jueves, 28 de abril de 2016

Aspectos socioculturales asociados a la obesidad

La obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por el aumento de la masa grasa del orga­nismo, produciendo en consecuencia un incremento en el peso corporal.
En nuestra sociedad la obesidad se presenta cada vez con más frecuencia. La causa se encuentra, específi­camente, en el estilo de vida actual que induce a las per­sonas a desarrollar hábitos de vida inadecuados. Entre estos hábitos se debe mencionar:
• La disminución de la actividad física debido a que las personas son más sedentarias porque el horario de trabajo y la rutina diaria no les permite realizar alguna actividad física.
• El aumento en la ingesta de comidas rápidas que son ricas en grasas y carbohidratos.
¿Por qué la obesidad es un problema?
La obesidad se convierte en un problema porque es una enfermedad crónica que afecta la salud física de la persona y, por ello, es un factor de riesgo para desa­rrollar otras enfermedades crónicas, tales como:
• Diabetes.
• Hipertensión arterial.
• Problemas cardiovasculares, entre otros.
La obesidad es también un problema de salud mental porque las personas obesas suelen sufrir psicoló­gicamente. Sin embargo, antes de explicar esta idea, es importante aclarar el aporte que ha hecho la Psicología en el tema de la obesidad, específicamente en el área de la salud física.
Psicología y obesidad
Los estudios en Psicología se han enfocado en identificar patrones conductuales asociados al peso, tanto en la actividad física como en los hábitos alimen­tarios, es decir, la calidad, la cantidad y el patrón de alimentación que tienen las personas.
El sedentarismo es uno de los patrones que más se presenta en esta población. Las personas obesas tienen una baja percepción de autoeficacia de la actividad física: no se sienten capaces de realizar una actividad física programada o rutinaria y tampoco se sienten ca­paces de incluir en su rutina de vida una actividad física no programada; como subir escaleras, ir caminando al trabajo o dejar el carro estacionado lejos para ir cami­nando al lugar que se requiera.
En relación con los estilos de alimentación, se ha encontrado que las personas obesas comen más rá­pido que las personas con peso normal, además, tienen mayor cantidad de ingesta diaria y, por lo general, tienden a elegir alimentos hipercalóricos.
Por otro lado, la Psicología también ha contribuido al manejo y control de las señales ambientales o externas que hacen que los obesos coman más que las personas normopeso.
En este sentido, se ha determinado que los obesos en vez de responder a la sensación física o fi­siológica de hambre, responden a señales externas. Por ejemplo: si una persona con obesidad desayunó a las 11 a. m. y son las 12:30 p. m. considera que ya es hora de comer aunque no tenga hambre realmente; si pasa por algún lugar y ve una comida que le gusta, que está presentada de forma atractiva, le provoca comer, no im­porta que haya comido hora y media antes. Entonces, estas señales ambientales son algunos de los focos de intervención en Psicología para ayudar a la persona que quiere perder peso.
¿Cuál es el aporte de la Psicología en el área de salud mental?
Inicialmente, lo que se buscó fue identificar un patrón, un perfil de personalidad o de características conductuales que pudieran diferenciar a las personas obesas de las normopesos y que pudieran explicar por qué algunas personas son obesas y por qué otras no lo son. Las respuestas se centraron básicamente en as­pectos psicológicos globales tales como la depresión y la ansiedad, así como en tratar de identificar caracterís­ticas de personalidad.
¿Qué se ha encontrado al respecto?
Los estudios realizados con personas normopeso y obesas revelaron resultados contradictorios, es decir, no hay características estables y definidas que permitan decir “por eso ésta es una persona obesa” o “por esto ésta es una persona normopeso”. Fue necesario, en­tonces, cambiar el foco de atención de las investiga­ciones sobre obesidad y psicología, centrándose en estudiar la población de obesos en sí. Las nuevas in­vestigaciones seleccionaron a los obesos que buscaban tratamiento. En otras palabras, se partió de la hipótesis de que los obesos que buscaban tratamiento de alguna manera se sentían inconformes con su situación y, por ello, se suponía que debían padecer algún tipo de sufri­miento psicológico.
Ahora bien, lo que se encontró fue que los obesos que buscan tratamiento se diferencian de quienes no lo buscan porque tienen mayor depresión, mayor an­siedad, mayor estrés, mayor neuroticismo y tienen un patrón conductual diferente a los de la población obesa general: mayor ingesta hipercalórica, mayor sedenta­rismo y mayor aislamiento social.
