Las deficiencias de micronutrientes están en los casos de
malnutrición en general. Esta malnutrición puede presentarse tanto por déficit
como por exceso de micronutrientes. Los principales problemas de deficiencia de
micronutrientes son los relacionados con: Hierro, Ácido fólico y Vitamina A.
Básicamente son causados por aumento de las pérdidas o por
requerimientos aumentados. Prevalecen en ciertos grupos de edad, como los niños
y mujeres, están muy relacionadas con la pobreza; y lo primero que tenemos que
ver es que no estamos hablando probablemente de deficiencias aisladas de
nutrientes.
Podemos, quizás experimentalmente, detectar que una población
tiene deficiencias de hierro o de folatos, pero probablemente eso estará
acompañado de muchas otras carencias, por lo que resulta difícil separar o
identificar un origen único para estas carencias y por lo tanto la solución
debe ser multifactorial.
La deficiencia de hierro y anemia es el principal
problema nutricional a nivel mundial y es especialmente prevalente en menores
de 2 años, lo cual tiene consecuencias importantes y definitivas en el
crecimiento del niño. También es evidente su
influencia cuando hablamos de sociedades o países, porque se ha determinado
que la anemia o la aparición de estas deficiencias en etapas tempranas de la
vida se asocia a retardos que acompañan a estos individuos durante toda su
vida. Así, aunque desde el punto de vista hematológico estén recuperados, es
decir, que no presenten anemia cuando son escolares, la anemia en las primeras
etapas marca, de alguna manera, el desarrollo psicomotor de esos individuos.
Cuando
hablamos de prevalencia de 70% de anemia en menores de 2 años, estamos frente a
un problema no sólo desde el punto de vista individual sino como país, pues
esto significa que 7 de cada 10 individuos presentarán leves retrasos en actitud, disponibilidad o disposición para realizar
trabajos.
La anemia está
definida por un parámetro hematológico que es la concentración de hemoglobina
por debajo de un cierto punto de corte. Las manifestaciones asociadas son
inespecíficas en términos de:
• Función y estructura gastrointestinal.
• Limitación de actividad física, que en muchos casos tiende a
confundirse con flojera; la gente parece no querer trabajar.
• La consabida discusión sobre la predisposición a infecciones
cuando hay anemia, o deficiencia de hierro.
A la vez, dependiendo del patógeno del que estemos hablando,
pudiese hacerse más leve la infección cuando estamos frente a una deficiencia
de hierro. En cuanto a funciones neurológicas, se presenta un bajo rendimiento escolar y fatiga crónica.
En algunos estudios sobre las consecuencias de la anemia y
deficiencia de hierro en etapas tempranas de la vida, durante la infancia,
cuando son menores de 2 años, y qué consecuencias tiene esto a lo largo de la
vida. Se tomaron como referencia 15 estudios realizados a niños de 6 a 24
meses y se encontró que en 14 de esos 15 estudios los niños presentaron pobre
respuesta emocional, social, motora y cognitiva. Las puntuaciones obtenidas en
pruebas de desarrollo fueron, en promedio, de 6 a 15 puntos menores en los
niños deficientes; describiéndose a ese niño como: Infeliz, Intranquilo, Dudoso, Menos sociable.
En cuanto a la duración, severidad y momento de la deficiencia
de hierro y sus consecuencias, nueve estudios han seguido niños lactantes,
preescolares, escolares y adolescentes, y todos estos estudios, independientemente
del momento en que se detuvieron, muestran que los anémicos o con deficiencia
severa de hierro obtuvieron menores puntuaciones en pruebas de funcionamiento
mental, motor o social. A pesar de recibir terapia de hierro, podemos tener
individuos no anémicos (lo que quiere decir con hemoglobina por encima del
punto de corte), pero con este tipo de alteraciones.
Se ha determinado que existe una disminución del coeficiente
intelectual de 1,73 puntos por cada diez gramos de disminución de la
hemoglobina. Tenemos evidencias importantes en humanos que indican que las
alteraciones ocurridas en menores de dos años no son recuperables. Los clásicos
estudios de Betty Lozoff en Costa Rica, han seguido a niños que fueron anémicos
como lactantes hasta la adolescencia y mostró que el grado de repitencia se
duplicó entre los 11 y 14 años con aumento de incidencia de depresión y de
ansiedad en los que fueron deficientes cuando eran lactantes.
Estos estudios no tomaban en cuenta el
estado de hierro de la madre, o sea, habría que irse inclusive un poco más
atrás para poder explicar lo que está ocurriendo y saber por qué es tan
definitivo que para niños menores de 2 años este tipo de manifestaciones se
produzcan allí, porque no hay madurez de órganos y sistemas, pero que se
mantengan durante el resto de la vida.
Lo que se ha encontrado, aunque las evidencias son muy
limitadas porque es difícil hacer estudios de este tipo, apuntan a que el
hierro es utilizado primero durante el periodo fetal para la producción de
sangre. Si pudiésemos medir en el neonato o en etapas tempranas la
hemoglobina, podríamos tener esos fetos no anémicos; sin embargo, el cerebro
podría estar ya en esas etapas privado de hierro, por lo tanto al momento del
nacimiento no ocurrirá la maduración necesaria, ni en esa etapa ni después, y
eso conllevaría a la serie de eventos que ya mencionamos.
