrar el camino, eliminar obstáculos y sacar el mejor partido a las capacidades del cliente o paciente que se denomina como coachee.
Teniendo en cuenta que es una disciplina relativamente reciente, es habitual confundir el coaching con el “counselling” o “consejo” (bastante utilizado en la nutrición humana  y dietética) y también con el “mentoring” o “acompañamiento”.
En ambas modalidades el profesional transmite conocimientos y experiencia, mientras en el coaching hay un aprendizaje desde la acción del propio coachee.
El coach no es un asesor, no aconseja ni le dice a su coachee lo que tiene que hacer, no le da indicaciones o soluciones a sus problemas, como haría el consultor o el especialista en determinadas materias sino que es el que facilita el cambio autodirigido.
Si bien el inicio del coaching se centró en el rendimiento laboral individual y colectivo, actualmente se ha extendido, entre otros campos, al de la salud y también al de la nutrición. En relación con la nutrición, el coach debería ser el medio para que el cliente/paciente adopte una nueva actitud y consiga unos cambios globales de hábitos relacionados con la alimentación, el ejercicio y el manejo global de su vida que le permitan seguir un estilo de vida saludable.
Debido al incremento de la prevalencia de las enfermedades crónicas, cada vez hay más estudios centrados en la prevención a través de los factores que influyen en su desarrollo o en su inhibición. A pesar de la existencia de recomendaciones sobre hábitos de vida saludables para prevenirlas, la población general continúa sin seguir estas indicaciones.
Asimismo, la adopción de hábitos saludables es un aspecto difícil de conseguir y aún más la adherencia a los mismos en el tiempo.
La falta de adherencia al tratamiento dietético, es un problema importante por su magnitud y complejidad, siendo responsable del aumento de la morbimortalidad, complicaciones, ingresos hospitalarios, costes sanitarios e insatisfacción del usuario y de los profesionales.
Por ello, parece que más que nunca el coaching nutricional se presenta como una metodología de trabajo que puede contribuir significativamente al cambio de hábitos para la prevención y tratamiento de las enfermedades crónicas.
Los profesionales sanitarios y en especial aquellos vinculados a la educación alimentaria y nutricional, como son los dietitas-nutricionistas, han venido poniendo en práctica algunas de las  técnicas de coaching nutricional –muchas veces sin ponerle el nombre de coaching– para conseguir cambios en los hábitos dietéticos de sus pacientes. Sin embargo, ahora el coaching se encuentra definido y estructurado en una metodología de trabajo.
De hecho, actualmente empiezan a desarrollarse programas y cursos de coaching nutricional donde el profesional tiene la oportunidad de formarse en los diferentes aspectos del coaching para aplicarlos a la nutrición humana y dietética. Esta formación contribuirá sin duda a estructurar su acción sobre el paciente ayudándolo de forma global a mejorar su bienestar, bajo la premisa de que el paciente o cliente posee en su interior las respuestas y los medios para desarrollar las capacidades que le permitirán alcanzar los objetivos nutricionales y/o dietéticos propuestos en ese momento.

Fuente: Iva Marques-Lopes (2014). Coaching nutricional, un camino para conseguir cambios. Rev Esp Nutr Hum Diet. 2014; 18(1): 1 – 2. file:///C:/Users/user/Desktop/Entradas/coachin%20en%20nutricion.pdf