La acción coordinada e intersectorial entre las áreas de salud y
educación es uno de los más importantes desafíos en el mundo actual. Lo es
tanto para las escuelas como para las comunidades en las cuales éstas se hallan
insertas debido al crecimiento de trastornos y dificultades de aprendizaje
relacionados con la malnutrición por carencia o exceso que aquejan a gran parte
de la población infantil. Por esta razón, es fundamental enseñar a los alumnos
desde edades tempranas la importancia que tiene la alimentación en el
mantenimiento de la salud, así como en el desarrollo emocional y psicosocial.
El profesorado desempeña, en este sentido, un papel fundamental.
Para Martí y Muñoz “los hábitos
alimentarios adquiridos en este periodo son decisivos en el comportamiento
alimentario en la edad adulta, y éste, a su vez, puede incidir en los
comportamientos de las siguientes generaciones”. La educación debe considerarse,
por tanto, como una herramienta indispensable en la prevención de los
trastornos alimentarios. Pero, no es solamente en la escuela donde se educa
nutricionalmente al alumnado, ya que en esta labor son decisivos la familia, el
entorno y los medios de comunicación social (televisión, cine, etc.). Así es
necesario coordinar los mensajes para evitar posibles contradicciones, o al
menos analizar dichos mensajes para enseñar a los alumnos estrategias que les
permitan en el futuro tomar sus propias decisiones.
La escuela es el medio idóneo para poder llevar a cabo un programa de educación alimentaria y nutricional. Por
una parte porque es el medio que acoge la totalidad de la población durante la
etapa de la enseñanza obligatoria. En la escuela se puede ayudar a adquirir
unos conocimientos, unos hábitos y unas actitudes favorables de una manera
gradual y sistemática. Por otra parte, porque la escuela acoge a los niños y a
los adolescentes en una etapa muy importante de su vida en la que están
formando su personalidad y todavía están a tiempo para cambiar e incorporar
nuevos hábitos de salud. Al mismo tiempo el equipo docente además de impartir los conocimientos adecuados para cada
etapa también puede contribuir en la modificación de las conductas y ser pieza clave
en la educación nutricional del niño.
Aplicación didáctica y/o
educativa
Las acciones de educación en alimentación y nutrición a ser
desarrolladas en la escuela son muy importantes: contribuyen a la
formación de hábitos, constituyendo un patrimonio de cultura alimentaria de partida. Además, debe constituir un elemento
de continuidad de las acciones ejercidas desde las familias y la propia
comunidad.
Una educación eficaz en una alimentación equilibrada
puede motivar a los alumnos y permitirles adoptar pautas saludables de
alimentación y de vida. Las escuelas tienen particular importancia en campo ya
que:
.- Poder elegir una dieta sana y un estilo de vida saludable
es una de las aptitudes más importantes en la vida, y un considerable elemento
de la madurez.
.- Están en contacto con los niños y niñas durante su
infancia.
.- Pueden ejecutar programas de intervención para mejorar la
nutrición de los niños. Una buena nutrición fortalece la capacidad de
aprendizaje de los niños.
La educación por una alimentación equilibrada en las
escuelas es más eficaz si cuenta con un medio de apoyo y se asocia a
actividades prácticas relacionadas con los alimentos y la nutrición. El
almuerzo, la creación y atención de huertos escolares y los programas de salud en las escuelas ofrecen
oportunidades especiales de aprendizaje práctico en materia de nutrición. La
participación de los estudiantes en actividades de horticultura, planificación
de la alimentación, selección de alimentos y cocina ofrece a los estudiantes
experiencias directas para aprender sobre alimentos y pautas de nutrición
saludables, así como adquirir prácticas de higiene.
Según Hernández Rodríguez la educación en nutrición en las escuelas produce más
repercusiones y puede mantenerse durante más tiempo si forma parte de un
programa en el que participe toda la escuela y está vinculado a actividades en
las que participen los padres de familia y la comunidad. La organización de
servicios eficaces de sanidad escolar o un programa de alimentación bien organizado,
así como la elaboración de una política escolar de nutrición, son actividades
que contribuyen a crear un ambiente propicio a la buena nutrición. Crear en las
escuelas este estímulo a una nutrición saludable y complementar la educación en
nutrición impartida en las aulas con otras intervenciones pertinentes fortalece
la información transmitida y potencia el efecto de las distintas actividades.