La concepción de que la madre protege al feto, que se describe
como el “parásito perfecto”, en el caso del metabolismo de hierro actualmente
no es aceptada, ya que aparentemente esa protección no llega a ser suficiente
porque a pesar de que la madre se queda con sus depósitos de hierro bajos y el
niño nace bien, el cerebro de ese niño pudiera no estar bien. Varios estudios
muestran que la anemia de la madre,
sobre todo la grave, presenta una amenaza para las reservas del feto y esto
coloca el cerebro del feto en riesgo de
deficiencia.
Con relación a la deficiencia de folatos, ¿cuál es el problema? La deficiencia de folatos provoca anemia
macrocítica o megaloblástica, que se asocia también con la deficiencia de
vitamina B12 y defectos en el cierre del tubo neural. Asimismo se ha encontrado
asociación entre bajos niveles de folatos, altos niveles de homocisteína y la aparición
de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebros vasculares.
Durante muchos años se sabía por estudios realizados con
animales, e inclusive con humanos, que había una relación inversa entre el
consumo de folato y la aparición de ciertos tipos de cáncer como pólipos
adenomatosos en colon y recto. El punto sigue siendo controversial, pero el
ácido fólico está relacionado con la duplicación celular a través de la
síntesis de ADN y por lo tanto, en casos de deficiencias tiene un efecto clarísimo
y muy beneficioso. Pero lo que se piensa que podría ser la aplicación al inicio
de esta polémica, era que las personas con tendencias a padecer cáncer o con
lesiones premalignas podrían estar recibiendo el folato necesario para que el
tumor se desarrollara. Allí tenemos que evaluar: ¿estamos haciendo bien a la
población cuando planteamos un programa de fortificación?, ¿estamos cubriendo y
queremos cubrir a toda la población?, ¿es la suplementación la respuesta?
Además de los efectos en el tubo neural, el déficit de folatos
se asocia con retardo en el crecimiento, aumento del riesgo de parto
pretérmino y niños con bajo peso al nacer. Adicionalmente, aunque es un efecto
indirecto, mediado por aumento de la homocisteína, se ha visto que produce una
mayor incidencia de abortos espontáneos y complicaciones en el embarazo.
En cuanto a los efectos de la deficiencia de vitamina A se ha reportado el aumento en la incidencia de infecciones,
alteraciones de la visión que incluyen la pérdida total de la misma, retardo de
crecimiento corporal, respuesta inmune debilitada, entre otros.
Las mujeres en edad reproductiva, las
embarazadas y los preescolares son los grupos más susceptibles. Adicionalmente a esto, se ha encontrado
una interacción entre el estado nutricional de vitamina A y metabolismo de
hierro. Se ha observado experimentalmente que cuando tenemos deficiencia de
vitamina A, independientemente del estatus de hierro, hay una alteración en la
movilización de hierro desde el hígado, además hemos encontrado una función de
la vitamina A en la absorción intestinal. Por todo esto es que el problema
puede estar en la vitamina A, pero puede estar afectando también al metabolismo
de hierro. Las evidencias que tenemos, al menos en Venezuela, son estudios poblacionales
grandes, donde estos tres micronutrientes constituyen un problema importante.
¿Hay
Solución?
En muchas
partes del mundo se han hecho innumerables esfuerzos, como los programas de
fortificación y muchísimas iniciativas, pero son contadas las exitosas. Lo
primero que uno tiene que pensar y observar es cómo están relacionadas con
consumo de alimentos. Mientras no
consumamos los alimentos en cantidad y calidad adecuada, identificando los alimentos
más saludables y beneficiosos, el problema va a existir.
Existen grupos
en los que hay que ser cuidadosos; evidentemente la solución no es decir
“coman”, porque todos no tenemos acceso a los alimentos que necesitamos o que
queremos comer en un momento determinado. Esto, unido a que cuando yo evalúe hierro
o ácido fólico estoy viendo un nutriente, hace que probablemente pierda el
panorama completo. Por ende, lo que tenemos que hacer, aparte de políticas de
alimentación, segundas revoluciones verdes y aumentar la producción de
alimentos, es pensar en esto como un problema que tiene muchas causas y por lo
tanto, la solución tiene que ser multifactorial.
Además hay otras medidas como la suplementación, la
fortificación (incluyendo consideraciones sobre biofortificación y modificación
genética de alimentos) y la optimización de las condiciones sociales,
económicas y sanitarias; porque si no mejoramos esos otros aspectos y si no
incluimos la educación nutricional,
por ejemplo, como una medida importante para solucionar este problema, no
vamos a lograr impacto.
Fuente:
María Nieves García-Casal (2011). Los Micronutrientes: ¿por qué requieren nuestra atención?
El problema, la evidencia y la solución. CANIA. Año 14. Nº 23 p.27-31
Desde mi punto de vista pienso que el problema que actualmente vive nuestro país afecta mucho al poco consumo de micronutrientes, incluyendo a eso una educación alimentaria casi nula, ocasionando eso que las personas no puedan evitar las malnutriciones e incluso anemias y otras condiciones. En el caso de las mujeres embarazadas la falta de estos micronutrientes puede afectar el desarrollo del feto provocando que los infantes nazcan con los mismos problemas nutricionales u otras condiciones.
ResponderBorrarLos micronutrientes a pesar de que su consumo es poco comparado con los macronutrientes son tan importantes dándonos resistencia a infecciones, desarrollando el crecimiento y las funciones cognitivas.