El término
“seguridad” de los edulcorantes no calóricos (ENC) habitualmente lleva a
confusiones entre colegas de distintas áreas, ya que unos pueden interpretarlo
desde un punto de vista toxicológico (evaluaciones pre aprobación que
consideran carcinogenicidad, mutagénesis, infertilidad, etc.) y otros desde un
punto de vista clínico (efectos del consumo de ENC a largo plazo sobre el peso
corporal, regulación de la glucemia, alteración de la microbiota, etc.).
En
consecuencia, las posiciones de distintas Sociedades Científicas parecen
contradecirse, colaborando con la confusión del público en general y de los
profesionales de la salud en particular.
Así, mientras
la American Dietetic Association señala que “con respecto a los niños, los ENC
son seguros de usar dentro del rango de la ingesta diaria admisible (IDA)”, la
American Academy of Paediatrics declara que “los ENC han sido inadecuadamente
estudiados para su uso en niños y no deberían formar una parte significativa de
la dieta de un niño”.
Otras
Sociedades Científicas consideran los dos enfoques del término “seguridad”. La
Sociedad Española de Pediatría concluye que “los ENC son seguros en la
población general, incluyendo las mujeres embarazadas y los niños, aunque en
estas poblaciones deben ser usados con moderación”, añadiendo que “en la
infancia, los ENC sólo deben ser usados como una alternativa cuando otras
formas de prevención de la obesidad no sean suficientes, no siendo aconsejable
su empleo en niños de 1 a 3 años”.
En
coincidencia, la Sociedad Mexicana de Pediatría señala que “en general, no se
justifica el uso de ENC en niños, ya que el crecimiento y el desarrollo son
etapas en las que no debería promoverse la restricción calórica”, agregando
además que “desde el punto de vista de la toxicidad, carcinogenicidad y
genotoxicidad, los ENC son seguros durante cualquier etapa de la vida
incluyendo la niñez, respetando los límites de la IDA”.
Desde el punto
de vista clínico, resulta muy complejo sacar conclusiones firmes sobre el
impacto global del consumo de ENC durante la infancia, ya que no existe
suficiente evidencia sobre la exposición a los ENC en la vida temprana y el
impacto sobre la salud cardiometabólica en la edad adulta, por este motivo la
tendencia de las Sociedades Científicas es limitar el consumo de ENC en la edad
pediátrica, hasta que haya evidencia de mayor calidad.
Todos los ENC
aprobados en la actualidad han sido objeto de pruebas de seguridad muy
minuciosas. En ellas, se emplean concentraciones crecientes del ENC a evaluar,
para así detectar los posibles efectos adversos ocasionados frente a distintas
dosis del aditivo e identificando aquella dosis máxima diaria que no cause
efectos adversos, también llamada “nivel de efecto adverso no observado” o
NOAEL.
Para obtener
la IDA, se aplica sobre el NOAEL un factor de seguridad de 100 para considerar
las diferencias por especie (los estudios se realizan en animales y no en
humanos) y para asegurar la protección de los individuos más susceptibles en la
población, incluyendo niños y mujeres embarazadas.
La IDA se
define como la cantidad de un aditivo alimentario –en miligramos por kilogramo
de peso corporal– que puede consumirse diariamente, durante toda la vida, sin
apreciarse ningún riesgo para la salud.
Una excepción
importante en la edad pediátrica la constituye el consumo de aspartamo en
pacientes fenilcetonúricos. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria,
concluye que, en pacientes con fenilcetonuria la IDA del aspartamo no es aplicable,
ya que los mismos requieren una adherencia estricta a una dieta baja en
fenilalanina proveniente de todas las fuentes, incluido el aspartamo.
La sacarina,
el acesulfame-K y la sucralosa se han encontrado en leche materna. No obstante,
las concentraciones reportadas están varios órdenes de magnitud por debajo de
su IDA, por lo que no representarían un riesgo para el lactante.
Si bien no
existen elementos para recomendar el consumo de ENC en madres de niños
lactantes, tampoco hay evidencia suficiente como para contraindicarlos
formalmente durante la lactancia.
En conclusión:
Desde el punto de vista de la toxicidad, carcinogenicidad y genotoxicidad, el
consumo moderado de ENC es seguro durante la niñez, respetando los límites de
la IDA. No se recomienda el consumo de ENC en niños menores de 3 años. Hoy en
día, hay poca evidencia de calidad que evalúe los posibles efectos del consumo
regular de ENC en niños a largo plazo por lo que no se recomienda el consumo
prolongado y regular en niños mayores de 3 años.
Fuente:
Brian M
Cavagnari (2019). Edulcorantes no
calóricos en pediatría: ¿son seguros?
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