La inactividad física
constituye el cuarto factor de riesgo más importante de mortalidad en todo el
mundo (6% de defunciones a nivel mundial). Sólo la superan la hipertensión
(13%), el consumo de tabaco (9%) y el exceso de glucosa en la sangre (6%). El
sobrepeso y la obesidad representan un 5% de la mortalidad mundial.
La inactividad física está
cada vez más extendida en muchos países, y ello repercute considerablemente en
la salud general de la población mundial, en la prevalencia de Enfermedades crónicas
No Transmisibles (ENT) (por ejemplo, enfermedades cardiovasculares, diabetes o cáncer)
y en sus factores de riesgo, como la hipertensión, el exceso de glucosa en la
sangre o el sobrepeso. Se estima que la inactividad física es la causa
principal de aproximadamente 21–25% de los cánceres de mama y de colon, 27% de la
diabetes, y aproximadamente un 30% de las cardiopatías isquémicas.
Además, las ENT representan
actualmente casi la mitad de la carga mundial total de morbilidad. Se ha
estimado que, de cada 10 defunciones, seis son atribuibles a enfermedades no
transmisibles. La salud mundial acusa los efectos de tres tendencias:
envejecimiento de la población, urbanización rápida y no planificada, y
globalización, cada una de las cuales se traduce en entornos y comportamientos
insalubres. En consecuencia, la creciente prevalencia de las ENT y de sus
factores de riesgo es ya un problema mundial que afecta por igual a los países
de ingresos bajos y medios.
Cerca de un 5% de la carga de
enfermedad en adultos de esos países es hoy imputable a las ENT. Numerosos
países de ingresos bajos y medios están empezando a padecer por partida doble
las enfermedades transmisibles y las no transmisibles, y los sistemas de salud
de esos países han de afrontar ahora el costo adicional que conlleva su
tratamiento.
Está demostrado que la actividad física practicada con
regularidad reduce el riesgo de cardiopatías coronarias y accidentes
cerebrovasculares, diabetes de tipo II, hipertensión, cáncer de colon, cáncer
de mama y depresión. Además, la actividad física es un factor determinante en
el consumo de energía, por lo que es fundamental para conseguir el equilibrio
energético y el control del peso.
En mayo de 2004 la Asamblea Mundial
de la Salud
respaldó la resolución WHA57.17: Estrategia Mundial sobre Régimen
Alimentario, Actividad Física y Salud (RAFS), y recomendó que los Estados
Miembros desarrollaran planes de acción y políticas nacionales para incrementar
los niveles de actividad física de sus poblaciones. Además, en mayo de 2008 la
sexagésima primera Asamblea Mundial de la Salud respaldó una resolución y plan de acción
sobre prevención y control de las ENT.
El plan de acción insta a los
Estados Miembros (Venezuela entre ellos) a aplicar directrices nacionales sobre
actividad física para la salud, y los alienta a desarrollar y poner en práctica
políticas e intervenciones que:
• desarrollen y pongan en
práctica directrices nacionales sobre actividad física para la salud;
• introduzcan políticas de
transporte que promuevan métodos activos y seguros de transporte escolar y
laboral (por ejemplo, a pie o en bicicleta);
• obliguen a adaptar las
estructuras urbanas para facilitar la actividad física en los desplazamientos
en condiciones de seguridad, y para crear espacios destinados a las actividades
recreativas.
Las recomendaciones mundiales
fundamentadas científicamente acerca de los beneficios, modalidades, asiduidad,
frecuencia, intensidad, duración y cantidad total de actividad física necesaria
para mejorar la salud constituyen una información esencial para los
responsables de políticas que se interesan por la actividad física a nivel de
la población y que participan en la elaboración de directrices y políticas de
alcance regional y nacional sobre la prevención y control de las ENT.
El desarrollo y publicación de
directrices nacionales o regionales fundamentadas científicamente en materia de
actividad física permite:
• fundamentar las políticas
nacionales sobre actividad física y otras intervenciones de salud pública;
• determinar un punto de
partida para la definición de metas y objetivos de promoción de la actividad
física a nivel nacional;
• fomentar la colaboración
intersectorial, y contribuir al establecimiento de metas y objetivos nacionales
de promoción de la actividad física;
• sentar las bases para la
adopción de iniciativas de promoción de la actividad física;
• justificar la asignación de
recursos a las intervenciones de promoción de la actividad física;
• crear un marco de acción
común que reúna a todas las partes interesadas en torno a un mismo objetivo;
• disponer de un documento
basado en evidencia que permita a todas las partes interesadas llevar a efecto
sus políticas con una asignación apropiada de los recursos; y
• facilitar la creación de
mecanismos nacionales de vigilancia y monitorización, para seguir de cerca la
evolución de la actividad física en la población.
