Es
bastante amplio el campo de los referentes pedagógicos que han direccionado el
quehacer educativo en el área de la salud y nutrición humana en el tiempo.
Pessoa, presenta un recorrido histórico en el que prima el tipo de abordaje
según la causalidad de los problemas de salud; primero fueron modelos
unicausales y luego modelos de multicausalidad con un enfoque funcionalista.
El modelo clásico, en boga en la década de los años 70 fue enarbolado por teóricos de la salud como Behar Icaza, Jellife y Ramazzini. El difusionista innovador, fue, según Fonseca, producto de adaptaciones de los programas de extensión rural en Norteamérica hacia países en vías de desarrollo en la década siguiente, y una taxonomía algo posterior de la educación para la salud incluyó la denominada pedagogía tradicional, de la escuela nueva y tecnicista.
El modelo clásico, en boga en la década de los años 70 fue enarbolado por teóricos de la salud como Behar Icaza, Jellife y Ramazzini. El difusionista innovador, fue, según Fonseca, producto de adaptaciones de los programas de extensión rural en Norteamérica hacia países en vías de desarrollo en la década siguiente, y una taxonomía algo posterior de la educación para la salud incluyó la denominada pedagogía tradicional, de la escuela nueva y tecnicista.
Con el
paso del tiempo el abanico de abordajes de la salud y la nutrición desde lo
educativo se ha ido ampliando aunque en muchos casos, las nuevas
clasificaciones incluyen a las anteriores a partir de enfoques y paradigmas
diversos; el hecho de agrupar las teorías pedagógicas en críticas y no críticas
es un buen ejemplo, siendo la educación popular la más representativa entre las
primeras, y la positivista entre las segundas.
El modelo
de creencias en salud sigue siendo vigente a pesar de haber sido concebido en
un momento histórico muy distinto al actual; ha servido de base para otros más
complejos y explicativos, así como para teorías como la cognitivo conductual,
social cognitiva de acción razonada y comportamiento planeado, y otras más
recientes como el modelo transteórico de etapas de cambio y el de control en
salud, modelo de acción razonada de Fizbein y Ajzein, e incluso el modelo
ecológico de Bronfenbrenner. Este modelo, en el abordaje de la comunidad,
coincide en gran parte con las teorías de Freire, en razón de que la praxis
debe estar antecedida por la reflexión, es decir, el pensar crítico (Cabrera y
Lucumí).
El último
tipo de abordaje, el de los enfoques pedagógicos en educación nutricional,
propuesto por López; quien recoge tres enfoques relacionados con las mismas
teorías de los distintos aprendizajes, que fundamentan la educación formal en
la perspectiva del desarrollo integral del sujeto, ellos son el cognitivo, el
conductista y el psicosocial.
Para la
investigación (Altaze, 2006), se eligieron fuentes de información secundaria,
45 artículos sobre intervenciones, programas o proyectos educativos en salud y
alimentación, de revistas científicas, tanto impresas como electrónicas,
pertenecientes a organismos de la salud y educación, desde una pluralidad de
perspectivas: clínico-asistencial, comunitaria, educativa, en los campos de
medicina, nutrición y dietética, enfermería, y farmacia. Dentro de las
experiencias revisadas se encontraron estudios tanto de enfoque cualitativo
como cuantitativo así como una amplia variedad de metodologías o estrategias
educativas y tipos de estudio, prevaleciendo los cuasi-experimentales doble
ciegos y los descriptivos. Se incluyeron estudios publicados sobre
intervenciones educativas de países como México, Uruguay, Estados Unidos, Cuba,
Guatemala, Colombia, Brasil, Venezuela, Suiza, Dinamarca, Chile y España. El
90% de los artículos son de Iberoamérica y cerca de 50% de ellos, corresponde a
España.
Conclusiones
La mayoría de las intervenciones educativas en
salud y nutrición no cuenta con referentes pedagógicos explícitos que orienten
las acciones para el logro de los objetivos propuestos y los referentes
implícitos son tanto de educación formal, no formal e informal, aunque no
siempre corresponden a la modalidad de la experiencia, configurando un
eclecticismo no intencionado.
Todas las
intervenciones educativas en salud y nutrición que contaron con un marco de
referencia pedagógico explícito, no sólo orientaron sino que dieron el debido
respaldo a las acciones ejecutadas para el logro de los objetivos propuestos.
Por el contrario, como muy instrumentalista y activista podría calificarse la
tendencia en la que se enmarcan la mayor parte de las experiencias educativas
que no tuvieron referente pedagógico explícito puesto que la abducción de
modelos implícitos, que subyacen en los discursos, así lo deja entender.
La teoría de la educación en el campo de la salud está escasamente explorada y
validada, se requieren voces de autoridad en educación para la salud y
educación nutricional, que orienten el modo de pensar con profundidad acerca de
este aspecto tan importante del quehacer profesional. Hace falta que la
comunidad científica realice propuestas orientadoras, líneas de reflexión
pedagógicas que logren trascender la enseñanza temática y alcancen a tocar las
intenciones, valores, principios vitales y sociales, que trasciendan la mirada
biologicista y unicausal que aún prevalece en la práctica, aunque en la teoría
haya sido trascendida, en otras palabras, se hace inaplazable, en el campo de
educación para la salud, pasar del ser al
deber ser, responder a los retos para la formación de profesionales que
asuman la
multicausalidad-multirespuesta-multisectorialidadmultidisciplinariedad y la
participación social, sin olvidar el principio de autonomía del individuo y la
responsabilidad colectiva en salud.
Con los
argumentos anteriores es posible afirmar que todos los referentes pedagógicos
son de utilidad selectiva y como tal deben utilizarse, dependiendo del tipo de
audiencias y sus características en salud, pero su idoneidad y pertinencia han
sido más relacionadas con la naturaleza de los objetivos o propósitos educativos
y sobre todo, el alcance o trascendencia de los mismos.
Por
último, vale la pena subrayar la necesidad de que el profesional de la educación
y de la salud analicen constantemente la realidad con una visión crítica, que
le permita replantear con la lógica subyacente en la organización social, los
trabajos de salud en los que participa y en los que muchas veces privilegia la
función asistencial en menoscabo de la labor social, como agente educador, cuya
acción pedagógica puede posibilitar el desarrollo comunitario.
A modo de
colofón, es desde la educación para la salud debidamente orientada,
reflexivamente concebida y pedagógicamente estructurada, que podemos orientar a
los individuos y a las comunidades en nutrición y salud, sin atropellarlos y
sin que sientan frustradas sus aspiraciones de ser y estar mejor.
Fuente:
Teresita
Alzate Yepes. Desde la educación
para la salud: Hacia la pedagogía de la educación alimentaria y nutricional.
Perspectivas en Nutrición Humana.
Número 16, (Julio-Diciembre de 2006). Disponible:
http://revinut.udea.edu.co/anter/num16/html/a3/
buenos días muy buen articulo.
ResponderBorrarpienso que a través de cada taller de cada clase a nivel de educación se basa mucho en levar cada mensaje de importancia de la educación alimentaria y nutricional en los nins desde el momento de la concepción en adelante . de hay el buen desarrollo y potencial en cada no de ellos en cada etapa de su desarrollo. merenciana fernÁndez iujo semestre I