El
coaching se define según la ICF, International Coach Federation, la mayor
organización mundial para esta práctica, como la “relación profesional
continuada que ayuda a obtener resultados extraordinarios en la vida,
profesión, empresas o negocios de las personas”.
A
través del proceso de coaching, el paciente o cliente profundiza en su
conocimiento, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida, por lo que se
le considera actualmente como el arte y la ciencia de facilitar el cambio
autodirigido.
El
coach se refiere al profesional que ayuda a encontrar el camino, eliminar
obstáculos y sacar el mejor partido a las capacidades del cliente o paciente
que se denomina como coachee.
Teniendo
en cuenta que es una disciplina relativamente reciente, es habitual confundir
el coaching con el “counselling” o “consejo” (bastante utilizado en la
nutrición humana y dietética) y también
con el “mentoring” o “acompañamiento”.
En
ambas modalidades el profesional transmite conocimientos y experiencia,
mientras en el coaching hay un aprendizaje desde la acción del propio coachee.
El
coach no es un asesor, no aconseja ni le dice a su coachee lo que tiene que
hacer, no le da indicaciones o soluciones a sus problemas, como haría el
consultor o el especialista en determinadas materias sino que es el que
facilita el cambio autodirigido.
Si
bien el inicio del coaching se centró en el rendimiento laboral individual y
colectivo, actualmente se ha extendido, entre otros campos, al de la salud y
también al de la nutrición. En relación con la nutrición, el coach debería ser
el medio para que el cliente/paciente adopte una nueva actitud y consiga unos
cambios globales de hábitos relacionados con la alimentación, el ejercicio y el
manejo global de su vida que le permitan seguir un estilo de vida saludable.
Debido
al incremento de la prevalencia de las enfermedades crónicas, cada vez hay más
estudios centrados en la prevención a través de los factores que influyen en su
desarrollo o en su inhibición. A pesar de la existencia de recomendaciones
sobre hábitos de vida saludables para prevenirlas, la población general
continúa sin seguir estas indicaciones.
Asimismo,
la adopción de hábitos saludables es un aspecto difícil de conseguir y aún más
la adherencia a los mismos en el tiempo.
La
falta de adherencia al tratamiento dietético, es un problema importante por su
magnitud y complejidad, siendo responsable del aumento de la morbimortalidad,
complicaciones, ingresos hospitalarios, costes sanitarios e insatisfacción del
usuario y de los profesionales.
Por
ello, parece que más que nunca el coaching nutricional se presenta como una
metodología de trabajo que puede contribuir significativamente al cambio de
hábitos para la prevención y tratamiento de las enfermedades crónicas.
Los
profesionales sanitarios y en especial aquellos vinculados a la educación alimentaria y nutricional,
como son los dietitas-nutricionistas, han venido poniendo en práctica algunas
de las técnicas de coaching nutricional
–muchas veces sin ponerle el nombre de coaching– para conseguir cambios en los
hábitos dietéticos de sus pacientes. Sin embargo, ahora el coaching se
encuentra definido y estructurado en una metodología de trabajo.
De
hecho, actualmente empiezan a desarrollarse programas y cursos de coaching
nutricional donde el profesional tiene la oportunidad de formarse en los
diferentes aspectos del coaching para aplicarlos a la nutrición humana y
dietética. Esta formación contribuirá sin duda a estructurar su acción sobre el
paciente ayudándolo de forma global a mejorar su bienestar, bajo la premisa de
que el paciente o cliente posee en su interior las respuestas y los medios para
desarrollar las capacidades que le permitirán alcanzar los objetivos
nutricionales y/o dietéticos propuestos en ese momento.
Fuente:
Iva Marques-Lopes (2014). Coaching nutricional, un camino para conseguir
cambios. Rev Esp Nutr Hum Diet. 2014; 18(1): 1 – 2. file:///C:/Users/user/Desktop/Entradas/coachin%20en%20nutricion.pdf.
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