jueves, 31 de octubre de 2019

El olvidado Guarapo


Recurso tradicional para el alivio del ardor de nuestro clima tropical. Según el Diccionario de venezolanismos, guarapo es “bebida de poca consistencia, de papelón o azúcar disuelto en agua”
Definición  que deja de lado el jugo de caña tal como sale de las prensas, el famoso guarapo de caña. Así mismo deja de incluir los guarapos fermentados que dependiendo del tiempo que prescriben sus preparaciones, pueden alcanzar un grado alcohólico lo suficientemente alto como para provocar la embriaguez, cuando se ingiere en cantidad considerable.
Según la tradición, de mantener la aceptación de bebida poco concentrada, podríamos encontrar varias clases que van de lo crudo a lo cocido.
Así, el agua de panela se elabora sin someter a cocción la solución de papelón en agua, lo mismo sucede con el guarapo de piña en el que entran las conchas de la fruta, agua y papelón. En cambio, el guarapo de papelón de la región central y el aguamiel de la zona andina se someten a cocción.
Era común hasta hace poco tiempo refrescarse no con gaseosas, sino con agua de panela o guarapo de papelón, añadidos de limón y enfriados.
Se conceptuaron estos brebajes como bebidas de los pobres, a pesar de que se los consumía sin distingos de posición económica. El término genérico de guarapo, presenta serias dificultades en lo que se refiere a establecer su etimología, hasta el punto de que el Diccionario de Corominas, una especia de biblia en la materia, se señala que es vocablo de origen desconocido. Pero no todos los especialistas se han dado por vencidos sino que han indicado orígenes diversos.
Desde nuestro Arístides Rojas que junto con el alemán Friederici, proponen un origen quechua, haciendo derivar la palabra huarapu,  que en ese idioma significaría bebida; hasta el antropólogo cubano Fernando Ortíz, que sugiere un origen antillano cifrado en el uso del vocablo guarapa por parte de los esclavos africanos, término muy extendido en Angola y el Congo para significar bebida fermentada.
Pero a su vez los africanos la habían tomado de la voz portuguesa xarope o española jarabe, ambas derivadas del árabe xarab, que también quiere decir bebida
Como se ve se trata de una etimología complicada, que supuso contactos de fuerte transculturación. Nos inclinamos a aceptar la versión de Ortiz, que se compadece mucho con la historia tanto de la conquista como del tráfico de esclavos.
Apartándonos de problemas lexicográficos, podemos afirmar que la bebida en cuestión, en sus distintas variedades, constituyó un hallazgo valioso para combatir los calores extremos del trópico.
No sólo ha de conceptuarse el guarapo como refrescante, sino que por su contenido en carbohidratos, ha sido al mismo tiempo un energético. Una de las versiones de esta preparación, que tuvo grandísima difusión hasta época muy reciente, fue el café aguarapado que forzando algo las cosas podrían considerarse equivalente a lo que hoy llamamos guayoyo.
Ha sido el guarapo durante toda nuestra historia de consumo constante y masivo y, sin lugar a dudas, preferible a muchas bebidas carbonatadas que lo han ido desplazando.

Fuente:
José Rafael Lovera (2006). Gastronaúticas. Ensayos sobre temas gastronómicos. P. 187-189. Fundación Bigott. Caracas.

jueves, 24 de octubre de 2019

¿Qué es el hambre y la inseguridad alimentaria?


La tarea fundamental de la FAO es asegurarse de que nadie padezca hambre. Sin embargo, mientras que muchas personas pueden no estar  “hambrientas” –en el sentido de sufrir molestias físicas causadas por una falta severa de energía alimentaria–, pueden estar en situación de inseguridad alimentaria.
Puede que cuenten con acceso a alimentos para satisfacer sus necesidades energéticas, pero no están seguros de que vayan a durar, o pueden verse obligados a reducir la calidad y/o cantidad de los alimentos que consumen para poder sobrevivir. Este nivel moderado de inseguridad alimentaria puede contribuir a diversas formas de malnutrición y tener graves consecuencias en la salud y el bienestar de las personas.  
Las cosas han cambiado mucho desde 1974, cuando la FAO comenzó a informar sobre la magnitud del hambre en el mundo. La población mundial crece constantemente y está cada vez más urbanizada. La tecnología evoluciona sin cesar y la economía se encuentra cada vez más globalizada. Al mismo tiempo, existen tendencias mundiales preocupantes en materia de malnutrición, incluido un rápido aumento del sobrepeso y la obesidad, incluso cuando persisten otras formas de desnutrición. La forma en que se producen, distribuyen y consumen los alimentos en el mundo también ha cambiado drásticamente. Este mundo tan diferente exige nuevas formas de abordar el hambre y la inseguridad alimentaria.
Como parte de su mandato, la FAO se esfuerza por erradicar el hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición. Apoyar los medios de subsistencia de los pequeños productores de alimentos, mejorar la resiliencia de los sistemas de producción alimentaria y fomentar el uso sostenible de los recursos naturales son fundamentales para cumplir este mandato y alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (ODS2): un mundo sin hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición.

