miércoles, 28 de abril de 2021

¿Se pierden los nutrientes de la fruta en un jugo?

El jugo se ha convertido en un elemento básico de muchas dietas. De hecho, el mercado mundial de jugos de frutas y verduras estaba valuado en 254,000 millones de dólares en 2018. Es por esta razón que es importante conocer más sobre de esta bebida.

¿Qué dicen algunos expertos?

“Un jugo jamás debe sustituir a una pieza de fruta”, explica Aitor Sánchez, dietista-nutricionista del departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Granada. Las frutas, al momento de exprimirse, pierden vitaminas, antioxidantes y fibra.


Por su parte, una fruta entera tiene todos los nutrientes necesarios para que la sacarosa se digiera de forma lenta y saludable. Además, la fibra ayuda a mejorar los niveles sanguíneos de colesterol y reducir el riesgo de enfermedades del corazón.


Un buen ejemplo es el jugo de naranja. Ya que, en muchos ocasiones le quitan la pulpa, la parte carnosa blanca de esta fruta, para preparar la bebida. El problema es que esta parte de la fruta es una fuente importante de flavonoides. Estos pigmentos naturales protegen al organismo del daño producido por agentes oxidantes. Por lo que, al tomarse en jugo, se pierden estos beneficios que pueden tener en el organismo.

Una mejor opción son los licuados, en los cuales se incorpora la fruta entera, aportando mayor cantidad de fibra y otros nutrientes. De todos modos, siempre la indicación es evitar agregar azúcar y consumirlos con moderación.

¿Los jugos de frutas y verduras nos mantienen hidratados?

Es innegable que un alimento cuyo elemento principal es agua ayude a la hidratación. Se trata, no obstante, de una verdad con matices. Para hidratar, nada más óptimo que el agua pura, que, además, tiene cero calorías.

Nutricionalmente, los jugos no son especialmente valiosos, pero sus vitaminas, minerales y azúcares pueden ayudar al deportista antes y después de un maratón, porque al correr se pierden muchos líquidos y minerales a través del sudor que se pueden reponer con un jugo de fruta. Por ejemplo, un jugo de fresa contiene un 91.3% de agua.

Sin embargo, es importante que los jugos sean naturales sin el agregado de azúcar extra, y evitar los jugos comerciales que suelen tener azúcares añadidos y conservadores, y una muy baja proporción de jugo natural.

Algunas señales de que te falta vitamina C

Si te preguntaran para qué sirve la vitamina C probablemente lo primero que dirías es que para evitar resfriados. Pero hay decenas de funciones biológicas que requieren la presencia de esta vitamina en el cuerpo. Recuerda que debes consumir entre 500 mg y un gramo diario de vitamina C, entre alimentos y suplementos.

En el siglo XV y XVI la falta de esta vitamina soluble en agua, que el ser humano no produce por sí mismo, fue responsable por miles de casos de escorbuto entre marinos y otras personas que no la consumían. El escorbuto es una enfermedad carencial que resulta del consumo insuficiente de vitamina C, que es necesaria para la síntesis correcta de colágeno en los seres humanos.


Lo más asombroso es que aún se ven, raramente, casos de la enfermedad entre personas que tienen gran falta de la vitamina. Aquí una lista de siete problemas menos graves que causa su escasez:

1. Sistema inmunológico bajo: La más conocida de las patologías en la falta de vitamina C es un sistema inmune deprimido, permitiendo enfermedades frecuentes o recurrentes, comúnmente resfriados.

2. Heridas que no sanan: Si tienes muchos moretones o heridas que tardan en sanar, pueden ser una causa de la deficiencia de esta vitamina en tu sistema.


3. Estrés: Un estudio de la Vanderbilt University (USA) encontró que a falta de esta vitamina, las personas mostraban temperamentos depresivo y apagado, con niveles de glucosa reducidos y mayor oxidación de las células.

4. Falta de energía y depresión: Síntomas comunes cuando hay falta de vitamina C en la dieta.

5. Cambios de Humor: Irritabilidad y estado de ánimo variable son otra consecuencia.


6. Encías sangrantes: Si tienes gingivitis, inflamación de las encías o te sangran fácilmente, considera la falta de vitamina C en tu dieta.

7. Dolor articular: ¿Te duelen las muñecas o los codos? Podría ser falta de esta vitamina.

Hay decenas de funciones biológicas que requieren la presencia de la vitamina C, en el cuerpo y debe ser consumidas adecuadamente desde la infancia.

Fuente:

NATIONAL GEOGRAPHIC (2020).

https://www.ngenespanol.com/salud/pierden-nutrientes-fruta-jugo/

https://www.ngenespanol.com/salud/senales-de-que-te-falta-vitamina-c/

miércoles, 21 de abril de 2021

Una dieta rica en pescado reduce los síntomas del asma infantil

Investigadores demostraron que seguir una dieta a base de pescado ayuda en el tratamiento del asma infantil. Ya que, el consumo de pescado graso mejora el trabajo de los pulmones.

