En los últimos años ha existido un
interés particular en la malnutrición por déficit y el desarrollo del sistema nervioso central (SNC); sin embargo, las ideas que se tenían sobre la acción
deletérea de la desnutrición en épocas tempranas de la vida y su efecto en el
desarrollo del cerebro, han evolucionado considerablemente desde la década de
los años 60, siendo aún, un tema de mucha controversia.
Investigaciones neurofarmacológicas
recientes han revelado cambios duraderos, aunque no permanentes, en la función
neural receptora del cerebro como resultado de un episodio temprano de
malnutrición energético-proteica. Así mismo, teorías recientes respecto
al impacto de la desnutrición en la inteligencia del niño, señalan que la misma
altera el desarrollo intelectual por interferencia con la salud del individuo,
con sus niveles de energía, sus tasas de desarrollo motor y crecimiento; en
suma, las condiciones socioeconómicas deficientes pueden exacerbar todos esos
factores y permitir la perpetuación del daño ocurrido a edades tempranas de la
vida.
Con
el reconocimiento de la vulnerabilidad del desarrollo cerebral de los mamíferos,
y evidentemente del ser humano, surgió una gran controversia en relación con el
momento en el cual un déficit en la condición nutricional del sujeto podía
conducir a limitaciones en el potencial cognitivo del mismo, es decir, a la
existencia de períodos vulnerables o críticos del crecimiento cerebral. En el
ser humano, estos períodos comprenden buena parte del embarazo (período
prenatal) y se prolongan hasta los dos primeros años de vida (período
postnatal).
Se
demostró que la desnutrición ocurrida en épocas tempranas de la vida, no sólo
enlentece la velocidad de crecimiento del cerebro y su tamaño, sino que además
afecta la corteza cerebral, que es la región más fuertemente unida a las
funciones cognitivas e intelectuales, sin afectar aparentemente el número de
neuronas corticales.
Estudios
neuroanatómicos en animales tras un período de desnutrición e intervención
nutricional, evidenciaron que tanto a nivel del cerebro como del cerebelo es
posible restituir el daño estructural causado, al demostrar la prolongación de
la síntesis de proteínas, el reestablecimiento de la densidad de las células
afectadas y de la relación sinapsis-neurona, entre otras.
En
contraste, algunas alteraciones corticales asociadas a la desnutrición
temprana no fueron, ni han sido reversibles tras la intervención nutricional.
Así lo demuestra el hecho de que a nivel del cerebro existe una reducción
permanente de las dendritas, del número de mitocondrias neuronales, y de manera
significativa de la mielina, funcionalmente responsable de la velocidad de
transmisión de la información nerviosa.
A nivel del cerebelo e hipocampo, se
ha evidenciado reducción en la relación de gránulos: células de Purkinje, del
número de células granulares, del tamaño de las células del giro dentado y de
la complejidad de las ramificaciones dendríticas, así como cambios en el patrón
de sinapsis-neuronas.
A la luz de las
investigaciones hasta ahora conocidas, es posible concluir que muchas de las
alteraciones estructurales asociadas a la desnutrición son duraderas más no
permanentes, abriendo un espacio para la intervención y recuperación del
individuo afectado por la desnutrición temprana; sin embargo, son muchos los
que consideran que la situación es irreversible, ya que las condiciones
socioeconómicas y culturales que permanecen en el tiempo, contribuyen también
al deterioro intelectual.
Un punto de claro consenso, es
que la desnutrición temprana – pre o postnatal –, produce cambios duraderos en
la creatividad emocional, motivación y nivel de ansiedad del animal o sujeto
afectado, pudiendo esperarse que estos efectos tengan un impacto sustancial en
la habilidad para procesar la información, resolver problemas y por ende,
alterar su capacidad cognitiva aun cuando no en forma permanente.
El único proceso cognitivo que
hasta ahora se ha comprobado que es más vulnerable al efecto de la desnutrición
temprana, es la disminución en la flexibilidad cognitiva del individuo
(capacidad del ser humano para adaptar sus estrategias de procesamiento
cognitivo ante una nueva e inesperada condición ambiental) y posiblemente, la
mayor susceptibilidad a la interferencia proactiva (es decir, se altera la
capacidad de aprehender una nueva información cuando ya existe información
previa al respecto), cuyos efectos son, al parecer duraderos.
