La
mujer en nuestro país, viene afrontando una crisis humanitaria compleja y
prolongada que tiene un impacto destructor en la familia. La Encuesta Nacional
de Condiciones de Vida (ENCOVI) 2017, muestra que la pobreza de ingreso es de
87 %, la inseguridad alimentaria de 80 %, el ingreso en 93 % de los hogares no
alcanza para la comida, se reduce el tamaño de la ración y pierde calidad y
cantidad, es decir, estamos en una alimentación de pocos, que conforma una
situación de alta vulnerabilidad social.
Los
resultados preliminares de la ENCOVI-2018, revelan un incremento de 2% de la
crisis del 2017, tomando como indicadores el estándar de vida, según las
condiciones de la vivienda, el funcionamiento de los servicios básicos, el
acceso a la educación, empleo y protección social. De acuerdo con los avances
del estudio, el 94% de los encuestados aseguró que sus ingresos son
insuficientes para cubrir los costos de vida. En este sentido, el 63% de la
población es beneficiaria de alguna de las misiones sociales que ofrece el
gobierno, un aumento de 20% versus el año anterior. Los datos ofrecidos en
cuanto a la cobertura educativa también son poco alentadores, ya que la
deserción escolar en niños y jóvenes entre 3 y 24 años de ubicó en un 30%, ocho
puntos porcentuales por encima del año 2014 (65% entre jóvenes de 18-24 años).
Los principales factores que impiden la asistencia a clases son la falta de alimentos
en los hogares o planteles, el colapso del sistema de transporte y las fallas
en servicios públicos como el agua
Según
el Censo de 2011, 39 % de los hogares tienen jefatura femenina, siendo la madre
quien lleva la pesada carga de mantener el hogar, lo que, en presencia de una
situación de inseguridad política, social, económica y alimentaria severa, las
consecuencia sobre las mujeres venezolanas son nefastas.
Las
estrategias de sobrevivencia, como reducir la cantidad y calidad de las
comidas, tienen efectos deletéreos sobre el estado de salud y nutrición de las
mujeres, porque las madres y abuelas dejan de comer para alimentar a sus hijos.
Entre los daños irreversibles que tienen como origen la desnutrición se
encuentra el incremento de la mortalidad materna, que en Venezuela pasa de 72 a
127 muertes de madres por cada 100.000 nacidos vivos entre 2014 y 2016, según
cifras del Ministerio del Poder Popular para la Salud, agravada por el
deterioro en el control del embarazo, en la atención del parto y por el
embarazo de adolescentes, que alcanza 25 % de todos los embarazos, muchas de
ellas desnutridas, anémicas y con embarazos de alto riesgo.
En
situaciones como la impuesta en nuestro país, el hambre infantil muchas veces
se hereda, cada año nacen en Venezuela, aproximadamente cuarenta mil niños con
bajo peso, debido a una nutrición inadecuada antes y durante el embarazo. En un
estudio reciente, se observa que 33 % de los niños menores de 2 años de zonas
pobres en todo el país, tienen retardo de crecimiento severo, debido a una
desnutrición desde el vientre materno, que establece barreras epigenéticas a
muy temprana edad en su crecimiento físico, desarrollo intelectual y de
patologías crónicas.
En
esta prolongada crisis, las mujeres no sólo son las que menos comen, consumen
menos proteínas, permanecen 8 a 14 horas semanales en colas para rendir la
compra de alimentos a precios regulados, pierden 8 kg de peso en el último año
y, son receptoras del deterioro del sistema de salud. Son las madres quienes
cuidan de sus hijas e hijos cuando están hospitalizados, en centros de salud
públicos, con 70 % de escasez de insumos básicos y médico-quirúrgicos, 50 % de
diminución de personal médico, 60 % de paralización de equipos de diagnóstico y
tratamiento, y fallas constantes de energía eléctrica y agua, por lo que deben
peregrinar para conseguir los medicamentos que sus hijos requieren.
Además,
las venezolanas sufren por la falta de acceso a los anticonceptivos, a pruebas
de detección y tratamiento precoz del cáncer de mama y cáncer cervicouterino,
así como por la poca atención a la elevada tasa de infecciones por VIH entre
las mujeres jóvenes. Son estas madres las que abrazan a sus hijos que emigran
del país, luchan por los hijos presos políticos y lloran la muerte de sus
hijos, víctimas de la violencia política y social.
La
mujer venezolana siempre ha estado a la vanguardia de las conquistas sociales y
políticas, y en estas lamentables circunstancias, unen sus esfuerzos al reclamo
permanente de médicos, enfermeras y personal de salud, por el derecho a la
salud y a la vida, que en un silencio cómplice, las autoridades eluden dar
respuestas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario