El
yodo es un elemento traza esencial para la producción de hormonas tiroideas (HT),
triyodotironina (T3) y tiroxina (T4). Estas hormonas tienen un papel muy
importante en el crecimiento y desarrollo temprano de la mayoría de los órganos,
en particular del cerebro durante las etapas embrionaria, fetal y postnatal.
La
deficiencia de yodo (DY) ocasiona una serie de trastornos conocidos como
trastornos por DY, entre los que destacan el bocio endémico, hipotiroidismo,
cretinismo y anomalías congénitas. A pesar de los grandes avances logrados en
la lucha contra esta carencia nutricional, basados en la fortificación de la
sal común, aún persiste la deficiencia de este mineral durante periodos de la
vida como los del embarazo, lactancia y en niños menores de dos años,
caracterizados por sus elevados requerimientos nutricionales.
Una
adecuada ingesta de yodo es particularmente importante para los niños que
reciben lactancia materna exclusiva, ya que en ellos la leche materna (LM) es
la única fuente de yodo. La carencia de yodo durante el embarazo y el postparto
conduce a déficit neurológico en los niños, y es la principal causa de retardo
mental prevenible en el mundo.
Nutrición materna
La
nutrición de la madre es un importante determinante del crecimiento en los
niños, y en países en desarrollo se han reportado alteraciones dentro de un
periodo crítico de 1000 días, que abarcan desde la concepción hasta los dos
años de edad.
El
yodo, presente en pequeña cantidad en la mayoría de los alimentos, es absorbido
en el tracto digestivo, pasa a la circulación sanguínea y por medio de una
proteína que transporta el yodo, penetra de forma activa al interior de la
célula tiroidea y de otros tejidos extra tiroideos, como los de placenta y
glándula mamaria.
La
ingesta materna de Yodo y Selenio está relacionada positivamente con sus
concentraciones en LM, no habiendo evidencia convincente de que la
concentración de otros elementos traza en LM sea afectada por la dieta de la
madre. El Selenio es un elemento esencial, presente en altas concentraciones en
la tiroides.
La
concentración de otros minerales como el Calcio, Fósforo, Magnesio, Sodio y Potasio
en LM no es afectada por la dieta. Sin embargo, se ha llamado la atención, para
destacar la importancia del riesgo de deficiencia de Hierro en infantes nacidos
de madres deficientes en este mineral, así como de anemia por deficiencia de
hierro en niños que han recibido lactancia materna exclusiva, por lo que se
hace necesario conocer el estado nutricional del Hierro. Sin embargo, aunque la
organización mundial de la salud (OMS) ha enfatizado la importancia de
prestarle mayor atención a la nutrición de la mujer lactante, esto en la práctica
se lleva a cabo pocas veces.
La
OMS, ha definido varios indicadores, para el estudio de las prácticas de
alimentación de lactantes y niños pequeños:
•
lactancia materna exclusiva de menores de seis meses
•
continuación de la lactancia materna al año de vida
•
lactancia materna continuada a los dos años.
•
Inicio temprano de la lactancia materna.
La
OMS describe el periodo de alimentación complementaria como aquel durante el
cual, se proveen otros alimentos o líquidos además de la leche materna. Antes
del año 2001, la OMS recomendaba que los niños fueran alimentados con lactancia
materna exclusiva hasta los 4-6 meses de edad.
En
mayo de 2001, la Asamblea Mundial de la Salud pide a sus estados miembros,
promover la lactancia exclusiva por seis meses, como una recomendación global
de salud pública. En 2003, la OMS modifica esta recomendación, ya que, aunque
mantiene la lactancia exclusiva los primeros seis meses y la introducción de
alimentos complementarios a partir de esta edad, amplía el periodo de lactancia
hasta los primeros dos años del niño.
La
Academia Americana de Pediatría, reafirma su recomendación de lactancia Materna
exclusiva durante seis meses, seguida de un periodo de alimentación
complementaria y continuando con lactancia materna durante un año o más, según
lo deseen mutuamente la madre y el niño.
En
Venezuela, la legislación define la lactancia materna óptima, como la práctica
de la lactancia materna exclusiva a libre demanda durante los primeros seis
meses de edad del niño o niña, seguida de la provisión de alimentos
complementarios, manteniendo la lactancia materna hasta los dos años de edad.
Un
estudio realizado por el Instituto Nacional de Nutrición halló, que solo 27,86
% de los niños venezolanos menores de seis meses recibió lactancia materna
exclusiva y la alimentación complementaria hasta los dos años, resultó
inoportuna, inadecuada y mal administrada.
En
países de bajos y medianos ingresos, las personas más pobres tienden a
amamantar por más tiempo que sus homólogas más ricas en todos los grupos de
países, pero especialmente en los de ingresos medios. De allí que el interés
manifiesto de los organismos de salud y alimentación, por extender hasta dos
años la lactancia materna, debe ir acompañado no solo de la promoción de una
adecuada alimentación complementaria en el niño, sino también de la vigilancia y
monitoreo de la nutrición de la madre lactante.
La
diversificación de la dieta, una de las estrategias establecidas para corregir
la malnutrición por deficiencia de micronutrientes, debe ponerse en práctica en
el caso del lactante menor de seis meses, brindando protección, apoyo y
estímulo a la lactancia humana y enfatizando en la salud y la buena nutrición
de la madre.
En
la prevención del déficit de nutrientes en los niños debe contemplarse, entre
otros aspectos, el apoyo especializado a todas las madres lactantes para que
inicien la alimentación complementaria con alimentos adecuados, oportunos e
inocuos, sin abandonar la lactancia materna hasta los dos años, vigilando el
cumplimiento del código Internacional de comercialización de sucedáneos de la
leche materna, protegiendo así a las madres y sus hijos de influencias
comerciales inapropiadas.