¿Qué es el asma?

El asma está considerada como una enfermedad crónica de los pulmones que estrecha e inflama las vías respiratorias. Esta enfermedad provoca presión en el pecho, dificultad para respirar y tos. Es común que se presenten las crisis respiratorias durante la noche o en las primeras horas de la mañana. La enfermedad por lo general comienza durante la infancia aunque puede afectar a personas de todas las edades.

¿Qué alimentos ayudan a mejorar los síntomas del asma infantil?

Un estudio internacional de la Universidad La Trobe, de Australia, que encabezó la investigadora María Papamichael, encontró que los niños con asma que seguían una dieta saludable enriquecida con pescado graso, mejoraron su función pulmonar después de seis meses. La investigadora sostiene que la dieta saludable podría ser clave para tratar esta enfermedad.


“Ya sabemos que una dieta alta en grasa, azúcar y sal puede influir en el desarrollo y la progresión del asma infantil y ahora tenemos pruebas de que también es posible controlar los síntomas del asma a través de una alimentación saludable”, explicó la doctora e investigadora María Papamichael. El pescado graso es rico en ácidos grasos omega-3. Por lo que, cuenta con propiedades antiinflamatorias.


“Nuestro estudio muestra que comer pescado tan solo dos veces por semana, puede disminuir significativamente la inflamación pulmonar en niños con asma” señaló la experta. Esta investigación involucró a 64 niños que tenían asma leve. Por lo que, para tener una mayor claridad en los resultados, los dividieron en dos.


El primero grupo comió dos raciones de pescado graso cocido, como parte de la dieta, cada semana, por seis meses. El segundo siguió su dieta normal sin incluir pescado. Al final de la prueba, el grupo que comía pescado había reducido su inflamación bronquial, de manera significativa.


Por ellos seguir una dieta mediterránea tradicional rica en alimentos de origen vegetal y pescado graso podría ser una forma fácil, segura y eficaz de reducir los síntomas del asma infantil, concluye la profesora Catherine Itsiopoulos, coinvestigadora del estudio.

Fuente:

NATIONAL GEOGRAPHIC (2020). El consumo de pescado disminuye el asma infantil. Disponible en: https://www.ngenespanol.com/salud/dieta-pescado-sintomas-asma-infantil/

miércoles, 14 de abril de 2021

La obesidad y la diabetes tipo 2 están relacionadas con desequilibrios en la microbiota intestinal

 

Un nuevo estudio sugiere que los virus de las heces podrían ser efectivos contra la obesidad y la diabetes tipo 2.

Los trasplantes fecales se usan actualmente para tratar ciertos tipos de diarreas resistentes a los antibióticos y también para enfermedades inflamatorias intestinales. Un nuevo estudio de la Universidad de Copenhague sugiere que el contenido intestinal trasplantado también podría ser efectivo contra la obesidad y la diabetes tipo 2. Ya que, a los ratones obesos, con una dieta alta en grasas, al momento en que les trasplantaron las heces, sin bacterias, disminuyeron significativamente el aumento de peso y normalizaron su tolerancia a la glucosa.

En los últimos años, los trasplantes fecales de donantes sanos a pacientes enfermos se han convertido en una forma popular de tratar un tipo grave de diarrea causada por la bacteria Clostridioides difficile en humanos.


Ensayos recientes en ratones sugieren que un tratamiento similar, en el que solo se trasplanta el virus de las heces, puede ayudar a las personas que padecen obesidad y diabetes tipo 2.

La mayoría de las partículas de virus transmitidas son los llamados bacteriófagos, virus que atacan específicamente a otras bacterias y no a los humanos. El método también parece proteger a los ratones contra el desarrollo de intolerancia a la glucosa (una característica distintiva de la diabetes tipo 2).


Ya que, esta es una enfermedad que inhibe al cuerpo para absorber adecuadamente el azúcar. Los experimentos demostraron que los ratones obesos, que recibieron un trasplante de virus intestinal de ratones magros, reaccionaron de manera similar a los delgados cuando recibieron una inyección de glucosa.

“En los ratones obesos con una dieta alta en grasas, que no recibieron el trasplante de virus, se observó una disminución de la tolerancia a la glucosa, que es un precursor de la diabetes. Por lo tanto, hemos influido en la microbiota intestinal de tal manera que los ratones con estilos de vida poco saludables no desarrollan algunas de las enfermedades comunes desencadenadas por una dieta pobre.


Los investigadores enfatizan que el método no es una solución independiente y que debe complementarse con un cambio en la dieta. Además, el tratamiento probablemente no se centrará en la obesidad general, sino en los casos más graves. Se entiende que la obesidad y la diabetes tipo 2 están relacionadas con desequilibrios en la microbiota intestinal, también conocida como flora intestinal.


