Como
todos los procesos educativos, la educación del paladar es una apuesta a medio
o largo plazo. Conocer productos, probarlos y reconocer sus distintas
cualidades sería un primer bloque de trabajo. La gastronomía permite desplegar
prácticamente todos los sentidos, lo que facilita claramente la tarea a
realizar.
Talleres de los
sentidos
Es una de las actividades clave para introducir la
gastronomía en la escuela. Objetivo: ejercitarse en la capacidad para
discriminar olores, sabores, texturas, colores, etc.
Como
nos enseña el mundo de la gastronomía, los profesionales del sector
relacionados directamente con el paladar o los sentidos (cocineros, críticos,
historiadores, chef, etc.) construyen su aprendizaje sobre la base del recuerdo
y la repetición. El recuerdo les permite recurrir a las evocaciones de un
producto, un plato, un aroma, etc. y la repetición es la base para ir
construyendo estos circuitos neuronales o categorías sensoriales que son
necesarios para afianzar la idea del aroma y del gusto.
Se
puede establecer, en una primera fase, distintos tipos de actividades básicas.
Para todos estos reconocimientos iniciales pueden ser especialmente útiles las
discriminaciones únicas y por pares, pudiendo complicarse posteriormente según
edad y curso.
Diferenciación
sabor-olor
El objetivo principal es desterrar la confusión entre
olor y sabor. Trabajaremos para ello los cinco sabores, incluyendo el umami. Será también interesante, como
objetivo prioritario, que aprendan a diferenciar rápidamente lo amargo de lo ácido, sabores
habitualmente poco trabajados o confusos entre sí. Para ello podremos actuar
con combinaciones dulce/amargo, salado/ácido y sus variaciones. Alimentos
cítricos como limón, tamarindo, mamón, nos podría servir para tal fin.
Ejemplos
de actividades: probar arequipe o jalea de mango y describirlos. Probar y
describir dos variedades de cambur de diferente sabor.
Diferenciaciones de
aromas sencillos
El
objetivo principal es doble: que los escolares reconozcan, desde las primeras
edades, que gran parte del gusto (paladar) son aromas y por ello, que valoren la importancia de la nariz en la
comida. Y, en segundo lugar, que discriminen olores sencillos.
Muchas
son las posibles actividades a realizar, tanto en discriminaciones únicas como
por pares. Una secuencia útil puede ser: oler los alimentos o preparaciones
utilizando la vista, después cerrando los ojos y, finalmente, probar productos
o alimentos con la nariz tapada. Algunas de estas actividades suelen incluirse
dentro de textos referidos a enseñanza de las ciencias en las primeras edades.
Alimentos
y productos útiles para facilitar esta discriminación aromática básica:
·Especias: las especias,
preferentemente en fresco (romero, tomillo, orégano, culantro, etc.), son un
excelente recurso para iniciar esta actividad en los primeros años. Algunas de
ellas (menta, hierbabuena, albahaca, etc.) de fuerte explosión aromática,
permiten nuevas combinaciones e incluso realizar discriminaciones con otras
especies en seco o en polvo.
·
Aceite: permite una gran cantidad de
posibilidades en función de los distintos tipos de aceite y, sobre todo, de sus
variedades.
·
Queso: igualmente nos proporciona
numerosas opciones teniendo en cuenta su grado de maduración (frescos,
cremosos, semicurados, curados, etc) y su procedencia (vaca, cabra, búfala,
preferentemente).
Este
trabajo por pares puede ir progresivamente complicándose mediante la
introducción de nuevas especias o productos y, sobre todo, añadiendo un
alimento base a ello. Así, por ejemplo, pan con tomate, queso y albahaca, puede
facilitar el contacto del escolar con productos interesantes.
Algunas
de estas actividades, bien pensadas y diseñadas, nos permiten introducir, por
comparación, nuevos alimentos desconocidos para el escolar y a menudo exótico
(carato de maíz). Aunque de nuestra tradición desconocidos para muchos de
nuestros escolares.
