Cuando los alimentos
que el niño lleva al preescolar van a formar parte de la merienda de la mañana
o de la tarde, los padres y maestros deben estar atentos a la cantidad y
calidad de los mismos en la comida anterior a la merienda, para poder suplir
con la lonchera las necesidades energéticas del niño en las próximas horas.
En un inicio los
alimentos de la lonchera deben mantenerse en preparaciones sencillas y ser
conocidos por el niño, para irlos variando posteriormente. Antes de preparar la
lonchera debe cumplirse con las reglas mínimas
de aseo de las manos y de la limpieza y lavado de los alimentos, así
como también, cuidar el tiempo de preparación de los alimentos perecederos.
Puede ser útil congelar la noche antes los jugos naturales para que estén a
temperatura agradable y en buenas condiciones al momento de que el niño los
consuma. Los padres y maestros
deben conversar sobre el contenido de la lonchera y las preferencias del niño.
La
lonchera del preescolar debe tener ciertas características como son:
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El envase exterior debe ser liviano y de un material que proteja al contenido
del agua, del polvo y evite el deterioro de los alimentos.
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Los envases para los alimentos sólidos y líquidos, deben ser de materiales
irrompibles y fáciles de abrir por el niño. No se recomienda llevar alimentos
envasados que requieran el uso de
utensilios de cocina como destapadores.
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Si se envían preparaciones para más de una comida al día, deben ser empacados
por separado.
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Los alimentos deben ser preferiblemente naturales.
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Elimine de la lonchera las chucherías, refrescos y alimentos peligrosos para el
niño tales como maní, semillas, etc.
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La preparación de los alimentos debe ser variada en sabores, colores y
texturas, en la cantidad adecuada para cada niño.
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Las porciones deben ser de tamaño manejable para evitar que las rechace.
Una
vez que el niño llegue a la casa hay que revisar la lonchera, lavarla y dejarla
abierta hasta el día siguiente. Siempre que sobren alimentos se conversará
con el niño para conocer la causa del
rechazo.
La
lonchera puede contener lo siguiente:
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1 a 2 raciones de fruta entera (lavada y picada para facilitar el consumo por
parte del niño), compota, manjar o en jugo (en lo posible sin azúcar).
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1 a 2 raciones de cereal como arepa, galletas, pan, casabe, ponqué, etc.
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½ a 1 ración de queso, pollo o huevo duro (opcional si no se ha incluido en la
comida anterior).
Consejos
prácticos.
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Minutos antes de sentarse a la mesa el niño debe estar relajado, tranquilo y
con las manos limpias.
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Debe estar bien sentado y a la altura de la silla acorde con la mesa.
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Los utensilios deben ser adecuados para la edad, preferiblemente los cubiertos
deben ser livianos y de mangos cortos.
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El niño debe permanecer sentado durante la comida, esto le permite concentrarse
en masticar e ingerir adecuadamente los alimentos y evita que se ahogue.
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Los alimentos nuevos son mejor aceptados, si se ofrecen cuando el niño tiene
hambre.
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Para que el niño acepte alimentos nuevos debe exponerse repetidamente a ese
alimento o al que él rechaza de una manera consciente, entre 8 y 10 veces.
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La combinación de los alimentos preferidos con los menos aceptados incrementa
la variedad de la dieta y la aceptabilidad de las preparaciones.
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El niño preescolar responde mejor, si se le da a escoger algunos alimentos
(dos) que si se le pregunta qué quiere comer.
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El impedir la ingestión de grandes cantidades de líquidos (jugos, agua) antes de las comidas evita la disminución de su capacidad gástrica
funcional.
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Si el niño no quiere comer, no es recomendable regañarlo o castigarlo porque se
refuerza la conducta negativa, sino simplemente se remueve el plato, se le
invita a abandonar la mesa y se le ofrece en la próxima comida una dieta nutritiva.
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La curiosidad del niño permite introducir nuevos alimentos y utilizar
diferentes colores, sabores y texturas.
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El tiempo para comer no debe ser menor de 20 minutos ni mayor de 30 minutos,
suficiente para que el niño reconozca las señales de saciedad de su organismo.
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Realizar las comidas en familia promueve la interacción social y el modelaje
adecuado de las conductas alimentarias.
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Las horas de comida deben estar bien diferenciadas de las de esparcimiento,
para que el niño no se vea obligado a comer más rápido, ni dejar el alimento
para poder jugar.
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Los niños que participan en las actividades de compra, selección, preparación
de alimentos y en servir la comida, desarrollan una mejor relación con la
alimentación.
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Los niños que asisten al colegio en el turno de la mañana, deben cenar temprano
y acostarse de igual forma, eso les permite levantarse descansados y con
apetito para tomar el desayuno completo, necesario en las próximas horas de
esfuerzo y atención dirigidas al aprendizaje y al juego.
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Las comidas en compañía de otros niños son momentos propicios para compartir y
aprender a comer mejor.
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Se recomienda leer historias sobre alimentos y contar cuentos sobre alimentos
preferidos.
Para mayor información revisar nuestro enlace “la lonchera de mi hijo”
Fuente:
Magda Eligia García Narváez y Elizabeth Dini Goldin. Alimentación en el
Preescolar. En CANIA (2009). Nutrición en Pediatría. Tomo I. Caracas.
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