En los últimos años, se ha descubierto que la composición de los virus en el intestino desempeña un papel crucial en el equilibrio de esta microbiota. Si se come mal durante el tiempo suficiente, corren el riesgo de crear un desequilibrio en su tracto intestinal. Aquí, tenemos un medio de recuperar el equilibrio al disparar las partículas de virus que faltan en el sistema.


Los investigadores extrajeron heces de ratones alimentados con una dieta estándar baja en grasas. Luego se filtraron las heces para que todas las bacterias vivas se clasificaran, mientras que las partículas de virus, principalmente bacteriófagos, se concentraron.

Los virus fueron trasplantados a través de un tubo en los ratones que habían estado en dietas altas en grasas durante seis semanas. Después, los ratones continuaron con la dieta alta en grasa, durante otras seis semanas. Posteriormente, los ratones se examinaron con una prueba de glucosa y se midió el aumento de peso.

Solo virus: sin bacterias

El estudio aborda uno de los problemas actuales con los trasplantes fecales. Hoy en día, las heces se trasplantan sin filtrar, en la creencia que son las bacterias intestinales las más efectivas.

Sin embargo, en casos raros, el método produce efectos secundarios cuando las enfermedades se transmiten inadvertidamente a través de las bacterias de las heces trasplantadas.  De hecho, un paciente en los Estados Unidos murió por tal hecho en el 2019.


Los estudios demuestran que hay un efecto después de que las bacterias vivas se hayan filtrado de las heces. Por lo tanto, se transmiten principalmente partículas de virus. Esto hace que el método sea más seguro.


Se espera que en un futuro el método pueda implementarse ampliamente. Se necesitan más experimentos y, obviamente, también ensayos en humanos.

Fuente:

NATIONAL GEOGRAPHIC (2020). Los virus de las heces pueden ayudar a combatir la obesidad y la diabetes. Disponible en: https://www.ngenespanol.com/salud/los-virus-de-las-heces-pueden-ayudar-a-combatir-la-obesidad-y-la-diabetes/

miércoles, 7 de abril de 2021

La alimentación complementaria, el destete y su posible relación con la obesidad

 

 A pesar de que la alimentación complementaria (AC) representa la principal fuente de calorías y nutrientes al final del primer año de vida, pocos estudios se han centrado en el papel de la AC en la promoción de la salud a largo plazo, o que pueda  favorecer el desarrollo de la obesidad.


Tanto los estudios epidemiológicos como los clínicos en animales y humanos han proporcionado pruebas convincentes de que el entorno nutricional antes del nacimiento y en la primera infancia es un determinante importante de la salud metabólica más adelante en la vida (programación “in útero”). En particular, las personas que estuvieron expuestas a un suministro inapropiadamente alto o inapropiadamente bajo de nutrientes durante la vida fetal o postnatal temprana, tienen un mayor riesgo de obesidad posterior y de diabetes mellitus como niños y como adultos.


Cuando se habla de los efectos a largo plazo de la nutrición temprana, la “programación” debe diferenciarse del “seguimiento” (“tracking”). La programación es un fenómeno en el cual el estímulo que actúa durante un período crítico específico tiene un impacto duradero de por vida: una alta ingesta de proteínas durante los primeros 2 años de edad conduce a un mayor riesgo de desarrollar obesidad más adelante.


Por su lado, el seguimiento consiste en patrones dietéticos y de comportamiento que comienzan temprano en la infancia, con posibles efectos positivos o negativos relacionados con la exposición repetida a una ingesta alta de sal que comienza durante la infancia, que puede aumentar la presión arterial y provocar hipertensión. 


La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda actualmente la lactancia materna exclusiva durante seis meses, seguida de la introducción gradual de “alimentos complementarios nutricionalmente adecuados y seguros”, junto con el mantenimiento de la lactancia materna durante un máximo de dos años o más.


Sin embargo, las recomendaciones de la OMS han sido retadas por estudios más recientes que sugieren que es probable que el momento óptimo de introducción de sólidos, al menos en relación con evitar alergias, sea anterior. Los nuevos datos han llevado a la introducción de recomendaciones por parte de varios organismos internacionales de salud sobre el momento óptimo de introducción de sólidos: entre cuatro y seis meses de edad.


Una de las preocupaciones que se han planteado en relación con la introducción temprana (es decir, antes de los seis meses) de los sólidos es que esta práctica aumenta el riesgo de que el bebé tenga sobrepeso u obesidad en la vida infantil y adulta. Una revisión reciente señala que no hay evidencia concluyente de que la introducción de sólidos antes de los seis meses de edad se asocie con un mayor riesgo de obesidad en la infancia o en la infancia y se sugiere que el factor de riesgo más claramente establecido para la obesidad infantil es el índice de masa corporal materna, pero que es necesario continuar la investigación en este ámbito.


