Los
efectos de la COVID-19 se han manifestado en el consumo de alimentos de varias
maneras. Uno de ellos, el aumento en el consumo de productos hipercalóricos
(frituras, postres), enlatados, empaquetados y menos perecederos, llama
negativamente la atención, pues, pese a tratarse de alimentos convenientes y de
bajo costo, rara vez son saludables, frescos y nutritivos.
La
pandemia ha exacerbado la desigualdad de ingresos, alimentación y nutrición en
América Latina y el Caribe. Hoy, la población más vulnerable tiene menor
disponibilidad y capacidad de compra de alimentos; hoy, su derecho a una
alimentación saludable se encuentra en entredicho. Se trata de una situación
especialmente preocupante, toda vez que una alimentación saludable contribuye a
un sistema inmunitario fuerte.
Los
gobiernos han priorizado la implementación de medidas de emergencia de
protección social para asistir a las personas más afectadas, ya sea a través de
la entrega de cupones de alimentos, raciones de comida o canastas solidarias de
alimentos. No obstante, en muchos casos los alimentos suministrados por este
tipo de asistencias, pese a que son de gran ayuda, no cumplen con un aporte
nutricional adecuado, al no incluir frutas, verduras, carnes o pescado, las
principales fuentes de fibras, proteínas, grasas saludables y micronutrientes.
Según
el Programa Mundial de Alimentos, la situación nutricional en la región
empeorará a causa de la pandemia. En otras palabras: si la crisis persiste en
el tiempo y sus efectos no amainan, a muchas personas no les quedará más
remedio que adquirir alimentos más baratos y de peor calidad nutricional.
Existe, entonces, un círculo vicioso entre la malnutrición y la pandemia.
Impactos en la
cadena de suministro de alimentos
Hoy,
la pandemia amenaza la cadena de suministros de alimentos, especialmente a la
de alimentos frescos y saludables (frutas, verduras, legumbres y pescado, entre
otras). Algunos de los principales impactos de la COVID-19 en esta dimensión
son:
1.
Acceso limitado a insumos productivos
Las
medidas de confinamiento y la restricción de la movilidad son un obstáculo, y
en algunos casos una valla insalvable para los agricultores, pues limitan su
acceso a mercados tanto para comprar insumos como para vender productos
frescos.
La menor disponibilidad de insumos
productivos y mano de obra puede afectar la siembra y la cosecha de alimentos
saludables en el campo, especialmente de algunas frutas y verduras que
requieren un uso intensivo de mano de obra. En último término, la productividad
de los agricultores se ve duramente afectada por las medidas. El acceso a
insumos productivos se ha hecho más difícil por disrupciones en el proceso de
importación, logístico o por un aumento de precios (lidiar con precios altos es
particularmente difícil para los productores de menor escala). El menor acceso
a transporte afecta a los trabajadores locales; el cierre de fronteras, por
otra parte, es un problema para los trabajadores migrantes temporales.
2. Falta de
transporte de alimentos
Las restricciones de
desplazamiento imperantes suponen un desafío para el transporte y distribución
de alimentos, en particular para el transporte de alimentos frescos y
perecederos, sin los cuales no es posible seguir una dieta nutritiva,
diversificada y saludable.
Otro de los nudos
críticos es el acceso limitado de los productores a los mercados locales. Algo
similar sucede con el abastecimiento nacional. El cierre de localidades, la
falta de permisos de salida y entrada para los transportistas de alimentos y
las interrupciones en los caminos, dificultan que los alimentos viajen del
campo a los mercados mayoristas y minoristas urbanos, provocando pérdidas
cuantiosas de alimentos perecibles y frescos – pescados, mariscos, frutas y
hortalizas, entre otros – en uno de los primeros eslabones de la cadena, el
transporte.
Impactos en los entornos alimentarios
A continuación, se
discuten algunos de los principales impactos de la COVID-19 sobre los entornos
alimentarios que afectan los hábitos de consumo de alimentos.