La presencia de estas
distintas expresiones de afección en las áreas cognitiva, emocional o
conductual sugieren que la desnutrición afecta de manera distinta, y con
distintos grados de severidad, a las diferentes áreas del cerebro, en donde
existe una interacción recíproca entre desarrollo cognitivo y emocional; y en
cuyo caso, los cambios en alguno de ellos, contribuye a cambios en el otro.
Deficiencia de micronutrientes y desarrollo cognitivo
Todos
los nutrientes son importantes para el crecimiento y desarrollo neuronal, así
como para las células gliales; pero algunos parecen tener más efectos que
otros. Los efectos de esta deficiencia pueden ser transitorios, duraderos o
permanentes.
Hierro:
Es necesario en todos los procesos básicos
neuronales tales como mielinización, producción y regulación de
neurotransmisores (dopamina, GABA y serotonina) y metabolismo energético.
En humanos, cuatro grandes
estudios a largo plazo, realizados en niños durante los dos primeros años de
vida (Lozoff 1991, Andraca 1990, Palti 1985 y Cantwell 1974) demostraron que
todos los niños previamente anémicos, una vez tratados, mostraban persistencia
en el déficit de las funciones cognitivas, en comparación con niños sanos, es
decir, que sus efectos no eran reversibles al mejorar el estado nutricional
del hierro.Del mismo modo, existe evidencia que sustenta el hecho de que la
deficiencia de hierro al alterar los receptores y transportadores de dopamina o
GABA, compromete las respuestas afectivas y el funcionamiento cognoscitivo de
los lactantes afectados, así como su capacidad de coordinar patrones de
movimiento y memoria respectivamente. Actualmente incluso existen
investigaciones que han demostrado que el descenso de una unidad por debajo de
los valores normales de hemoglobina para la edad, conduce a un incremento de
1,3 veces el riesgo de padecer retardo mental.
Zinc: Es un elemento traza, esencial para la estructura y función de un
gran número de proteínas regulatorias, estructurales y catalíticas. Constituye
un componente vital del cerebro, donde además cumple funciones adicionales
como producto o cofactor neurosecretor; participa en la síntesis y liberación
de neurotransmisores y en el desarrollo del SNC; actúa como modulador de la
excitabilidad neuronal. Su deficiencia durante el período fetal resulta en una
disminución del contenido de ADN, ARN y proteínas, así como en la reducción del
tamaño del cerebelo, sistema límbico y corteza cerebral, particularmente la
frontal y temporal. Adicionalmente, existe evidencia proveniente de estudios en
animales y pacientes psiquiátricos que sugieren que la deficiencia de zinc
puede afectar la emocionalidad y la respuesta al estrés, influenciando de esta
manera el desarrollo infantil al condicionar la forma en la cual el niño se
relaciona con su medio.
Cobre: Es un catión divalente involucrado en el metabolismo energético
del cerebro y de la dopamina activa como antioxidante. Aunque su deficiencia no
parece ser un problema común en el feto y el neonato humano, se ha demostrado
que su déficit afecta sensiblemente el desarrollo cerebelar, con efectos a
largo plazo sobre las funciones motoras, de balance y coordinación.
Ácidos grasos esenciales (AGE): El ácido docosahexaenoico es el ácido graso omega 3,
es un potente agente neurobiológico que afecta las membranas neuronales por
poseer éstas, fosfolípidos con un contenido alto de dichos AGE, en donde las
propiedades físico-químicas y biológicas aportadas por estos lípidos
contribuyen al adecuado funcionamiento cerebral al favorecer la correcta
interconexión de miles de millones de neuronas. Constituye además, hasta 60% de
los ácidos grasos totales de las membranas fotoreceptoras de la retina,
garantizando de esta manera la agudeza visual del individuo, función de la
rodopsina y procesos asociados a la visión. Su esencialidad hace necesario su
aporte a través de la dieta, por lo que su oferta resulta vital durante el
período crítico de desarrollo del sistema nervioso, en donde la presencia de
estos ácidos grasos en la leche materna y no en las fórmulas infantiles,
ratifica la importancia de la práctica de la lactancia materna, particularmente
durante los dos primeros años de vida, período que coincide con la mayor
acumulación de lípidos en el cerebro y retina.
