En la actualidad, tanto en la práctica clínica como
en las investigaciones se observa que los Trastornos
de la Conducta Alimentaria implican más criterios diagnósticos que los
conocidos en el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastorno
mentales). Debido a que se ha advertido que estas enfermedades son más
frecuentes de lo que se creía, se está pensando la posibilidad de categorizar o
subclasificar los diversos trastornos que existen e incluir, además, otros
nuevos.
Hábitos de alimentación
Los hábitos de alimentación son expresiones de las
creencias y tradiciones ligadas a la geografía, la disponibilidad alimentaria,
así como también están vinculados a los factores económicos y religiosos de la
persona. En este contexto cabe preguntarse: ¿qué es adecuado?, ¿qué es
inadecuado en los hábitos de alimentación? y ¿qué es un trastorno de
alimentación o una inadecuada conducta de alimentación?
El término adecuado corresponde a comer variado,
equilibrado, suficiente, completo. Para ilustrar más claramente la definición
de “inadecuado” se puede recurrir a los siguientes ejemplos: a) un paciente con
problemas de obesidad, que realiza al día tres comidas copiosas a base de
carbohidratos (pastas, papas etc.) y de alto contenido energético, b) un
paciente que por condiciones laborales no puede ir a su casa a almorzar, no
puede dirigirse a un lugar donde le ofrezcan comida saludable y además, su
poder adquisitivo es bajo, se verá obligado a acudir a lugares de comida
rápida. En ambos casos se está ante un hábito de alimentación inadecuado.
No se puede dejar de lado otras situaciones que
están fuera de los criterios ya conocidos, por ejemplo: ¿cómo se definen o
clasifican las personas que hacen una comida al día, que no desayunan, comen
varias veces al día o se levantan en la noche a comer, que realizan comidas de
forma compulsiva, ayunan o hacen dieta constantemente de manera permanente?
¿Podrían definirse estas conductas como trastornos de la conducta alimentaria?
Trastornos de la conducta
alimentaria
Según el DSM, los trastornos de la conducta
alimentaria se incluyen en esta clasificación general:
• Anorexia nerviosa (restrictiva y purgativa).
• Bulimia nerviosa.
• Trastorno de alimentación no específico (EDNOS,
por sus siglas en inglés: Eating disorder not otherwise specified).
• Comedor compulsivo o trastorno por atracón (TPA).
La expresión “Todo el mundo hace dieta hoy día”, se
está usando, actualmente, muy a la ligera. Esto es preocupante ya que existen
muchos estudios, de evidencia donde se observa que en los colegios, los
adolescentes mantienen inadecuadas conductas alimentarias tales como: ayunan,
omiten las comidas… En la consulta, muchos profesionales dicen: “¿quién no hace
dieta?”. De esta manera se resta importancia a un posible trastorno y, sencillamente,
el nutricionista o nutrólogo le entrega al paciente un plan de alimentación
para perder peso. En este sentido, se debe preguntar a los pacientes: ¿Usted se
ha sometido muchas veces a dieta? Si la respuesta es positiva: “Sí, casi toda
mi vida”, ese es un paciente que, muy probablemente, debe tener un problema de
alimentación.
¿Este comportamiento es un
factor de riesgo o se está ante el inicio de un trastorno de alimentación?
Por lo general, los pacientes con anorexia empiezan,
sencillamente, restringiendo el consumo de golosinas o con una dieta; sin
embargo, su alimentación se va haciendo cada vez más restrictiva, hasta el
punto de no comer o convertir la alimentación en ayunos seguidos por atracones.
Las preocupaciones y los trastornos de la conducta
alimentaria se agrupan en un continuo y estos van desde una insatisfacción
corporal leve a estados graves de anorexia, bulimia u otro desorden de
alimentación.
A lo largo del intervalo entre los puntos de inicio
y el terminal, se encuentran las conductas dietéticas y los comportamientos de
trastornos de alimentación graves, como lo son el vómito, uso de laxantes,
ingestas de píldoras adelgazantes y atracones. La participación en conductas
anoréxicas y regímenes poco saludables tal vez no sea lo bastante frecuente o
intensa para cumplir con los criterios diagnósticos para definirlos como un
trastorno de la conducta alimentaria, sin embargo, estas conductas llegan a
afectar de manera negativa la salud y tal vez conduzcan al desarrollo de un
trastorno de la conducta alimentaria.
