Existe mucha
evidencia científica que sustenta que las preferencias alimentarias de
los niños predicen sus patrones alimentarios como adultos. Por lo tanto, el
entender y manejar los factores que afectan el desarrollo de estas
preferencias, y cómo cambian en el tiempo, es crítico para su nutrición, su
estilo de alimentación y la propensión que tendrán como adultos, a enfermedades
crónicas que comparten el factor de riesgo común de una alimentación no
saludable.
Es muy
importante la variedad de
alimentos que se debe enseñar a consumir a los niños. Hay una especie de
círculo virtuoso ya que el repetir “experiencias de sabores” promueve en los
niños la habilidad para consumir una variedad de alimentos: consumirán más de
aquellos alimentos cuyos sabores les resulten familiares, y también aceptarán
más sabores “nuevos”, si a su vez, tienen experiencia en una variedad de
sabores.
La influencia de
los alimentos que consume la madre es determinante durante el embarazo.
Incluso, es muy importante el tipo de alimentación de la mujer a nivel pre-concepcional.
Los sabores derivados de los alimentos que consume la madre durante el embarazo
son transmitidos al líquido amniótico y tragados por el feto. Consecuentemente,
los tipos de comida que consume la madre y los sabores de su cultura alimentaria pueden ser
experimentados por los bebés antes de su primera exposición a alimentos
sólidos.
Después del
nacimiento, algunos de estos sabores serán experimentados por el bebé a través
de la leche materna, un líquido, que lo mismo que el amniótico, contendrá
sabores que reflejan directamente los alimentos, las especias, y las bebidas
consumidas por la madre.
En un clásico trabajo de la Dra Jean Skinner y su equipo del Departamento
de Nutrición de la Universidad de Tennessee (USA), se confirma la importancia
de la determinación temprana de las preferencias alimentarias en los niños, y
la influencia de la madre en su alimentación a través de sus propias
preferencias, lo que limita la variedad de alimentos que ofrecen a sus hijos.
La neofobia o miedo a la incorporación de
nuevos alimentos en la dieta es un trastorno muy frecuente entre los niños, y
según Skinner, forma parte integral de los estudios de preferencias
alimentarias ya que limita la disposición a probar nuevos alimentos. La
neofobia de los niños parece estar determinada por las neofobias
de los padres, también, se hacen menos neofóbicos
con la edad y desaparece si el nuevo alimento se introduce con uno que resulte
familiar y bien aceptado.
La Dra. Julie
Menella -especialista en biopsicología- publicó en Pediatrics en
2001, un trabajo que se
ha convertido en un clásico, pues constituye la primera evidencia experimental
en humanos que demuestra -mediante la observación de las reacciones de los
bebés a sabores específicos- que la exposición al sabor por vía del líquido
amniótico en el útero, o por vía de la leche materna, afecta la respuesta
postnatal a sabores determinados,
En este
experimento, 46 futuras madres consumieron 300 mL de jugo de zanahoria o de
agua por 3 semanas consecutivas durante el último trimestre de embarazo, y
nuevamente, durante los primeros 2 meses de lactancia. Después, cuando las
madres comenzaron a complementar la dieta de sus bebés con cereales y antes de
que a los bebés se les administrara alimentos, o jugos con sabor a zanahoria,
los niños fueron grabados mientras eran alimentados con cereal preparado con
agua y cereal preparado con jugo de zanahoria.
Las madres
calificaron el disfrute de sus hijos, empleando una escala de 9 puntos, y se
pesaban los platos para determinar cuánto habían comido los bebés.
Los resultados
demostraron que los bebés que habían tenido exposición al sabor de la zanahoria
-a través del líquido amniótico o de la leche materna- hicieron menos
expresiones faciales “muecas”, mientras eran alimentados con el cereal con jugo
de zanahoria en comparación con el cereal simple.
La gran conclusión
fue que la exposición prenatal y la exposición postnatal temprana a un sabor,
aumenta el gusto y aceptación de ese sabor en los alimentos sólidos en el
destete. Estas experiencias sensoriales tempranas pueden constituir la base de
las diferencias culturales y étnicas en la cocina. Los pediatras recomiendan el
inicio de alimentos sólidos a los 6 meses de edad.
