La tarea fundamental
de la FAO es asegurarse de que nadie padezca hambre. Sin embargo, mientras que
muchas personas pueden no estar
“hambrientas” –en el sentido de sufrir molestias físicas causadas por
una falta severa de energía alimentaria–, pueden estar en situación de
inseguridad alimentaria.
Puede que cuenten con
acceso a alimentos para satisfacer sus necesidades energéticas, pero no están
seguros de que vayan a durar, o pueden verse obligados a reducir la calidad y/o
cantidad de los alimentos que consumen para poder sobrevivir. Este nivel
moderado de inseguridad alimentaria puede contribuir a diversas formas de
malnutrición y tener graves consecuencias en la salud y el bienestar de las
personas.
Las
cosas han cambiado mucho desde 1974, cuando la FAO comenzó a informar sobre la
magnitud del hambre en el mundo. La población mundial crece constantemente y
está cada vez más urbanizada. La tecnología evoluciona sin cesar y la economía
se encuentra cada vez más globalizada. Al mismo tiempo, existen tendencias
mundiales preocupantes en materia de malnutrición, incluido un rápido aumento
del sobrepeso y la obesidad, incluso cuando persisten otras formas de
desnutrición. La forma en que se producen, distribuyen y consumen los alimentos
en el mundo también ha cambiado drásticamente. Este mundo tan diferente exige
nuevas formas de abordar el hambre y la inseguridad alimentaria.
Como
parte de su mandato, la FAO se esfuerza por erradicar el hambre, la inseguridad
alimentaria y todas las formas de malnutrición. Apoyar los medios de
subsistencia de los pequeños productores de alimentos, mejorar la resiliencia
de los sistemas de producción alimentaria y fomentar el uso sostenible de los
recursos naturales son fundamentales para cumplir este mandato y alcanzar
el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (ODS2): un mundo sin hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición.
¿Qué
es el hambre?
El
hambre es una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo
insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la persona no
consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de forma
regular para llevar una vida normal, activa y saludable. Hoy en día, se estima
que más de 820 millones de personas pasan hambre. Durante décadas, la FAO ha
utilizado el indicador de prevalencia de la subalimentación para
estimar el alcance del hambre crónica en el mundo, por lo que el término
“hambre” también suele denominarse subalimentación.
¿Qué
es la inseguridad alimentaria?
Una
persona padece inseguridad alimentaria cuando carece de acceso regular a
suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo
normales y para llevar una vida activa y saludable. Esto puede deberse a la
falta de disponibilidad de alimentos y/o a la falta de recursos para obtenerlos.
La
inseguridad alimentaria puede experimentarse a diferentes niveles de severidad.
La FAO mide la inseguridad alimentaria utilizando la Escala de experiencia de
inseguridad alimentaria (FIES, por sus siglas en inglés) que se muestra a
continuación:
¿Cómo se relacionan el hambre y la
inseguridad alimentaria?
Cuando
alguien se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria severa, se ha
quedado sin alimentos y ha pasado un día o más sin comer. En otras palabras, lo
más probable es que haya pasado hambre.
La
inseguridad alimentaria severa es uno de los extremos de la escala, pero
incluso la inseguridad alimentaria moderada es preocupante. Para las personas
que padecen una inseguridad alimentaria moderada, el acceso a los alimentos es
incierto. Puede que tengan que sacrificar otras necesidades básicas, sólo para
poder comer. Cuando comen, puede ser lo que está más fácilmente disponible o lo
más barato, que puede no ser el alimento más nutritivo.
El
aumento de la obesidad y otras formas de malnutrición es en parte resultado de
este fenómeno. Los alimentos muy elaborados e hipercalóricos, con alto
contenido de grasas saturadas, azúcares y sal son, a menudo más baratos y
fáciles de conseguir que las frutas y verduras frescas. Comer esos alimentos
puede significar que se cubren sus necesidades diarias de calorías, pero le
faltan nutrientes esenciales para mantener su cuerpo sano y en buen
funcionamiento.
Además,
el estrés de vivir con un acceso incierto a los alimentos y de pasar períodos
sin comer puede llevar a cambios fisiológicos que pueden contribuir al
sobrepeso y la obesidad. Los niños que hoy en día se enfrentan al hambre, la
inseguridad alimentaria y la desnutrición, pueden tener un mayor riesgo de
sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas como la diabetes a lo largo de su
vida. En muchos países, la desnutrición y la obesidad coexisten, y ambas pueden
ser consecuencia de la inseguridad alimentaria.
