La deficiencia de hierro es el trastorno
hematológico más frecuente alrededor del mundo y afecta a 2000 millones de
personas en especial en países en vías de desarrollo. En América Latina la
deficiencia de hierro está presente en 10% a 30% de las mujeres en edad
reproductiva, en 40% a 70% de las mujeres embarazadas y en 50% de los niños, de
los cuales 48% son menores de dos años, 42% preescolares y 53% escolares. El
signo más frecuente de deficiencia de hierro es la anemia que afecta a 77
millones de niños y mujeres en América Latina y el Caribe.
La deficiencia de hierro tiene un espectro que va
desde la reducción y agotamiento de las reservas de hierro hasta la reducción
de las células rojas y de la concentración de hemoglobina. En consecuencia, hay
deficiencias de hierro sin anemia. Los infantes tienen un mayor riesgo debido a
su rápido crecimiento y las fuentes dietéticas limitadas en hierro.
Las implicaciones no hematológicas de la
deficiencia de hierro son muy variadas e incluyen efectos sobre la función y
estructura gastrointestinal, inmunidad e infección, función neurológica y
física. A nivel del sistema nervioso central, el hierro está comprometido en
muchos procesos que podrían afectar la conducta infantil y su desarrollo, con
efectos a largo plazo sobre el rendimiento intelectual y físico de los
niños.
Durante los primeros dos años de la vida, cuando se presenta
la anemia ferropénica, el riesgo de una alteración funcional es alto, debido a
que el cerebro pasa, después del nacimiento, por cambios anatómicos y
bioquímicos acelerados que aumentan su vulnerabilidad.
Varias semanas después del nacimiento ocurre un período de
acelerada formación sináptica que llega a un pico máximo, que varía en el
tiempo de acuerdo con la región cerebral, entre los tres meses y los tres años
de edad. Los cambios iniciales más rápidos se experimentan a nivel de la
corteza auditiva, mientras que, en la corteza frontal ocurren hacia el final
del segundo año.
Hay evidencias que la formación acelerada de las sinapsis en
diferentes regiones cerebrales se relaciona con la aparición de habilidades
específicas enraizadas en dichas regiones, de esa forma, el incremento de la
densidad sináptica dentro de una región cerebral daría origen a la aparición de
nuevas funciones.
La descripción de un aspecto del crecimiento cerebral permite
comprender, el significado que puede tener la deficiencia de hierro en el
desarrollo psicobiológico del niño. Los períodos de máximo desarrollo y
actividad metabólica hacen que algunas regiones y procesos del cerebro, sean
más vulnerables a la deficiencia de sustratos que soporten ese metabolismo. Uno
de estos sustratos, es el hierro.
Esta perspectiva permite predecir que las
consecuencias en la conducta y desarrollo del cerebro debidas a la deficiencia
de hierro, se encontrarán en función de su severidad y su duración.
La deficiencia de hierro es muy frecuente durante la
infancia; este período se caracteriza por el máximo desarrollo del hipocampo y
el desarrollo regional cortical, asimismo el desarrollo de la mielina,
dendritas y una sinaptogénesis acelerada en el cerebro.
Los efectos en el cerebro que conciernen a la función de
hierro como un co-factor necesario o componente estructural de enzimas y
moléculas requeridas para el desarrollo y la función exitosa del sistema
nervioso, incluyen particularmente la conducción del impulso nervioso.
La deficiencia de hierro afecta la regulación y la
conducción de neurotransmisores como son la serotonina, la dopamina y el ácido
gamma amino butírico (GABA). Los más recientes estudios demuestran que la
densidad de receptores para serotonina y norepinefrina se encuentra alterada
por la deficiencia de hierro en la dieta.
El déficit en el hipocampo y la corteza se relaciona con
deficiencias en el aprendizaje espacial. La alteración de los receptores de
dopamina, compromete en los infantes las respuestas afectivas, y de esa forma
su relación con el ambiente y el funcionamiento cognitivo.
Con respecto a los receptores GABA hay evidencias
de que están comprometidos en una red sináptica de información, relacionada con
la coordinación de patrones de movimiento y memoria, la coordinación motora
permite una mayor independencia en el niño, y de esa forma una mejor
interacción con el ambiente que lo rodea. Los efectos de deficiencia de hierro
a temprana edad sobre los neurotransmisores en el cerebro dependen del momento
en que se producen y de la severidad de la deficiencia.
