El buen equilibrio de la microbiota del intestino es
indispensable para mantener la salud. Tanto la poca diversidad de bacterias,
así como un intestino estéril o libre de microflora induce cambios negativos en
la salud.
Las bacterias que son beneficiosas o comensales naturales del organismo
compiten con las que son dañinas o patógenos oportunistas, por lo que la
ausencia de bacterias comensales destruye la mucosa intestinal; al mismo
tiempo, la variedad de la flora bacteriana en un factor beneficiosos que
promueve este equilibrio.
Las bacterias del ecosistema intestinal humano son en su mayoría
anaeróbicas; en el adulto, la flora intestinal, está primordialmente compuesta
por 51% de Firmicutes y 48% de Bacteroidetes,
existiendo en cada grupo tanto bacterias beneficiosas como patógenas.
La relación Firmicutes/Bacteroidetes, la
composición y diversidad de cada grupo cambia con el tiempo y por factores como
la dieta, exposición a infecciones y antibióticos, entre otros.
Las bacterias que comprenden la rama de Firmicutes son
en su mayoría grampositivas; entre ellas se encuentran enterobacterias
comensales como las que tienen capacidad de producir fermentación, ya sea
láctea o alcohólica, y patógenas como Clostridium y Streptococcus, entre
muchas.
Otras bacterias comensales (Faecalibacterium y Coprococcus) e
indicadoras de mejor calidad de vida en el grupo de las Firmicutes son
las que producen butirato, ácido graso de cadena corta, mediante la
fermentación de fibra alimentaria. Este ácido graso previene la inflamación del
intestino grueso, ejerce un efecto protector contra el cáncer de colon y cumple
funciones nutricionales en la mucosa intestinal. La rama Bacteroidetes son
bacterias gramnegativas y anaeróbicas y se encuentran en todo el organismo.
Los cambios ocasionados por los factores antes mencionados alteran el
equilibrio del ecosistema y producen enfermedades como cáncer, obesidad,
diabetes tipo II, desórdenes mentales y neurodegenerativos.
Un ejemplo sería la condición de obesidad que está asociada a menor
porcentaje de Bacteroidetes y mayor de Firmicutes.
Conjuntamente, el desequilibrio causa inflamación de distintos tejidos, entre
ellos el nervioso, con sus consecuencias en la salud. El auge de la
investigación en esta área ha permitido la concurrencia de distintos campos del
conocimiento como la neurociencia, psiquiatría, gastroenterología y
microbiología.
El equilibrio entre el sistema nervioso central y el
metabolismo de la flora intestinal es crítico para mantener la salud mental y
general. Por un lado, la prevalencia mundial de depresión ha crecido y, por
otro, existe un número importante de personas que no responden a los
psicofármacos. Dada esta situación se ha intensificado este tipo de
investigación con la idea de encontrar una manera distinta que pueda disminuir
los síntomas de esta enfermedad mental.
La asociación microbiota-depresión se origina en la comunicación
bidireccional entre intestino y cerebro. Un ejemplo en este sentido sería la
modulación del metabolismo del triptófano producido por las bacterias
intestinales y la alteración de sus metabolitos (kynurenine, serotonina y
melatonina) o viceversa; igualmente, esta comunicación se manifiesta en los
efectos negativos de la función cerebral observados cuando disminuye la
diversidad bacteriana.
Otro factor que influye en este intercambio es la diferencia encontrada
en la microflora intestinal entre personas deprimidas personas sanas. Es decir
que las personas deprimidas tienen una microflora intestinal distinta a más de
tener menor variedad de bacterias, factores que cumplen un papel en la
depresión.
Por otro lado, se ha demostrado que el trasplante de heces provenientes
de personas con depresión a ratas normales induce un comportamiento depresivo
en las mismas, lo que sugiere que las bacterias intestinales desempeñan una función
en la causa de la depresión.
Como consecuencia del intercambio bidireccional entre depresión e
intestino, la enfermedad se transforma en un evento crónico. Los cambios de la
composición del intestino observados al administrar antidepresivos también constituyen
un indicador de esta comunicación. A la par, la restauración de la microbiota
potencia el efecto de los antidepresivos en personas deprimidas.
Todos estos resultados corroboran la existencia de esta relación
bidireccional entre intestino y depresión, donde cada uno influye en la función
del otro. Sin embargo, no se conocen los mecanismos moleculares que subyacen a
esta comunicación.
En este orden de ideas, una investigación, recién publicada, evaluó
los procesos que ocurren en la depresión. Los investigadores observaron que el
comportamiento depresivo en animales estaba vinculado a cambios en la
microbiota y los metabolitos fecales (metaboloma) aunado a alteraciones en los
neurotransmisores en el cerebro (hipocampo).
Estos cambios en el microbioma fueron consistentes con los niveles de
metabolitos (aminoácidos) fecales y plasmáticos en los animales deprimidos.
Aquí se demostró que la depresión, causada en ratas sometidas a un estrés
prolongado, alteró la composición de los aminoácidos en sus heces, así como los
plasmáticos. Estos hallazgos sugieren que la alteración del metabolismo de los
aminoácidos en el intestino y en los niveles de aminoácidos circulantes
contribuye con cambios en el comportamiento depresivo en los animales
estudiados.
A la par, investigadores del Flanders Institute for Biotechnology, en
Bélgica, encontraron la ausencia de ciertas especies bacterianas en el
intestino de personas con depresión. Este es el primer estudio
poblacional que vincula a bacterias intestinales con la depresión, pero,
además, los investigadores identificaron la existencia de bacterias capaces de
producir compuestos neuroactivos.
Los mismos investigadores, estudiaron el genoma de 500 bacterias
intestinales y evaluaron su capacidad de producir compuestos neuroactivos,
cuyos resultados sirvieron de base para construir el primer catálogo de
neuroactividad en especies bacterianas. La capacidad de ciertas bacterias de
producir DOPAC, un metabolito de la dopamina, está asociada con una mejor
calidad de vida mental, lo que sería un caso del catálogo.
“La relación entre el metabolismo microbiano intestinal y la salud
mental es un tema controvertido en la investigación de microbiomas. La idea de
que los metabolitos microbianos pueden interactuar con nuestro cerebro, y por
lo tanto con el comportamiento y los sentimientos, es intrigante; sin embargo,
la comunicación entre microbioma y cerebro intestinal se ha explorado
principalmente en modelos animales, con la investigación humana a la zaga. En
nuestro estudio a nivel de población, identificamos varios grupos de bacterias
que variaban con la depresión humana y la calidad de vida en todas las
poblaciones “, comenta el investigador y autor del trabajo, Jeroen Raes.
Agrega Raes: “Si empiezas a pensar en eso, entonces tu cabeza explota.
Las bacterias viven dentro de nosotros y han encontrado todas estas formas para
comunicarse con nosotros y potencialmente influir en nuestro comportamiento.”
Fuente:
Irene
Pérez Schael (2019). ¿Nuestra salud
depende de nuestra flora intestinal? ¿Es la depresión un ejemplo? PMirador Salud
Fecha: febrero
26, 2019. Disponible: https://miradorsalud.com.
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