La conducta que se está observando en los adolescentes es
alarmante: adolescentes sin problemas de sobrepeso presentan conductas de
dietas. Los adolescentes, y muchas veces los adultos, también buscan un método
rápido para perder peso, a pesar de que en la mayoría de los casos son poco
efectivos. Estudios longitudinales han comprobado que estas conductas de
dietas no predicen pérdida de peso ni son mantenidas en el tiempo, además, está
demostrado que a los 5 años de haber hecho dietas, los pacientes tienen 3 veces
mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad.
La mayoría de los estudios se basa en la teoría de la
restricción dietética donde los procesos cognitivos, que deberían ser normales
son interrumpidos; entonces, se pierden las señales de hambre y saciedad
fisiológica.
Qué ocurre fisiológicamente:
• Se agotan las reservas de glucógeno hepático.
• Ocurre una hipoglucemia sintomática o asintomática.
• Empieza la sensación de hambre (voraz).
• Pérdida del control de la ingesta de alimentos y,
seguidamente, se procede un atracón.
El atracón es señal
de una hipoglicemia. La persona busca ingerir carbohidratos complejos o
carbohidratos sencillos para satisfacer la necesidad del sistema nervioso
central. Enseguida lo embarga una sensación de culpa, y se da inicio al ciclo
de restricción, no solamente de ayuno sino al uso de píldoras, diuréticos,
etc.
Cuando todas estas conductas inadecuadas son mantenidas, se
produce una disminución de la tasa metabólica; como resultado de todas estas
restricciones, sobrevienen el sobrepeso y la obesidad. De esta manera, si el
sobrepeso y la obesidad están asociados con estas conductas y no al paciente
con hábitos inadecuados, estamos ante cualquier trastorno de la conducta
alimentaria. Adicionalmente, estas personas tendrán problemas de autoestima y
poco autocontrol con lo cual se está favoreciendo el trastorno.
¿Es la obesidad un trastorno de la
conducta alimentaria?
Estudios epidemiológicos han demostrado una asociación
positiva entre obesidad y formas de enfermedades mentales, indicando que la
comorbilidad observada en trabajos clínicos no es simplemente una detección
casual.
Finalmente, la presencia de características similares en
personas con obesidad, adicción a drogas y conductas compulsivas conduce a que
algunos investigadores concluyan que la obesidad, caracterizada por un consumo
compulsivo de alimentos, puede ser incluida como un desorden mental en el DSM.
Sin embargo, no se puede etiquetar como una enfermedad mental, al menos que la
obesidad sea el resultado de una conducta inadecuada y, en este caso, la
denominan obesidad relacionada a un trastorno de la alimentación. Por eso es
fundamental diagnosticar adecuadamente, si la obesidad es el resultado de un
hábito inadecuado o de una mala conducta.
Características especiales de los
trastornos de alimentación
• Etiología multideterminada en la que hay un continuum
dimensional en lo conductual y psicológico.
• ¿Los trastornos de la conducta alimentaria requieren condiciones
diferentes en el marco de la salud mental? Es muy frecuente observar la
resistencia de los pacientes a acudir a los psicólogos o psiquiatras. Lo
psicológico lo aleja del modelo médico.
• Los pacientes no se benefician de los recursos de las
patologías médicas.
• El espectro de trastornos de la conducta alimentaria es
amplio: obsesión, compulsividad, personalidad, impulsividad, afectividad, etc.
Es necesario considerar otras alteraciones y por eso es recomendable trabajar
con un psicólogo, un psiquiatra, es decir, con un equipo completo.
Conclusión, es importante deslindar si se está ante un
hábito de alimentación adecuado o frente a una conducta de alimentación
inadecuada que pudiera conducir a un trastorno de la conducta alimentaria.
Por otra parte, también es necesario esperar los nuevos criterios que se
publicarán en la próxima edición del DSM, pues es de esperarse que facilitarán
la comprensión, el análisis y el abordaje de este tipo de trastornos.
Fuente:
Beatriz Verdi de Di Bella (2012). Hábitos de alimentación saludables: ¿previenen los trastornos de
alimentación? CANIA. Año 14. Nº 24. p, 13-17.
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