martes, 23 de junio de 2015

Ambiente obesogénico: ¿Hay forma de enfrentarlo?

Hoy en día se habla de la “obesogenicidad” de los ambientes modernos como uno de los combustibles que alimenta la pandemia de obesidad que vivimos. La obesogenicidad de un ambiente se define como la suma de las influencias que el entorno, las oportunidades o las condiciones de vida, tienen en la promoción de la obesidad de los individuos o de las poblaciones.
La prevención y el tratamiento de la obesidad se han enfocado en intervenciones farmacológicas, educacionales y conductuales. Un enfoque más novedoso y a largo plazo tiende a investigar los ambientes que promueven una ingesta altamente energética de alimentos y el sedentarismo.
El entorno puede ser adverso dificultando los intentos de los individuos y la población para tener una alimentación y vida saludable. El ambiente obesogénico está relacionado con un ambiente de comodidades y “conveniencia”: por ejemplo, muchos establecimientos de comida rápida al alcance y el exceso de uso del automóvil, favorecen el acceso a alimentos muy calóricos y la adopción de conductas sedentarias, respectivamente.
La epidemia de obesidad ha suscitado el interés de todos los sectores de la sociedad, los medios de comunicación, han incidido en las políticas y prácticas de profesionales de la salud y de otras profesiones, incluyendo planificadores y diseñadores urbanos. Por ejemplo, el diseño de ciclovías, caminerías, parques y canchas deportivas para la ciudadanía garantizándoles su seguridad personal.
El aumento de la obesidad ha ido en paralelo con el aumento en la producción y oferta de “comida chatarra”, bebidas azucaradas y entretenimiento electrónico. En las ciudades modernas, llenas de automóviles, polución y azotadas por la inseguridad, los mismos padres prefieren que sus niños permanezcan en casa frente a la TV o con video juegos, apostando de esta manera al sedentarismo.
Entonces, “darle forma al ambiente” de manera de ayudar a la toma de decisiones “saludables” será muy importante en cualquier intervención de prevención de obesidad.
Para investigar el fenómeno de ambientes obesogénicos y diseñar intervenciones ambientales efectivas para la población que estimulen el consumo de “alimentos saludables”, se han construido modelos que dividen y caracterizan el ambiente en componentes físicos (lo que está disponible), económico (lo que cuesta), político (las “reglas” que existen) y socio-cultural (las actitudes y creencias). 
En MiradorSalud se discutió en dos entregas, el artículo publicado en Noviembre de 2012 en World Nutrition sobre “los derechos de los niños de América Latina” frente a la pandemia de obesidad que los azota, en el cual los expertos instan a velar por el derecho de los niños a una alimentación saludable, sin amenazas de un entorno “obesogénico”, y se discutieron las medidas tomadas en 4 países de América Latina: México, Brasil, Costa Rica, Chile.
En noviembre de 2012, en Ciudad de México, se realizó una especie de “cumbre” para tratar de convenir en regulaciones racionales y efectivas para controlar el sobrepeso y la obesidad infantil. Un aspecto explícito de la Declaración fue:
a) Crear en las escuelas un ambiente alimentario óptimo y promotor de la salud que incluya:
- Garantizar el acceso a agua potable gratuita y disponibilidad de alimentos mínimamente o no procesados como frutas y hortalizas (F&H), preferentemente de producción local, y comidas saludables y nutritivas de baja densidad energética, con control de tamaños de porción y con restricciones en sal o sodio, azúcares, grasas saturadas y trans.
- Restringir la disponibilidad, venta y publicidad de bebidas azucaradas y productos industrializados altos en densidad energética, azúcares, sodio, grasas saturadas y trans y energía.
- Incluir en la educación escolar la formación nutricional y el conocimiento de las tradiciones agrícolas y culinarias locales y nacionales.
-Asegurar la preservación o implementación de programas de educación física como parte obligatoria del currículo escolar.
b) Que en las escuelas, lugares de congregación pública y centros de trabajo se brinde acceso gratuito a agua potable.
c) Favorecer en los centros de trabajo gubernamentales la disponibilidad de F&H y restringir la disponibilidad y acceso a bebidas azucaradas y alimentos altos en calorías, azúcares, grasas saturadas y grasas trans, así como sal o sodio.
d) Proteger a los niños de la publicidad de bebidas azucaradas y productos comestibles envasados usando medidas regulatorias efectivas.
e) Promover la lactancia materna, así como asegurar la implementación completa y efectiva de los códigos de sucedáneos de leche materna que los países están obligados a aplicar.
f) Establecer etiquetados frontales que identifiquen claramente los productos envasados y las bebidas no recomendados por su alto contenido de sal, sodio, azúcares, grasas saturadas, grasas trans y calorías, incluyendo alertas textuales y/o pictóricas de los niveles altos de esos ingredientes, acompañándose de acciones de promoción de alimentos naturales, no procesados.
g) Adoptar políticas fiscales efectivas, como subsidios que estimulen el mayor consumo de frutas y hortalizas e impuestos que desincentiven el consumo de bebidas azucaradas y productos comestibles altos en calorías, azúcares, grasas saturadas y grasas trans, así como sal o sodio. Cuando sea posible, destinar la recaudación tributaria a fines vinculados a temas de salud pública.
h) Desarrollar estrategias de información y comunicación con el apoyo de expertos, en asociación con medios de comunicación, el sector Educativo y medios de la sociedad civil, como programas permanentes que ayuden al público a familiarizarse y adoptar conductas saludables y que alerten sobre los peligros de un consumo habitual de productos procesados y bebidas que aumentan el riesgo de obesidad y enfermedades crónicas relacionadas con la dieta.

