El Manual de Nutrición Kellogs. Plantea
un conjunto de cuestiones y comentarios breves que, son un referente de interés
para quienes trabajan en el campo de la educación alimentaria y nutricional.
.-La
población en general tiene, según diferentes encuestas e investigadores, unos
aceptables conocimientos sobre alimentación y nutrición básica pero, ¿son suficientes los conocimientos para
producir cambios positivos en sus hábitos alimentarios?
Conocer las características nutritivas
de los alimentos y las bases de la buena nutrición son requisitos
indispensables de las acciones de educación nutricional. De hecho, constituyen
el
punto de partida de los programas de
este tipo, pero no son suficientes para garantizar un cambio permanente de los
hábitos alimentarios.
Para lograr hábitos alimentarios saludables es necesario que se instauren desde
los primeros años de vida y respondan al contexto sociocultural del grupo, con
un estímulo constante de las actitudes positivas y el apoyo de todos los
sectores sociales que de alguna forma intervienen en el hecho alimentario.
.-¿Puede
el consejo dietético ejercido por los profesionales de Atención Primaria
producir los cambios necesarios en la dieta para combatir las enfermedades
crónicas que tienen en la dieta un factor de riesgo?
Los profesionales sanitarios gozan de
una alta credibilidad entre la población, por lo que las posibilidades de ser
escuchados y atendidos es notable.
No obstante, una vez más, la
recomendación dietética, aunque proceda de fuentes solventes y de reconocido
prestigio, choca con las barreras culturales, la existencia de recursos de todo
tipo, no sólo los económicos, y las tradiciones, símbolos, actitudes y
creencias de las personas. Siendo eficaz la utilización de este método, si está
bien orientado, no es suficiente para modificar los hábitos del paciente.
.- ¿Puede
la legislación sanitaria en materia de alimentación y nutrición inducir cambios
en los hábitos alimentarios de la población y favorecer la educación
nutricional?
Las Reglamentaciones Técnicas Sanitarias
establecen las normas que deben seguirse a lo largo de la cadena alimentaria
para garantizar la seguridad alimentaria. La educación nutricional orienta y
puede condicionar la elección de los alimentos para que la dieta sea
equilibrada y adaptada a las necesidades del individuo.
Las Reglamentaciones Sanitarias
relativas al etiquetado nutricional y a la publicidad de los alimentos
constituyen un medio informativo para el consumidor que puede mejorar su
decisión partiendo de un mejor conocimiento del producto.
.-¿Cuáles
son las motivaciones que actúan con mayor impacto en los programas de educación
nutricional?
Las motivaciones que estimulan la
formación de buenos hábitos alimentarios en una sociedad y que, en definitiva,
son la expresión de una buena educación nutricional, están muy ligadas a la
jerarquía de valores que esa sociedad tiene. Conseguir y mantener un buen
estado de salud suele ser una de las motivaciones más utilizadas por los
educadores sanitarios.
La población recibe bien la
información, pero como muchas veces entra en conflicto con lo que desea, aunque
verbaliza el valor salud como lo que más le importa, su conducta manifiesta lo
contrario. Hay una incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
En relación con la alimentación, las motivaciones
referidas a la estética, el prestigio, la aceptación social, la moda, la
modernidad, la comodidad en el consumo, el agradable sabor que ofrecen
determinados alimentos y, por supuesto, el coste de los mismos en relación con
el poder adquisitivo del consumidor son muy importantes y, en la mayoría de las
ocasiones, decisivas. La motivación ligada al valor nutritivo del alimento y la
salud es muy importante.
¿Es la alimentación tradicional una garantía
de una dieta saludable y, por lo tanto, es necesario potenciarla en los
programas de educación nutricional?
La alimentación tradicional se apoya en
la sabiduría popular, basada en experiencias ancestrales, y en el uso de los
recursos propios del área geográfica donde se vive. Los conocimientos actuales
sobre nutrición y salud han corroborado la bondad de algunas prácticas y la
sabia mezcla de alimentos expresada en la gastronomía regional.
