jueves, 10 de diciembre de 2015

Diez consideraciones para prevenir la malnutrición en Latinoamérica

Hay diez consideraciones o estrategias para prevenir la malnutrición en Latinoamérica. La primera consideración tiene que ver con las prioridades, ¿cómo podría alguien definir las prioridades para la acción en Nutrición y Salud Pública con recursos limitados? En América Latina en general, como grupo o como región, tenemos que establecer prioridades; probablemente sea muy difícil hacerlo, más aun cuando los recursos son limitados, no obstante, tenemos que disciplinarnos y seleccionar en qué nos vamos a enfocar.
La segunda consideración está relacionada con la igualdad o los derechos humanos, y busca responder a preguntas como: ¿cuándo establecemos prioridades, desarrollo de políticas y programas?, ¿lo hacemos respondiendo a las necesidades de la mayoría, de la minoría o de los marginados? Por ejemplo, un 80% de la población se ve afectado por cierto problema, pero no el 20% restante; en ese sentido, ¿se debe invertir para atender la problemática? En general, para tomar estas decisiones es necesario considerar el número y porcentaje de individuos afectados, el factor social y los recursos disponibles para los diferentes grupos perjudicados.
El impacto que se debe esperar de las intervenciones nutricionales en las poblaciones tendría que estar firmemente basado en la evidencia de la investigación real; evidencia de su eficacia y evidencia de su efecto benéfico e inocuo –que no hace daño–. De este punto parte la tercera consideración. A excepción de la condición extrema de los estados nutricionales (deficiencia y exceso graves), no existe relación previsible entre consumir más y cambiar el estado nutricional. Solo en déficit y sobrepeso hay una línea directa entre consumo y efecto nutricional. Si el organismo tiene disminución en las concentraciones de hierro, no necesariamente el individuo va a percibir un cambio en el estado del hierro con la suplementación, a menos que se ubique en estados de toxicidad o si se está empezando con una anemia grave; aquí no hay una asociación entre dar más y percibir el cambio.
Entonces, cuando se habla de intervenciones hay que considerar los efectos negativos y nocivos que son medidos por la cantidad, la edad, la relación de exposición y la resistencia genética del individuo. Algunas personas pueden resistir a un efecto negativo de la dieta, mientras que otros no y en cuanto a los efectos positivos o protectores de una dieta, estos también están medidos por la dosis, por la edad y tal vez por el sexo de la persona, además por la duración de exposición a la dieta buena, así como genéticamente a la susceptibilidad de cada individuo para recibir el beneficio de la dieta.
La cuarta consideración se vincula con el concepto de región latinoamericana que empieza en el río Bravo y en algunas islas del Caribe y se extiende a la Patagonia y Tierra del Fuego. ¿Es una bondad? o ¿es una desventaja? ¿Qué hay de común y constante en esta geografía tan larga y tan variada? Cuando se habla de este tema hay que analizarlo con cuidado y no solo decir “somos latinos, somos latinos” porque hay heterogeneidad enorme en el ecosistema, etnias, economías, dietas, interacciones y respuestas a sucesos. Por lo tanto, no hay generalizaciones importantes que se puedan hacer entre la región o entre naciones, excepto que no sabemos establecer prioridades.
Quinta consideración: no existe una supergeneralización que se pueda hacer acerca de la epidemiología nutricional de la región latinoamericana. Presentamos, a continuación, ejemplos de algunos datos que hemos recogido en cuanto a la variabilidad y varianza que se ve en nuestra región. Por ejemplo, tenemos que: • La tasa de desnutrición crónica en menores de 5 años varía de 43,5 % en Guatemala a 14,6 % en Venezuela a 0,6 % en Chile. Normalmente se espera por lo menos 2,5 por debajo de dos niveles de desviación estándar. • La tasa de sobrepeso y obesidad infantil varía de 7,3 % en Argentina a 2,2 % en El Salvador • La prevalencia estimada de obesidad en mujeres adultas varía de 40,2 % en Bolivia a 19,6 % en Paraguay • La prevalencia estimada de obesidad en hombres adultos varía de 37,4 % en Argentina a 6,2 % en Honduras.
El concepto transición nutricional constituye la sexta consideración, y dicho concepto está estrechamente asociado a la urbanización y a la movilidad social. Fue enunciado por primera vez en 1994, por el profesor Barry Popkin en las sociedades pobres. Describe cómo el problema de deficiencias de macro y micronutrientes persiste, y además coexiste con el inicio del problema de exceso de nutrientes y las consecuencias metabólicas asociadas. La transición nutricional se refiere a los cambios que ocurren en una sociedad, en un país o en una región cuando aumenta la capacidad adquisitiva, unida a cambios de vida como la urbanización y hábitos inadecuados, como el sedentarismo (principalmente) y gustos que cambian cuando la gente emigra a lugares con comidas de mayor sabor y mayor contenido en grasa. Así, en 1997, Popkin y el profesor Adam Drewnowski crearon un modelo del estereotipo de cambio de dieta, incluyendo más fuentes de proteína animal, más grasa saturada y parcialmente hidrogenada (vegetal), más azúcares refinados y menos carbohidratos complejos. La transición nutricional es relevante para la mayoría de la región debido a su elevada tasa de urbanización.