¿Qué es el hambre?

El hambre es una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la persona no consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de forma regular para llevar una vida normal, activa y saludable. Hoy en día, se estima que más de 820 millones de personas pasan hambre. Durante décadas, la FAO ha utilizado el indicador de prevalencia de la subalimentación para estimar el alcance del hambre crónica en el mundo, por lo que el término “hambre” también suele denominarse subalimentación.

¿Qué es la inseguridad alimentaria?

Una persona padece inseguridad alimentaria cuando carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable. Esto puede deberse a la falta de disponibilidad de alimentos y/o a la falta de recursos para obtenerlos.
La inseguridad alimentaria puede experimentarse a diferentes niveles de severidad. La FAO mide la inseguridad alimentaria utilizando la Escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES, por sus siglas en inglés) que se muestra a continuación:

¿Cómo se relacionan el hambre y la inseguridad alimentaria?

Cuando alguien se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria severa, se ha quedado sin alimentos y ha pasado un día o más sin comer. En otras palabras, lo más probable es que haya pasado hambre.
La inseguridad alimentaria severa es uno de los extremos de la escala, pero incluso la inseguridad alimentaria moderada es preocupante. Para las personas que padecen una inseguridad alimentaria moderada, el acceso a los alimentos es incierto. Puede que tengan que sacrificar otras necesidades básicas, sólo para poder comer. Cuando comen, puede ser lo que está más fácilmente disponible o lo más barato, que puede no ser el alimento más nutritivo.
El aumento de la obesidad y otras formas de malnutrición es en parte resultado de este fenómeno. Los alimentos muy elaborados e hipercalóricos, con alto contenido de grasas saturadas, azúcares y sal son, a menudo más baratos y fáciles de conseguir que las frutas y verduras frescas. Comer esos alimentos puede significar que se cubren sus necesidades diarias de calorías, pero le faltan nutrientes esenciales para mantener su cuerpo sano y en buen funcionamiento.
Además, el estrés de vivir con un acceso incierto a los alimentos y de pasar períodos sin comer puede llevar a cambios fisiológicos que pueden contribuir al sobrepeso y la obesidad. Los niños que hoy en día se enfrentan al hambre, la inseguridad alimentaria y la desnutrición, pueden tener un mayor riesgo de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas como la diabetes a lo largo de su vida. En muchos países, la desnutrición y la obesidad coexisten, y ambas pueden ser consecuencia de la inseguridad alimentaria.

Supervisar el hambre y la inseguridad alimentaria en el mundo

La FAO utiliza múltiples indicadores para monitorear los diversos aspectos de estas complejas cuestiones. Dos de estos indicadores, la Prevalencia de la subalimentación y la Prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en la población, basados en la Escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES, pos sus siglas en inglés), están siendo utilizados para monitorear el progreso mundial hacia el logro del ODS2.
El indicador tradicional de la FAO, la Prevalencia de la subalimentación (PoU, por sus siglas en inglés), que se utiliza para monitorear el hambre a nivel mundial y regional, se basa en la información de los países sobre la disponibilidad, el consumo de alimentos y las necesidades calóricas. Calcula la suficiencia de la ingesta de energía alimentaria de la población.
La Prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave en la población, basada en la Escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES), es una estimación del porcentaje de la población de un país que se enfrenta a dificultades para acceder a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y una vida activa y saludable.
Los datos se recopilan mediante entrevistas directas en las que se pregunta a las personas sobre las experiencias relacionadas con el acceso restringido a los alimentos. La FIES es capaz de ofrecer la medición de la inseguridad alimentaria a nivel individual o familiar y en diferentes niveles de gravedad. Las estimaciones pueden compararse entre países y subpoblaciones dentro de un mismo país. En lugar de limitarse a las tendencias nacionales, esta metodología puede utilizarse para destacar el “quién” y el “dónde” de la inseguridad alimentaria, respondiendo a las preguntas: ¿qué poblaciones son las más sufren de inseguridad alimentaria y dónde se encuentran?
Al monitorear el progreso hacia el ODS2, este indicador de la FAO mide la proporción de la población que está experimentando inseguridad alimentaria moderada o severa.
Las personas que experimentan inseguridad alimentaria moderada ven reducida la calidad y/o cantidad de sus alimentos y no están seguras de su capacidad para obtener alimentos debido a la falta de dinero u otros recursos. La inseguridad alimentaria moderada puede aumentar el riesgo de algunas formas de malnutrición, como el retraso en el crecimiento en los niños, las carencias de micronutrientes o la obesidad en los adultos.
Las personas en situación de inseguridad alimentaria severa se han quedado sin alimentos y, en el peor de los casos, han pasado días sin comer. Este grupo de personas son las que llamamos “hambrientos”.


