Las
emociones tienen un poderoso efecto sobre la ingesta. Especialmente en personas
con sobrepeso y obesidad, la ingesta puede iniciarse incluso en ausencia de
hambre. Es decir, las emociones pueden actuar como disparadores de ingesta
hedónica o emocional, lo que contribuye a un balance positivo de energía,
ganancia de peso y obesidad. Las personas con obesidad tienden a consumir
mayor volumen de alimentos que las personas de peso normal cuando experimentan
emociones negativas. Y esto se debe a que esta conducta se convierte en un
estilo de afrontamiento para esa persona.
Estas
son las principales conclusiones a las que arribó un estudio dirigido por la
Dra. Mónica Katz y la Dra. Vanesa Anger, ambas médicas especialistas en
Nutrición, que se realizó en pacientes adultos (N=481) que consultaron por
primera vez en un centro privado de nutrición. Los objetivos del estudio fueron
estudiar la relación entre las emociones, las preferencias gustativas dulce y
salada y los estilos de ingesta (picoteo, porciones grandes, atracones, comida
nocturna, salteo de comidas) con el aumento de peso.
Las
investigadoras hallaron un aumento de peso en los pacientes que presentaban un
mayor porcentaje de patrón de ingesta no saludables (picoteo, atracones,
desorganización, porciones excesivas y salteo de comidas) y en aquellos con
mayor frecuencia de “hambre emocional”.
Los
hombres presentaron más hiperfagia (porciones excesivas) particularmente de
noche y las mujeres más atracones.
En
relación con la preferencia gustativa, aunque siempre las diferencias
individuales superan a las de género, los hombres prefieren lo salado y las
mujeres lo dulce.
Se
observó una asociación de hambre emocional (ingesta asociada a emociones) con
aumento de peso. Según los resultados del estudio, las mujeres suelen
tener más “hambre emocional” que los hombres. Y, particularmente, lo dispara la
ansiedad, la tristeza, el cansancio y el enojo.
¿Cuál es
la relevancia de este trabajo? La Dra. Katz lo explica así: “Los comedores
emocionales carecen de la habilidad de distinguir entre el registro
propioceptivo de hambre y los estados emocionales que los conducen a comer de
más. Por eso es que, frente a las emociones, en particular a aquellas del polo
negativo, utilizan la comida. Pero utilizar alimentos para afrontar emociones
puede convertirse en un hábito poco saludable y llevar, en última instancia, a
un incremento de peso”.
Para
Katz, “en una sociedad con pleno acceso a alimentos altos en densidad calórica
y niveles inéditos de estrés, el acceso continuo a estas "comidas de confort" es un intento
de disminuir el estrés, pero con un alto costo a pagar. Por lo tanto, esto
sería una de las variables que contribuiría al desarrollo de la epidemia de
obesidad”.
Las
investigadoras señalan que el problema es que mientras la epidemia continúa
desarrollándose, gran parte de las investigaciones o de las estrategias de
prevención y tratamiento de la obesidad se focalizan en las consecuencias
metabólicas o en las enfermedades ya instaladas, pero no en las causas de
la obesidad y cómo evitarla. Por eso, opinan que es necesario que haya más investigación en el área del
comportamiento alimentario para definir los diferentes tipos de pacientes a
los que los profesionales dedican su tiempo. Esto permitiría diseñar
tratamientos más personalizados, estrategias específicas para el manejo de las
emociones y su inclusión en todos los programas de tratamiento de la
obesidad.
Conclusiones:
-Las
emociones pueden actuar como disparadores de ingesta hedónica o emocional, lo
que contribuye a un balance positivo de energía, ganancia de peso y obesidad.
-Las
personas con obesidad tienden a consumir mayor volumen de alimentos que
las personas de peso normal cuando experimentan emociones negativas.
-Las
investigadoras hallaron un aumento de peso en los pacientes que presentaban un
mayor porcentaje de patrón de ingesta no saludables (picoteo, atracones,
desorganización, porciones excesivas y salteo de comidas) y en aquellos con
mayor frecuencia de “hambre emocional”.
-Los
hombres presentaron más hiperfagia (porciones excesivas) particularmente de
noche y las mujeres más atracones.
-Respecto
de las preferencias gustativas, los hombres eligen “lo salado” y las mujeres
“lo dulce”.
-Las
mujeres suelen tener más “hambre emocional” que los hombres. Las emociones que
más lo disparan son la ansiedad, la tristeza, el cansancio y el enojo.
Fuente:
Lic. Valeria Sol Groisman. Nutrinfo.com.
boletín junio 2015
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