La alimentación es un proceso ecosófico, en cuanto que
implica generación de micro procesos vitales que al insertarse en macro
procesos de sostenibilidad de la vida colectiva conduzcan a una mejor equidad y
calidad de vida de la persona, familia, comunidad, sociedad, población mundial.
En primera instancia una visión ecosófica, se refiere a una visión filosófica, que significa una
nueva forma de ver el mundo desde tres registros: el que relaciona al hombre
con la naturaleza o con los objetos. El que lo relaciona con los demás sujetos
y el que lo imbrica con el (su) pensamiento o con la subjetividad.
El alimento es indispensable para la vida y asegura la
alimentación y la nutrición, tiene que ver con relaciones interdependientes que
se generan en las redes biológicas y en las redes sociales constituyentes de
los sistemas vivos, los cuales son concebidos como redes de componentes más pequeños,
redes dentro de redes, interactuando con otras, que constituyen la trama de la
vida.
La alimentación y la nutrición son procesos inherentes a los
seres vivos, se interrelacionan en los diferentes sistemas biológicos y
sociales para satisfacer su necesidad de energía y alimento; los sistemas
biológicos intercambian moléculas en sus redes de reacciones químicas, redes
biológicas que producen y mantienen una frontera material e imponen
restricciones a la química que ocurre dentro de ellas.
Los sistemas sociales intercambian información e ideas en
sus redes de comunicaciones, producen y mantienen una frontera no-material, cultural,
que impone restricciones al comportamiento de sus miembros.
Por otra parte, Las representaciones
sociales constituyen producciones simbólicas que se construyen a partir de
imaginarios sociales en los cuales se representa y valora colectivamente un
hecho o un fenómeno de la vida social.
Más aún, las representaciones sociales pueden entenderse
como un conjunto de conceptos, enunciados y explicaciones originados en la vida
diaria, en el curso de las comunicaciones interindividuales. En nuestra sociedad
se corresponden con los mitos y los sistemas de creencias de las sociedades
tradicionales; incluso se podría decir que son la versión contemporánea del
sentido común...constructos cognitivos compartidos en la interacción social cotidiana
que proveen a los individuos de un entendimiento de sentido común, ligadas con
una forma especial de adquirir y comunicar el conocimiento, una forma que crea
realidades y sentido común.
Referentes de la investigación
Para esta investigación, la unidad de análisis es el niño
con su mamá y su maestro principalmente. Sus interacciones. La población del
estudio son los niños entre diez y trece años que son estudiantes de un Colegio
ubicado en la ciudad de Barranquilla (Colombia) y a todos sus agentes
vinculados directa e indirectamente.
Entre los agentes directos se encuentran; la mamá y los
maestros, existen unos intereses propios de su actividad que los relacionan. En
el caso de madre e hijo los propios de la crianza, entre docente e hijo los del
proceso de enseñanza-aprendizaje, entre madre y docente los propios
relacionados con lo académico y del comportamiento escolar del niño.
Se realizó un muestreo por conveniencia de los agentes
relacionados con los niños, teniendo en cuenta la disponibilidad, interés e
información que podían aportar al estudio de las Representaciones sociales
asociadas al consumo de las frutas y las verduras.
Las evidencias del estudio
Se detectó que las madres se valen de los medios (caso
Popeye y las espinacas) para motivar el consumo de verduras entre sus hijos,
los niños saben que las frutas y verduras alimentan y les dan energías, les
ayuda a estar saludables pero eso lo aprendieron en el hogar.
En el salón de clases el tema se toca muy poco y cuando se
hace tiene un carácter teórico y es tomado por los niños como parte de un
aprendizaje formal que no motiva a una práctica (es hacer tareas sin reflexión).
La interpretación del ciclo madre-niño-madre, devela que las
frutas constituyen parte de la canasta familiar y son consumidas por lo niños
cuando estos lo desean o bien sea, cuando son ofrecidas por los padres. Además
de esto, algunos llevan una fruta en la lonchera cuando van a la escuela, a
pesar de que en la institución se las proporcionen ocasionalmente.
Por lo que se puede afirmar, que en estos casos tienen un
adecuado consumo de frutas y además de esto lo hacen con frecuencia; en cuanto
a las verduras, de las diferentes preparaciones que sus madres elaboran, les gusta
el arroz con pollo, ya que, aseguran que no se le sienten las hortalizas, su
sabor y textura está enmascarado con la mezcla del cereal y el pollo. Las comidas,
la suelen acompañar con jugos naturales, pero cuando no cuentan con los
recursos económicos suficientes, optan por las bebidas procesadas que –según ellos- son de menor costo.
Respecto a las verduras, por el contrario, no existe un
adecuado consumo de éstas por parte de los niños a pesar, de que hacen parte de
la canasta familia; los niños manifiestan que este hábito no fue inculcado
desde un principio por sus padres; pero emplean estrategias para que sus hijos
los consuman (preparaciones).
En el ciclo cotidiano Madre-Hijo-Docente se convive con los
medios de comunicación se forman frases como "si te comes la espinaca te
pones como Popeye" pero también desde ellos se promueve el consumo de toda
clase de alimentos industriales que quitan el hambre y son
"prácticos" por razones de tiempo según las madres pero no favorecen
una alimentación adecuada para poseer mejor calidad de vida.
