1. Conocer el
significado del acto de alimentarse
Las relaciones que tienen los padres, madres,
maestros y maestras con sus hijos/as-alumnos/as son fundamentales en el proceso
educativo, lo cual influye sustancialmente sobre el desarrollo de competencias
tanto en el ámbito afectivo, social, cognitivo y comportamental. Durante el
proceso tienen que utilizar estrategias para la formación de hábitos de rutina
diaria entre los que se mencionan los relacionados con la alimentación.
El momento de la alimentación tiene un significado
psicológico de encuentro, de intercambio y de formación cultural de hábitos y
comportamientos esperados por los padres, madres, maestros y maestras de los
hijos/alumnos. Durante las comidas, el niño
y la niña aprenden, se ponen en juego sus emociones y establece
contactos sociales; el verdadero sentido de la necesidad de alimentarse no es
simplemente la satisfacción del hambre, sino que encierra una serie de
sutilezas psicológicas que es preciso conocer para utilizarlas como recurso
valioso a fin de promover el desarrollo psicológico de los/las preescolares y
escolares.
La conducta alimentaria constituye por tanto, un
suceso relacionado con el avance progresivo hacia formas más complejas de
comportamiento relacionados con la alimentación del niño/niña; la mayor o menor cantidad de alimentos que el infante
ingiere está determinado por una serie de hechos en el ámbito biológico,
psicológico y social: frustraciones, demandas de atención por parte de la madre
o cuidadores, tensión emocional en el grupo familiar, inciden en la decisión o
no de ingerir alimentos y sobre el deseo de comer; vale decir sobre lo que se
come y cómo se come.
2.
Contribuir en la formación de hábitos alimentarios
El comer es un hecho muy básico que se forma de
manera muy temprana y debe quedar establecido como un hábito para el resto de
la vida. Para lograr esto se deben tener en cuenta un conjunto de variables
implicadas y que tienen que ser conocidas por la madre, el padre, la cuidadora,
el maestro, la maestra y los/las profesores/as, según sea el caso. Todas ellas
están orientadas a la formación de hábitos para comer, entre ellas se
encuentran:
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Las
destrezas para la alimentación:
la evolución de acto de comer de la dependencia a la autonomía, es producto de
una secuencia de desarrollo de habilidades motoras bucales y motoras finas, las
cuales varían con el nivel de edad y están relacionadas con procesos
madurativos propios del cambio biológico y psicológico hacia una mejor y mayor
madurez.
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Las
diferencias entre hambre y apetito:
la mayor o menor cantidad de alimentos que se ingieren está sometido a las
variaciones del apetito, sobre él además de las condiciones biológicas como
enfermedades, influyen condiciones psicológicas y sociales del ambiente.
Es necesario diferenciar el hambre del apetito. La
primera se refiere a la necesidad de comer; cuando se tiene hambre se come lo
que esté a la disposición para satisfacer esa necesidad; mientras que la
segunda es el deseo de comer; cuando se siente apetito se escoge qué comer y
qué condiciones ambientales hacerlo.
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Las
variaciones en el ritmo de la alimentación: así como pueden encontrarse variaciones en el apetito, también se
pueden conseguir diferencias en el ritmo que imprime cada niño a su
alimentación; es decir algunos de ellos serán rápidos mientras comen, por su
parte otros lo harán más lentamente; esta situación se convierte en algunas
oportunidades en un motivo de consulta psicológica y médica, pero su existencia
constituye una variante esperada en el comportamiento natural del niño/niña.
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La
atmósfera emocional y afectiva durante la alimentación: el comer y las emociones están tan estrechamente
unidas, que la comida y el amor significan muchas veces lo mismo. Los padres y las madres le dan a sus
hijos/hijas un dulce o un helado en señal de cariño, los maestros y maestros
pueden hacerlo para indicarles aprobación y reconocimiento, pero en otras
ocasiones pueden castigárseles restringiéndoselos.
La relación entre los alimentos y las emociones
comienza desde que el niño/niña nace; la lactancia materna produce sentimientos
de afecto y ternura. Pero estos sentimientos se pueden transformar en angustia
y ansiedad si hay problemas con la alimentación.
El acto de alimentarse no está aislado de la vida
familiar o social, en el momento del mismo se pueden reflejar problemáticas
hogareñas, de pareja, laborales. También puede convertirse en un momento para
llamar la atención ante la ausencia de afecto, demanda de mayor tiempo de
atención y cuidados básicos, especialmente si se es un lactante, preescolar o
escolar.
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Establecimiento
de normas de socialización: durante
la alimentación se da un proceso de
aprendizaje que conduce no sólo a la conformación de hábitos, sino además a la
internalización de normas relacionadas con el momento: uso adecuado de la taza,
vaso, cuchara, plato, posición corporal correcta para sentarse en la mesa,
normas de etiqueta y presentación para comer, entre otras. En el caso de los
niños y niñas, los “malos modales” en algunos casos están relacionados con el
nivel de inmadurez de su sistema orgánico para comportarse en atención a la
exigencia de su ambiente social y familiar.
3. Estructurar
entornos nutricionales saludables en el ámbito escolar.
Los maestros, maestras, profesores y profesoras
pueden contribuir con la Educación Nutricional conformando entornos
nutricionales saludables en el contexto escolar; para ello deben partir de las
necesidades de cada etapa del desarrollo, tomar en cuenta las necesidades
individuales, culturales y de género.
Deben participar conjuntamente con la familia en el
desarrollo de habilidades y destrezas para una adecuada nutrición; así como
fortalecer en los y las escolares sus habilidades para la vida.
Es indispensable la creación de un ambiente basado
en espacios físicos limpios, higiénicos y estructuralmente apropiados para la
conformación de un clima afectivo favorable al crecimiento psicológico y manejo
de la emocionalidad. Este entorno debe involucrar no sólo a docentes y alumnos
sino además al personal administrativo y de servicio del recinto escolar.
Desde la escuela se debe favorecer el conocimiento del valor nutricional de los
alimentos, destacar sus bondades y beneficios, enfatizar acerca de la
importancia del consumo de frutas, legumbres y vegetales, el consumo ponderado
del agua, fomentar actividades recreativas, la práctica del ejercicio físico
dosificado. En aquellos espacios que sea posible, se deben rescatar y promover
los huertos escolares y actividades de conservación y preservación del ambiente.
Finalmente, debe
reconocerse la importancia del trabajo en las primeras edades de la vida para
producir cambios culturales profundos, formar hábitos de vida saludables y
construir las bases de una salud personal y social actual y futura.
Fuente: Miren de
Tejada. Del Mal al Buen comer: Un tránsito posible a través de la Educación
Nutricional. En De Tejada y Col (2013). Educación
Nutricional para un Desarrollo Sostenible. FEDEUPEL. Caracas.
Durante el proceso tiene que utilizar estrategias para la formacion de habitos de rutina diaria en los niños en los que se mencionan lo relacionado con la alimencion. Y deben participar conjuntamente con la familia en el desarrollo de habilidades y destrezas para una adecuadan nutricion
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