Supervisar
el hambre y la inseguridad alimentaria en el mundo
La
FAO utiliza múltiples indicadores para monitorear los diversos aspectos de
estas complejas cuestiones. Dos de estos indicadores, la Prevalencia de la
subalimentación y la Prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave
en la población, basados en la Escala de experiencia de inseguridad
alimentaria (FIES, pos sus siglas en inglés), están siendo utilizados para
monitorear el progreso mundial hacia el logro del ODS2.
El
indicador tradicional de la FAO, la Prevalencia de la
subalimentación (PoU, por sus siglas en inglés), que se utiliza para
monitorear el hambre a nivel mundial y regional, se basa en la información de
los países sobre la disponibilidad, el consumo de alimentos y las necesidades
calóricas. Calcula la suficiencia de la ingesta de energía alimentaria de la
población.
La
Prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave en la
población, basada en la Escala de experiencia de inseguridad alimentaria
(FIES), es una estimación del porcentaje de la población de un país que se
enfrenta a dificultades para acceder a suficientes alimentos inocuos y
nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y una vida activa y
saludable.
Los
datos se recopilan mediante entrevistas directas en las que se pregunta a las
personas sobre las experiencias relacionadas con el acceso restringido a los
alimentos. La FIES es capaz de ofrecer la medición de la inseguridad
alimentaria a nivel individual o familiar y en diferentes niveles de gravedad.
Las estimaciones pueden compararse entre países y subpoblaciones dentro de un
mismo país. En lugar de limitarse a las tendencias nacionales, esta metodología
puede utilizarse para destacar el “quién” y el “dónde” de la inseguridad
alimentaria, respondiendo a las preguntas: ¿qué poblaciones son las más sufren
de inseguridad alimentaria y dónde se encuentran?
Al
monitorear el progreso hacia el ODS2, este indicador de la FAO mide la
proporción de la población que está experimentando inseguridad alimentaria
moderada o severa.
Las
personas que experimentan inseguridad alimentaria moderada ven
reducida la calidad y/o cantidad de sus alimentos y no están seguras de su
capacidad para obtener alimentos debido a la falta de dinero u otros recursos.
La inseguridad alimentaria moderada puede aumentar el riesgo de algunas formas
de malnutrición, como el retraso en el crecimiento en los niños, las carencias
de micronutrientes o la obesidad en los adultos.
Las
personas en situación de inseguridad alimentaria severa se
han quedado sin alimentos y, en el peor de los casos, han pasado días sin
comer. Este grupo de personas son las que llamamos “hambrientos”.
Fuente:
FAO (2018). El hambre y la inseguridad alimentaria en el
mundo.
EL HAMBRE Y LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA
ResponderBorrarEn la actualidad el hambre y la seguridad alimentaria son flagelos que impactan de manera alarmante en la sociedad, ya que la adquisición de los rubros alimenticios se ha hecho cuesta arriba para algunas personas en el mundo dado a la disponibilidad, poder adquisitivo, recursos productivos, distribución, largos periodos de pobreza, cambios climáticos, enfermedades, variaciones en los precios e insuficiencia en la producción de los mismos, teniendo como consecuencia que el comer a veces resulte en incomodad o dolor por el consumo insuficiente de alimentos o la necesidad de comer, originando que las crisis alimentarias se conviertan sean prolongadas y más estructurales al mostrar que son causadas por situaciones de mayor complejidad las cuales no pueden resolverse rápidamente, sino deben de llevar un proceso y planeación a largo plazo.
Por tanto, debemos de estar atentos y a su vez ser consientes de los cambios que suceden en nuestro entorno para así preservar e invertir los recursos necesarios para la producción de alimentos, ya que como dice el viejo refrán (EL HAMBRE ES SUVERSIVA) y por ende toda persona o ser vivo que habita el planeta no mide las consecuencias de sus actos cuando el hambre conjuntamente con la presión de saciarla actúan.
Demasiada realidad. Me gustaría ver mas de este tema. Yoharlys Espejo
ResponderBorrarPara poner fin al hambre, es indispensable saber no solo cuántas personas sufren hambre, la alimentación diaria de los 820 millones de personas que sufren hambre crónicas en el mundo presentan falta de calorías los que que dismudism su capasidad para llevar una vida activa. Una alimentación completa es fundamental para la salud y para la seguridad alimentaria. sabiana Portillo
ResponderBorrarEl mantenimiento de los equipos puede ser beneficiado por la adopción de nuevos conceptos. Sensores que controlan las máquinas capaces de detectar pequeñas desviaciones permiten un mejor funcionamiento y anticipar las acciones de las formadora hamburguesas.
ResponderBorrarEsto proporcionará un aumento significativo en la disponibilidad y evita las pérdidas por el tiempo de inactividad. El experto considera que otra ventaja de la industria 4.0 es que impulsa el suministro, algo que, para la industria alimentaria, depende de varios segmentos de materias primas y que tienen una importancia crucial.