La obesidad es una enfermedad
crónica que se caracteriza por el aumento de la masa grasa del organismo,
produciendo en consecuencia un incremento en el peso corporal.
En nuestra sociedad la
obesidad se presenta cada vez con más frecuencia. La causa se encuentra,
específicamente, en el estilo de vida actual que induce a las personas a
desarrollar hábitos de vida inadecuados. Entre estos hábitos se debe mencionar:
• La disminución de la
actividad física debido a que las personas son más sedentarias porque el
horario de trabajo y la rutina diaria no les permite realizar alguna actividad
física.
• El aumento en la ingesta de
comidas rápidas que son ricas en grasas y carbohidratos.
¿Por qué la obesidad es un
problema?
La obesidad se convierte en un
problema porque es una enfermedad crónica que afecta la salud física de la
persona y, por ello, es un factor de riesgo para desarrollar otras
enfermedades crónicas, tales como:
• Diabetes.
• Hipertensión arterial.
• Problemas cardiovasculares,
entre otros.
La obesidad es también un
problema de salud mental porque las personas obesas suelen sufrir psicológicamente.
Sin embargo, antes de explicar esta idea, es importante aclarar el aporte que
ha hecho la Psicología en el tema de la obesidad, específicamente en el área de
la salud física.
Psicología y obesidad
Los estudios en Psicología se
han enfocado en identificar patrones conductuales asociados al peso, tanto en
la actividad física como en los hábitos alimentarios, es decir, la calidad, la
cantidad y el patrón de alimentación que tienen las personas.
El sedentarismo es uno de los patrones que más se presenta en esta
población. Las personas obesas tienen una baja percepción de autoeficacia de la
actividad física: no se sienten
capaces de realizar una actividad física programada o rutinaria y tampoco se
sienten capaces de incluir en su rutina de vida una actividad física no
programada; como subir escaleras, ir caminando al trabajo o dejar el carro
estacionado lejos para ir caminando al lugar que se requiera.
En relación con los estilos de
alimentación, se ha encontrado que las personas obesas comen más rápido que
las personas con peso normal, además, tienen mayor cantidad de ingesta diaria
y, por lo general, tienden a elegir alimentos hipercalóricos.
Por otro lado, la Psicología
también ha contribuido al manejo y control de las señales ambientales o
externas que hacen que los obesos coman más que las personas normopeso.
En este sentido, se ha
determinado que los obesos en vez de responder a la sensación física o fisiológica
de hambre, responden a señales externas. Por ejemplo: si una persona con
obesidad desayunó a las 11 a. m. y son las 12:30 p. m. considera que ya es hora
de comer aunque no tenga hambre realmente; si pasa por algún lugar y ve una
comida que le gusta, que está presentada de forma atractiva, le provoca comer,
no importa que haya comido hora y media antes. Entonces, estas señales
ambientales son algunos de los focos de intervención en Psicología para ayudar
a la persona que quiere perder peso.
¿Cuál es el aporte de la
Psicología en el área de salud mental?
Inicialmente, lo que se buscó
fue identificar un patrón, un perfil de personalidad o de características
conductuales que pudieran diferenciar a las personas obesas de las normopesos y
que pudieran explicar por qué algunas personas son obesas y por qué otras no lo
son. Las respuestas se centraron básicamente en aspectos psicológicos globales
tales como la depresión y la ansiedad, así como en tratar de identificar
características de personalidad.
¿Qué se ha encontrado al
respecto?
Los estudios realizados con
personas normopeso y obesas revelaron resultados contradictorios, es decir, no
hay características estables y definidas que permitan decir “por eso ésta es
una persona obesa” o “por esto ésta es una persona normopeso”. Fue necesario,
entonces, cambiar el foco de atención de las investigaciones sobre obesidad y
psicología, centrándose en estudiar la población de obesos en sí. Las nuevas investigaciones
seleccionaron a los obesos que buscaban tratamiento. En otras palabras, se
partió de la hipótesis de que los obesos que buscaban tratamiento de alguna
manera se sentían inconformes con su situación y, por ello, se suponía que
debían padecer algún tipo de sufrimiento psicológico.
Ahora bien, lo que se encontró
fue que los obesos que buscan tratamiento se diferencian de quienes no lo
buscan porque tienen mayor depresión, mayor ansiedad, mayor estrés, mayor
neuroticismo y tienen un patrón conductual diferente a los de la población
obesa general: mayor ingesta hipercalórica, mayor sedentarismo y mayor
aislamiento social.
Este resultado indica que la
persona obesa que busca tratamiento tiene un desajuste psicológico que pudiera
explicar el por qué sigue involucrado en ese círculo vicioso de comer, comer,
comer y seguir engordando a pesar de haber hecho esfuerzos con dietas y
control médico para solucionar su problema.
A partir de estos hallazgos,
los estudios se han centrado en identificar factores de riesgo para el
desajuste psicológico o, lo que es lo mismo, identificar variables de corte
psicosocial que pudieran estar determinando que una persona obesa sufra
psicológicamente mientras otra no, es decir, qué hace que un gordito sea feliz
y que otro gordito no lo sea.
¿Cuáles son los principales
factores de riesgo?
En la Universidad Simón
Bolívar se han estado estudiando variables de tipo psicosocial a raíz de la revisión
bibliográfica sobre el tema realizado a nivel mundial. Las variables que se
han estudiado son:
• Insatisfacción con la imagen
corporal, variable muy conocida en el campo de la anorexia y de la bulimia,
pero que no se ha trabajado suficientemente en el campo de la obesidad.
• La actitud hacia la
apariencia, es decir, qué tanto influye el ideal de la delgadez valorado por la
sociedad.
• La discriminación social, el
rechazo social, las burlas a las que se ven sometidos los obesos.
La actitud hacia la apariencia
es una disposición positiva o negativa hacia el ideal estético corporal que
está propuesto por la sociedad. Lamentablemente, es reforzado por los medios de
comunicación y es interiorizado por la mayoría de las personas. La contextura
delgada establecida como la ideal por la sociedad, en el caso de las mujeres
está asociada al éxito en la vida: si eres flaca, si tienes las medidas
adecuadas, entonces vas a ser feliz y vas a tener éxito. Esta situación origina
una dependencia entre la autoestima y el atractivo físico en nuestra cultura.
Los comerciales, las películas
y las revistas valoran de forma extrema la delgadez, lo cual ocasiona en la
población una mayor sensibilidad hacia las burlas, mayor sentimiento de
deficiencia sobre el cuerpo y mayor insatisfacción con la imagen corporal.
La insatisfacción corporal está vinculada
directamente con la actitud hacia la imagen corporal: “si yo me comparo con
este ideal delgado y no me parezco a él, comienzo a ver defectos en mi cuerpo
(que pudieran ser imaginarios o reales)”. Entonces, si soy obeso y me dejo
influenciar por la imagen aceptada por la sociedad, probablemente tenga un gran
malestar hacia mi cuerpo o hacia algún defecto de mi cuerpo. En este sentido,
la valoración extrema de la delgadez ocasiona insatisfacción con la imagen
corporal y genera, en las personas obesas, un malestar subjetivo, baja
autoestima e insatisfacción con la vida.
El problema de la autoimagen está relacionado con
los desórdenes de la alimentación; la mayoría de las personas con desórdenes
alimentarios (como anorexia, bulimia) fueron en algún momento personas obesas y
al querer alcanzar el ideal delgado, establecieron una serie de estrategias
inadecuadas. Estas personas lograron adelgazar pero perdieron el control, y se
fueron hacia el otro extremo.
Los resultados de estudios realizados en la Universidad
Simón Bolívar sugieren que este aspecto psicosocial solamente afecta si la
persona lo toma como algo importante. Aquellas personas que han interiorizado
el valor social de la delgadez son realmente las más sensibles a las burlas y
a las críticas de otras personas. Se ha encontrado también que quienes son
sensibles a las burlas, se aíslan más y como resultado tienen mayor
sedentarismo, se siguen aislando y se perpetúa el ciclo de la obesidad.
¿Cómo romper este círculo?
Modificar el estado emocional displacentero implica
atacar las causas psicosociales que determinan que el obeso utilice como
estrategia la ingesta de alimentos como forma de enfrentar las situaciones
difíciles. Por eso es importante que, en primera instancia, se modifique a
nivel cultural y social, lo que es valorado como éxito. También es cierto que,
los especialistas deberían estar en capacidad de enseñar a estas personas
algunas estrategias personales que le permitan controlar dichos aspectos para
que sea más efectivo el tratamiento médico y nutricional.
Frente a esta situación, la
terapia cognitivo conductual es la más apropiada porque facilita el manejo de
estos aspectos, lo cual constituye un tema de desarrollo amplio que se escapa,
necesariamente, de los objetivos de este artículo.
Fuente
Zoraide Lugli Rivero (2012). Aspectos socioculturales asociados a la
obesidad. CANIA.
Año 14. Nº 24. p, 10-12.
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