Lactancia materna y desarrollo cognitivo
Considerando lo vital de los dos primeros
años de vida para el desarrollo intelectual y motor del niño, siendo de suma
importancia proporcionarle una alimentación suficiente y adecuada, se hace
imprescindible hacer mención del rol que juega la lactancia materna, cuyo
efecto benéfico es ampliamente reseñado por la literatura, no
solo por sus amplios e inigualables beneficios nutricionales, sino por sus
implicaciones en el crecimiento psicológico y social del ser humano.
Son muchos los estudios que apoyan el hecho de que
la duración y exclusividad de la lactancia materna se asocia significativamente
con un mayor cociente intelectual expresado en pruebas de inteligencia y otras
medidas del desarrollo cognitivo (razonamiento, aprendizaje y memoria, entre
otros).37 Uno de los estudios más grandes y recientemente publicado38, encontró
que los niños alimentados exclusivamente con leche materna durante los tres
primeros meses de vida o más, obtenían puntuaciones significativamente más
altas en las pruebas estandarizadas de desarrollo neurológico practicadas a los
seis años de vida, en relación con aquellos niños no alimentados de forma
exclusiva con leche materna. Incluso, existen estudios que han llegado a demostrar
que la asociación positiva entre la duración de la lactancia materna y el
desarrollo intelectual y cognitivo se prolonga a largo plazo, incluso hasta los
18 años.
Conclusiones
La magnitud del problema
de la desnutrición temprana hace necesario considerar puntos clave para su
intervención a fin de evitar los potenciales efectos negativos que sobre el
desarrollo intelectual pudiera traer consigo; para ello es imprescindible
considerar:
.-Tratar la desnutrición implica romper con
el círculo de la pobreza y es una de las consecuencias en la cadena de
eventos que comienza con la escasez que rodea al niño; la desnutrición nace de
la pobreza y generalmente ocurre en asociación con numerosos otros factores
desventajosos para un desarrollo óptimo. Es necesario lograr una distribución
más equitativa de los recursos y asegurar un acceso por igual a la salud,
educación y cultura.
.- El cerebro necesita una adecuada oferta de nutrientes y de
estimulación intelectual para desarrollarse y funcionar óptimamente; la pobreza
priva al niño de ambas condiciones, lo cual es particularmente deletéreo
cuando ocurre muy temprano en la vida del ser humano.
.-Considerando que la educación es la
principal herramienta mediante la cual se puede mejorar la calidad de vida del
individuo, resulta de vital importancia continuar analizando los efectos a
largo plazo de la desnutrición ocurrida a edades tempranas, a fin de garantizar
soluciones reales a tan importante problemática.
Fuente
Muy buena informacion. La desnutricion es capaz de llevar a cualquier persona a encontrarse gravemente enfermo, incluso ha acabado con muchas vidas a lo largo de los años...La buena alimentacion en los niños es de total importancia ya que se encuentran en pleno desarrollo. La desnutrucion no posee ningun punto positivo, se debe tomar conciencia y educarnos sobre la importancia de una buena nutricion
ResponderBorrarMuy buena informacion. La desnutricion es capaz de llevar a cualquier persona a encontrarse gravemente enfermo, incluso ha acabado con muchas vidas a lo largo de los años...La buena alimentacion en los niños es de total importancia ya que se encuentran en pleno desarrollo. La desnutrucion no posee ningun punto positivo, se debe tomar conciencia y educarnos sobre la importancia de una buena nutricion
ResponderBorrarEste artículo habla sobre que en los últimos años ha existido un interés particular en la malnutrición por déficit y el desarrollo del sistema nervioso central (SNC); sin embargo, las ideas que se tenían sobre la acción deletérea de la desnutrición en épocas tempranas de la vida y su efecto en el desarrollo del cerebro, han evolucionado considerablemente desde la década de los años 60, siendo aún, un tema de mucha controversia. Un punto de claro consenso, es que la desnutri¬ción temprana – pre o postnatal –, produce unos cambios duraderos en la creatividad emocional, motivación y nivel de ansiedad del animal o sujeto afectado, pu¬diendo esperarse que estos efectos tengan un impacto sustancial en la habilidad para procesar la información, resolver problemas y por ende, alterar su capacidad cognitiva aun cuando no en forma permanente. Yuvelis Sosa
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