La relevancia de la alimentación y la nutrición
en nuestras sociedades viene dada fundamentalmente, por su vinculación con la
salud. El siglo XX fue testigo de importantes hallazgos científicos en el campo
de la nutrición en relación con la salud, se descubrieron las vitaminas, los
aminoácidos, ácidos grasos omega 3 y 6, la fibra, carotenoides, antioxidantes, flavonoides,
fitoquímicos entre otros, con importantes funciones en los sistemas biológicos
para alcanzar o mantener el estado de salud, así como su importancia en la patogenia
de múltiples enfermedades.
A pesar de estos logros, el hambre sigue
siendo uno de los problemas más devastadores que enfrentan la mayoría de los
países en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el aumento
de las enfermedades crónicas no trasmisibles (ECNT), es el responsable de las
dos terceras partes de estas muertes y del 46% de la mortalidad global. Se ha
previsto que para 2020 las ENCT representaran casi las tres cuartas partes del
total de defunciones, el 71% por cardiopatía isquémica, el 75% por accidente
cerebrovasculares y el 70% de las defunciones por diabetes ocurrirán en los
países en desarrollo como el nuestro.
De los diez factores de riesgo identificados como
claves para el desarrollo de las enfermedades crónicas, cinco están estrechamente
relacionadas con la alimentación y el sedentarismo.
Los cambios alimentarios adversos incluyen una
dieta con mayor densidad energética, lo que significa más grasa y más azúcar
añadidos en los alimentos, una mayor ingesta de grasa saturada principalmente
de origen animal, unida a una disminución de la ingesta de carbohidratos
complejos y de fibra, y una reducción del consumo de frutas y vegetales.
Esto nos permite confirmar que, el trompo del
gusto en referencia a la clasificación de los alimentos en función del placer
que proporcionan al paladar, ha sustituido las recomendaciones nutricionales
inmersas en el trompo de alimentos para Venezuela. Esta situación se combina
con la disminución del gasto energético que conlleva a un modo de vida
sedentario: aparatos que ahorran trabajo en el hogar, disminución gradual de las
tareas manuales físicamente exigentes en el trabajo, y dedicación preferente
del tiempo de ocio o pasatiempos que no exigen esfuerzo físico, todo en su
conjunto atenta contra la salud.
Por lo tanto, desde la perspectiva integral,
estamos saludables cuando gozamos de capacidades físicas, mentales,
intelectuales, afectivas y sociales que nos hacen sentir seres humanos plenos y
felices.
La salud integral es la principal condición
del desarrollo humano, es el estado del bienestar ideal y solamente lo alcanzamos
cuando existe un equilibrio entre los factores físicos, biológicos,
emocionales, mentales, espirituales y sociales, que permiten un adecuado
crecimiento y desarrollo en todos los ámbitos de la vida. No es la mera
ausencia de alteraciones y enfermedades, sino un concepto positivo que implica
distintos grados de vitalidad y funcionamiento adaptativos.
La individualidad es uno de los factores que
tiene más importancia en la salud integral. Ya que ninguna persona puede
compararse a otra, cada uno ha crecido bajo diferentes circunstancias, ha
tenido distintas oportunidades, sus condiciones físicas son diferentes, y sus
reacciones físicas y emocionales a los factores ambientales, y a los tratamientos
nutricionales también lo son.
La salud integral es uno de los parámetros
fundamentales del desarrollo y de las necesidades primarias del hombre. Sin
salud no hay bienestar, ni trabajo, ni plenitud de vida.
Sin salud es difícil acceder a una instrucción
adecuada, a un tenor de vida digno, a una participación plena en la vida
social, pues el sufrimiento físico aísla al individuo e impide las relaciones
normales con el medio familiar y social. Concebida de esta manera, es la fuente
de riqueza de la vida cotidiana.
En la actualidad existe una gran preocupación por
la salud y se reconoce a la alimentación adecuada como un instrumento de
protección de la salud y prevención de enfermedades. La nutrición y la salud
son complementarias, mientras que la alimentación es reconocida como un componente
vital de salud, este último es un objetivo fundamental de la nutrición.
Los avances científicos nos sumergen en el
mundo de la alimentación y su relación con la salud. Cada estudio, cada
investigación, reafirma que la dieta saludable es aquella que considera todas
las condiciones que nos caracterizan como personas en una cultura determinada, con
hábitos alimentarios concretos, estado de salud, costumbres e ideales,
actividad física y estilos de vida diferentes.
La expresión “estilo de vida saludable” se ha convertido actualmente en un hito,
que necesariamente permea a la sociedad como colectivo y al individuo como
persona, pues propende por un desarrollo armónico del ser humano, mejorando su
salud integral y elevando su calidad de vida.
Ante este compromiso y en procura de la salud
integral, es necesario modificar el concepto de nutrición en función a la
salud. La alimentación adecuada, entendida como suficiente, dirigida a
satisfacer el hambre y evitar déficit, ha dejado de ser la meta de las
sociedades. Emerge la concepción de la alimentación como Nutrición Óptima.
Su objetivo es la calidad de vida y el
bienestar integral del individuo. La nutrición adquiere un nuevo enfoque
terapéutico y preventivo; participa en la promoción de la salud y es ya
considerada como factor de protección ante una larga serie de circunstancias
patológicas.
La nutrición no debemos entenderla como una
ciencia para contribuir a la recuperación de la salud, deberíamos considerarla
ahora como preventiva de enfermedades y promotora de salud, es decir, el arte
de mantener y conservar la salud. El nuevo modelo de alimentación-nutrición en
salud, surge de la intención de recuperar la integridad del ser humano, al
momento de estructurar la respuesta social en salud, colocando a la persona y a
su familia como el centro de nuestra misión.
Definitivamente debemos estar convencidos que
la nutrición, debe enfocarse no solo al enfermo, sino también en relación con
el individuo sano y sobre todo, con los grandes grupos de población.
Necesitamos comenzar, a buscar la forma de recuperar al ser humano y
transformar la alimentación en algo más amigable y, quizás, más eficaz; debemos
capturar y perfeccionar el enfoque holístico del ser humano.
Hay que hacerlo con disciplina, perseverancia,
constancia y determinación. El desafío del profesional en Nutrición es lograr
una sinergia entre el nivel corporal, mental, emocional y espiritual de las
personas, con metodologías educativas que promueven el darse cuenta de sí
mismo, poner atención en las sensaciones del aquí y ahora y experiencias que
faciliten la elección, el cambio y la adopción de conductas que contribuyan a
su salud integral.
Es un momento oportuno para señalar que la alimentación
como esencia de la salud integral, es el desafío para el siglo XXI y que la
esencia de la nutrición, debe ser satisfacer las necesidades del organismo y la
de nuestros sentidos, y puedan al mismo tiempo generar placer, alegría, paz y
salud.
Debemos impedir que las personas caigan en la
tentación de querer resolver todos los problemas nutricionales en una sola
comida o con una pastilla, los beneficios esperados para la salud, nunca se
consiguen en un solo alimento, por muy funcional que sea, sino de unos hábitos alimentarios
o de una dieta saludable cuyo propósito debe ser la salud integral.
Fuente:
Yimi
Vera Barboza (2010). Nutrición esencia de la salud integral Anales Venezolanos de Nutrición; Vol. 23 (1):
50-53.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario