La educación para la salud (EpS) está íntimamente
relacionada con la noción de salud. Este concepto ha sido objeto de múltiples
acepciones desde tiempos remotos hasta la actualidad, con atribuciones muy
diferentes y hasta enfrentadas. Algunos autores encuentran tres razones de esta
dispersión de significados:
1) El contexto, que da prioridad a lo curativo, a la
dolencia o a la eficacia en función de los diferentes contextos en los que se
aborda.
2) Los presupuestos básicos que lo informan y que
difieren significativamente de un contexto científico a uno normativo.
3) El ideal sobre la salud, que
puede quedar restringido por la identificación con lo corporal o estar abierto
a otros aspectos como la felicidad, la calidad integral de la vida o la salud
psíquica.
Sin embargo, a pesar de las diferentes
conceptualizaciones de la salud, puede decirse que en todas se la presenta como
un proceso variable y relativo que reúne tres aspectos: objetivo (facultad para
efectuar una acción), subjetivo (relacionado con el concepto de bienestar) y
ecológico (adaptación biológica, mental y social de la persona al medio).
Además, se considera que la salud está determinada por la atención sanitaria,
los factores biológicos, el medio ambiente y los estilos de vida. La EpS
abarca aspectos no sólo del campo de las ciencias de la salud, sino también de
otros campos relacionados, por ejemplo, con las ciencias sociales.
La EpS se caracteriza, además, por
ser un proceso paralelo a otras intervenciones, por constituir un conjunto de
aprendizajes estructurado en tres aspectos (información, impulso de actitudes
positivas y desarrollo de hábitos y comportamientos saludables), por acometer
la responsabilidad individual y colectiva en la toma de decisiones a través del
pensamiento alternativo y consecuencial, así como por desarrollar la capacidad
de interrelación. Tiene una clara finalidad cualitativa y no únicamente
cuantitativa.
La EpS en el ámbito educativo
El arbitraje educativo está fundamentado por la
necesidad de avivar y estimular un conocimiento y un pensamiento óptimos de la
salud y de la enfermedad, optimización que se traduce en la adquisición de
sentimientos, hábitos y actitudes positivas que conducen a una vida saludable.
En este arbitraje, la escuela se presenta como uno de los escenarios de la
educación para la salud y se convierte en agente de la misma, al incidir de
manera directa en el conocimiento y la comprensión.
Si la educación quiere abarcar a toda la persona y ser
integral, la salud no puede quedar fuera de la escuela. Más bien hay que
apostar por su tratamiento como una cuestión prioritaria en el currículo que
contribuya a formar alumnos sanos, que, con el correr de los años, serán
adultos sanos y harán posible una sociedad sana.
Aunque el papel de la escuela en
materia de salud ha sido evidente, se ha puesto de manifiesto que sus objetivos
y métodos no han sido siempre los mismos. Al principio, la acción se centró en
la prevención de enfermedades; la modificación de conductas individuales se
dirigía hacia el abuso de drogas, alcohol, tabaco; también se trataban la alimentación,
la actividad física y la salud mental, entre otros, y, en su concepción
metodológica, el alumnado se percibía como receptor pasivo ante las
recomendaciones de los expertos.
En la década de los ochenta, con la
influencia de la Carta de Otawa (2001), la acción académica da paso a la mejora
de todos los aspectos que pueden determinar la salud en el contexto escolar.
Con esta nueva visión, las iniciativas dejan de centrarse sólo en el alumnado
e incorporan otros agentes, como la comunidad educativa y la misma institución
escolar. El alumnado deja de ser agente pasivo y pasa a ser agente activo,
colabora en la identificación y la adopción de conductas saludables y
contribuye al reconocimiento de la influencia que ejerce en la salud su
contexto físico y social inmediato, con el objetivo de que pueda convertirse en
protagonista.
Esta nueva visión de la EpS
constituye un avance significativo desde una perspectiva meramente preventiva
hasta otra en la que se toman en consideración las dimensiones física,
psicológica y social de la salud, así como su promoción. Sin embargo, se ha
podido constatar que el desarrollo de este último aspecto es aún lento, como
demuestra el escaso número de centros docentes vinculados a la Red Europea de Escuelas
Promotoras de la Salud. En la actualidad, sin embargo, nos encontramos en un
escenario en el que conviven de forma simultánea la EpS y la promoción de la
misma.
Enfoque actuales en la EpS
Gracias a estos antecedentes y a las conclusiones de la
Conferencia de Otawa, en 1986, nació el concepto de promoción de la salud, que
incluye el trabajo por la paz, la dotación de recursos (económicos,
alimenticios, de hábitat) y su uso sostenible. Para hacer posible las
conclusiones, la OMS promovió el lema «Salud para todos en el año 2000», que,
con un matiz continuista («Salud para todos en el siglo XXI»), quiere conseguir que todos los
seres humanos puedan tener una vida social y económica productiva.
El enfoque actual de promoción de la salud se aleja del
planteamiento patogénico, al buscar el equilibrio entre acciones preventivas
para la solución o la reducción de déficits y aquellas que potencian las
aptitudes, los recursos, el talento y las oportunidades o los activos para la
salud de la persona o la comunidad (enfoque
salugénico).
