El propósito de la presente reflexión, es realizar una mirada de las políticas de
alimentación y nutrición a través de los Planes de la Nación. Esto significa,
un vistazo, a las políticas diseñadas entre el primer (I) y noveno (IX)
plan de la nación, direccionada al
Sector Salud, e implica la consideración
de los instrumentos de gestión denominados Planes de la Nación.
Qué es un Plan
de la Nación?, para Molins (1988) son un
proceso de “planificación e
instrumento de gestión, cada vez más necesario para la toma de decisiones y
ejecución de programas gubernamentales en las diferentes instancias”
(p.98). Es decir, los planes de la
nación, son un sistema de integración
por definición, mediante el cual se determinan los mecanismos de participación
de los niveles estratégicos, tácticos y operativos.
De acuerdo a
lo expresado por la Comisión para América Latina y el Caribe (1998) se entiende
por políticas de Alimentación y Nutrición, “al
conjunto coherente de principios, objetivos, prioridades y decisiones adoptadas
por el Estado y aplicado por sus instituciones como parte integrante del
Política Nacional.” (p. 143) O sea,
es llevar las acciones que procuren a
toda la población, en un tiempo definido, los alimentos y demás condiciones
sociales, culturales y económicas
indispensables para la adecuada nutrición y bienestar alimentario.
Por lo tanto,
el objetivo de la política alimentación
y de nutrición, es mejorar el estado de salud nutricional de la población. Se
enmarca dentro de la política de desarrollo económico social global,
concretando medidas para la atención integral de la población vulnerable,
entendiéndose por vulnerable, aquellos grupos específicos de la población, con
alto riesgo a desarrollar desequilibrios nutricionales por sus características
fisiológicas y condiciones de vida.
Ahora bien,
expresa Lima (1995) que los planes de la
nación deberían plasmar las decisiones de la institucionalidad pública,
debidamente
sustentada en información idónea y dentro de los parámetros de desarrollo
establecidos, en los cuales la alimentación y nutrición ocupen el lugar que les
corresponde. La acción racional pública se supone que resguarda la coherencia
interna y externa de sus acciones estratégicas, imprime fuerza a las variables
en juego, procura la convergencia, la sinergia y complementación de sus
programas, junto a la definición de los prerrequisitos políticos e institucionales
(p. 30).
En otras
palabras, los planes de la nación son la herramienta de planificación,
formulación de políticas, grandes
orientaciones, con establecimiento de
prioridades y diseño de estrategias que plantea viabilidad a los
grandes propósitos y al conjunto de programas y proyectos inherentes al tema
tratado.
Según Giordani
(1999) la vida política y económica del país,
ha orientado la política social y nutricional. Afirma, que
“desde el I plan hasta el VII plan
de la nación, se amplió la cobertura de los servicios sanitarios, vivienda y
seguridad social de toda la población” (p.242). Es decir, hubo interés en
desarrollar programas de salud preventiva y en la desconcentración de los
servicios prestadores de salud.
En
consideración, a Padrón (1999) para el período 1984 a 1993, las fluctuaciones
del ingreso petrolero continuaron teniendo una influencia decisiva en Venezuela. “Sin embargo, al final del período se percibió una distribución más
equitativa de la riqueza, el ingreso per cápita real descendió, los niveles de
pobreza se ubicaron en 40% con evidente deterioro de la salud y la educación”
(p. 17). Con referencia a lo citado, el autor se apoya en el Boletín
Informativo Anual INN del Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional
(SISVAN), donde reitera que para el año
1990,
el
déficit nutricional en niños menores de 15 años se ubicó entre 16,2% y en niños menores a los 2 años
en 15,4%. Considerándose una serie de
mecanismos para intervenir en el ámbito nutricional como el Programa de
Alimentos Estratégicos (PROAL), el subsidio familiar hacia los hogares con
niños escolarizados (Beca Alimentaria, Desayuno y Merienda, Comedores
Escolares), fortificación de alimentos, Programa de alimentación materno
infantil (PAMI), Promoción de la lactancia materna, programa de Hogares y
Multihogares de cuidado diario (p.19).
En otras
palabras, estos programas fueron, especialmente dirigidos a los grupos
poblacionales más vulnerables, embarazadas, lactantes, preescolares, niños en
edad escolar y familias campesinas.
En referencia,
al VIII plan de la nación
1989-1993, cita Lima (1995) se
diseñó una estrategia agroalimentaria que comienza denunciado “la falsa creencia de la importancia
estratégica del total autoabastecimiento porque la seguridad alimentaria
requiere de una sana y económica importación de ciertos rubros agrícolas”
(pp.32-33). Igualmente, traza dos objetivos: el primero, satisfacer los
requerimientos alimentarios de forma económica y segura, y el segundo, lograr
el crecimiento acelerado y sostenido de una agricultura eficiente y
competitiva. Con 4 grandes estrategias:
a)
reconversión agrícola y agroindustrial, en la cual son básicos los rubros
potencialmente competitivos; b) para incentivar la productividad y la
reconversión agrícola se auspiciará una reforma comercial, que implica apertura
al comercio exterior, el cual promoverá la organización eficiente de los
agentes del circuito agroalimentario y reducirá el déficit alimentario y
nutricional; c) inversión en infraestructura de apoyo y financiamiento a la
producción; y d) mejoramiento del nivel
y calidad de vida en el medio rural (p. 37).