1. Cierre de
programas de alimentación escolar
Los programas de
alimentación escolar son un engranaje crucial de las políticas para garantizar
el derecho a la alimentación. Sin embargo, a causa del cierre de escuelas en la
mayor parte de los países de la región, se estima que 65 millones de escolares
se han visto afectado su habitual forma de entrega de alimentos. Aun cuando,
para mucho de ellos, el desayuno y/o almuerzo que recibían en las escuelas era
el principal alimento al que accedían diariamente.
2. Menor poder
adquisitivo para la compra de alimentos saludables
Los efectos de la
COVID-19 han golpeado principalmente a los más vulnerables, quienes han perdido
sus empleos, ingresos o medios de subsistencia, lo cual hace que la compra y
consumo de alimentos saludables, e inclusive la compra de sus alimentos
habituales, se conviertan en un reto económico adicional.
Asimismo, los altos
precios de los alimentos frescos y saludables son uno de los principales
escollos a los que se enfrentan las poblaciones vulnerables en estos momentos
de crisis. Es cierto que los alimentos poco saludables de carácter no
perecedero son la alternativa más económica, sin embargo, también son los que
tienen un mayor efecto negativo para la calidad nutricional de las dietas.
3. Promoción y
oportunismo publicitario de alimentos
En muchos países,
durante la pandemia, los mercados, restaurantes y cafeterías, donde normalmente
el consumidor compraba alimentos, han permanecido cerrados o parcialmente
cerrados. En consecuencia, se han visto obligados a cambiar las formas en que
venden y, sobre todo, promocionan sus productos.
Algunos ejemplos de
las estrategias especializadas de mercadeo utilizadas por restaurantes, en
especial de comida rápida, y la industria para posicionar bebidas azucaradas y
alimentos ultraprocesados durante esta crisis, son: a) entregas gratuitas a
domicilio; b) donaciones a programas de asistencia y/o entregas solidarias de
alimentos; c) entrega de sus productos a personal de salud (hoy, los
profesionales mejor evaluados); y d) cambios en sus empaques frontales con
personajes animados y con diferentes mensajes de motivación ante esta crisis.
Impacto en el comportamiento de los consumidores
El comportamiento de
los consumidores abarca todas aquellas prácticas relacionadas con la
producción, selección, compra, preparación, almacenamiento y consumo de
alimentos por parte del consumidor. Dos de los principales impactos en esta
dimensión son:
1. Compras de pánico
y desinformación
La ansiedad e incertidumbre con respecto al
desabastecimiento de alimentos, asociada a la desinformación, puede conducir a
un comportamiento denominado “compras de pánico”, que pocas veces se orientará
a la adquisición de alimentos (F y V) más saludables.
2. Disrupción en las
rutinas
Las medidas de
confinamiento han alterado la vida cotidiana. Para algunas personas, hoy, en un
solo espacio, coexisten múltiples tareas: trabajo (a través del teletrabajo),
el cuidado de niños o adultos mayores y las labores domésticas, entre otras.
Esta disrupción de la vida cotidiana, a la que se puede añadir el temor de
contagio, puede significar: a) menor disponibilidad de tiempo para cocinar; b)
menor desplazamiento a mercados locales (ferias del agricultor, fruterías,
pescaderías); c) mayores entregas a domicilio de comidas rápidas; y d) mayor
consumo de comidas preparadas con alto contenido de grasas, sodio o azúcares.
También es posible
que las personas adopten estilos de vida más saludables, organicen mejor el
tiempo para planificar sus comidas y cocinen en familia con ingredientes saludables,
despachados a domicilio por mercados locales.
Ahora bien, para una gran mayoría de la
población en la región, la cuarentena significa algo radicalmente distinto. El
confinamiento significa empobrecimiento (falta de trabajo), una sobrecarga de
tareas domésticas para las mujeres, un menor acceso a alimentos saludables o de
la canasta básica de alimentos y dificultades para acceder a programas de
asistencia alimentaria. En esas condiciones parece imposible practicar una
alimentación saludable.
Fuente:
FAO-CEPAL (2020). Sistemas
alimentarios y COVID-19 en América Latina y el Caribe: Hábitos de consumo y
malnutrición. Boletín Nº 10. 16-07-2020. Disponible en:
https://www.cepal.org/es/publicaciones/45794-sistemas-alimentarios-covid-19-america-latina-caribe-ndeg-10-habitos-consumo
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