Los
requerimientos maternos de yodo durante el periodo de lactancia se incrementan
para lograr un adecuado aporte tanto a la madre, como al niño lactante en
desarrollo a través de la LM. Consecuentemente, la OMS, la Fundación de las Naciones
Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Consejo Internacional para el control de
los trastornos por deficiencia de yodo, definen como 250 µg/día la ingesta
adecuada de yodo para la madre lactante. Estudios realizados en recién nacidos,
han establecido una ingesta requerida de yodo para mantener un balance
positivo, de 15 µg/ Kg/d en niños a término y de 30 µg/Kg/d en niños
pretérmino.
Nuevos
valores de referencia de yodo para la población venezolana se adoptaron en una
reciente revisión. En ella se establecieron los valores de Ingesta dietética
recomendada, el valor de referencia para las mujeres que lactan es 290 µg/d, un
poco mayor a la ingesta adecuada de yodo definida por OMS- UNICEF.
También
se ha reportado, en poblaciones con un adecuado programa de yodación de la sal,
suficiencia de yodo en escolares y embarazadas, pero con DY en madres lactantes
y alto riesgo de DY en niños de 6-12 meses que recibieron alimentación
complementaria sin un adecuado contenido de yodo.
En
áreas de moderada a severa DY, los niños menores de dos años han presentado una
prevalencia de hipotiroxinemia cuatro veces mayor que la de sus madres
lactantes, mujeres en edad reproductiva y gestantes. Es necesario vigilar la
yodación de la sal y realizar el monitoreo de la situación nutricional del
yodo, en niños en edad escolar,
embarazadas, mujeres en periodo de lactancia y en niños menores de dos años,
vigilando tanto situaciones de deficiencia como de exceso).
Para
la OMS, la estrategia de fortificación de la sal común con yodo resulta ser la
más práctica, efectiva y económica para corregir la DY, cuando se aplica
mediante la yodación universal de la sal (YUS), entendida como la yodación de
toda la sal destinada al consumo humano y animal, de forma directa y a través
de los alimentos procesados industrialmente.
En
muchos países y regiones, se ha corregido la DY sin haberse alcanzado el 90 %
de consumo de sal adecuadamente yodada (> 15 ppm de yodo) en los hogares,
situación ocurrida probablemente por el consumo de otras fuentes de yodo, como
el pan, pescado, leche de vaca y sus derivados. Basados en la evidencia de
algunos países, donde los requerimientos de los grupos más vulnerables como lo
son las embarazadas, mujeres en lactación y niños de 6-24 meses de edad no son
alcanzados en ocasiones mediante la sal yodada, se han recomendado estrategias
complementarias como la suplementación con yodo, aunadas al fortalecimiento de
los programas de YUS, para asegurar una nutrición óptima en estos grupos
poblacionales.
Otros
factores inciden en la recurrencia o permanencia de una nutrición inadecuada de
yodo en países o regiones. Entre ellos, el deterioro de la situación socio
económica, pobres conocimientos y malas prácticas o hábitos alimentarios. Por
ello se hace necesario educar a la mujer en edad fértil, sobre la importancia
del yodo en la nutrición, como parte de una estrategia de salud pública
dirigida a reducir la DY.
Las
adolescentes gestantes constituyen un grupo de mucho mayor riesgo, y mientras
menor sea el periodo postmenarquia de la gestación, mayor será el riesgo de
desnutrición debido a que sus necesidades de energía y nutrientes son mayores,
por no haber culminado aún su crecimiento, una situación de gran relevancia en Venezuela,
donde se presenta una alta tasa de fecundidad en adolescentes, la más alta de Suramérica.
Recientemente
una encuesta realizada en hogares venezolanos, reveló que 81% de los hogares
resultaron con algún nivel de pobreza y orientaron mayormente la compra de
alimentos hacia los cereales, con reducción en la adquisición de proteínas de
origen animal, así como de leguminosas y frutas, en un entorno de bajas
disponibilidades y/o dificultades para el acceso a los alimentos y medicinas,
situaciones que potencialmente afectan el estado nutricional de niños menores
de dos años y sus madres en lactación, muchas de ellas adolescentes.
Al
inicio de la lactación, la Concentración de Yodo en Leche Materna (CYLM) es más
elevada, de allí que el calostro contenga mayor cantidad de yodo que la leche
madura. Pero el hábito tabáquico de la mujer lactante puede afectar la
transferencia del mineral a la LM. Se ha demostrado que el fumar durante la
lactancia, se asocia a una reducción de la CYLM. Además, las madres fumadoras
presentan niveles altos de tiocianatos, que interfieren el transporte de yodo a
la glándula mamaria.
Por
ello se hace necesario destacar: (a) los requerimientos de yodo en la mujer
lactante casi duplican los de una mujer adulta no embarazada, (b) la
concentración de yodo en la leche está determinada por la ingesta de la madre,
(c) la reducción del consumo de sal para prevenir enfermedades cardiovasculares
y la escasa educación nutricional dirigida a las madres, pueden conducir a disminuir
la ingesta del yodo presente en alimentos naturales o fortificados, (d) los
requerimientos de yodo en niños menores de 2 años son mucho más elevados en
relación a su peso corporal, comparados con otros grupos de edad, (e) la
carencia de yodo durante el embarazo y lactancia afecta el desarrollo
neurológico y motor desde las primeras etapas de la vida y es la primera causa
mundial prevenible de retardo mental.
Fuente:
Luis
Caballero, (2017). Deficiencia de yodo en mujeres lactantes. Archivos Venezolanos de Puericultura y
Pediatría; Vol 80 (2): 62 – 68. http://www.svpediatria.org/repositorio/publicaciones/2017/AVPP%2080-2.pdf
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