Este enfoque salugénico, aplicado
al ámbito de la salud mental, se traduce en un objetivo concreto: la promoción
de la salud mental y la prevención de alteraciones o problemas del desarrollo
psicosocial, estimulando aquellos factores que conducen a un desarrollo
positivo. A la vez, busca disminuir aspectos que pueden poner en riesgo o que
pueden obstaculizar un desarrollo psicosocial positivo. Estos factores pueden
ser aplicados a nivel individual, familiar, grupal, comunitario y territorial.
El modelo salugénico comienza caracterizándose por el énfasis en los orígenes
de la salud y el bienestar, así como por la preocupación por el bienestar.
En el área del desarrollo humano,
el énfasis de estas reflexiones se sitúa en la importancia de promover el
potencial humano, en vez de destacar sólo el daño que ya se ha hecho o se puede
hacer. Se trata de un nuevo modelo: partir de lo «salugénico», de la salud, de
lo que provoca salud, en lugar de partir de lo negativo, del déficit, de lo que
falta. La cultura salugénica es aún más importante, porque su trabajo repercute
directamente en la salud, al favorecer el desarrollo de condiciones y
comportamientos que reducen los riesgos para la misma. La esencia de este
modelo consiste en promover el desarrollo de esas condiciones favorables y de
los comportamientos saludables y salugénicos. No trata de evitar los aspectos
negativos que inciden en la salud, sino más bien de aprender cómo vivir mejor
con ellos, si no resulta posible evitarlos.
Por tanto, la escuela salugénica,
partiendo de los postulados de este modelo, es aquella que centra su atención
en conductas vitales saludables (las conductas salugénicas, por oposición a
las conductas consideradas patogénicas), que, practicadas mientras las personas
están sanas, alejan la aparición de enfermedades, y practicadas una vez
instalada la enfermedad, evitan su agravamiento y sus posibles complicaciones,
y, en muchos casos, permiten la recuperación definitiva. El concepto global de
salud, entendido como la conservación o el restablecimiento de la salud
corporal, física y mental, constituye el fin de la escuela salugénica, que
promueve la salud o la salud positiva en el contexto académico. La escuela es
un medio que facilita el entrenamiento de la salud y nutre al alumnado, a
través de la acción del profesorado, de aquellos factores protectores del
desarrollo infantil.
Características de la Investigación
Para sustentar estas ideas se desarrolló un estudio
descriptivo de análisis de documentos (bibliométrico), la muestra quedó
determinada por 245 artículos. En la revisión, fueron incluidos los trabajos de
educación para la salud realizados en diferentes instituciones educativas
españolas y publicados entre 1993 y 2013.
De acuerdo con las evidencias
encontradas, se puede decir que los contenidos y los métodos pedagógicos
aplicados a lo largo de los siglos, en general, difícilmente se han podido
incorporar a la práctica. Esta dificultad se puede explicar básicamente por el
hecho de que la educación se ha visto siempre mediatizada por el contexto
social, económico e ideológico preponderante en cada momento histórico. Los
estudios se centran en intervenciones puntuales, sin continuidad en el tiempo y
con una muy escasa descripción del marco teórico sobre el que se sustentan.
Además, se desconoce si los
trabajos se insertan en el plan de centro de las instituciones educativas. Las metodologías de
enseñanza utilizadas combinan lo expositivo y lo participativo. Los objetivos
se relacionan, en su mayoría, con el incremento de información y con la
adquisición de habilidades, no cumplen los criterios de promoción de la salud
establecidos por la OMS y desconocen que son más efectivos aquellos que se
insertan en programas multicomponentes, que implican de manera global a la
comunidad educativa, que actúan sobre el ambiente escolar, de forma constante
en el tiempo y que comprometen a las familias y al resto de la comunidad.
Los resultados de este estudio
sugieren que las intervenciones de educación para la salud en la escuela se
fundamentan más en la prevención que en la promoción de aquélla.
El profesorado no ha hecho suya la
idea de la efectividad de las intervenciones escolares en materia de promoción
o quizá no ha percibido que la EpS, como conjunto de oportunidades de
aprendizaje, supone una forma de comunicación destinada a mejorar el
conocimiento sobre la salud y a promover el desarrollo de habilidades para la
vida, que pueden conducir tanto a la salud
Fuente:
Daniel Guerrero-Ramos Manuel G. Jiménez-Torres Manuel
López-Sánchez (2014). Escuela saludable versus
protectora de la salud. Educar. vol. 50 (2), p. 323-338.
la diferencia es que una escuela saludable es aquella que brinda los derechos alimenticios a sus estudiantes de forma correcta, por ejemplo da buena comida (sana y nutritiva), es higiénica a la hora de manipular y cocinar los alimentos. y la otra diferencia es que protectora de la salud se encarga de la buena salud de sus estudiantes, que no sufran de desnutrición, déficit, o algún trastorno alimenticio y si lo sufre buscar la solución lo más rápido posible.
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