Este resultado indica que la persona obesa que busca tratamiento tiene un desajuste psicológico que pudiera explicar el por qué sigue involucrado en ese círculo vicioso de comer, comer, comer y seguir engor­dando a pesar de haber hecho esfuerzos con dietas y control médico para solucionar su problema.
A partir de estos hallazgos, los estudios se han cen­trado en identificar factores de riesgo para el desajuste psicológico o, lo que es lo mismo, identificar variables de corte psicosocial que pudieran estar determinando que una persona obesa sufra psicológicamente mientras otra no, es decir, qué hace que un gordito sea feliz y que otro gordito no lo sea.
¿Cuáles son los principales factores de riesgo?
En la Universidad Simón Bolívar se han estado estudiando variables de tipo psicosocial a raíz de la re­visión bibliográfica sobre el tema realizado a nivel mun­dial. Las variables que se han estudiado son:
• Insatisfacción con la imagen corporal, variable muy conocida en el campo de la anorexia y de la bulimia, pero que no se ha trabajado sufi­cientemente en el campo de la obesidad.
• La actitud hacia la apariencia, es decir, qué tanto influye el ideal de la delgadez valorado por la sociedad.
• La discriminación social, el rechazo social, las burlas a las que se ven sometidos los obesos.
La actitud hacia la apariencia es una disposición positiva o negativa hacia el ideal estético corporal que está propuesto por la sociedad. Lamentablemente, es reforzado por los medios de comunicación y es interiori­zado por la mayoría de las personas. La contextura del­gada establecida como la ideal por la sociedad, en el caso de las mujeres está asociada al éxito en la vida: si eres flaca, si tienes las medidas adecuadas, entonces vas a ser feliz y vas a tener éxito. Esta situación origina una dependencia entre la autoestima y el atractivo físico en nuestra cultura.
Los comerciales, las películas y las revistas va­loran de forma extrema la delgadez, lo cual ocasiona en la población una mayor sensibilidad hacia las burlas, mayor sentimiento de deficiencia sobre el cuerpo y mayor insatisfacción con la imagen corporal.
La insatisfacción corporal está vinculada directamente con la actitud hacia la imagen corporal: “si yo me comparo con este ideal delgado y no me parezco a él, comienzo a ver defectos en mi cuerpo (que pudieran ser imaginarios o reales)”. Entonces, si soy obeso y me dejo influenciar por la imagen aceptada por la sociedad, probablemente tenga un gran malestar hacia mi cuerpo o hacia algún defecto de mi cuerpo. En este sentido, la valoración extrema de la delgadez ocasiona insatisfacción con la imagen corporal y genera, en las personas obesas, un malestar subjetivo, baja autoestima e insatisfacción con la vida.
El problema de la autoimagen está relacionado con los desórdenes de la alimentación; la mayoría de las personas con desórdenes alimentarios (como anorexia, bulimia) fueron en algún momento personas obesas y al querer alcanzar el ideal delgado, establecieron una serie de estrategias inadecuadas. Estas personas lograron adelgazar pero perdieron el control, y se fueron hacia el otro extremo.
Los resultados de estudios realizados en la Univer­sidad Simón Bolívar sugieren que este aspecto psicosocial solamente afecta si la persona lo toma como algo impor­tante. Aquellas personas que han interiorizado el valor so­cial de la delgadez son realmente las más sensibles a las burlas y a las críticas de otras personas. Se ha encontrado también que quienes son sensibles a las burlas, se aíslan más y como resultado tienen mayor sedentarismo, se siguen aislando y se perpetúa el ciclo de la obesidad.
¿Cómo romper este círculo?
Modificar el estado emocional displacentero im­plica atacar las causas psicosociales que determinan que el obeso utilice como estrategia la ingesta de alimentos como forma de enfrentar las situaciones difíciles. Por eso es impor­tante que, en primera instancia, se modifique a nivel cultural y social, lo que es valorado como éxito. También es cierto que, los especialistas deberían estar en capacidad de en­señar a estas personas algunas estrategias personales que le permitan controlar dichos aspectos para que sea más efectivo el tratamiento médico y nutricional.
Frente a esta situación, la terapia cognitivo con­ductual es la más apropiada porque facilita el manejo de estos aspectos, lo cual constituye un tema de desarrollo amplio que se escapa, necesariamente, de los objetivos de este artículo.
Fuente

Zoraide Lugli Rivero (2012). Aspectos socioculturales asociados a la obesidad. CANIA. Año 14. Nº 24. p, 10-12.

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