La deficiencia de hierro, afecta la formación de la mielina
en las neuronas cerebrales. No está claro aún, si la activación de estos
mecanismos está restringida a los dos o tres primeros años de edad, cuando la
vulnerabilidad del cerebro está acentuada. Estos datos indican que el tiempo en
que se presenta la deficiencia de hierro durante el desarrollo temprano del
cerebro, en estas especies, es más importante que tener concentraciones
normales de hierro en el cerebro adulto. Los lactantes anémicos tienen una
menor maduración del sistema nervioso central.
Los efectos a largo plazo de la deficiencia de
hierro en los seres humanos, que alteran el proceso de mielinización, provocan
una conducción más lenta en los sistemas auditivo y visual, que se puede
descubrir a través de las pruebas de potenciales evocados en infantes. Ambos
sistemas se mielinizan durante el periodo de deficiencia de hierro en forma
rápida, debido a que son críticos para el aprendizaje y la interacción social.
En los niños con deficiencia crónica o severa de hierro, se observa que hay un
retraso en el desarrollo sensorial, motor y cognoscitivo, asimismo, los
trastornos afectivos pueden afectar su interacción con el ambiente físico y
social, y comprometer aún más su desarrollo.
Con el tiempo, los efectos directos de la
deficiencia de hierro en el cerebro en vías de desarrollo y los indirectos
sobre su relación con el medio, contribuirán a un resultado en el rendimiento
intelectual y escolar más pobre, si se compara con el de los niños que no han
tenido deficiencia de hierro.
La anemia por deficiencia de hierro es una
condición nutricional que afecta a niños de diferentes estratos
socioeconómicos, y su prevalencia es mayor en niños de poblaciones de escasos
recursos económicos y educacionales. Los niños que viven en pobreza están al
mismo tiempo más expuestos a factores de riesgo ambiental. El bajo peso al
nacimiento (menos de 2.500 g), la prematuridad, nivel socioeconómico bajo,
malnutrición, enfermedades parasitarias, padres adolescentes, madres solteras,
ausencia del padre, depresión materna, bajo nivel educacional de los padres y
problemas psiquiátricos de los padres son algunos de los factores de riesgo que
se asocian con pobreza y que se relacionan con el desarrollo psicológico
infantil.
Estos factores no ocurren aisladamente; la
presencia simultánea de dos o más factores de riesgo no actúa en forma aditiva,
sino más bien sinérgica. De esta manera, a medida que se combinan un mayor
número de factores de riesgo, la probabilidad de observar una disminución en el
desarrollo cognitivo infantil aumenta, de modo que los niños que viven en
medios empobrecidos son los más seriamente expuestos.
Sin embargo, en el último tiempo han cobrado
importancia los factores de resiliencia. Un adecuado cuidado prenatal y peso de
nacimiento, métodos de crianza favorables, una relación madre-hijo segura y
estable, la presencia del padre, una estimulación variada y adecuada al nivel
de desarrollo serían algunos de los factores protectores del desarrollo, que
atenúan los efectos potencialmente adversos cuando coexisten con otros factores
de riesgo.
En los últimos 30 años ha habido un considerable número de
estudios, sobre la relación entre la presencia de anemia ferropriva y la
cognición y conducta, pero el tema aún permanece polémico.
Las nuevas tendencias sobre la psicología del desarrollo
sugieren con gran determinación que las interacciones aditivas y sinérgicas
entre los factores de riesgo tienen una mayor influencia sobre el desempeño
escolar, que cualquier otro factor de riesgo individual aislado, así como los
factores protectores que se deben reforzar en las poblaciones de riesgo.
Fuente:
Gilda G. Stanco (2007).
Funcionamiento intelectual y rendimiento escolar en niños con anemia y
deficiencia de hierro. Colombia
Médica, 38 Sup.1. (1).
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28309905
Sociedad Latinoamericana
de Nutrición. Capitulo Venezuela.
https://www.slan.org.ve/publicaciones/completas/funcionamiento_ninos_con_anemia.asp
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