De la misma manera,
de acuerdo a otro estudio, la
exposición repetida a una variedad de vegetales sin incluir zanahoria también
aumenta la ingesta y la velocidad de los niños para comer zanahorias, y
aquellos niños expuestos a una variedad de vegetales, también consumen más de
un alimento “nuevo” como el pollo, en su primera introducción.
El grupo de la División
de Desarrollo Humano y Estudios Familiares (Division of Nutritional Sciences)
de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, en una
serie de estudios con bebés y niños de hasta 5
años de edad, demostraron consistentemente que las preferencias alimentarias
aumentaban con exposiciones repetidas a los alimentos.
Se necesitaba
exponer a los niños de 2 años de edad, 10 veces o más a un alimento, de manera aumentar su preferencia por el
mismo, mientras que se requieren entre 8 y 15 exposiciones en los niños de 4 y 5 años.
Aceptación de
frutas y hortalizas
Las futuras madres
deben consumir una amplia variedad de alimentos y muchas Frutas y Hortalizas (F&H),
durante el embarazo y la lactancia materna.
Mientras más
temprano se logre en la vida de los niños que empiecen a probar y a consumir
F&H, con mayor facilidad las incluirán en sus dietas diarias cuando se
conviertan en jóvenes y adultos, con lo cual contarán con una gran herramienta
a lo largo de sus vidas para combatir no sólo el sobrepeso y la obesidad sino
también otros problemas de salud y enfermedades crónicas.
Es común escuchar a
muchas madres decir que sus bebés no aceptan las F&H. Sin embargo, está comprobado
que los niños discriminan perfectamente los sabores de las distintas F&H,
sólo que hay que insistir en presentárselas, en ofrecérselas.
Está comprobado que
los niños comen más puré de frutas o de hortalizas después de una exposición repetida, diaria, entre 8 y 9 días. Ya
que el rechazo al gusto amargo es innato, los niños necesitarán más exposición
a estos sabores.
Así, cuando se
exponen los niños repetidas veces a los sabores de algunas hortalizas amargas,
las madres no deben fijarse solamente sus muecas, y deben continuar repitiendo
las ocasiones para que el niño pruebe el vegetal, a pesar de que “arruguen” la
carita.
Se ha investigado
sobre las expresiones faciales de los bebés al
ofrecérseles F&H, su aceptación y su relación con la lactancia materna,
encontrándose que “dar pecho” confiere una ventaja en la aceptación inicial de
las F&H, sólo si las madres las consumen regularmente.
Una vez destetados,
los bebés que reciben una exposición dietaria repetida (8-16 veces), comen más o empiezan a gustarle su sabor.
Sin embargo, debido a que los niños tienen expresiones faciales innatas, estás
no deben ser la causa para dejar de dárselas a probar.
De acuerdo a otro
estudio, el ofrecer a los niños hortalizas amargas
como el brócoli, puede ayudarse con una salsa o “dip”, que sea idealmente bajo
en grasa y sal. Esta estrategia funciona.
El introducir a los
niños repetidamente tanto a F&H individuales, como a una variedad de las
mismas, (cuidando el tema de las alergias con el pediatra) durante y entre las
comidas, los puede ayudar a empezar a aceptarlas desde esa temprana edad, lo
cual es difícil de lograr cuando ya son más grandes.
El consumo de
F&H es generalmente bajo en la población pediátrica, por lo tanto, es muy
importante desarrollar estrategias para promover el gusto por estos alimentos
saludables. Existe una muy bien documentada obesidad pediátrica con efectos
dramáticos en la salud, así como con una marcada asociación con las
enfermedades crónicas que constituyen la mayor carga mundial para los sistemas
de salud.
El impacto que
ejerce la alimentación y nutrición en las edades tempranas sobre la salud
(obesidad, síndrome metabólico, diabetes y mortalidad por enfermedad
coronaria), obliga a hacer un gran énfasis en las etapas iniciales de la vida.
Y en estas etapas, el papel de las madres y de las familias es fundamental.
Fuente:
María Soledad Tapia
Mirador
Salud. Fecha: abril 16, 2013. En: Nutrición, Salud
y Vida.
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