Fuente:
FAO (2018). El hambre y la inseguridad alimentaria en el mundo.


jueves, 17 de octubre de 2019

Guía para niños sobre cómo mejorar su nutrición


Toda criatura en la Tierra, incluidas las personas, necesita alimentos para vivir y crecer. Los alimentos son importantes porque nos proporcionan la energía y los nutrientes que necesitamos para llevar una vida sana y activa. Dado que para sobrevivir necesitamos alimentos, la alimentación es uno de nuestros derechos humanos básicos. Cada uno de nosotros debe ser siempre capaz de conseguir los alimentos que necesita para llevar una vida sana y activa.
Aparte de hacer suficiente ejercicio y beber bastante agua, una parte muy importante de estar sano es tener una dieta adecuada. Una dieta saludable significa comer suficientes alimentos nutritivos, inocuos y variados todos los días para poder crecer y vivir de forma activa (correr, jugar, aprender, crecer y trepar a los árboles).
Los alimentos que elegimos para comer se basan en muchos factores diferentes: el tiempo que tenemos para cocinar o comer, lo que sea más fácil de comer, lo que comen los demás, la ocasión, nuestra cultura o religión, lo que nos gusta, nuestros hábitos, y también nuestros conocimientos y habilidades culinarias. Pero dos cosas muy importantes nos ayudan a decidir lo que comemos: el precio y la disponibilidad.
Estar sano es responsabilidad de todos. Pero para ello los niños deben conocer los diferentes ingredientes, o principales grupos de alimentos, que componen una dieta saludable:
1. Las frutas y verduras nos aportan vitaminas, minerales, fibra y azúcares naturales. Se debe comer la mayor cantidad posible de frutas y verduras de temporada todos los días.
2. Los cereales (trigo, arroz, avena, maíz, cebada u otros granos). Se les llama "alimentos básicos", ya que se comen todos los días. Contienen hidratos de carbono, que son la principal fuente de energía.
3. Los tubérculos y plátanos incluyen papas, ñame, batata, yuca y también son una fuente de carbohidratos, vitaminas y minerales. Los plátanos (como las bananas, pero no tan dulces) son también un alimento básico importante en muchos países.
4. Las legumbres y frutos secos son fuentes esenciales de proteínas. Provienen de las plantas, cuestan menos que otros alimentos ricos en proteínas, son ricos en fibra, bajos en grasa y tienen otros minerales y vitaminas esenciales.
5. Todos los productos lácteos derivan de la leche (de vaca, cabra, oveja, búfalo, camello, caballo e incluso alce) e incluyen leche, queso, yogur, cuajada y suero de leche. Contienen mucho calcio, proteínas y grasas.
6. La carne, el pescado y los huevos contienen hierro y proteínas, que son los que te hacen fuerte y ayudan a reparar tu cuerpo cuando te lastimas.
7. Las grasas y aceites ayudan a nuestros cuerpos a mantenerse sanos, pero sólo si son del tipo correcto. Se debe elegir aceites vegetales, mantecas de frutos secos y aguacate en lugar de grasas animales, mantequilla, nata o aceite de palma, y evita los alimentos fritos con alto contenido de grasas.
Los niños, los padres, los maestros, los amigos y cualquier persona pueden hacer algo para garantizar que te alimentas de forma saludable y llevas una vida sana. Estos son sólo algunos consejos sobre cómo empezar a cambiar tus hábitos alimentarios.
·       Sigue la regla de un tercio de verduras: Trata de llenar un tercio de tu plato con verduras en cada comida, o tal vez comer una comida vegetariana una vez a la semana. Céntrate en comer frutas y verduras frescas, en especial aquellas que se cultivan localmente y orgánicamente. 
·       Ayuda en la cocina: Observa y aprende mientras tus padres cocinan, y ofréceles ayuda cuando veas que están cansados. Hay un montón de recetas fáciles, rápidas y nutritivas en Internet que te pueden inspirar. Visita los mercados locales y pide a tus padres que compren frutas y verduras de temporada y que elijan alimentos frescos en lugar de conservados o enlatados. ¿Sabías que la agricultura ecológica ayuda a que nuestros suelos se mantengan sanos? 
·       Toma medidas en la escuela: La buena nutrición no acaba en casa. Si tienes una cafetería escolar o una máquina expendedora, mira los alimentos que ofrecen y comprueba si hay suficientes frutas y verduras. Si no es así, habla con tus maestros sobre cómo cambiar las opciones alimentarias. 
·       Sé un consumidor crítico: Tómate tu tiempo para leer la lista de ingredientes en las etiquetas de los alimentos y comprobar si los alimentos tienen un alto contenido de sal, azúcar o grasas. Hay que prestar atención al valor nutritivo de los alimentos, no a su aspecto, ni a lo genial que es el envase. Y presta atención ante indicaciones como cerobajo contenido en y light. A menudo se utilizan para hacer que los alimentos parezcan más saludables, y no siempre es cierto… ¡No dejes que el embalaje te engañe!
Al aprender qué alimentos son buenos para nosotros –y para el medio ambiente–, podemos contribuir a que haya suficientes recursos para lograr un futuro feliz, y saludable.