Las Recomendaciones
mundiales sobre actividad física para la salud se proponen ofrecer
directrices sobre la relación dosis-respuesta entre la actividad física y los beneficios
para la salud (es decir, frecuencia, duración, intensidad, tipo y cantidad total
de actividad física necesaria para mejorar la salud y prevenir las ENT).
La evidencia científica
disponible con respecto al grupo de edades de 5 a 17 años respalda la
conclusión de que la actividad física reporta en general beneficios fundamentales
para la salud de niños y jóvenes. Esta conclusión está basada en los resultados
de varios estudios, que han observado que el aumento de actividad física estaba
asociado a unos parámetros de salud más favorables, y de trabajos experimentales
que han evidenciado una asociación entre las intervenciones de actividad física
y la mejora de los indicadores de salud.
Algunos de los beneficios
documentados son: mejora de la forma física (tanto de las funciones cardiorrespiratorias
como de la fuerza muscular), reducción de la grasa corporal, perfil favorable
de riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, mayor salud ósea, y
menor presencia de síntomas de depresión.
La actividad física está
relacionada positivamente con la buena salud cardiorrespiratoria en niños y
jóvenes, y tanto los preadolescentes como los adolescentes pueden mejorar sus
funciones cardiorrespiratorias con la práctica del ejercicio. Además, la
actividad física está relacionada positivamente con la fuerza muscular. Tanto
en niños como en jóvenes, la participación en actividades de fortalecimiento
muscular dos o tres veces por semana mejora considerablemente la fuerza de los
músculos. Para este grupo de edades, las actividades de fortalecimiento
muscular pueden realizarse espontáneamente en el transcurso de los juegos en
instalaciones apropiadas, trepando a los árboles, o mediante movimientos de
empuje y tracción.
Los jóvenes de peso normal que
realizan una actividad física relativamente intensa suelen presentar una menor
adiposidad que los jóvenes menos activos. En los jóvenes con sobrepeso u
obesos, las intervenciones que intensifican la actividad física suelen reportar
efectos beneficiosos para la salud. Las actividades físicas que conllevan un
esfuerzo óseo mejoran tanto el contenido en minerales como la densidad de los
huesos.
Determinadas actividades de levantamiento
de peso que influyen simultáneamente en la fuerza muscular son eficaces si se
practican tres o más días por semana. Para este grupo de edades, las
actividades de esfuerzo óseo pueden formar parte de los juegos, carreras, volteretas
o saltos.
En conjunto, la evidencia
disponible parece indicar que la mayoría de los niños y jóvenes que realizan
actividad física moderada o vigorosa durante 60 o más minutos diarios podrían
obtener beneficios importantes para su salud.
El período de 60 minutos
diarios consistiría en varias sesiones a lo largo del día (por ejemplo, dos
tandas de 30 minutos), que se sumarían para obtener la duración diaria
acumulada. Además, para que los niños y jóvenes obtengan beneficios generalizados
habrá que incluir ciertos tipos de actividad física en esas pautas de actividad
total. En concreto, convendría participar regularmente en cada uno de los tipos
de actividad física siguientes, tres o más días a la semana:
• ejercicios de resistencia
para mejorar la fuerza muscular en los grandes grupos de músculos del tronco y
las extremidades;
• ejercicios aeróbicos
vigorosos que mejoren las funciones cardiorrespiratorias, los factores de
riesgo cardiovascular y otros factores de riesgo de enfermedades metabólicas;
actividades que conlleven esfuerzo óseo, para fomentar la salud de los huesos.
En conjunto, las investigaciones
parecen indicar que la práctica de actividad física moderada o Recomendaciones Mundiales sobre actividad
física para la salud vigorosa durante un mínimo de 60 minutos diarios ayuda
a los niños y jóvenes a mantener un perfil de riesgo cardiorrespiratorio y
metabólico saludable. En general, parece probable que un mayor volumen o
intensidad de actividad física reportará beneficios, aunque las investigaciones
a este respecto son todavía limitadas.
Fuente:
OMS (2010). Recomendaciones Mundiales
sobre Actividad Física para la Salud. http://www.who.int/dietphysicalactivity/factsheet_recommendations/es/
Estamos buscando colaboradores/as para nuestro Blog, sería una publicación semanal. Eres el perfil que estamos buscando, contacta con nosotros para más información www.rincondelcomecocos.com
ResponderBorrarFelicitaciones por tan interesantes artículos,son una necesidad y de imperiosa reflexión
ResponderBorrarGracias por sus comentarios. Este espacio es de ustedes también para cualquier información o sugerencia sobre temas futuros a ser abordados. Nuevamente Gracias
Borrar