La práctica de
un deporte de equipo, cualquiera sea la disciplina considerada, involucra la
ejecución de destrezas físicas, técnico-técnicas y cognitivas, durante un
prolongado período de tiempo y en oposición a un rival.
Al mismo
tiempo, cuenta con ciertos períodos de descanso estructurados por el reglamento
deportivo (ej.: cuartos, medio tiempo), pero también otros períodos variables
de detención del juego no planificados, que ocurren en respuesta a las
circunstancias de cada partido (ej.: jugadores lesionados, discusión de faltas,
la reanudación del juego después de un tanto en el marcador).
Además, desde
un punto de vista fisiológico, todos involucran un patrón de ejercicio de alta
intensidad intermitente, caracterizado por picos de actividad de alta
intensidad y carácter anaeróbico, intercalados con otros esfuerzos de moderada
a baja intensidad y de carácter aeróbico.
No obstante,
las características del juego y sus reglas marcan diferencias significativas
entre las distintas disciplinas, las cuales dependen de factores como la
duración y frecuencia de los partidos, la longitud de la temporada competitiva,
la planificación del entrenamiento, el número de jugadores, la cantidad de
sustituciones permitidas, el tamaño del campo de juego, entre otros.
Adicionalmente,
para un mismo deporte, la posición y estilo de juego de cada jugador y, a su
vez, las características individuales de cada partido –como las cualidades del
rival, el clima, el nivel de rendimiento, entre otros– marcarán también grandes
distinciones en los parámetros fisiológicos y de los requerimientos de
nutrientes.
De esta forma,
las respuestas fisiológicas derivadas de los entrenamientos y partidos, y las
consecuentes necesidades energético-nutricionales, serán dependientes cada día
de todos los factores antes mencionados. Por lo tanto, resulta imprescindible
definir las estrategias de planificación nutricional idóneas que puedan ser
aplicadas a cada jugador, con las modificaciones necesarias que requiera cada
individuo y que deberán ser regularmente controladas por el nutricionista
encargado de esta tarea.
En deportes
como el fútbol, baloncesto, balonmano, vóleibol, rugby entre otros, la
alimentación debe permitir el desarrollo y mantenimiento de una gran capacidad
aeróbica determinada por la oxidación de hidratos de carbono y, en menor
medida, de las grasas.
Al mismo
tiempo, debe cubrir las necesidades de una intensa actividad anaeróbica a
través de la glucólisis láctica y de la vía de los fosfatos. Por otra parte,
las altas cargas de entrenamiento a las que se ven sometidos los jugadores, en
conjunto con la sucesión de partidos a lo largo de la temporada competitiva,
exige estrategias de recuperación nutricional controladas para evitar el
desarrollo de fatiga, prevenir lesiones deportivas, mantener activo el sistema
inmune y, consecuentemente, permitir las adaptaciones buscadas mediante los
estímulos de entrenamiento.
De este modo,
la planificación de la ingesta nutricional adquiere un rol esencial para
optimizar el rendimiento tanto a nivel físico como cognitivo. Por lo tanto, las
principales estrategias nutricionales que deben tenerse en cuenta para
optimizar todos los aspectos concernientes al rendimiento de los jugadores de
equipos deportivos, son las siguientes:
1. Un adecuado
aporte de hidratos de carbono en la alimentación de estos deportistas es
crucial para el rendimiento deportivo, ya que este nutriente actúa como
principal combustible energético tanto de la vía aeróbica como de la anaeróbica.
2. La
inclusión de proteínas en las comidas de recuperación es una estrategia clave
para la óptima regeneración de las fibras musculares dañadas durante los
entrenamientos y partidos, debiendo comenzar su ingesta en la fase temprana
post ejercicio.
3. Los días de
partido requieren de una planificación nutricional específica, cuidando
especialmente la recuperación cuando el calendario competitivo involucra más de
un partido en la misma semana.
Por último, las
principales ayudas ergogénicas que pueden ser utilizadas en el ámbito de los
deportes de equipo, incluyendo la creatina, la cafeína y a las sustancias
buffer o tampón, como el bicarbonato y la beta-alanina.
Para ello, si
bien existe en el mercado una amplia variedad de sustancias disponibles, sólo
deben utilizarse aquellas que cuentan con un sustento científico sólido que
justifique su recomendación.
Fuente:
Noelia Bonfanti
(2019). Nutrición en deportes de equipo: recomendaciones y aplicaciones
prácticas basadas en la evidencia. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7025716
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