martes, 17 de noviembre de 2015

Los Micronutrientes: ¿por qué requieren nuestra atención?

Las deficiencias de micronutrientes están en los casos de malnutrición en general. Esta malnutrición puede presentarse tanto por déficit como por exceso de micronutrientes. Los principales problemas de deficiencia de micronutrientes son los relacionados con: Hierro, Ácido fólico y Vitamina A.
Básicamente son causados por aumento de las pérdidas o por requerimientos aumentados. Prevalecen en ciertos grupos de edad, como los niños y mujeres, están muy relacionadas con la pobreza; y lo primero que tenemos que ver es que no estamos hablando pro­bablemente de deficiencias aisladas de nutrientes.
Podemos, quizás experimentalmente, detectar que una población tiene deficiencias de hierro o de fo­latos, pero probablemente eso estará acompañado de muchas otras carencias, por lo que resulta difícil separar o identificar un origen único para estas carencias y por lo tanto la solución debe ser multifactorial.
La deficiencia de hierro y anemia es el principal problema nutricional a nivel mundial y es especialmente prevalente en menores de 2 años, lo cual tiene con­secuencias importantes y definitivas en el crecimiento del niño. También es evidente su influencia cuando ha­blamos de sociedades o países, porque se ha determi­nado que la anemia o la aparición de estas deficiencias en etapas tempranas de la vida se asocia a retardos que acompañan a estos individuos durante toda su vida. Así, aunque desde el punto de vista hematológico estén recuperados, es decir, que no presenten anemia cuando son escolares, la anemia en las primeras etapas marca, de alguna manera, el desarrollo psicomotor de esos individuos.
Cuando hablamos de prevalencia de 70% de anemia en menores de 2 años, estamos frente a un pro­blema no sólo desde el punto de vista individual sino como país, pues esto significa que 7 de cada 10 individuos presentarán leves retrasos en actitud, disponibi­lidad o disposición para realizar trabajos.
La anemia está definida por un parámetro hema­tológico que es la concentración de hemoglobina por debajo de un cierto punto de corte. Las manifestaciones asociadas son inespecíficas en términos de:
• Función y estructura gastrointestinal.
• Limitación de actividad física, que en muchos casos tiende a confundirse con flojera; la gente parece no querer trabajar.
• La consabida discusión sobre la predisposi­ción a infecciones cuando hay anemia, o deficiencia de hierro.
A la vez, dependiendo del patógeno del que es­temos hablando, pudiese hacerse más leve la infección cuando estamos frente a una deficiencia de hierro. En cuanto a funciones neurológicas, se presenta un bajo rendimiento escolar y fatiga crónica.
En algunos estudios sobre las consecuencias de la anemia y deficiencia de hierro en etapas tempranas de la vida, durante la infancia, cuando son menores de 2 años, y qué consecuencias tiene esto a lo largo de la vida. Se tomaron como referencia 15 estudios reali­zados a niños de 6 a 24 meses y se encontró que en 14 de esos 15 estudios los niños presentaron pobre res­puesta emocional, social, motora y cognitiva. Las puntuaciones obtenidas en pruebas de desa­rrollo fueron, en promedio, de 6 a 15 puntos menores en los niños deficientes; describiéndose a ese niño como: Infeliz, Intranquilo,  Dudoso, Menos sociable.
En cuanto a la duración, severidad y momento de la deficiencia de hierro y sus consecuencias, nueve estudios han seguido niños lactantes, preescolares, escolares y adolescentes, y todos estos estudios, inde­pendientemente del momento en que se detuvieron, muestran que los anémicos o con deficiencia severa de hierro obtuvieron menores puntuaciones en pruebas de funcionamiento mental, motor o social. A pesar de recibir terapia de hierro, podemos tener individuos no anémicos (lo que quiere decir con hemoglobina por encima del punto de corte), pero con este tipo de alteraciones.
Se ha determinado que existe una disminución del coeficiente intelectual de 1,73 puntos por cada diez gramos de disminución de la hemoglobina. Tenemos evidencias importantes en humanos que indican que las alteraciones ocurridas en menores de dos años no son recuperables. Los clásicos estudios de Betty Lozoff en Costa Rica, han seguido a niños que fueron anémicos como lactantes hasta la adolescencia y mostró que el grado de repitencia se duplicó entre los 11 y 14 años con aumento de incidencia de depresión y de ansiedad en los que fueron deficientes cuando eran lactantes.
Estos estudios no tomaban en cuenta el estado de hierro de la madre, o sea, habría que irse inclusive un poco más atrás para poder explicar lo que está ocurriendo y saber por qué es tan definitivo que para niños menores de 2 años este tipo de manifes­taciones se produzcan allí, porque no hay madurez de órganos y sistemas, pero que se mantengan durante el resto de la vida.
Lo que se ha encontrado, aunque las evidencias son muy limitadas porque es difícil hacer estudios de este tipo, apuntan a que el hierro es utilizado primero durante el periodo fetal para la producción de sangre. Si pudiésemos medir en el neonato o en etapas tem­pranas la hemoglobina, podríamos tener esos fetos no anémicos; sin embargo, el cerebro podría estar ya en esas etapas privado de hierro, por lo tanto al momento del nacimiento no ocurrirá la maduración necesaria, ni en esa etapa ni después, y eso conllevaría a la serie de eventos que ya mencionamos.