La séptima consideración tiene que ver con la doble carga; hay dos dobles cargas. La doble carga de las enfermedades y la doble carga de la mala nutrición, ambas relacionadas y basadas en la heterogeneidad de los factores genéticos y ambientales que determinan la transición epidemiológica; quiere decir que en la población coexisten y se sustituyen problemas agudos como la desnutrición aguda o infecciones agudas por enfermedades crónicas como las cardiovasculares, neoplasias, metabólicas, entre otras. La segunda, es la doble carga de la nutrición de enfermedades de deficiencia o exceso.
La octava consideración aborda el aspecto bioético, pues las intervenciones nutricionales o estudios que se realicen tienen que velar por aspectos éticos, tales como no dañar a las personas, que haya voluntad de participación y justicia para el que lo necesite. Un ejemplo es la distribución de complemento de calorías y micronutrientes. En Latinoamérica tenemos el ejemplo del programa Progresa/Oportunidades en México, que distribuía un complemento de calorías y micronutrientes, Nutrisano (alto en hierro), para los más pobres de la sociedad rural. Por un lado, mejoró el estado del micronutriente en los individuos pero también incrementó la tasa de sobrepeso en los niños que lo recibieron. Aun no se encuentra causalidad entre estos dos aspectos.
La penúltima consideración sostiene que la mejor acción en las intervenciones en Salud Pública, a veces, es la conservación de las buenas prácticas actuales más que promover cambios en la conducta y acciones. Es el caso de las poblaciones que aún no han entrado en la epidemia de la obesidad; la cuestión con ellas es no hacer nada nuevo sino ver lo que están haciendo bien y prevenir que no se generen cambios que pongan en riesgo la sociedad.
Entonces, yo hablo de la no transición nutricional si podemos prevenirlo ya que la transición nutricional trae consigo cambios negativos, de esta manera se mantiene el tradicional bajo riesgo de enfermedades crónicas. Por ejemplo, en Mesoamérica la dieta tradicional se ha basado en frijoles y tortilla; si lo que queremos es mantener la dieta de frijoles y tortilla, no cambiemos la dieta a harina refinada y azúcar, quedémonos con frijoles y tortillas que podrían tener beneficios para la carga glucémica y la nutrición de folatos. En Brasil observamos la misma situación: mandioca y frijoles. Podemos evitar el daño impidiendo el cambio, aplazando la transición a una dieta alta en productos refinados que tendría beneficios similares y solamente mejorando la deficiencia de micronutrientes presentes en el tipo de dieta según el patrón tradicional.
La décima consideración consiste en que la salud nutricional en esta región heterogénea tendría que basarse en una definición de problemas, situación por situación, país por país, clase social por clase social, ciudad contra campo, etc., porque no hay grandes soluciones ni soluciones mágicas que puedan resolver todo en uno solo. Pero si yo tuviera que apostar a una solución mágica, recurriría al concepto de dieta de calidad, o sea una dieta milagrosa que al mismo tiempo que no provoca excesos garantiza la ausencia de deficiencias.
Los elementos de la dieta de calidad (Quality Diet) deben ser ajustados a las preparaciones, tradiciones y disponibilidad de alimentos de cada lugar; además, la fortificación puede ser necesaria para alcanzar las metas. Ahora bien, dieta de calidad según un experto como Ricardo Uauy que fue la persona que para mí introdujo este concepto hace cuatro años (2006) para hacer un anuncio en el primer Congreso Mundial de Nutrición Comunitaria en Barcelona, también considera que los costos de su producción en diferentes ambientes ecológicos son importantes. Esta dieta debe tener habitualmente un tubérculo o cereal que aporte la energía y podría estar enriquecido con algunos micronutrientes; en cada cultura donde hay una dieta de calidad local, se incluye también una leguminosa y esa puede ser frijol, garbanzo, habas o arvejas; la papa se incluye dentro de los tubérculos y después habría que pensar en el aporte de los diferentes micronutrientes por categoría: aportes de caroteno por ejemplo con zanahoria y zapallo (calabaza o auyama); aporte de fólico con hortalizas especialmente de hojas verdes, y una pequeña cantidad de carne.
La sobre- y desnutrición son problemas simultáneos; por tanto es necesario concentrarse en el consumo de una dieta que mantenga el balance adecuado de energía para una composición corporal ideal, mientras se provee la cantidad de micronutrientes adecuada para la edad, con alimentos protectores que crean resistencia a las enfermedades crónicas y con componentes promotores de la reducción de enfermedades nocivas. Esta debería ser la estrategia conjunta en la región, definida localmente como eje estratégico central para vencer los diversos problemas nutricionales.

Fuente:
Noel Solomons (2013). Diez consideraciones para prevenir la malnutrición de Latinoamérica. CANIA. Año 16. Nº 26. P. 28-32

3 comentarios:

  1. ME GUSTA MUCHO SU LABOR NO SE RINDA SIGAN ADELANTE MUCHAS FELICIDADES

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    1. Muchas gracias mi estimad@. Alguna sugerencia sobre ésta y otras temáticas que sea de su interés. Estamos a la orden.

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  2. La información que suministran en cada uno de los temas que abordan son de gran importancia para el ser humano ,ya que muchas veces desconocemos lo valioso que puede ser la alimentación en nuestro estilo de vida, me estoy llenando de mucha información gracias a ustedes sigan enriqueciéndonos con todos esos aportes tan interesantes

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