Las instituciones también poseen un rol importante en la Educación Alimentaria y Nutricional para
mejorar la conducta alimentaria y elevar la calidad de vida de los niños, pero puede
observarse que en la institución los docentes no promocionan la importancia de
una buena alimentación, específicamente en el consumo de frutas y verduras.
En cuanto a la salud e higiene, el comedor escolar juega un
papel muy importante en la alimentación de los niños; debe proveer alimentos de
buena calidad nutricional; ser un escenario saludable al interior de la
institución educativa, debe estar lejos
de lugares que puedan emitir olores o posibles fuentes de contaminación, debe
ser de fácil acceso, facilitar la circulación de todos los niños, del personal
de servicio y maestros y poseer una buena eliminación de desechos y basuras.
Consideraciones finales
Es en la edad escolar donde se forman los hábitos de
alimentación y que el niño es influenciado por su medio externo; las estrategias
de intervención, sin embargo se fundamentan en la definición de normas y regulaciones
y en actividades de información, comunicación y educación para segmentos específicos
de población, pero no se profundiza en las interrelaciones que generan mensajes
contradictorios, que no favorecen el cambio cultural esperado que favorezca el
incremento en el consumo de frutas y verduras.
Algunos padres y madres manifiestan que consumir frutas y
hortalizas les produce saciedad, sin embargo, atribuyen mayor poder de saciedad
alimentos como el arroz, por eso prefieren su consumo en relación al de las
hortalizas.
La mayor preferencia del consumo de las frutas sobre las hortalizas
o verduras obedece al sabor dulce, siendo las frutas predilectas el mango, el
cambur y la guayaba. El gusto por las frutas tiende a ser compartido por toda
la familia, especialmente por las madres y los niños hasta los 9 años.
El estudio encontró que las frutas y verduras son consumidas
con una frecuencia y cantidad menor a lo recomendado por la Organización Mundial
de la Salud de 5 porciones al día o 400 gramos, lo cual refleja que los
programas e intervenciones implementados enfatizan en el valor nutricional y
beneficios para la salud y nutrición, olvidando que el consumo de los alimentos
está influenciado no solo por el conocimiento de su valor nutricional sino por
factores socioculturales, como son: las preferencias y gustos, los significados
y creencias atribuidos a los alimentos, el prestigio social, las pautas
sociales de consumo y el acceso que se hacen más relevantes y se imponen a la
hora de elegir los alimentos.
En la elección de las frutas y las hortalizas uno de los aspectos
más relevantes es el reconocimiento de sus beneficios para la salud, mientras
que entre los factores que inciden en su baja predilección se encuentran los
bajos ingresos de las familias que se ven obligadas a priorizar los alimentos
incluidos en su canasta familiar dejando relegadas a los últimos lugares las
frutas y verduras por su alto costo relativo, especialmente cuando las
relacionan con el poder de saciedad; otro de los factores que influyen en
algunos lugares geográficos es la limitada producción y oferta de estos
alimentos en el ámbito local, sumados al valor cultural que da una mayor relevancia al sabor “cultural” de alimentos
como los fritos, las
carnes, el arroz, el plátano; es así como el gusto, el placer y la estética
juegan un papel muy relevante a la hora de elegir alimentos.
En los hogares quienes más aceptan las hortalizas son las
madres, por sus beneficios para la salud y la nutrición y consideran de vital
importancia el consumo por parte de los niños; mientras que los adolescentes y
padres prefieren más el consumo de otros alimentos como los fritos, golosinas y
chucherías.
Desde una perspectiva holística los niños son parte de un
sistema complejo caótico en el que la interdependencia es en el ámbito familiar
y en el escolar fundamentales, y donde se profundizan los efectos negativos de
los mensajes desprovistos de argumentos en favor del consumo de frutas y verduras
por parte de los agentes que intervienen en sus vidas. En el que, también, hay
desarrollos auto-organizadores que devienen de hábitos de las generaciones
anteriores del orden familiar y social que soportan el consumo de alimentos
industriales y artesanales, como la exposición a bajos ingresos y por ende a
flujos de inseguridad alimentaria por grandes periodos.
La comprensión de la complejidad es fundamental para la
definición de estrategias de intervención que vayan más allá de la información
y comunicación sobre los beneficios de las frutas y verduras y profundicen en
la complejidad de las relaciones del niño, los agentes cercanos y lejanos en su
entorno.
El consumo de frutas y verduras no guarda relación con el
conocimiento de sus bondades, por el contrario es el resultado de factores de
origen social y cultural que condicionan su consumo afectando el cumplimiento
de las pautas recomendadas; es importante orientar y profundizar en la
comprensión e interpretación de factores socioculturales que permitan
identificar los significados atribuidos a los alimentos y la dinámica
alimentaria, para ser tenidos en cuenta en la formulación e implementación de
las políticas y estrategias de intervención que impacten en el mejoramiento del
consumo de frutas y verduras.
Fuente:
Rojas, José y Rodríguez, Mylene (2017). Complejidad en las representaciones
sociales que interpretan la Cultura alimentaria para alcanzar la seguridad
alimentaria: caso del consumo de frutas y verduras en niños escolarizados. Programa de
Nutrición y Dietética. Universidad Metropolitana de Barranquilla. Colombia. Revista
de Salud Pública y Nutrición / Vol.
16 No. 4 octubre - diciembre, 2017.
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