La alimentación complementaria (AC) influye en el desarrollo posterior de la obesidad a través de varios mecanismos: la edad en que se comienzan a ofrecer alimentos sólidos, el consumo excesivo de calorías, el consumo excesivo o insuficiente de nutrientes específicos, la calidad de nutrientes específicos, el desarrollo de hábitos alimenticios, etc.


Dos revisiones sistemáticas concluyeron recientemente que todavía falta una asociación clara entre el momento de la introducción de la AC y el sobrepeso u obesidad infantil. Sin embargo, existe alguna evidencia de que un inicio muy temprano de la AC (a los 4 meses o antes), en lugar de a los 4-6 meses o > 6 meses, puede aumentar el riesgo de sobrepeso infantil.

El papel de los nutrientes en la promoción del desarrollo de la obesidad en edades posteriores debe abordarse en términos de cantidad y calidad.

Ingesta de nutrientes

La ingesta alta de proteínas en la infancia, y particularmente la alta ingesta de proteínas lácteas, y también las cárnicas, parece estar asociada con el riesgo de desarrollar obesidad más adelante, pero se necesitan más investigaciones para aclarar mejor la naturaleza de esta asociación.


Según varias instituciones científicas, la ingesta de grasa debe disminuir de 40-60% de la ingesta total de energía a los 6 meses a aproximadamente 35% a los 24 meses, y 25-30% después de 4 años de edad. Sin embargo, otras informaciones señalan que una restricción significativa de grasas en los primeros dos años de vida podría promover la susceptibilidad al desarrollo de la obesidad cuando el niño está expuesto a una dieta alta en grasas más adelante en la vida.


Esto  no permite sacar una conclusión única sobre el papel de la ingesta baja o alta de grasa en los primeros 2 años de edad en la promoción de la obesidad a edades tempranas. Sin embargo, el sentido común sugeriría evitar exceder o reducir el contenido de grasa de la dieta durante los primeros 3 años de edad. Seguir la ruta ya construida por la naturaleza y la cultura y reducir lentamente la ingesta de grasa de los niños, como lo aconseja la FAO, es probable que sea mucho más segura.


A diferencia de los estudios sobre la ingesta de proteínas y grasas, las investigaciones limitadas sobre la ingesta total de carbohidratos no revelan asociación positiva o negativa clara con el desarrollo de la obesidad en ese rango de edad. Dado el comportamiento metabólico muy diferente del almidón, los oligosacáridos y los azúcares simples, el análisis debe abordar individualmente cada uno de estos subgrupos. En realidad, la mayoría de las investigaciones en este campo están dirigidas a fibras y azúcares simples (sacarosa, glucosa, fructosa).

Se cree que la ingesta de fibra contribuye positivamente a un estado nutricional saludable. No se ha definido científicamente cual es una ingesta adecuada de fibras durante el primer año de edad, ya que la evidencia para establecer recomendaciones para la ingesta de fibra es limitada en los niños y casi inexistente para lactantes. Sin embargo, la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) considera que una ingesta de fibra de 2 g/MJ es adecuada para los niños después de un año de edad.


La ingesta de bebidas azucaradas (SSB) durante la infancia aumenta significativamente en más de dos veces la probabilidad de consumir SSB  ≥  1 vez/día a los seis años de edad. Esta relación es un buen ejemplo de la forma en que un comportamiento de “seguimiento” puede influir en la salud más adelante. La ingesta alta de SSB sin compensación por una menor ingesta de energía de otras fuentes de alimentos es la forma más probable a través de la cual se desencadena el desarrollo de la obesidad.

La influencia de la AC para favorecer el desarrollo de la obesidad no se limita a los efectos de los factores nutricionales y metabólicos. A los bebés tienden a gustarles los sabores dulces y salados y no les gustan los ácidos y amargos. Estas preferencias innatas pueden favorecer la ingesta de alimentos no saludables más adelante en la vida, ya que los alimentos ricos en energía, sabrosos y ricos en grasa, azúcar o sal son abundantes en nuestro entorno alimentario contemporáneo.

Dado que las preferencias alimentarias tempranas pueden seguir durante mucho tiempo, incluso en algunos casos hasta la edad adulta, es importante modificarlas a través de un proceso de “aprendizaje de alimentos”.


En conclusión, la alimentación complementaria y el destete, debe considerarse momentos clave para establecer hábitos alimenticios saludables que podrían impulsar una evolución adecuada de los patrones metabólicos, reduciendo el riesgo de desarrollo de obesidad más adelante en la vida.

Fuente:

María Soledad.

Mirador Salud. Fecha: diciembre 10, 2019.