jueves, 2 de enero de 2020

La familia y su relación con los comportamientos alimentarios de los niños y adolescentes


Las madres y padres suelen obligar a sus hijos a comerse todo y no dejar nada en el plato. Esta excesiva preocupación por la alimentación infantil puede llevar a los pequeños a padecer obesidad, según un estudio en la revista médica American Journal of Clinical Nutrition.
Aquellos niños cuyos padres les cuidan en exceso y les restringen el acceso a ciertos alimentos tienen más probabilidades de desarrollar problemas de obesidad.
Cuando la madre interfiere en la capacidad del niño de regular su alimentación, los menores pierden esta habilidad, ha afirmado Dra. Srpyuij-Metz, de la universidad del Sur de California, Estados Unidos.
Se ha apreciado que los niños a los que se les vigila demasiado su alimentación dejan de atender a las señales de su organismo, como la saciedad o el hambre, y obedecen a señales sociales para controlar el consumo de alimentos. Además, aprovechan para comer en los momentos en que sus padres no les observan.
El equipo de Spruijt_Metz también ha señalado que si los padres intentan controlar a sus hijos negándoles determinados alimentos, castigándoles o presionándoles, “los niños empezarán a odiar estas comidas”. La clave está en permitir que el niño se alimente en función de sus sensaciones internas, hambre o saciedad”.
Por otra parte Guillero Heird, de la Universidad de Baylor, USA, después de preguntar a más de un centenar de padres por sus actitudes relacionados con la alimentación de los hijos, han destacado que “este estudio logra identificar los comportamientos maternos que pueden ser modificados”. Y, aunque reconoce la dificultad que entraña lograr el cambio, ha indicado que “una maternidad responsable también implica saber tratar a los hijos según su edad y sus necesidades”.
En el caso de los adolescentes el culto al cuerpo y la extrema delgadez de muchas modelos, que se ha impuesto en el modelo actual de belleza ha hecho que 2 de cada 10 adolescentes utilicen algún método de adelgazamiento antes de los 13 años. La Bulimia y la Anorexia nerviosa se han convertido en enfermedades comunes entre las jóvenes, y la detección precoz de estos trastornos es ahora un objetivo fundamental para los médicos de atención primaria.
“Los médicos debemos utilizar todo el potencial con el que contamos para modificar estas conductas alimentarias. Hay que sospechar que cuando una adolescente presenta cierta pérdida de peso puede esconder una anorexia nerviosa”, apunta el Dr. Josep Toro. Del Servicio de psiquiatría y Psicología Infantil del Hospital Clínico, de Barcelona. “Debemos revisar el actual sistema de valores en el que el culto al cuerpo ha cobrado un valor desproporcionado.
Los trastornos alimentarios son cada vez más frecuentes entre los adolescentes, sobre todo mujeres, que intentan imitar el físico, a veces demasiado delgado de sus ídolos. El médico debe concienciar al paciente y a sus padres sobre la importancia que tiene el cambio de estas conductas a la hora de comer.
La anorexia nerviosa es un trastorno fácil de detectar, mientras que en el caso de la bulimia resulta complicado establecer el diagnóstico dada la inexistencia de síntomas visibles que puedan alertar. Según Toro, “la relación de confianza con su paciente es una herramienta propia del médico de familia que debe aprovechar ante enfermedades de esta naturaleza”.
En los últimos años se ha puesto de manifiesto la relación directa de estos trastornos con factores genéticos. Aunque se calcula que el 60 y 70 por ciento de los que padecen estas enfermedades tienen una predisposición genética, en la mayoría de los casos, si los pacientes se hubieran alimentado con n normalidad no las habrían desarrollado.
El tratamiento de estas patologías pasa por un programa de rehabilitación nutricional junto con la intervención psicosocial. Se trata de conseguir que el paciente aprenda a aceptar su cuerpo, mejorando la autoestima y reduciendo la distorsión de su imagen corporal, por lo que es muy importante la intervención de la familia.
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2 comentarios:

  1. La conducta alimentaria es el conjunto de acciones que establecen la relación del ser humano con los alimentos. Se acepta generalmente que los comportamientos frente a la alimentación se adquieren a través de la experiencia directa con la comida, por la imitación de modelos, la disponibilidad de alimentos, el estatus social, los simbolismos afectivos y las tradiciones culturales. Además de las influencias sociales, se ha señalado que las influencias genéticas y de ambiente familiar compartido, tienen un impacto relevante sobre el patrón de ingesta, la conducta alimentaria y la obesidad infantil. Los estudios sobre ingesta de alimentos en obesidad se han centrado principalmente en determinar la cantidad y tipo de alimentos de la dieta habitual, presentando resultados controversiales. También existe un interés creciente por explorar la relación entre la obesidad y la conducta de alimentación, medida a través de herramientas psicométricas que analizan diferentes dimensiones tales como la alimentación emocional, la alimentación sin control o la restricción cognitiva. Esta revisión aborda la influencia de la familia sobre la conducta alimentaria infantil en relación con la obesidad, tanto desde la perspectiva del ambiente familiar compartido como desde la herencia genética. Yuvelis Sosa

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  2. La conducta alimentaria es el conjunto de acciones que establecen la relación del ser humano con los alimentos. Además de las influencias sociales, se ha señalado que las influencias genéticas y de ambiente familiar compsetido, tienen un impacto relevante sobre el patrón de la ingesta, la conducta alimentaria, y la obesidad infantil. Sabiana Portillo

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