Es amplio el
catálogo de bebidas que eran consumidas en la Venezuela colonial, las cuales
cubría un
abanico que va desde las elaboradas por las sociedades indígenas hasta las
traídas como importación de tierras europeas. Algunas eran dulces y
refrescantes; mientras que otras, eran fermentadas y embriagantes. Todo un
panorama interesante y revelador que bien vale la pena reconstruir y conocer.
A la llegada
de los europeos al Nuevo Mundo, las sociedades indígenas americanas tenían una
larga tradición en la elaboración y consumo de bebidas fermentadas, cuya
ingesta a menudo, estaba asociada al ámbito religioso, o empleadas en el ámbito
terapéutico.
En Mesoamérica
encontramos el tepialt (bebidas de
maíz), el pulque (resultante de la
fermentación de plantas) el tesgüino
(bebida fermentada de maíz, agua y piloncillo), el pozolli (maíz fermentado con agua).
En Sudamérica,
se consumía la chicha (bebida a base
de maíz) que, dependiendo del grado de fermentación, podía ser una bebida
refrescante o embriagante) el coccuy
(obtenida de la penca del agave) y otras bebidas extraídas de la yuca masticada
y luego fermentada.
Ya asentado el
régimen colonial en las regiones de Tierra Firme, el panorama de las bebidas de
consumo cotidiano incluían refrescos que se elaboraban a base de frutas como la
parcha y el tamarindo, los caratos (de arroz y maíz) y las chichas, a las que
se les agregaba ralladura de nuez moscada o extracto de almendras. Otras
bebidas no alcohólicas fueron el café, a finales del siglo XVIII, y naturalmente
el cacao, muy versátil a la hora de preparar bebidas como el chocolate con
papelón, el chocolate con canela, azúcar y vainilla, y también sin ningún tipo
de endulzante: el conocido como “cerrero”.
Los europeos
trajeron sus bebidas, pero el aporte más importante está representado por la
introducción de la caña de azúcar, comenzando así la historia de los guarapos y
aguardientes de ella derivados.
Las bebidas
alcohólicas gozaron de una gran aceptación en la sociedad colonial venezolana, particularmente
el aguardiente. Además de ser tomado en fiestas y reuniones, el aguardiente
tenía una serie de aplicaciones en el ámbito culinario, en el cual se empleaba
como aderezo sobre todo en la elaboración de postres, como las frutas en
aguardiente, pero también de acompañantes en las comidas.
Debido a la
amplia demanda, el aguardiente y el guarapo fermentado era producido por
doquier en el amplio territorio venezolano, la mayoría de las veces
clandestinamente, siendo uno de los productos más fácilmente contrabandeado dada
la presencia de amplios territorios costeros poco vigilados.
En verdad, al
abordar el tema de las bebidas alcohólicas y no alcohólicas en la sociedad
colonial es necesario tener en cuenta las relaciones de poder y el control de
la población con fines moralizantes impulsados por la iglesia, que evocaba la
ruina espiritual que la bebida ocasionaba.
Fuente:
Yelitza Rivas (2007).
Guarapos, vinos y aguardientes en la Venezuela colonial. El Desafío de la Historia. Año 3. Nº 23. P.49-51. Grupo Editorial
Macpecri. Caracas.
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