La arepa es la huella digital de nuestra nacionalidad. La
diversidad de nombres estrambóticos de las gustosas arepas (tostadas
venezolanas hechas de harina de maíz) no tiene paralelo en el mundo
Hoy en día aún tenemos a La
Catira (pollo mechado con queso amarillo);
La Peluda (carne mechada con queso
amarillo); La Rumbera (carne de
pernil con queso amarillo) y la Viuda (arepa sin relleno alguno). Cada región
organiza, crea y recrea una variedad de combinaciones y nombres que
caracterizan nuestra cultura gastronómica local, digna de degustar y preservar.
No obstante La Reina
Pepeada es la arepa más famosa del país. Su receta original consiste en una
arepa (tostada venezolana) rellena de pollo guisado y luego horneado acompañado
de lonjas de aguacate y granos de petit
pois.
Actualmente, los establecimientos la
rellenan con ensalada de gallina, mayonesa y aguacate. Su creador se llamó
Heriberto Álvarez (1924-2017) , nativo de las Araujas, una población del estado Trujillo,
el cual narró la historia de su creación.
En
un local que abrimos con mis hermanos en la Plaza Miranda de Caracas y le
pusimos el Chance. Fue allí donde vendimos las primeras tostadas. En octubre
del año 1949, el primer cliente que entró en el local nos preguntó, ¿qué es eso
de tostadas? Le explicamos que así se le decía a la arepa rellenita en Trujillo.
Pidió
una de queso de mano y se la devoró gustosamente. Ese cliente se llamaba Alfredo
Sánchez (después se convirtió en Alfredo Sadel). Imagínese qué suerte nos dio
ese señor de ser el primero que se comiera una de nuestras arepas.
Con
el tiempo, fuimos creciendo y, en el año de 1955, abrimos Los Hermanos Álvarez
en la Gran Avenida, la que comunica Plaza Venezuela con Sabana Grande.
Estábamos en un punto estratégico por las tiendas de la zona, nuestros clientes
fijos eran Aquiles Nazoa, Orcar Yanes, Billo Frómeta y Abelardo Raidi, entre
otros.
Ese
mismo año, la señorita Susana Duijm ganó el Miss Mundo. Para rendirle homenaje,
vestimos de reina a una de nuestras sobrinas, que tenía apenas 12 años. La sentamos
en un banco para que la gente la viera en el establecimiento.
Entonces
pasó un señor y nos preguntó por qué teníamos a esa niña allí. Le explicamos
que era un homenaje a la nueva soberana de la belleza. Nos dijo: ¡Pero si yo
soy el papá de Susana! Se las voy a traer para acá. Y así fue. Un viernes en la
noche, se apareció la señorita Susana con su papá. Yo le di una tostada en sus
manos y le dije: Mire, esta tostadita se la preparó mi mama especialmente y se
va a llamar La Reina, así como lo es usted. Ella me dijo: Muchas gracias, me
dijo, y se la comió con un juguito. Y como en esa época, a las mujeres de
buenas curvas, así como Susana, se les llamaba pepeadas, le pusimos ese
apellido a la arepa.
Mantuvimos
el negocio hasta el año de 1968. Otro que nos promocionó incondicionalmente fue
Renny Ottolina.
Las
arepas, La Reina Pepeada, se preparaban amasando muy bien la mezcla y se le
incorporaba una cucharadita de mantequilla. Así, la masa adquiría una textura
más flexible y perdurable. Una vez que se le daba forma, las arepas iban al
budare por cinco minutos, luego al fogón hasta que se le levantaba la conchita,
lo cual indicaba que estaban listas.
El
relleno, originalmente, es pollo macerado; mi mamá primero lo sancochaba y le
ponía bastante aliño y lo dejaba hasta el día siguiente en la nevera. Después
lo horneaba y posteriormente era que le sacaba las lonjitas para rellenar la
arepa.
Una
ocurrencia de ella fue ponerle aguacate. Y como en el negocio teníamos petit
pois, porque a la gente le encantaban, entonces le añadimos a la arepa.
Después
de La Reina Pepeada vino otra arepa que también se hizo famosa, La Multisápida.
La llamamos así porque Rómulo Betancourt hablaba en la década de 1950, del
surgimiento de una política multisápida. Queríamos hacer alusión a algo que
estaba sobre el tapete. La nuestra tenía un poquito de queso, otro poquito de
chicharrón, otro de pollo…Bien bonita, eso sí.
No
menos famosa fue La Prohibitiva. Era una tostada rellena de caviar, un invento
de uno de mis hermanos como estrategia de ventas. La Reina Pepeada costaba un
bolívar y la gente se quejaba que era muy cara, ya que las demás no pasaban de
real y medio o real y cuartillo.
Entonces
pusimos La Prohibitiva a 27 bolívares para que La Reina Pepeada luciera mucho
más barata. Pero el venezolano siempre ha sido muy pantallero. Nunca faltaba
alguno que llegara y dijera: ¡Álvarez, dame una prohibitiva! Y en secreto te
susurraba: de queso de mano. Todo era para aparentar que podía pagar una cosa
que nunca se vendió.
Pero
el cliente, quizás, más importante que tuvimos fue el señor Luís Caballero
Mejías. Una noche se presentó con una bolsita de harina y nos dijo: Muchachos
yo preparé esta mezcla a ver si las arepas quedan igual a las de ustedes. Nos
pidió que la probáramos y nos explicó que eran dos kilos de maíz, primero
sancochados, luego molidos y posteriormente secados. Nos fue muy bien con esa
mezcla. Y cómo no, si lo que nos estaba dando era la fórmula de la harina pan.
Un día se presentó un señor llamado Lorenzo Mendoza y le compró la receta.
Fuente:
Heraclio Atencio Bello (2008). Nuestra
Cultura gastronómica: origen, influencias y mestizaje (Introito). Fundación
Venezuela Positiva. Caracas-Venezuela
No hay comentarios.:
Publicar un comentario