El desarrollo de nuevos productos, que además de proporcionar
nutrientes aporten un efecto beneficioso en la salud, es más que una moda en el
campo de la alimentación, es una tendencia importante del mundo actual, la cual
busca acentuar la importancia de los hábitos de vida saludables, donde la
elección de los alimentos se basa no solo en la composición nutricional de los
mismos, sino también en sus propiedades.
Por ello, se ha iniciado una evolución de la industria de los
alimentos, que está enmarcada en la relación entre alimentación y salud, en
razón de los problemas de nutrición que se ven actualmente en el mundo.
Es una amarga ironía que conforme los países en desarrollo siguen
esforzándose por reducir el hambre, algunos a la vez afrontan el problema contrario:
la obesidad, que acarrea una mayor
frecuencia de enfermedades crónicas, como la diabetes, enfermedades del corazón
y cáncer. Y si bien algunas personas pobres están sobradas de peso, eso no
significa que estén mejor alimentadas.
La FAO sostiene que un acertado planteamiento de la nutrición debe
orientarse a la calidad, así como a la cantidad. "Una de nuestras misiones más importantes es promover una alimentación
diversificada, que contenga los alimentos tradicionales, por lo general bien
equilibrados y muy nutritivos".
Los problemas de nutrición dependen en gran medida de un sólido
desarrollo económico y agropecuario del país, y de la cantidad y calidad de los
alimentos disponibles a precios razonables. Se ha reconocido, en forma general,
el hecho de que los hábitos alimentarios y los patrones culturales también influyen
en la nutrición. Así, se ha podido demostrar que en muchos lugares del mundo la
desnutrición suele ser, en mayor medida, el resultado de la ignorancia y de los
prejuicios, que la consecuencia de la pobreza y de la escasez de alimentos.
De los diez factores de riesgo identificados por la OMS como clave
para el desarrollo de las enfermedades crónicas, cinco están estrechamente
relacionados con la alimentación y el ejercicio físico. Además de la obesidad,
se incluyen el sedentarismo, la hipertensión arterial, hipercolesterolemia y
consumo insuficiente de frutas y verduras.
La estrategia global sobre régimen alimentario, actividad física y
salud, de la OMS, presentada el año 2004, insta a los estados miembros a que
elaboren, apliquen y evalúen las acciones recomendadas en esta estrategia,
adecuándola a su realidad nacional. Esta perspectiva promueve el
fortalecimiento del sector salud y la coordinación con otros sectores de la
sociedad, como la industria, para la implementación de políticas y planes de
acción integrales, sostenibles en el tiempo y que permitan la participación de
los ciudadanos en la solución del problema, en torno a la promoción de estilos
de vida saludables a través de todo el ciclo vital.
A raíz del sin número de problemas de nutrición, desde hace
aproximadamente treinta años la industria alimentaria ha mostrado un desarrollo
impresionante, en cuanto a productos modificados en el contenido de sustancias,
las cuales científicamente se ha demostrado que son beneficiosas o
perjudiciales para la salud.
Desde entonces, Japón introdujo un nuevo concepto: “alimentos
funcionales”, que se desarrollaron específicamente para mejorar la salud y
reducir el riesgo de contraer enfermedades. A partir de ese momento se introdujeron
estos alimentos en Canadá, Estados Unidos, Europa, y así por todo el mundo.
Un alimento funcional es
aquel que contiene un componente, nutriente o no nutriente, con efecto
selectivo sobre una o varias funciones del organismo, con un efecto añadido por
encima de su valor nutricional y cuyos efectos positivos justifican que pueda
reivindicarse su carácter funcional o incluso saludable.
Desde un punto de vista práctico, un alimento funcional puede ser:
a) Un alimento natural, en el cual uno de sus componentes ha sido naturalmente realzado
a través de condiciones especiales de cultivo, b) Un alimento al que se le han
añadido componentes para proveer beneficios específicos, c) Un alimento del
cual se han removido ciertos componentes, con la finalidad de disminuir los
efectos adversos en la salud, d) Un alimento en el que uno o más de sus
componentes ha sido químicamente modificado, para potenciar la salud, e) Un
alimento cuya biodisponibilidad para uno o más de sus componentes ha sido
aumentada, para mejorar la absorción de un componente beneficioso.
Además, cabe recalcar que un alimento funcional no cura nada, sino
que previene, y solo si está enmarcado dentro de una alimentación saludable, como
parte de la dieta diaria, pero capaz de producir demostrados efectos
metabólicos o fisiológicos, útiles en la manutención de una buena salud física
y mental, pudiendo auxiliar en la reducción del riesgo de enfermedades
crónico-degenerativas, además de sus funciones nutricionales básicas".
En general, los alimentos funcionales tienen uno o más compuestos
"bioactivos", responsables
de su acción; además, existen compuestos presentes en forma natural en los
alimentos, que poseen propiedades biológicas importantes y están siendo
investigados intensamente en todo el mundo. Los carotenoides, por ejemplo,
pigmentos responsables del color naranja de los vegetales, contienen un gran número
de compuestos, muchos de los cuales tienen actividad biológica.
