Los alimentos sólidos
complementarios deben ser introducidos alrededor de los 6 meses de edad. A
pesar de las recomendaciones de la
OMS y de la mayoría de organismos internacionales
especialistas en el tema, un porcentaje importante de madres introducen
alimentos sólidos antes de los 4 meses de edad, especialmente si ellas perciben
que el niño está hambriento o no se satisface con la lactancia (en base a
síntomas como succión persistente, irritabilidad, llanto, etc., síntomas que no
siempre se relacionan con hambre).
La introducción muy temprana de
alimentos complementarios (previo a los 6 meses de edad) no beneficia al
infante y por el contrario puede ser riesgosa debido a:
• Reducción en el consumo de Leche
Materna, el niño se satisface con otros alimentos y ya no le interesa succionar
el seno, lo cual puede inducir a la disminución de la producción de leche y que
el niño consuma otros alimentos de menor calidad nutricional.
• La posibilidad que el niño se
atragante o ahogue (en el primer semestre, el niño aun no ha desarrollado plenamente
los mecanismos neuromusculares necesarios para la deglución faríngea) por lo
que es peligroso el consumo de alimentos que no sean líquidos.
• Desarrollo de alergias
alimentarias: en esta edad, el intestino es muy permeable a macromoléculas
potencialmente antigénicas y los mecanismos de tolerancia inmunológica aun no
se han establecido por completo.
• La maduración funcional y
enzimática del tracto digestivo es incompleta en el 1er. semestre, lo que
supone problemas de malabsorción y molestias gastrointestinales derivadas al
consumir alimentos diferentes a la leche.
• Riesgo de obesidad y alteraciones
metabólicas debido al consumo de proteínas y aminoácidos en concentraciones
habitualmente no presentes en la leche materna, lo que puede estimular
liberación de insulina, factores de crecimiento y estímulo de adiposidad (colesterol,
glicemia, ácidos grasos, etc.) en edades posteriores.
• El riesgo siempre latente de
enfermedades infecciosas por mala preparación, manipulación o inadecuado
almacenamiento de los alimentos ya preparados.
En forma
práctica, los requerimientos globales de los niños menores de 1 año son:
AGUA: 135
– 150 ml/kg/día (primeros 6 meses) 90 – 130 ml/kg /día ( 6 – 12 meses ).
ENERGÍA: 105
Kcal/kg/día (0 – 2 meses) 80 Kcal/kg/día (6 – 12 meses).
PROTEINAS:
2 – 2.5 g/kg/día (0 – 6 meses) 1 – 1,5 g/kg/día (6 – 12 meses).
LIPIDOS:
4 – 6 g/100 kcal.
Como regla, la cantidad de
alimentos ofrecidos debe basarse en los principios de alimentación perceptiva,
asegurando una densidad energética adecuada y una frecuencia de comidas acorde
a la edad del niño que no interfiera con la Lactancia Materna.
Optimizar el proceso de
Alimentación Complementaria supone considerar no solamente lo que el niño come,
sino también el cómo, cuándo, dónde y quién alimenta al niño.
Hay estudios que evidencian que
estimular al niño a comer (sin forzarlo), acompañarlo y ayudarlo, mejora la
ingesta de nutrientes: un ambiente de tranquilidad y familiaridad ayudará al
niño aprender a comer y a disfrutar de ese acto. Es útil recordar que no es
solo un momento de aprendizaje de texturas, sabores y olores, también es un
momento de amor.
Fuente:
Asociaciones
de Pediatría de Centro América (2013). Primer
consenso Centroamericano alimentación en
el primer año de vida.
Sociedad Centroamericana de
Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica.
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