No obstante, existen creencias,
símbolos y normas que carecen de fundamentos científicos y que constituyen
verdaderos errores aunque estén valorados por la magia de los mitos. Lo más
sensato es mantener aquellas costumbres alimentarias que se han demostrado
saludables y tratar de reconducir aquéllas que no benefician la salud de las
poblaciones (raciones excesivas, demasiada grasa, sal, azúcar, condimentos
fuertes, monotonía en el consumo). Alimentación tradicional no es sinónimo de
dieta equilibrada.
¿Puede
la familia transmitir los hábitos alimentarios saludables con más éxito que los
programas escolares de educación nutricional?
La institución familiar tiene unas
características muy favorables para la transmisión de hábitos alimentarios,
pues educa en los primeros años de la vida del sujeto, las relaciones afectivas
crean un sustrato psicológico muy eficaz para que se acepten valores como la
salud y, además, establece modelos de conducta que constituyen un referente en
la edad adulta.
Si las prácticas alimentarias que el
niño tiene la oportunidad de ver en su familia son correctas, accederá a la
vida de la comunidad con un patrimonio alimentario protector frente a otras
alternativas del medio, no siempre adecuadas.
Las actuaciones de la escuela refuerzan
o modifican, en su caso, conductas aprendidas en otros ámbitos y pueden
contribuir al éxito de los programas de educación nutricional que son tanto más
eficaces cuanto más coherentes son las normas establecidas en los diferentes
ámbitos de actuación: familia, escuela, comunidad.
¿Pueden
los padres delegar su responsabilidad en la formación de buenos hábitos
alimentarios y estilos de vida saludables en sus hijos, en instituciones y
profesionales especializados en el área de la educación nutricional?
Con cierta frecuencia las familias
delegan funciones educativas, como la formación de correctos hábitos
alimentarios, en instituciones como la escuela. A esta situación han
contribuido las nuevas estructuras familiares, el trabajo extradoméstico de la
mujer y, en definitiva, los valores de la sociedad actual, que ha
profesionalizado servicios que en épocas anteriores se desarrollaban en el
hogar. La alimentación es una de las áreas que ha experimentado más cambios.
Los niños acuden desde edades muy
tempranas a guarderías, escuelas infantiles y centros educativos de todo tipo
que ofrecen la alimentación del mediodía. Son los comedores y/o cantinas
escolares quienes proponen los planes de dietas o posibilidades de consumos,
alimentos y preparaciones en el centro escolar. Por esta razón es muy
importante que los programas de educación nutricional incluyan entre sus
objetivos el control-supervisar-acompañar estos planes de alimentación. Al
mismo tiempo, la familia debe colaborar muy directamente con la escuela para
reforzar con su autoridad las propuestas saludables y estimular en sus hijos la
aceptación de las mismas.
¿Constituyen
los controles externos –políticas legislativas, sociales, sanitarias– respecto
al consumo de alimentos una injerencia en las conductas individuales que, en
principio, deberían ser respetadas?
Las conductas y hábitos promovidos por
los programas de educación nutricional tienen mayor viabilidad de aplicación
cuando el sujeto ejerce la elección más fácil (selecciona alimentos propios de
su cultura, de su gusto, que puede permitirle su poder adquisitivo, etc.). Esta
afirmación es válida para el fomento de hábitos alimentarios positivos.
En los primeros años de la vida del
niño, los padres y los docentes se ven obligados a ejercer, desde su autoridad,
determinados controles para favorecer el aprendizaje de las normas que integran
al niño en la sociedad. Esto no supone una injerencia sino una metodología
educativa que está basada en el esfuerzo, la disciplina y el razonamiento,
evitando que el niño “viva como quiera”. Los estímulos positivos y el clima de
afecto deben propiciarse para conseguir el máximo resultado de la acción
educativa y establece modelos de conducta que constituyen un referente en la
edad adulta.