Discriminaciones a
través del oído, la vista y el tacto
Pueden
ser igualmente interesantes desde el punto de vista de la gastronomía en la
escuela y responden a objetivos complementarios respecto del gusto y el olfato.
Saber diferenciar la calidad de un producto por su aspecto, comprobar la
textura en la boca de un plátano frito (tostón) o zanahoria cruda, en función
de su sonido al masticarlo o reconocer alimentos con los ojos cerrados, sin
morderlos ni masticarlos, serían algunos ejemplos de actividades posibles para
trabajar estos contenidos que requieren una mayor destreza.
Los
talleres de los sentidos son uno de los recursos más empleados a la hora de
educar a los escolares e intentan contrarrestar aquellas carencias que suelen
ser más habituales. Estos talleres también ponen en práctica en el marco de
actividades de divulgación de la gastronomía. Una fuente la podemos encontrar
en nuestra gastronomía tradicional.
Otro
de los aspectos importantes que la gastronomía ofrece en el ámbito escolar es
la posibilidad de hacer menús escolares más atractivos y divertidos y
actividades de cocina –degustación- en
el aula. Si destacamos los tres elementos fundamentales en la comida escolar
(contenido del menú, presentación del mismo y ambiente donde se ingiere), la
gastronomía facilita una mejor disposición de todos ellos para el fin que se
requiere.
Uno
de los principales objetivos de la gastronomía entendida como placer es hacer
que los platos sean atractivos en aspecto, colorido y aroma antes de llegar a
la boca. Piénsese cómo si recibimos información negativa de cualquiera de estas
tres fuentes sensoriales la decisión final (llevarse la comida a la boca) puede
quedar comprometida. Es por ello que la gastronomía aplicada a la escuela
debería favorecer intensamente menús que sean divertidos, huelan bien y jueguen
con formas geométricas llamativas para los escolares. A todo ello debemos
añadirle la importancia de un buen producto, hecho con cariño y con puntos de
cocción adecuados.
Desde
el punto de vista de la gastronomía e incluso desde la vertiente de la propia
antropología cultural parece necesario que los niños conozcan platos o
preparaciones de su región, hechos con alimentos de su contexto. Por eso, para
no perder la tradición cultural, serían muy aconsejables incluir
esporádicamente en el menú platos tradicionales (torticas de arroz o espinaca,
arroz con leche, torta de auyama, crema de batata, menestrón de frijoles, manjar
de naranja, jalea de mango, sopa de calabacín, arepitas dulces, buñuelos de
plátano o yuca, palo a pique –quinchonchos con arroz-).
Es
por ello que la educación alimentaria y nutricional debe entrar en la escuela,
no sólo a través del comedor escolar, sino también como parte del currículum
oficial con actividades dentro y fuera del aula. La gastronomía debería ser una
parte importante de ella. Además de los talleres de los sentidos mencionados
actividades posibles a realizar pueden tener como objetivo el conocimiento de
los alimentos típicos de la despensa de la zona así como el conocimiento de
platos tradicionales, para lo cual se pueden fomentar las salidas a mercados,
tiendas o almacenes, etc.
Pero,
sin duda, una actividad especialmente recomendable es la cocina en la escuela.
La participación directa de los escolares en la elaboración de platos puede
conseguir distintos objetivos y, sobre todo, propicia tanto lo conceptual como
lo procedimental y lo actitudinal, favoreciendo casi todas las competencias en:
comunicación lingüística, cultural y artística, comunicación y la interacción
con el mundo físico, matemática, para aprender a aprender, para la autonomía e
iniciativa personal, emocional, etc.
La
opción de la cocina en la escuela permite también introducir la
interculturalidad al probar platos procedentes de familias de otras partes del
mundo y hace posible aprovechar en la cocina las fiestas locales y nacionales.
Fuente:
Antonio
Mateos Jiménez (2012). Comer bien en la
escuela. La gastronomía y su papel en la mejora nutricional. En Nutrición en el ámbito escolar. Jesús
Román Martínez Álvarez (Editor). Cap 12, p. 137-150. España.
es importante que en las escuelas enseñemos la importancia de nuestra gastronomía a nuestros jóvenes, muy buena lectura.
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