martes, 5 de mayo de 2015

¿Qué puede hacer un docente para apoyar la Educación Nutricional?

1.     Conocer el significado del acto de alimentarse

Las relaciones que tienen los padres, madres, maestros y maestras con sus hijos/as-alumnos/as son fundamentales en el proceso educativo, lo cual influye sustancialmente sobre el desarrollo de competencias tanto en el ámbito afectivo, social, cognitivo y comportamental. Durante el proceso tienen que utilizar estrategias para la formación de hábitos de rutina diaria entre los que se mencionan los relacionados con la alimentación.

El momento de la alimentación tiene un significado psicológico de encuentro, de intercambio y de formación cultural de hábitos y comportamientos esperados por los padres, madres, maestros y maestras de los hijos/alumnos. Durante las comidas, el niño  y la niña aprenden, se ponen en juego sus emociones y establece contactos sociales; el verdadero sentido de la necesidad de alimentarse no es simplemente la satisfacción del hambre, sino que encierra una serie de sutilezas psicológicas que es preciso conocer para utilizarlas como recurso valioso a fin de promover el desarrollo psicológico de los/las preescolares y escolares.

La conducta alimentaria constituye por tanto, un suceso relacionado con el avance progresivo hacia formas más complejas de comportamiento relacionados con la alimentación del niño/niña; la mayor  o menor cantidad de alimentos que el infante ingiere está determinado por una serie de hechos en el ámbito biológico, psicológico y social: frustraciones, demandas de atención por parte de la madre o cuidadores, tensión emocional en el grupo familiar, inciden en la decisión o no de ingerir alimentos y sobre el deseo de comer; vale decir sobre lo que se come y cómo se come.

2. Contribuir en la formación de hábitos alimentarios
El comer es un hecho muy básico que se forma de manera muy temprana y debe quedar establecido como un hábito para el resto de la vida. Para lograr esto se deben tener en cuenta un conjunto de variables implicadas y que tienen que ser conocidas por la madre, el padre, la cuidadora, el maestro, la maestra y los/las profesores/as, según sea el caso. Todas ellas están orientadas a la formación de hábitos para comer, entre ellas se encuentran:

¤   Las destrezas para la alimentación: la evolución de acto de comer de la dependencia a la autonomía, es producto de una secuencia de desarrollo de habilidades motoras bucales y motoras finas, las cuales varían con el nivel de edad y están relacionadas con procesos madurativos propios del cambio biológico y psicológico hacia una mejor y mayor madurez.

¤   Las diferencias entre hambre y apetito: la mayor o menor cantidad de alimentos que se ingieren está sometido a las variaciones del apetito, sobre él además de las condiciones biológicas como enfermedades, influyen condiciones psicológicas y sociales del ambiente.
Es necesario diferenciar el hambre del apetito. La primera se refiere a la necesidad de comer; cuando se tiene hambre se come lo que esté a la disposición para satisfacer esa necesidad; mientras que la segunda es el deseo de comer; cuando se siente apetito se escoge qué comer y qué condiciones ambientales hacerlo.

¤   Las variaciones en el ritmo de la alimentación: así como pueden encontrarse variaciones en el apetito, también se pueden conseguir diferencias en el ritmo que imprime cada niño a su alimentación; es decir algunos de ellos serán rápidos mientras comen, por su parte otros lo harán más lentamente; esta situación se convierte en algunas oportunidades en un motivo de consulta psicológica y médica, pero su existencia constituye una variante esperada en el comportamiento natural del  niño/niña.

¤   La atmósfera emocional y afectiva durante la alimentación: el comer y las emociones están tan estrechamente unidas, que la comida y el amor significan muchas veces lo mismo.  Los padres y las madres le dan a sus hijos/hijas un dulce o un helado en señal de cariño, los maestros y maestros pueden hacerlo para indicarles aprobación y reconocimiento, pero en otras ocasiones pueden castigárseles restringiéndoselos.
La relación entre los alimentos y las emociones comienza desde que el niño/niña nace; la lactancia materna produce sentimientos de afecto y ternura. Pero estos sentimientos se pueden transformar en angustia y ansiedad si hay problemas con la alimentación.
El acto de alimentarse no está aislado de la vida familiar o social, en el momento del mismo se pueden reflejar problemáticas hogareñas, de pareja, laborales. También puede convertirse en un momento para llamar la atención ante la ausencia de afecto, demanda de mayor tiempo de atención y cuidados básicos, especialmente si se es un lactante, preescolar o escolar.

¤   Establecimiento de normas de socialización: durante la alimentación  se da un proceso de aprendizaje que conduce no sólo a la conformación de hábitos, sino además a la internalización de normas relacionadas con el momento: uso adecuado de la taza, vaso, cuchara, plato, posición corporal correcta para sentarse en la mesa, normas de etiqueta y presentación para comer, entre otras. En el caso de los niños y niñas, los “malos modales” en algunos casos están relacionados con el nivel de inmadurez de su sistema orgánico para comportarse en atención a la exigencia de su ambiente social y familiar.

3. Estructurar entornos nutricionales saludables en el ámbito escolar.
Los maestros, maestras, profesores y profesoras pueden contribuir con la Educación Nutricional conformando entornos nutricionales saludables en el contexto escolar; para ello deben partir de las necesidades de cada etapa del desarrollo, tomar en cuenta las necesidades individuales, culturales y de género.
Deben participar conjuntamente con la familia en el desarrollo de habilidades y destrezas para una adecuada nutrición; así como fortalecer en los y las escolares sus habilidades para la vida.
Es indispensable la creación de un ambiente basado en espacios físicos limpios, higiénicos y estructuralmente apropiados para la conformación de un clima afectivo favorable al crecimiento psicológico y manejo de la emocionalidad. Este entorno debe involucrar no sólo a docentes y alumnos sino además al personal administrativo y de servicio del recinto escolar.
Desde la escuela se debe favorecer  el conocimiento del valor nutricional de los alimentos, destacar sus bondades y beneficios, enfatizar acerca de la importancia del consumo de frutas, legumbres y vegetales, el consumo ponderado del agua, fomentar actividades recreativas, la práctica del ejercicio físico dosificado. En aquellos espacios que sea posible, se deben rescatar y promover los huertos escolares y actividades de conservación  y preservación del ambiente.
Finalmente, debe reconocerse la importancia del trabajo en las primeras edades de la vida para producir cambios culturales profundos, formar hábitos de vida saludables y construir las bases de una salud personal y social actual y futura.


Fuente: Miren de Tejada. Del Mal al Buen comer: Un tránsito posible a través de la Educación Nutricional. En De Tejada y Col (2013). Educación Nutricional para un Desarrollo Sostenible. FEDEUPEL. Caracas.

1 comentario:

  1. Durante el proceso tiene que utilizar estrategias para la formacion de habitos de rutina diaria en los niños en los que se mencionan lo relacionado con la alimencion. Y deben participar conjuntamente con la familia en el desarrollo de habilidades y destrezas para una adecuadan nutricion

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