jueves, 26 de julio de 2018

La historia de la Reina Pepeada


La arepa es la huella digital de nuestra nacionalidad. La diversidad de nombres estrambóticos de las gustosas arepas (tostadas venezolanas hechas de harina de maíz) no tiene paralelo en el mundo
Hoy en día aún tenemos a La Catira (pollo mechado con queso amarillo); La Peluda (carne mechada con queso amarillo); La Rumbera (carne de pernil con queso amarillo) y la Viuda (arepa sin relleno alguno). Cada región organiza, crea y recrea una variedad de combinaciones y nombres que caracterizan nuestra cultura gastronómica local, digna de degustar y preservar.
No obstante La Reina Pepeada es la arepa más famosa del país. Su receta original consiste en una arepa (tostada venezolana) rellena de pollo guisado y luego horneado acompañado de lonjas de aguacate y granos de petit pois.
Actualmente, los establecimientos la rellenan con ensalada de gallina, mayonesa y aguacate. Su creador se llamó Heriberto Álvarez (1924-2017) , nativo de las Araujas, una población del estado Trujillo, el cual narró la historia de su creación.
En un local que abrimos con mis hermanos en la Plaza Miranda de Caracas y le pusimos el Chance. Fue allí donde vendimos las primeras tostadas. En octubre del año 1949, el primer cliente que entró en el local nos preguntó, ¿qué es eso de tostadas? Le explicamos que así se le decía a la arepa rellenita en Trujillo.
Pidió una de queso de mano y se la devoró gustosamente. Ese cliente se llamaba Alfredo Sánchez (después se convirtió en Alfredo Sadel). Imagínese qué suerte nos dio ese señor de ser el primero que se comiera una de nuestras arepas.
Con el tiempo, fuimos creciendo y, en el año de 1955, abrimos Los Hermanos Álvarez en la Gran Avenida, la que comunica Plaza Venezuela con Sabana Grande. Estábamos en un punto estratégico por las tiendas de la zona, nuestros clientes fijos eran Aquiles Nazoa, Orcar Yanes, Billo Frómeta y Abelardo Raidi, entre otros.
Ese mismo año, la señorita Susana Duijm ganó el Miss Mundo. Para rendirle homenaje, vestimos de reina a una de nuestras sobrinas, que tenía apenas 12 años. La sentamos en un banco para que la gente la viera en el establecimiento.
Entonces pasó un señor y nos preguntó por qué teníamos a esa niña allí. Le explicamos que era un homenaje a la nueva soberana de la belleza. Nos dijo: ¡Pero si yo soy el papá de Susana! Se las voy a traer para acá. Y así fue. Un viernes en la noche, se apareció la señorita Susana con su papá. Yo le di una tostada en sus manos y le dije: Mire, esta tostadita se la preparó mi mama especialmente y se va a llamar La Reina, así como lo es usted. Ella me dijo: Muchas gracias, me dijo, y se la comió con un juguito. Y como en esa época, a las mujeres de buenas curvas, así como Susana, se les llamaba pepeadas, le pusimos ese apellido a la arepa.
Mantuvimos el negocio hasta el año de 1968. Otro que nos promocionó incondicionalmente fue Renny Ottolina.
Las arepas, La Reina Pepeada, se preparaban amasando muy bien la mezcla y se le incorporaba una cucharadita de mantequilla. Así, la masa adquiría una textura más flexible y perdurable. Una vez que se le daba forma, las arepas iban al budare por cinco minutos, luego al fogón hasta que se le levantaba la conchita, lo cual indicaba que estaban listas.
El relleno, originalmente, es pollo macerado; mi mamá primero lo sancochaba y le ponía bastante aliño y lo dejaba hasta el día siguiente en la nevera. Después lo horneaba y posteriormente era que le sacaba las lonjitas para rellenar la arepa.
Una ocurrencia de ella fue ponerle aguacate. Y como en el negocio teníamos petit pois, porque a la gente le encantaban, entonces le añadimos a la arepa.
Después de La Reina Pepeada vino otra arepa que también se hizo famosa, La Multisápida. La llamamos así porque Rómulo Betancourt hablaba en la década de 1950, del surgimiento de una política multisápida. Queríamos hacer alusión a algo que estaba sobre el tapete. La nuestra tenía un poquito de queso, otro poquito de chicharrón, otro de pollo…Bien bonita, eso sí.
No menos famosa fue La Prohibitiva. Era una tostada rellena de caviar, un invento de uno de mis hermanos como estrategia de ventas. La Reina Pepeada costaba un bolívar y la gente se quejaba que era muy cara, ya que las demás no pasaban de real y medio o real y cuartillo.
Entonces pusimos La Prohibitiva a 27 bolívares para que La Reina Pepeada luciera mucho más barata. Pero el venezolano siempre ha sido muy pantallero. Nunca faltaba alguno que llegara y dijera: ¡Álvarez, dame una prohibitiva! Y en secreto te susurraba: de queso de mano. Todo era para aparentar que podía pagar una cosa que nunca se vendió.
Pero el cliente, quizás, más importante que tuvimos fue el señor Luís Caballero Mejías. Una noche se presentó con una bolsita de harina y nos dijo: Muchachos yo preparé esta mezcla a ver si las arepas quedan igual a las de ustedes. Nos pidió que la probáramos y nos explicó que eran dos kilos de maíz, primero sancochados, luego molidos y posteriormente secados. Nos fue muy bien con esa mezcla. Y cómo no, si lo que nos estaba dando era la fórmula de la harina pan. Un día se presentó un señor llamado Lorenzo Mendoza y le compró la receta.
Fuente: Heraclio Atencio Bello (2008). Nuestra Cultura gastronómica: origen, influencias y mestizaje (Introito). Fundación Venezuela Positiva. Caracas-Venezuela

No hay comentarios.:

Publicar un comentario