Durante el siglo XX, Venezuela recorrió la ruta de la malnutrición. Si
bien la desnutrición existía desde antes de 1900, el Dr. Juan de Dios Villegas
en 1908 funda en Caracas “La Gota de
Leche”, que es una de las primeras instituciones para atender a los niños
desnutridos y educar a las madres.
En el periodo 1900 a 1980, el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social
y el Instituto Nacional de Nutrición, unen esfuerzos para reducir la alta
mortalidad infantil y la desnutrición. En solo dos décadas la mortalidad
infantil se redujo a la mitad de 121,2 a 60,6 /1000nv (1941-1961) y continuó
descendiendo hasta 14/1000nv en 2008, al mismo tiempo, que las enfermedades
infecciosas, fueron desplazadas por las enfermedades crónico no transmisibles, como primeras causas de muerte. Este fenómeno se produjo a la par de un cambio
en los hábitos de vida y de alimentación, en un país con más del ochenta por
ciento de la población urbana y cada vez más sedentaria.
Este fenómeno, que se conoce con el nombre de transición nutricional, no es más que la secuencia de características
y cambios del estado nutricional, como consecuencia de la sustitución de la alimentación
tradicional por una alimentación hipercalórico con exceso de grasas y azúcares
en medio de cambios económicos, demográficos, sociales y de salud, considerados
por algunos estudiosos como parte del riesgo cuando se transita el camino al
desarrollo.
En el modelo europeo, se describen cuatro etapas: una de pre transición
nutricional, caracterizada por una dieta escasa en grasas y azúcares, donde
predomina la desnutrición; una de transición donde dichos alimentos aumentan,
generando la coexistencia de desnutridos y obesos, una tercera etapa en que las
grasas y azúcares se mantienen, predominando la obesidad; y una última etapa
donde se produce una combinación y equilibrio de las dos primeras, que se
manifiesta por una reducción de la malnutrición por exceso.
La transición alimentaria se inicia en nuestro país a mediados de la
década del 90, cuando se encuentra malnutrición por defecto y por exceso. Desde
la década de 2000, se manifiesta en la población escolar y adulta, con el
incremento del sobrepeso y la obesidad, mientras la desnutrición continúa en
los grupos sociales más desfavorecidos y en la población rural.
El Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional reporta que el
déficit aumenta de 9,9% a 18,4% y el sobrepeso de 15,9% a 19,3% en escolares de
7 a 14 años % entre 2001 y 2007. En el Estudio Nacional de Prevalencia de
Sobrepeso y Obesidad del INN-2010, en población de 7 a 19 años reportan déficit
de 10,7% mientras que el sobrepeso alcanza 14,5% y la obesidad 9,6%, reflejando
el acelerado incremento de la malnutrición por exceso.
El país marcha aceleradamente a la tercera etapa, en la cual según la
opinión de algunos estudiosos del tema, influye la situación económica, siendo
el incremento de la obesidad más acelerado en países con alto ingreso per
cápita, como es nuestro caso, pero donde lamentablemente, el mayor acceso a los
alimentos no asegura su calidad.
Los niños venezolanos ya padecen afecciones “de adultos”: diabetes,
hipertensión, colesterol alto, síndrome metabólico y problemas
cardiovasculares, que es urgente intervenir para tratar de revertir su
incremento en el corto plazo. Algunos estudios señalan que más del sesenta por
ciento de los niños venezolanos son sedentarios, condición que en nada favorece
una buena calidad de vida, si como se sabe, un niño obeso puede morir antes o
ser un adulto discapacitado.
En consecuencia, las propuestas de soluciones escapan al ámbito
especifico de la salud y se ubican en el campo de la política social, lo cual,
debe ser asimilado por quienes ejecutan las acciones orientadas a la prevención
del problema. Este enfoque incluiría diversos factores, tales como, calidad de la
alimentación, actividad física, reformas urbanas y educación para más y mejor
salud. Desde la salud pública, reforzar acciones en cuanto a higiene y sanidad,
particularmente, en asegurar servicios básicos para toda la población y, en la
definición de pautas y normas nutricionales y de educación a la población sobre
lo bueno y lo malo para comer.
El Estado tiene entre sus funciones vigilar la provisión de alimentos,
para evitar que estos no solo satisfagan la necesidad de alimentarse, sino que
permitan al consumidor educado, seleccionar a un costo razonable, una
alimentación de alto valor nutricional que no ponga en riesgo su salud. La prevención
de la obesidad requiere de estrategias efectivas para tratar de disminuir su
propagación, que la OMS no duda en calificar como la pandemia del siglo XXI. Es
urgente generar una ideología del bienestar a través de la promoción de estilos
de vida saludables, una alimentación variada que estimule el consumo de
vegetales y frutas, reducción en el tamaño de la ración, la actividad, el
ejercicio físico y la vida libre de adicciones como el alcohol y el tabaco
Fuente:
Maritza Landaeta-Jiménez
Transición nutricional ¿ruta segura a la obesidad? Anales Venezolanos de
Nutrición. Volumen 24, No. 1, Año 2011.
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