La concepción de que la madre protege al feto, que se describe como el “parásito perfecto”, en el caso del metabolismo de hierro actualmente no es aceptada, ya que aparentemente esa protección no llega a ser sufi­ciente porque a pesar de que la madre se queda con sus depósitos de hierro bajos y el niño nace bien, el cerebro de ese niño pudiera no estar bien. Varios estudios mues­tran que la anemia de la madre, sobre todo la grave, presenta una amenaza para las reservas del feto y esto coloca el cerebro del feto en riesgo de deficiencia.
Con relación a la deficiencia de folatos, ¿cuál es el problema? La deficiencia de folatos provoca anemia macrocítica o megaloblástica, que se asocia también con la deficiencia de vitamina B12 y defectos en el cierre del tubo neural. Asimismo se ha encontrado asociación entre bajos niveles de folatos, altos niveles de homocisteína y la aparición de enfermedades cardiovas­culares y accidentes cerebros vasculares.
Durante muchos años se sabía por estudios rea­lizados con animales, e inclusive con humanos, que había una relación inversa entre el consumo de folato y la aparición de ciertos tipos de cáncer como pólipos adenomatosos en colon y recto. El punto sigue siendo controversial, pero el ácido fólico está relacionado con la duplicación celular a través de la síntesis de ADN y por lo tanto, en casos de deficien­cias tiene un efecto clarísimo y muy beneficioso. Pero lo que se piensa que podría ser la aplicación al inicio de esta polémica, era que las personas con tendencias a padecer cáncer o con lesiones premalignas podrían estar recibiendo el folato necesario para que el tumor se desarrollara. Allí tenemos que evaluar: ¿estamos haciendo bien a la población cuando planteamos un programa de fortificación?, ¿estamos cubriendo y que­remos cubrir a toda la población?, ¿es la suplementa­ción la respuesta?
Además de los efectos en el tubo neural, el déficit de folatos se asocia con retardo en el crecimiento, au­mento del riesgo de parto pretérmino y niños con bajo peso al nacer. Adicionalmente, aunque es un efecto in­directo, mediado por aumento de la homocisteína, se ha visto que produce una mayor incidencia de abortos espontáneos y complicaciones en el embarazo.
En cuanto a los efectos de la deficiencia de vi­tamina A se ha reportado el aumento en la incidencia de infecciones, alteraciones de la visión que incluyen la pérdida total de la misma, retardo de crecimiento cor­poral, respuesta inmune debilitada, entre otros.
Las mujeres en edad reproductiva, las embarazadas y los preescolares son los grupos más susceptibles. Adi­cionalmente a esto, se ha encontrado una interacción entre el estado nutricional de vitamina A y metabolismo de hierro. Se ha observado experimentalmente que cuando tenemos deficiencia de vitamina A, indepen­dientemente del estatus de hierro, hay una alteración en la movilización de hierro desde el hígado, además hemos encontrado una función de la vitamina A en la absorción intestinal. Por todo esto es que el problema puede estar en la vitamina A, pero puede estar afectando también al metabolismo de hierro. Las evidencias que tenemos, al menos en Vene­zuela, son estudios poblacionales grandes, donde estos tres micronutrientes constituyen un problema importante.
¿Hay Solución?
En muchas partes del mundo se han hecho innumerables esfuerzos, como los programas de fortificación y muchísimas iniciativas, pero son contadas las exitosas. Lo primero que uno tiene que pensar y observar es cómo están relacionadas con consumo de alimentos. Mientras no consumamos los alimentos en cantidad y calidad adecuada, identificando los ali­mentos más saludables y beneficiosos, el problema va a existir.
Existen grupos en los que hay que ser cuidadosos; evidentemente la solución no es decir “coman”, porque todos no tenemos acceso a los alimentos que necesi­tamos o que queremos comer en un momento deter­minado. Esto, unido a que cuando yo evalúe hierro o ácido fólico estoy viendo un nutriente, hace que pro­bablemente pierda el panorama completo. Por ende, lo que tenemos que hacer, aparte de políticas de ali­mentación, segundas revoluciones verdes y aumentar la producción de alimentos, es pensar en esto como un problema que tiene muchas causas y por lo tanto, la solución tiene que ser multifactorial.
Además hay otras medidas como la suplementa­ción, la fortificación (incluyendo consideraciones sobre biofortificación y modificación genética de alimentos) y la optimización de las condiciones sociales, económicas y sanitarias; porque si no mejoramos esos otros aspectos y si no incluimos la educación nutricional, por ejemplo, como una medida importante para solucionar este pro­blema, no vamos a lograr impacto.

Fuente:
María Nieves García-Casal  (2011). Los Micronutrientes: ¿por qué requieren nuestra atención?
El problema, la evidencia y la solución. CANIA. Año 14. Nº 23 p.27-31

1 comentario:

  1. Desde mi punto de vista pienso que el problema que actualmente vive nuestro país afecta mucho al poco consumo de micronutrientes, incluyendo a eso una educación alimentaria casi nula, ocasionando eso que las personas no puedan evitar las malnutriciones e incluso anemias y otras condiciones. En el caso de las mujeres embarazadas la falta de estos micronutrientes puede afectar el desarrollo del feto provocando que los infantes nazcan con los mismos problemas nutricionales u otras condiciones.
    Los micronutrientes a pesar de que su consumo es poco comparado con los macronutrientes son tan importantes dándonos resistencia a infecciones, desarrollando el crecimiento y las funciones cognitivas.

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