Las personas mayores que comen en forma saludable (alimentación
variada y equilibrada) tienen una mayor probabilidad de mantenerse sanas y
activas durante más tiempo. Sus necesidades de energía son en general menores
que las de los adultos jóvenes, pero sus necesidades de proteínas y de
micronutrientes se mantienen y en algunos casos aumentan.
En esta etapa de la vida, las necesidades nutricionales de
las personas son estables, primordialmente porque se ha detenido el
crecimiento. En esta edad, una alimentación adecuada es necesaria para
conservar la buena salud, fortalecer su sistema inmunológico, mantener la
productividad, la seguridad en sus actividades y retardar o disminuir el deterioro
conforme avanza la edad. Es importante también para prepararse para vivir la
etapa del adulto mayor de forma plena.
La dieta debe ser de tal manera que permita el mantenimiento
del peso corporal en las personas con peso adecuado o que se ajuste a los casos
particulares en los que se requiera aumentar o disminuir el peso.
Como en todas las edades, la alimentación en esta etapa de la
vida debe reunir las características generales de la alimentación correcta: es
decir, debe ser completa, equilibrada, suficiente, variada, inocua (que no hace
daño) y adecuada a las circunstancias particulares del adulto.
Las personas tienden a comer menos a medida que se van haciendo
mayores. Esto significa que es particularmente importante que los adultos
mayores seleccionen los alimentos con mayor contenido de nutrientes para cubrir
sus necesidades con pequeñas cantidades de alimentos.
Las necesidades nutricionales en esta etapa cambian en
relación con varios factores, principalmente con edad, peso, temperatura ambiente, intensidad y duración del trabajo y la
actividad física adicional.
A partir de los 25 años de edad, los requerimientos
energéticos de las personas comienzan a disminuir. Sin embargo, si la persona
se mantiene en una actividad física moderada
o intensa, sus requerimientos de energía aumentan.
Los hábitos alimentarios basados en la variedad y la moderación,
pueden ayudar a mantener un peso saludable y evitar la enfermedad. Debido a la
importancia de la prevención o la detección temprana de obesidad o sobrepeso es
deseable que el adulto sano se someta a evaluaciones periódicas del peso y de
la grasa corporal.
Una forma sencilla para evaluar es estado nutricional, es el
uso de las medidas de peso en kilogramos y la talla en metros al cuadrado (Peso
(Kg)/Talla (metros al cuadrado), la cual se denomina Índice de Masa Corporal
-IMC-.
Además de ser uno de los indicadores más utilizados para
conocer la composición corporal; también se ha considerado como un indicador de
riesgo de mortalidad (a mayor el IMC, mayor el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas
con exceso de grasa corporal).
El Índice de Masa Corporal -IMC- es ampliamente utilizado
para el diagnóstico del sobrepeso (IMC ≥ 25 kg/m2) y obesidad (IMC ≥ 30 kg/m2) en hombres y
mujeres, ya que esos valores se relacionan con el aumento en el riesgo de
enfermar y morir.
Al igual que para las calorías, hay variaciones individuales
para las necesidades de proteínas, minerales y vitaminas. Las necesidades de
proteína al igual que las calorías son mayores para el sexo masculino; mientras
que las necesidades de hierro para el sexo masculino son inferiores, ya que las
mujeres requieren más, principalmente por la pérdida menstrual. Las necesidades
de vitaminas A, C, complejo B y de minerales como el calcio y potasio son
iguales para ambos sexos.
Cubrir las necesidades de calcio en esta edad también es
importante ya que es necesario para la coagulación de la sangre, desarrollo de
los impulsos nerviosos, los latidos del corazón, las contracciones musculares y
para el mantenimiento de huesos y dientes sanos y fuertes.
Es posible que algunas personas mayores no coman lo suficiente y
puedan tener bajo peso o anemia debido a que: no tienen dientes o tienen las
encías dañadas; se sienten tristes, solas o están enfermas; son pobres o
discapacitadas y no tienen a nadie que les ayude a comprar o preparar
alimentos; viven en instituciones que les proporcionan comidas insuficientes o
de mala calidad; deben compartir el poco dinero del que disponen con una
familia numerosa o no pueden disponer de su propio dinero.
Como en todas las edades, la alimentación en esta etapa de la
vida debe reunir las características generales de la alimentación nutritiva; tales
como: guisos de verduras, tortas de huevo con vegetales u hortalizas, ensaladas,
encurtidos, sopas o cremas de vegetales.
Por otra parte, la sensibilidad de los ancianos a procesos
infecciosos enfermedades neoplásticas y tal vez a daños vasculares, parece ser
consecuencia del envejecimiento de su sistema inmune. La respuesta inmune
disminuye con la edad contribuyendo a un aumento en la morbilidad y mortalidad
del adulto mayor. Además, con la edad se pierde la capacidad de replicación
celular que se requiere para una adecuada respuesta inmune.
El adulto mayor o anciano es reconocido siempre como un
paciente inmuno-comprometido, pero la edad fisiológica y la edad cronológica no
siempre concuerdan y de allí, la heterogenicidad de los ancianos.
Los factores de riesgo asociados con infecciones en el adulto
mayor son: deficiente estado nutricional, enfermedades basales, alteraciones en
la deglución y disminución en su capacidad inmunológica mediada por células.
Por lo tanto, los objetivos primarios en la prevención y tratamiento de las
infecciones en esta etapa de la vida deben ser el mantenimiento de las
condiciones generales y del estado nutricional.
A continuación se mencionan algunas modificaciones
alimentarias y de estilo de vida que, junto con las reglas generales de la alimentación
correcta, pueden ayudar a disfrutar de la comida y a la vez gozar de una buena
salud para tener la oportunidad de alcanzar y disfrutar la vejez.
.-
Mantener un peso
de acuerdo a la talla o estatura.
.-
Comer alimentos
variados.
.-
Aumentar el
consumo de frutas y verduras 5 – 7 porciones al día.
.-Comer grasa en cantidad moderada.
.- Comer alimentos con fibra
.- Mantener un consumo adecuado de calcio
.- Prefiera consumir más pescado con relación a carne
de aves y carnes rojas
.- Moderar la ingestión tanto de alimentos ahumados y
de productos curados o de salchichonería
.- Evitar el exceso de azúcar.
.- Evitar el exceso de sal.
.- Consumir
líquidos en abundancia,
por lo menos 8 vasos de agua al día.
Los hábitos alimentarios en la edad adulta ya están
establecidos, sin embargo, estos pueden ser modificados o mejorados con
perseverancia y voluntad, en el caso de tener costumbres alimentarias erróneas.
Por otra parte, la desnutrición es común en nuestros países, aunque
es más frecuente en los niños menores y
la población adulta, la cual se ve afectada por:
.- Las
hambrunas, que involucran a toda la población de un lugar específico.
.- El tabaquismo, el alcoholismo y la drogadicción.
.- Las
enfermedades que afectan el consumo de alimentos, o bien la absorción, utilización
y excreción de nutrientes.
.- Ciertos
padecimientos que causan el ingreso a un hospital, pudiendo ser la desnutrición
producto de la falta de apetito causada por la misma enfermedad o tratamiento
(cirugía, entre otros).
.- La
moda que se inclina por un culto a la delgadez.
Cuando la dieta no cubre las necesidades de energía, se
utilizan las reservas del propio organismo: grasa, músculo y proteínas viscerales.
El tratamiento que debe recibir el adulto desnutrido va a depender de la causa
y el tipo de desnutrición.
Recuerde que:
1. Comer alimentos variados en cantidades moderadas.
2. Comer grasa en cantidad moderada, de preferencia aceites
vegetales y preparar los alimentos con poca grasa.
3. Comer alimentos con fibra, incluyendo frutas y vegetales
de 5 a 7 porciones al día.
4. Evitar el exceso de azúcares y limitar el consumo de
postres, golosinas y bebidas embotelladas.
5. Evitar el exceso de sal, principalmente eliminando la
costumbre de agregar sal a los alimentos una vez servidos en la mesa y restringir
el consumo de alimentos muy saldados o productos procesados no naturales.
6. Mantener un peso de acuerdo al tamaño o estatura con una
dieta balanceada de acuerdo a las necesidades nutricionales y aumentando la
actividad física diaria.
7. Consumir diariamente suficiente agua (por lo menos 8 vasos
de agua de preferencia entre comidas).
El consumo de tabaco por diferentes mecanismos, afecta las
concentraciones normales de las vitaminas: A, B12, E, C, Ácido fólico y algunos
carotenos (provitamina A). Los fumadores deben incrementar el consumo de
alimentos fuentes de estas vitaminas. Varios metales tóxicos contenidos en el
humo del tabaco (arsénico, cadmio, níquel), se depositan en los tejidos y
compiten con la absorción intestinal de minerales como el zinc, el cobre y el
hierro, lo que podría afectar los niveles normales de estos nutrientes tanto el
consumidor como el fumador pasivo.
Fuente:
FAO-OMS (1994) la
alimentación del adulto mayor. Instituto de Nutrición de Centro América y
Panamá. Disponible en: https://www.paho.org/nic/index.php?option=com_docman&view=download&alias=57-cadena-28-alimentacion-del-adulto-mayor&category_slug=publicaciones-anteriores&Itemid=235
FAO (2006) la
alimentación en al adulto mayor. Disponible
en: http://www.fao.org/3/y5740s/y5740s13.pdf
Fundación
CAVENDES (1998). Nutrición y Envejecimiento. Dani Editores.
Carabobo-Venezuela.
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