El aprovechamiento biológico de los alimentos va a depender de factores como la calidad de los nutrientes, las
condiciones higiénicas de los alimentos, saneamiento ambiental, condiciones de
salud del individuo, entre otros.
De esta dimensión se puede destacar que la población venezolana presenta
mejoras en las condiciones sanitarias desde el punto de vista cuantitativo
(INE, 2011), pero no cualitativo. Es decir, que a pesar de que la
infraestructura para el suministro del agua, electricidad y servicios
sanitarios ha mejorado, el servicio de calidad y frecuencia sigue teniendo
grandes retos.
Pero los indicadores de salud en la población se han deteriorado
drásticamente en los últimos cinco años. En materia de inocuidad de alimentos
se cuenta con un marco legal que no se traduce en acciones públicas concretas.
Todo lo anterior ha generado lo que denomina Dunn (2008) un «problema
tipo fin», de gran magnitud y
de alto riesgo para la población, como es el problema de la doble carga de la
malnutrición, reflejado en un estado nutricional con déficit (desnutrición) y exceso (sobrepeso
y obesidad).
La prevalencia de desnutrición global en menores de 5 años fue de 3,4
por ciento para el año 2013 (INN, 2014). Este valor, a pesar de ser más bajo
que los años anteriores, es clasificado como una prevalencia intermedia (y no
baja), según los parámetros establecidos por la Organización Mundial de Salud (OMS).
Retomando la idea anterior, es importante destacar que por encima de
este valor se encontraban 15 entidades federales, con la prevalencia de
desnutrición más alta en Amazonas (8.63 por ciento) (FAO, 2013). También, para
este año, el 13 por ciento de los niños menores de 5 años presentó desnutrición
crónica (baja talla para la edad) (FAO, 2013). No existen datos disponibles
sobre la deficiencia de hierro y otros micronutrientes esenciales para la
población venezolana.
Para el 2010, la malnutrición por exceso (sobrepeso y obesidad) se
presentó en 23 por ciento de niños de 7 a 17 años, y en 55 por ciento de los
adultos (INN, 2010), lo que ha traído como resultado el incremento de la
morbimortalidad por enfermedades cardiometabólicas como diabetes e
hipertensión, que representan las primeras causas de muerte en Venezuela (MPPS,
2015).
Políticas públicas en alimentación y
nutrición
Estas deben ser diseñadas para garantizar la seguridad alimentaria y
nutricional en todas sus dimensiones. Para esto el Estado debe planificar
estrategias que garanticen la producción,
distribución, consumo y aprovechamiento biológico de los alimentos,
estableciendo controles en cada una de las fases de la cadena agroalimentaria y
su entorno, de tal forma que el ciudadano cuente con suficiencia cuantitativa,
cualitativa y permanente.
Cuando el deber ser de las políticas generales falla o estas no llegan a
grupos específicos de alta vulnerabilidad, el Estado se ve en la necesidad de
implementar políticas compensatorias o de emergencia para atenuar las consecuencias de
la inseguridad alimentaria y nutricional. En Venezuela estas políticas se han
caracterizado por un alto gasto social, improvisación, fallas en la calidad de
la gestión y problemas para la sostenibilidad de los resultados.
Estas políticas también se han caracterizado por ser predominantemente
asistencialistas, limitadas, susceptibles a corrupción, descontextualizadas,
con un fuerte componente de importación de alimentos e incapaces de garantizar
el derecho a la alimentación de los ciudadanos.
Dentro de las principales políticas sociales compensatorias que han
existido en Venezuela se pueden mencionar:
• Las que están dirigidas al grupo materno-infantil, escolar, grupos especiales
y son de índole económica, como becas o asignaciones de cupones para la compra
de alimentos;
• Las alimentarias, por ejemplo, que ofrecen un alimento para complementar
las calorías o algún nutriente de la dieta;
• Las nutricionales, como los suplementos de vitaminas y minerales para prevenir
deficiencias específicas y educación nutricional para prevenir y controlar
la malnutrición y las enfermedades asociadas a esta.
Desde 2003, estas políticas compensatorias se han concentrado bajo la
denominación de misión alimentación, la cual ha contemplado subsidios generales
y focalizados, según grupos poblacionales vulnerables, y estrategias para la
producción, comercialización, control y aprovechamiento biológico de los
alimentos.
La formulación y gestión de estos programas compensatorios en Venezuela
se ha hecho desde el Estado, sin contar con el debido seguimiento y evaluación,
con la participación de todos los actores involucrados, en especial del beneficiario,
quien puede aportar información valiosa para optimizar estos programas
sociales. Dicho esto, las políticas deberían ser construidas por todos los
actores involucrados, desde las necesidades del beneficiario, con la capacidad
técnica del Estado y la asesoría de expertos.
Como resultado de lo anteriormente expuesto, entre los años 2005 y 2008,
el 64 por ciento de los alimentos distribuidos por la misión alimentación eran
importados y para el año 2011, el gasto alimentario de los hogares en la misión
alimentación, a nivel nacional, era de 4,4 por ciento en Mercal y de 1,2 por
ciento en PDVAL.
Los datos de ENCOVI, (2016), plantean que hemos llegado al techo en pobreza de ingreso o coyuntural
– La pobreza reciente o temporal comienza a volverse estructural después
de 3 años continuos de crisis
– Para el 2017 se van a mantener los niveles de pobreza de ingreso y
seguirá aumentando la pobreza estructural.
Sobre las Misiones Sociales:
– Por los datos de la pobreza que muestra la ENCOVI no tenemos una
política social que contenga el paso de pobreza coyuntural a estructural. No
tenemos programas sociales para impedir la adecuación negativa de los hogares a
la crisis de ingreso.
– Además del problema de diseño, persisten los problemas de
focalización.
– El programa social con mayor número de beneficiarios sigue siendo el
subsidio indirecto a los alimentos básicos
– El deterioro de la atención de barrio adentro supone que la población
debe estar más expuesta.
– El aumento de las transferencias directas no es lo suficientemente
grande como para suponer que hay un cambio de orientación en la política social.
Fuente: Yngrid Candela (2016). Seguridad alimentaria
en Venezuela: una mirada desde el ciudadano vulnerable.
Cuadernos del CENDES-UCV. Año 33. N° 91. p.125-139. Tercera época.
Enero-Abril 2016. Disponible:
http://www.redalyc.org/html/403/40347542008/
Doctora en Nutrición. Profesora-Investigadora del Área de Desarrollo y
Salud del Centro de Estudios del Desarrollo, Cendes, Universidad Central de
Venezuela
Esta lectura es muy importante,ya que el aprovechamiento biológicos de los alimentos va a depender de factores como la calidad de los nutrientes, las condiciones higiénicas de los alimentos, saneamiento ambiental, condiciones de salud del individuo, entre otros. De esta dimensión se puede destacar que la población venezolana presenta mejoras en las condiciones sanitarias desde el punto de vista cuantitativo (INE, 2011), pero no cualitativo. Es decir, que a pesar de que la infraestructura para el suministro del agua, electricidad y servicios sanitarios ha mejorado, el servicio de calidad y frecuencia sigue teniendo los grandes retos. Yuvelis Sosa
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