La etapa preescolar se caracteriza por una estabilidad
en el crecimiento, debido a una disminución en la velocidad de talla y peso que
condiciona una disminución en el apetito, por lo tanto estos niños necesitan
menos calorías por kilo de peso para cubrir sus requerimientos calóricos
diarios, en comparación a lo que necesitaba durante sus primeros años de vida.
El niño y la niña en la etapa de educación
preescolar, regulan su ingesta y saciedad sin influencias del medio externo,
esto hace que mantengan un consumo energético constante durante las
veinticuatro horas del día. En este período el apetito es irregular y varía de
un día a otro según las fluctuaciones en su crecimiento y su gasto en actividad
física; en un mismo día, una comida puede ser copiosa y otra puede no
realizarse. Por su puesto esto origina ansiedad en la familia y en las personas
que están a cargo de su cuidado.
La maduración neurológica que el niño alcanza en
esta etapa, le permite deambular libremente, conocer el mundo que le rodea,
buscar el alimento por sí sólo, comunicar más fácilmente la aceptación o el
rechazo hacia algún alimento y manejar con su conducta alimentaria el entorno
emocional de la familia.
El niño y la niña de preescolar tienen la capacidad
de sentarse a la mesa y disfrutar de la comida junto a la familia; a partir de
los dos años puede comer por sí solo y utilizar los cubiertos, vasos y tazas de
una manera bastante adecuada y entre los cinco a seis años aprende a usar el
cuchillo.
Jugar constituye una de las actividades más
importantes e interesantes en la vida del preescolar y frecuentemente desplaza
a la comida. Una buena progresión en peso y talla, señala una adecuada
nutrición, a pesar de que impresione como que el niño durante el día no consume
lo suficiente.
Durante esta etapa se estima que el niño alcance un
desarrollo físico y cognitivo óptimos, disfrute de la alimentación y reduzca el
riesgo de enfermedades crónicas a través de la obtención de hábitos de
alimentación apropiados y una participación regular en actividades físicas.
Conductas alimentarias
Las características de las conductas y hábitos de
alimentación del niño y la niña en preescolar que parecen algo inadecuadas, se
consideran como una variante propia de esta etapa ya que no representan ninguna
amenaza para la salud del niño; las mismas pueden evolucionar para
desarrollarse positiva o negativamente dependiendo de las experiencias y el
aprendizaje que se den dentro del contexto alimentario familiar-social y el
grado de control externo impuesto por los padres.
Los desórdenes
de la alimentación pueden iniciarse en la edad preescolar; son escasos los
niños que atraviesan esta edad sin crear alguna preocupación con respecto a su
alimentación, pero la forma de alimentase y las actitudes negativas hacia la
alimentación son temporales y se modifican cuando el niño crece, siempre y
cuando, se manejen en forma adecuada. Esto es importante para la adquisición de
hábitos y conductas alimentarias, gustos,
costumbres y modales en la mesa, que deben transmitirse dentro del contexto
cultural de cada familia.
La dieta del niño en esta etapa se puede volver
monótona y de poca variedad, en algunas ocasiones por rechazar ciertos
alimentos (vegetales y verduras) que antes les gustaban, o insistir en comer la
misma comida todos los días; negarse a probar nuevos alimentos, e inclusive
rechazarlos antes de conocer su sabor y textura. Copian las conductas y hábitos
alimentarios de los adultos, por lo que es frecuente conseguir niños que
rechazan ciertos alimentos, que al menos uno de sus padres, también lo hace.
Los niños en estas edades aceptan una cierta
cantidad de alimento en el plato y no comen más de eso; toleran mejor los
alimentos con temperaturas templadas y con olores no fuertes. Prefieren el
sabor dulce, y los platos preparados sin salsas, de sabores y texturas suaves,
que no tengan pequeños trozos visibles de vegetales o especias de la
preparación y que los alimentos no se mezclen en el plato.
Con frecuencia pueden desarrollar fobias a ciertos
alimentos que comen obligados o porque se premian. Paradójicamente, los
alimentos que se utilizan para premiar conductas, son los preferidos por el
niño, y éstos generalmente son alimentos pobres desde el punto de vista
nutricional.
Por ello las situaciones de lucha por el control
sobre la alimentación entre padres y niños preescolares son frecuentes; la
norma es no discutir, esas batallas nunca se ganan. La clave consiste en respetar
los roles; mientras el niño decida qué cantidad de alimento consume, el
adulto-cuidador decide con qué y cuándo se alimenta el niño.
Fuente: Magda Eligia García Naraez y Elizabeth Dini
Golding. (2009).Alimentación en el preescolar. En Nutrición
en Pediatría, Tomo I, Cap 11.p. 295-308. Centro de Atención Nutricional de Antímano
CANIA.
Es una época clave para establecer buenos hábitos de alimentación. Debe predominar la variedad de alimentos más que la cantidad, porque su estómago aún es pequeñito.
ResponderBorrarDesayunar en familia
Un lácteo suele ser la base: leche, yogur o queso.
Se debe incluir la energía del pan o los cereales.
La pequeña tostada o rebanada puede enriquecerse con un chorro de aceite, una rodaja de tomate, un poco de jamón...
Además, se puede completar con un poco de fruta o zumo natural.
Algún día puede haber otros alimentos: huevos, churros, bizcocho…
Conviene que toda la familia desayune al mismo tiempo siempre que sea posible, ya que el ejemplo es esencial.
Algo saludable a media mañana
Por ejemplo una fruta, un trozo de queso, un bocadillo pequeño o un yogurt.
Para beber, mejor agua.
El almuerzo
En la mesa familiar o en el comedor escolar. Con platos pequeños, ya que su estómago también lo es.
Hagamos un plato imaginario con tres partes: una para los vegetales, otra para las féculas (arroz, patatas o pasta) o el pan y la tercera para la carne o el pescado. Los guisos tradicionales son así: potajes, lentejas, menestras…
El mejor postre es la fruta.
Meriendas ricas y sanas pero pequeñitas.
Un bocadillo de pan crujiente, pero pequeño. Con queso, embutido, atún, etc.
Un vasito de leche o un yogur o una fruta.
Aunque sea muy poco, ¡que sea algo saludable!
Cenar variado
Una sopa caliente en invierno.
Un poco de ensalada.
Yuvelis Sosa