En efecto, lo
planteado en el VIII plan de la nación,
concebía mejorar los niveles de
eficiencia, productividad y competitividad, lo que se traduciría en una mejora
del consumo, con efecto sobre alimentación y nutrición para la población
venezolana.
En afirmación,
realizada por Hernández (1999) entre 1984 y 1995, las necesidades alimentarias
superan la capacidad de suministro a consecuencia de dos factores
determinantes: el estancamiento en la producción de alimentos y la disminución
de las importaciones. Entre los años “1990-1992,
el porcentaje de población sub-nutrida era de 11%, para 1999-01 alcanzó un 24%.
Se calcula que el grado de calorías consumidas
bajó de 2.460 a 2.196 durante estos años, a pesar que el consumo de
alimentos mejoró levemente” (p.6). En resumen, es significativo el
incremento de población vulnerable ante la reducción de ingesta calóricas.
En lo que
respecta, a las políticas contenidas en
el IX Plan de la Nación, 1994-1999, en
materia alimentaría y nutricional, se aproxima a través de un conjunto de
estrategias y operaciones en aumentar la producción y disponibilidad de alimentos
para el consumo masivo, la compensación alimentaria a los grupos más débiles y
la adición de nutrientes en los alimentos de la ingesta básica. A todo esto, de
acuerdo a lo reseñado por la Oficina Central de Coordinación y Planificación de
la Presidencia de la República CORDIPLAN (1995) agrega cómo quedan agrupadas en
áreas programáticas de atención:
acciones
dirigidas a la población en general, acciones de compensación alimentaria a
grupos vulnerables, beca de alimentación y comedores industriales, acciones de
compensación alimentaria a los trabajadores, estrategias de apoyo para la
educación nutricional, así como la
información y comunicación (p. 147).
De hecho, la
instrumentación de la política alimentaria y nutricional se desarrolló a través
del fomento de la integración, la coordinación intersectorial,
descentralización y participación de la sociedad civil en la ejecución de los
programas. Con el objetivo de mejorar la eficacia de los mismos, por lo que los
programas de abastecimiento popular, de alimentación estratégica y el programa especial
de merienda (PEM), fueron ejecutados por el Instituto Nacional de Nutrición para
niños no escolarizados, y activados con intermediación de la sociedad
organizada.
En ese mismo
orden, los referidos programas tuvieron un impacto directo sobre la disponibilidad y
consumo alimentario. El programa alimentario estratégico y el subsidio familiar
hacia los hogares con niños escolarizados, contemplaron acciones dirigidas
hacia la población general, y percibió garantizar la seguridad alimentaria de
éstas. Cabe agregar, que la atención también se
focalizó hacia los grupos más débiles, a través de complementos
alimentarios hacia el niño no institucionalizado, el escolar, la embarazada y
el anciano.
Finalmente, la
mirada a las políticas alimentarias y nutricionales, entre el Primero
al Noveno Plan de la Nación, se
planteó consideraciones sobre características
del problema de nutrición, su
prevalencia y gravedad, duración breve o
larga, posible relación con una carencia determinada o con la malnutrición en
general, distribución (es decir, ¿si afecta a un grupo específico de la
población? ó ¿esta más extendida?) y la importancia relativa de los diversos
factores que la determinan. Tal información, es necesaria para orientar a los
formuladores de las políticas, para alcanzar el fin último de una política
social, que es el ejercicio y goce de una vida significativa.
Referencias
CEPAL-ONU (1998). Panorama social de América Latina. Santiago: ONU
Giordani, J. (1999).
La planificación como proceso social.
Maracaibo:Vadell hermanos editores.
Hernández de Valera,
Y. (1999) Perfil nutricional de Venezuela.
Fundación CAVENDES. INN. Caracas: Venezuela.
INN-SISVAN. Boletín
Informativo. Sistema de Vigilancia
Alimentaria y Nutricional 2005.
Lima. B. (1995). La
política alimentaria nutricional del período 1989-1993. Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, Nº 1 (julio- diciembre) pp. 28-55.
Molins, M.(1988). Teoría de la Planificación. Caracas:
Editorial Comisión de estudios de postgrado facultad de humanidades y
educación. UCV.
Padrón, M. (1999). Plan de Acción en Nutrición. Trabajo
elaborado por la FAO y el INN. Caracas:Venezuela.
República de
Venezuela, Presidencia de la República, Oficina Central de Coordinación y
Planificación (CORDIPLAN), El Gran Viraje.
Lineamientos Generales del VIII Plan de la Nación, (Caracas, 1990).
República de
Venezuela. (1995). CORDIPLAN, Un Proyecto
de País. Venezuela en Consenso. Documentos del IX Plan de la Nación,
(Caracas: Talleres de la Imprenta Nacional).
Es difícil medir el
significado de la vida, pero más difícil, es medir una vida significativa.
Anónimo
Yliana Ruiz
de Jerez.
Profesora en Historia y Ciencias
Sociales (UPEL). Especialista: Gerencia Pública. Mención Descentralización de
los Servicios Educativos (UFT). Maestría Ciencias de la Educación (USM). Maestría:
Diseño de Política y Planificación
Educativa (UCV). 20 años de servicio en el Ministerio de Educación. Dirección
de Planificación, Presupuesto y Control de Gestión, Zona Educativa Miranda y actualmente
se desempeña como Profesora en la UPEL-Pedagógico de Miranda “José Manuel Siso Martínez”. Dpto.
Geografía e Historia.
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