Aspectos que puede
trabajar el maestro en su aula
Para ayudar a sus alumnos a reforzar hábitos adecuados y
eliminar los inadecuados y evitar de este modo, las consecuencias que conlleva
una mala alimentación se destacan los siguientes:
● La valoración del hecho alimentario como un componente
esencial de la calidad de vida.
● Insistiendo sobre el concepto de dieta equilibrada, hay
que conseguir el cambio del concepto que se tiene sobre “una buena comida”.
● La educación del consumidor sobre nutrición/alimentación,
puede reforzar hábitos adecuados debido a la numerosa información que incorpora
el etiquetado de los productos.
● La desmitificación de “lo natural” como garantía de
seguridad alimentaria.
● La oposición a aceptar una estética que vaya contra la
buena salud, eliminando como cánones de belleza y modernidad la delgadez
extrema y patológica.
● El conocimiento sobre la relación que existe entre exceso
o defecto de consumo de nutrientes y sus patologías resultantes.
● La valoración de la importancia de la seguridad
alimentaria, así como la lucha contra el fraude para conseguir una alimentación
sana.
● El análisis crítico de los medios de comunicación y de la
publicidad para contrarrestar su influencia en la compra de los alimentos.
Actividades que el
maestro puede desarrollar en el aula
• Identificación de los diferentes tipos de
establecimientos donde se venden alimentos.
• Evaluación en los anuncios la información del contenido
publicitario.
• Leer
e interpretar la información de las etiquetas en función de la normativa
establecida.
• Planificación de una compra atendiendo a criterios
nutricionales y presupuestarios.
• Rechazar
aquellos productos que no se ajusten a la normativa como medida de seguridad.
•Recibir una visita en el aula de un especialista en
Nutrición y Dietética para dar una charla sobre la alimentación equilibrada.
• Potenciar el ejercicio físico en sus alumnos, animándoles
a practicar ejercicio; hay que evitar el sedentarismo, que se potencia viendo
en exceso la televisión o jugando en la computadora.
• Concienciar a las familias de que el problema de los
trastornos alimenticios es un tema muy serio, ya que, si bien antes se decía
que un niño gordo era un niño sano, ahora se sabe que existen problemas
inmediatos y futuros asociados.
• Realizar un taller de educación alimentaria y nutricional
para niños y jóvenes que, conducido por un profesional de Nutrición y
Dietética, y acompañado del educador, expliquen a los niños qué son los
alimentos, de qué nutrientes están compuestos, dónde se encuentran los
alimentos, cómo se cocinan e incluso hacerles partícipes de la propia
experiencia de cocinarlos.
• Si el centro educativo tiene comedor escolar explicarles
en qué consiste el menú que tienen en la mesa, cómo comerlo y corregir los
defectos alimentarios que tienen los niños.
• Informar a las familias deben estar informadas de los
menús escolares, para que luego el resto de las tomas del día sean
equilibradas.
Conclusión
Así pues, se debe entender que educar la alimentación en el marco de la
escuela y desayunar y/o comer en ésta significa no sólo comer de manera
saludable sino también conversar, compartir y repartir, disfrutar y expresarse,
ser ayudado y resolver autónomamente, intercambiar y establecer acuerdos…
Sumado a ello, la selección cuidadosa de los alimentos hacen de la comida un
momento cotidiano plácido, que organizado y planificado cuidadosamente favorece
el crecimiento y el aprendizaje de los niños y niñas.
Por lo tanto, las prioridades que debe tener la escuela para conseguir
que los alumnos y alumnas de su centro tengan una dieta equilibrada, debe ser
la de estimularles para que consuman platos autóctonos –tradicionales-;
elaborar comidas pensadas para niños pequeños, apetitosas y variadas,
respetando las peculiaridades de todos los alumnos; cuidar las exigencias de
menús especiales por problemas de salud, como alergias, etc.
Por otra parte, educar a los padres para que proporcionen a sus hijos
una alimentación equilibrada, ya que constituyen el principal eslabón en los
buenos hábitos de los niños, que naturalmente imitan las conductas de sus
padres, a quienes los consideran como el ejemplo a imitar, puesto que los
hábitos alimentarios son incorporados en cada persona en su niñez y perduran en
la edad adulta.
Fuente:
Mª del Carmen
Calle Moreno. Educar la alimentación en la escuela. Revista
digital ENFOQUES EDUCATIVOS Nº 13
1/05/2008. P.10-20 www.enfoqueseducativos.es
educar a los niños y jóvenes sobre como tener una buena alimentación. una dieta balanceada y nutricional es algo fundamental para el bienestar de la sociedad, y así evitar enfermedades crónicas no transmisibles a temprana edad.
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