Si las prácticas alimentarias que el
niño tiene la oportunidad de ver en su familia son correctas, accederá a la
vida de la comunidad con un patrimonio alimentario protector frente a otras
alternativas del medio, no siempre adecuadas.
¿Deben
incluirse en los programas de educación nutricional el aprendizaje del análisis
de la publicidad que acompaña a los alimentos?
Siendo el conocimiento sobre un tema,
en este caso: (a) los alimentos y su valor nutritivo, y (b) las necesidades en
nutrientes y la alimentación saludable. Es necesario abordar estas ideas como
punto de partida para conseguir una buena educación nutricional, todos los
aspectos que rodean a la información sobre alimentos, incluyendo las promociones
en salud que tanto se prodigan en la publicidad, constituyen la base y primera
etapa de la educación nutricional.
La publicidad de los alimentos es una
fuente de información para el consumidor. Por esta razón, es necesario que las
autoridades sanitarias establezcan normas que regulen la forma en que se
expresa evitando que se produzcan exageraciones o informaciones incompletas y
ambiguas que creen en el consumidor expectativas imposibles.
La sutileza subliminal de la publicidad
actual en la presentación de las propiedades y valores de los productos que
anuncia es lo que lleva a potenciar la necesidad por conocer los términos,
valorarlos e interpretarlos. Así que en los programas escolares debe incluirse
este aspecto para desarrollar el juicio crítico de los niños que les convertirá
en consumidores responsables y con habilidades en la toma de decisiones.
¿Es
posible cambiar los hábitos de la población adulta?
Las estadísticas sanitarias reflejan
una presencia de patologías relacionadas en parte con los hábitos alimentarios
del orden del 35%: Enfermedad Cardiovascular, cáncer de origen
alimentario, obesidad, osteoporosis,
etc.
Para combatir estas patologías se
establecen regulaciones expresadas de la
forma más sencilla: reducción del colesterol, de las grasas saturadas, de la
sal, consumo de verduras, frutas, cereales integrales, aporte calórico en función
de las necesidades del sujeto, etc. La población adulta tiene unos hábitos de
vida muy arraigados y cuando son saludables constituyen un elemento de
protección contra las ECNT, pero si son negativos agudiza sus problemas y se
presentan, entre otras, las patologías citadas.
La modificación de los hábitos es tanto
más fácil cuanto menor es la edad del sujeto, pero ello no es razón para no
intentar, con programas de educación nutricional adaptados a las
características de la población adulta, los necesarios cambios en sus
conductas. Por supuesto que las dificultades son mayores, pero los consejos
dietéticos basados en motivaciones bien seleccionadas pueden conseguir muy
buenos resultados.
En
un mundo multicultural, ¿hay que flexibilizar los programas de educación
nutricional?
Existen muchas formas de alimentarse y
una sola de nutrirse. Esta afirmación nos recuerda
que las combinaciones de alimentos que
permiten obtener una dieta equilibrada y saludable son múltiples y que en los
diferentes continentes, en función de la producción y la cultura alimentaria de
los pueblos se pueden diseñar dietas adecuadas a las recomendaciones
nutricionales.
En realidad, es la adaptación a las
necesidades del sujeto sobre la base de la oferta variada la que nos da la
pauta de una alimentación saludable. Actualmente, la globalización del mundo
está permitiendo que nuestros mercados tengan una enorme oferta alimentaria y
que alimentos que en otros tiempos se consideraban exóticos aparezcan como
habituales en los mercados. Esta peculiaridad fruto de la intercomunicación
constituye una gran ventaja gastronómica y nutricional, ya que no hay que
aferrarse a una dieta tipo para garantizar una buena alimentación de la
población.
Los programas de educación nutricional
basados en la variedad y el equilibrio tienen las mayores posibilidades de
éxito.
Fuente
Keloggs (2012). Manuela de Nutrición. Capitulo 6. La educación
nutricional en la prevención y promoción de la salud. Disponible: https://www.kelloggsnutrition.com/es_ES/Manual_de_Nutricion.html
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