Algunos, como el b-caroteno, son pro-vitamina A (se transforman en
vitamina A en el organismo). Otros, como el licopeno (del tomate), no son
precursores de vitamina A, pero actúan en el organismo como antioxidantes, es
decir, participan en la eliminación de especies activas de oxígeno (radicales
libres), formadas o no por el metabolismo humano.
Otro grupo de compuestos vegetales importantes es el de los
flavonoides, sustancias que están presentes en frutas y vegetales, y son
responsables del color rojo, morado y amarillo de estos alimentos. Al igual que
los carotenoides, son activos en grados variables contra radicales libres, los
cuales a su vez pueden estar asociados a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular,
cáncer, envejecimiento y otros padecimientos. Investigaciones actuales han demostrado
su potencial en la prevención y progresión del cáncer.
Se ha encontrado, además, que la fibra dietaria es un importante
componente de los vegetales, y está asociado como sustancia de carácter
funcional al prevenir el cáncer de próstata y mama. Igualmente, se ha observado
una importante relación entre obesidad y bajos consumos de fibra, y como factor
crítico para reducir el alto nivel de obesidad el incremento en el consumo de
fibra dietaria.
Se encuentran trabajos donde se demuestra que el consumo de fibra y
la no reducción de peso en mujeres están asociados a una ingestión simultánea
de alimentos obtenidos a partir de granos refinados, por lo que se hace
necesario informar a la población de la necesidad de acompañar el consumo de
frutas y vegetales con granos enteros. También se ha reportado la importancia
del consumo de fibra dietaria desde la infancia, pues ello contribuye a evitar riesgos
de enfermedad cardiaca en los adultos. Los consumos de vegetales varían de
acuerdo con la edad, el género y el conocimiento de su importancia, por lo cual
el consumidor debe ser sensibilizado a este respecto.
Encontrar en los supermercados alimentos cuyas etiquetas destacan
aseveraciones tales como “enriquecido con omega-3”, “rico en calcio o en
fibra”, “contiene antioxidantes”, es una situación de común ocurrencia.
Todas esas menciones son parte de un nuevo concepto: el de los
"alimentos funcionales”, un mercado amplio y en crecimiento, que se
desarrolla paralelo con los avances en nutrición y tecnología alimentaria, y
una comprensión cada vez mayor, por parte del consumidor, de los vínculos entre
dieta y enfermedad.
En dicho contexto, el consumo de productos “diseñados” o “con algo
más”, genéricamente englobados en la nueva categoría de “funcionales”, es visto
como una forma alternativa de favorecer la salud y prevenir enfermedades. En este
sentido, los alimentos funcionales pueden resultar un complemento interesante
dentro de una estrategia que promueva la buena salud, pero no son una necesidad,
ni cumplen por sí solos el objetivo de preservarla.
La industria y la ingeniería, que además de resolver los temas
propiamente tecnológicos, requiere comprender al consumidor como una persona
que en su totalidad debe alcanzar su bienestar, cualquiera que sea su condición,
aun cuando aparezcan en primera instancia como responsables de este proceso la medicina
y el Estado.
Para ello, se deben mantener campañas de capacitación responsable a
nivel de los medios de información tradicional y de la misma Internet, que
muevan al consumo de alimentos saludables, funcionales o no, que realmente
proporcionen sustancias que tengan alto valor nutritivo, pero que a su vez se
unan a estilos de vida saludable, que impliquen una combinación apropiada de
ellos y la manera adecuada de prepararlos, consumirlos y mantenerlos en
almacenamiento.
Aun cuando el papel de la industria y la ingeniería no aparece
mencionado en forma directa, resulta una oportunidad de enfrentar la
responsabilidad compartida, el velar por la salud de los consumidores a través
de la investigación y el desarrollo de productos asequibles a toda la
población, que promuevan estilos de vida saludable, más allá de garantizar la
inocuidad de los mismos y la salud de sus trabajadores.
Pero la acción preventiva debe trascender, al hacer frente a los efectos
nocivos del comercio, productos, servicios y estrategias de comercialización, que
en últimas promueven patrones culturales contrarios a lo esperado.
La promoción de la salud debe ser parte de la estrategia de
formación del nuevo consumidor, que será consciente de la relación salud-alimentación,
y para ello aparece como componente fundamental la educación.
La industria y la ingeniería deben ser parte del proceso formativo
como facilitadores, fomentando, desde su cultura institucional y profesional, que
cada individuo se haga responsable por su salud, por su estilo de vida y por el
efecto positivo que genera en la sociedad y en el medio ambiente.
Fuente:
Gabriela Rabe
Cáez Ramírez y Nidia Casas Forero (2007). Formar en un estilo de vida
saludable: otro reto para la ingeniería y la industria. Educación y Educadores. educ.educ., Volumen 10, Número 2, pp. 103-117.
Universidad de La Sabana, Facultad de Educación. Colombia.
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