Fuente:

FAO (2018): El ABC de las dietas saludables.

http://www.fao.org/fao-stories/article/es/c/1198540/


miércoles, 16 de octubre de 2019

FAO: 16 de Octubre: Día mundial de la alimentación


El Día Mundial de la Alimentación (DMA) se celebra cada año el 16 de octubre para promover acciones y la sensibilización a escala mundial sobre aquellos que sufren hambre y la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria, y dietas nutritivas para todos. Se organizan eventos hasta en 150 países de todo el mundo, lo que lo convierte en uno de los días más celebrados del calendario de las Naciones Unidas.

Una combinación de dietas poco saludables y estilos de vida sedentarios ha disparado las tasas de obesidad, no solo en los países desarrollados, sino también en los países de bajos ingresos, donde el hambre y la obesidad a menudo coexisten. Ahora, más de 672 millones de adultos y 124 millones de niñas y niños (de 5 a 19 años) son obesos, y más de 40 millones de niños menores de cinco años tienen sobrepeso, mientras que más de 800 millones de personas padecen hambre.
Alcanzar el Hambre Cero en el año 2030 no es solo alimentar a las personas hambrientas, sino también nutrir a la población, mientras se cuida del planeta. Este año el DMA demanda acciones en distintos sectores para hacer que las dietas saludables y sostenibles sean asequibles y accesibles para todos. Al mismo tiempo reclama que todos empecemos a pensar en lo que comemos.

Llamamientos a la acción
Todos nosotros necesitamos reducir la sal, el azúcar y las grasas trans, y saturadas, y hacer que la alimentación sana y el hambre-cero sean parte de la vida diaria. Usted puede familiarizarse con las guías alimentarias de su país, cambiar su forma de comer, aprender a entender las etiquetas nutricionales, convertirse en un consumidor crítico, impulsar la disponibilidad de alimentos más sanos en su trabajo o en su comunidad, realizar actividad física y ser más consciente de su huella de carbono ocasionada por el transporte de alimentos.
Los Gobiernos deben invertir en nutrición y promulgar las políticas adecuadas para proporcionar una alimentación más sana y sostenible a un precio asequible. Estas políticas deberían ayudar a los pequeños productores y agricultores a diversificar la producción y contribuir a sistemas alimentarios sostenibles, educar al público y a los profesionales de la nutrición, y orientar las intervenciones tales como la alimentación y la nutrición escolares, la asistencia alimentaria, la compra institucional de alimentos y la normativa sobre comercialización, etiquetado y publicidad de los alimentos.
Los pequeños agricultores deben influir en la variedad de alimentos disponibles mediante la diversificación de la producción y la adopción de métodos agrícolas sostenibles para preservar los recursos naturales, al mismo tiempo que aumentan la productividad y los ingresos.
Las poblaciones rurales vulnerables deben empoderarse uniendo y formando cooperativas locales para compartir conocimientos y obtener acceso a la financiación, y las tecnologías modernas. Los agricultores también pueden aumentar sus ingresos y reducir los precios para los consumidores al encontrar maneras de mantener la calidad y la frescura, y reducir las pérdidas posteriores a la cosecha.
Las empresas alimentaria privadas deben introducir alimentos más nutritivos y cumplir con las leyes, y normas relacionadas con la nutrición en lo que se refiere a la producción y venta de alimentos, la reformulación de productos alimenticios, (etiquetado de los alimentos que informe claramente a los consumidores sobre el contenido de grasa, azúcar o sal) y comercialización y publicidad de alimentos, en particular cuando están dirigidos a niños. También es fundamental que se compartan los avances importantes en tecnologías innovadoras, sobre todo con los países de bajos ingresos.
Los jóvenes también pueden convertirse en creadores de cambio y defensores del hambre-cero. En el Libro de actividades del DMA 2019, se explica la importancia de una dieta saludable en un lenguaje que es divertido y comprensible para los niños, y ofrece una serie de acciones para alentar a los jóvenes a comprometerse. Puede consultarlo en la página web oficial de la FAO.
¿SABÍA QUE…?
Más de 150 millones de niños menores de cinco años sufren retraso del crecimiento.
Las dietas poco saludables, combinadas con estilos de vida sedentarios, han superado al hábito de fumar como el factor de riesgo principal de muerte y discapacidad en el mundo.
La mayoría de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad matan a más personas que el hambre.
Las diferentes formas de malnutrición pueden coexistir dentro del mismo hogar e incluso dentro del mismo individuo durante toda su vida y pueden transmitirse de una generación a otra.
Cada año se gastan alrededor de USD dos billones para tratar los problemas de salud ocasionados por la obesidad.
Miles de millones de personas carecen de los nutrientes que sus cuerpos necesitan para llevar una vida sana y activa.
El daño ambiental ocasionado por el sistema alimentario podría aumentar del 50 al 90 por ciento, debido al mayor consumo de alimentos procesados, carne y otros productos de origen animal en países de ingresos bajos y medianos.
De unas 6 000 especies de plantas cultivadas para obtener alimentos a lo largo de la historia de la humanidad, hoy solo ocho suministran más del 50 por ciento de nuestras calorías diarias. Necesitamos consumir una amplia variedad de alimentos nutritivos.
El cambio climático amenaza con reducir tanto la calidad como la cantidad de los cultivos, disminuyendo las cosechas. El aumento de las temperaturas también está exacerbando la escasez de agua, cambiando la relación entre plagas, plantas y patógenos, y reduciendo el tamaño del pescado.
Fuente:
FAO: http://www.fao.org/3/ca5466es/ca5466es.pdf