No es sólo en la escuela
Los sitios urbanos de expendio de alimentos como los mercados de calle, mercados municipales, los pequeños establecimientos tipo bodegas y abastos, y por supuesto, las cadenas de supermercados, hipermercados y autoservicios de expendio de alimentos pueden tener una importante influencia en la selección de los alimentos que hacen las personas que allí acuden.
Por ejemplo, se ha comprobado científicamente que la proximidad y la visibilidad de las F&H afectan el que las mismas se consuman en mayor o menor cantidad, recomendándose ubicarlas en lugares accesibles y visibles para que la gente las elija más fácilmente.
Esto aplica igualmente a las zonas de F&H de los automercados, los cuales se están haciendo cada vez más atractivos, organizándolas por colores, y empleándolas como “marca” de frescura. Se recomienda que los padres deberían empezar su recorrido por allí con sus niños de manera de estimularlos con los colores, olores, texturas y formas de las frutas y hortalizas. De esta manera las conocen y empiezas a identificarlas.
Una de las intervenciones potencialmente exitosas para estimular el consumo de “alimentos saludables”, dentro de estos “ambientes” tiene que ver con estrategias de precios, las cuales pueden manejarse mejor en las cadenas de supermercados/automercados/hipermercados utilizando la ventaja que representaría un alto volumen de ventas para contrarrestar un bajo margen de ganancias.
Las estrategias de precio junto a los “gravámenes” aplicados a cierto tipo de alimentos” han sido investigadas científicamente y de manera explícita, como una vía para combatir la epidemia de obesidad mundial.
Ejemplos de estrategias de precio incluyen los impuestos a las bebidas azucaradas, productos tipo “snacks”, alimentos grasos o calóricos; o la introducción de subsidios a los alimentos “saludables”.
Se han realizado estudios de varios tipos con puntos de vista de expertos y de consumidores (grupos focales y encuestas cuantitativas) sobre el tipo de estrategias de precios consideradas más factibles y efectivos en estimular la selección de alimentos saludables. Todos coincidieron sobre el éxito potencial de la estrategia que los alimentos saludables costasen menos. Los consumidores señalaron que consumirían alimentos más saludables si los mismos fueran menos costosos.
Los expertos juzgaron que las estrategias de subsidio, no sólo eran efectivas sino también factibles y accesibles. El incremento de los impuestos no fue percibido como factible políticamente.
Sin embargo, el gobierno de Nicolás Zarkozy (ex presidente de la república francesa 2007-2012) aplicó en el 2011 un impuesto a las bebidas azucaradas en la llamada “Revolución francesa de las gaseosas”, el alcalde Nueva York, Michael Bloomberg prohibió en 2012 la venta de bebidas gaseosas azucaradas y té frío, en vasos que tengan una capacidad mayor de 473 ml (16 onzas), tanto en cines, estadios deportivos, cadenas de restaurantes como en ventas ambulantes de comida, y recientemente, el Gobierno socialista-ecologista de París introdujo una enmienda a los Presupuestos generales del estado para “castigar” con un impuesto extra a la Nutella (tasa del 300% sobre el aceite de palma), y el 18 de febrero de 2013, la Academia Real de Medicina del Reino Unido propuso un impuesto a las bebidas gaseosas azucaradas dados los elevados niveles de obesidad en ese país.
Un estudio mostró que las medidas de subsidio pueden ser efectivas al suministrar vouchers de F&H a mujeres de bajos ingresos y encontrar que los mismos eran empleados totalmente en comprar estos productos.
Existe evidencia de la efectividad de los incentivos económicos en el cambio de conductas alimentarias en estudios de intervención en cafeterías escolares y máquinas expendedoras.
Un estudio aleatorio controlado a gran escala en Nueva Zelanda investigó el efecto de las estrategias de precio evaluando un descuento del 12,5% en “alimentos nutritivos” y en educación nutricional durante las compras en supermercados, encontrando que los descuentos solos, elevaron el número de “productos saludables” adquiridos.
Recientemente, en el International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, se publicó un interesante artículo acerca del efecto de un descuento del 25% en F&H en un supermercado web. Las F&H fueron escogidas para el estudio porque las mismas son percibidas como un prototipo de “alimentos saludables” y porque la OMS ha lanzado un enunciado claro y contundente respecto a la importancia de promover su consumo. El descuento condujo a un aumento sustancial en las compras de F&H (cerca de 1kg/hogar/semana).
De acuerdo a la OMS, los esfuerzos para aumentar la oferta de F&H deben ser hechos por los gobiernos y por todas las partes interesadas de la sociedad.
Los supermercados, hipermercados y establecimientos de autoservicio de expendio de alimentos pueden darle una mano a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su recomendación de consumir 5 raciones diarias de frutas y hortalizas para una salud y nutrición óptima de la población. 
La lucha contra un ambiente obesogénico es de todos


Fuente: María Soledad Tapia. Mirador Salud. Publicado el 26 de febrero de 2013

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