jueves, 10 de octubre de 2019

Frutas y Hortalizas: tarea pendiente para la nutrición en Venezuela


Una de las recomendaciones universales para una alimentación y nutrición adecuada es que los individuos deben seguir una dieta balanceada y variada, con presencia de todos los grupos de alimentos en proporciones adecuadas.
Con respecto a un importante grupo como las frutas y hortalizas (F&H), principales aportantes de micronutrientes (vitaminas y minerales), fibra y de antioxidantes que actúan como factores de protección de enfermedades crónicas como cáncer, diabetes, enfermedad cardiovascular, etc., la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es consumir idealmente cinco (5) porciones. Esta recomendación ha hecho popular mundialmente el lema ¨5 al día¨ para promover el consumo en la proporción adecuada.
La promoción de consumo de F&H la hacen los gobiernos a través de sus ministerios de salud e institutos de nutrición, pero también, la OMS y la FAO han exhortado a la constitución de grupos interdisciplinarios de ciudadanos y entidades (organizaciones de la sociedad civil, ONGs, industria de alimentos, asociaciones de productores, etc.), dispuestos a colaborar con las políticas de salud nacionales a través de campañas para la promoción al consumo de F&H.
La Alianza Internacional de Asociaciones y Movimientos 5 AL DÍA (AIAM5), es un foro de colaboración internacional que agrupa a entidades nacionales, en su mayoría denominadas “5 al día”. Cuenta en la actualidad con 34 países de cuatro continentes abocados a esta misión. La Fundación ¨5 al día¨ Venezuela forma parte de la Alianza.
Venezuela, como muchos países tropicales, paradójicamente, ha sido tradicionalmente un país con bajo consumo por razones culturales, hábitos alimentarios, prejuicios, ignorancia, occidentalización de la dieta, altos precios de los productos agrícolas, etc.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos, ENCA, abril-junio de 2013, del Instituto Nacional de Estadística (No. 2, 2014), el último dato oficial del consumo diario promedio de F&H es: 150,36 g/ día (frutas: 108,13 g, hortalizas: 42,23 g).
Esto es bastante bajo al considerar la recomendación de 400 gramos e incluso, de 600 gramos, repartidos en las 5 porciones. Esto ya era bajo en tiempos de mayor “normalidad”  económica y alimentaria, y es fácil inferir que el consumo haya bajado en estos tiempos de crisis aguda.
Ya en el año 2017, la Fundación “5 al día Venezuela” reportaba lo siguiente a los afiliados de AIAM5:
En el año 2016 ocurrió un cambio abrupto en el patrón alimentario de los venezolanos con las hortalizas y tubérculos desplazando las proteínas de alto valor biológico.  Las frutas sólo son compradas por los “no pobres” y dado que las fuentes de proteínas, las harinas, los cereales y las legumbres son de difícil acceso, la gente se ha volcado hacia las frutas de temporada como una solución para satisfacer el hambre, especialmente el mango. Las frutas siguen siendo costosas, pero están disponibles y son gratis si crecen silvestres y la gente puede cosecharlas.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI, 2017) mostraban el deterioro de la dieta tradicional en cuanto a calidad y cantidad.  El patrón dietario determinado por ENCOVI basado principalmente en cuatro tipos de alimentos indica una dieta de alarmante monotonía, muy lejos de las pautas dietarias de los países occidentales o de América Latina que exigen “una dieta variada”.
Se acepta que un patrón normal de consumo de alimentos consiste en al menos 20 alimentos distintos consumidos por día. De acuerdo con ENCOVI 2017-2018, el patrón alimentario en términos de la intención de compra de los venezolanos, se enfoca en tubérculos, cereales en forma de maíz o pan, y queso, así como azúcar y grasas, que han sustituido a los productos con alto valor nutritivo, como el pollo, los huevos, la carne de res, los cereales enriquecidos y las verduras.
En consecuencia, se ha reducido el aporte de proteínas de alto valor biológico, hierro, zinc, vitaminas A y complejo B, agravado por la disminución del aporte de harina de maíz, sustituida por una importada no enriquecida como exigen las regulaciones nacionales.
A esto se suma la continua disminución en el aporte de lácteos, y los pocos que hay, pueden no ser de buena calidad, con una composición disminuida de proteínas, calcio y ácidos grasos, característicos de la leche, y la casi desaparición de las frutas y hortalizas.
Si unimos a esto factores diversos que afectan la producción, distribución y comercialización de F&H, como problemas de cosecha, embalaje, transporte y cadena de frío, (por ej., el transporte de frutas y hortalizas no cumple con las normas internacionales, existe una alta putrefacción, escasez de combustible, una precaria relación tecnológica entre supermercados y productores, elevadas pérdidas a nivel minorista que no se han estimado oficialmente, controles exagerados en alcabalas nacionales intra e interestatales en las que los camiones son retenidos para revisión de carga y de guías de movilización por sospecha de contrabando, corrupción en las alcabalas, retención por conatos de saqueos, etc., todo lo cual redunda en escasez, altos precios y baja calidad de las F&H expendidas.
El lema “5 al día”, es mundial y forma parte de campañas educacionales en muchos países de 4 continentes, independientemente de su categoría como países de ingresos altos, medios o bajos. Es un tema de salud y nutrición, y se predica el “deber ser”.
Dado el panorama de la enorme crisis alimentaria y nutricional, en el año 2018, durante la Asamblea General de AIAM5 en el marco del XIV Congreso Internacional de Promoción al Consumo de F&H. Prevención de pérdidas y desperdicios de alimentos, realizado en México, la Fundación  “5aldía Venezuela” informó con gran pesar que dada la dramática situación alimentaria, nutricional y económica del país, promover el consumo de F&H se convierte en una empresa irreal que puede resultar cruel y hasta burlesca, por lo inalcanzable para gran parte de la empobrecida población venezolana dada la rampante hiperinflación, sus elevados precios y su ausencia de los programas de distribución de alimentos del gobierno. Mucho menos promover 5 porciones cuando a la población más vulnerable le cuesta hasta comprar un (1) huevo.
Esta es otra tragedia para la nutrición del venezolano.
Fuente:

María Soledad Tapia (2018). “Cinco al día”: Otra cuenta incompleta para la nutrición en Venezuela. Publicado por: Mirador Salud. Fecha: noviembre 06, 2018. En: Nutrición, Salud y Vida.  https://miradorsalud.com