martes, 21 de julio de 2015

Efectos de la desnutrición temprana en el desarrollo y aprendizaje del niño

En los últimos años ha existido un interés particular en la malnutrición por déficit y el desarrollo del sistema nervioso central (SNC); sin embargo, las ideas que se tenían sobre la acción deletérea de la desnutrición en épocas tempranas de la vida y su efecto en el desarrollo del cerebro, han evolucionado considerablemente desde la década de los años 60, siendo aún, un tema de mucha controversia.
Investigaciones neurofarmacológicas recientes han revelado cambios duraderos, aunque no permanentes, en la función neural receptora del cerebro como resultado de un episodio temprano de malnutrición energético-proteica. Así mismo, teorías recientes respecto al impacto de la desnutrición en la inteligencia del niño, señalan que la misma altera el desarrollo intelectual por interferencia con la salud del individuo, con sus niveles de energía, sus tasas de desarrollo motor y crecimiento; en suma, las condiciones socioeconómicas deficientes pueden exacerbar todos esos factores y permitir la perpetuación del daño ocurrido a edades tempranas de la vida.
Con el reconocimiento de la vulnerabilidad del de­sarrollo cerebral de los mamíferos, y evidentemente del ser humano, surgió una gran controversia en relación con el momento en el cual un déficit en la condición nutricional del sujeto podía conducir a limitaciones en el potencial cognitivo del mismo, es decir, a la existencia de períodos vulnerables o críticos del crecimiento cerebral. En el ser humano, estos períodos comprenden buena parte del em­barazo (período prenatal) y se prolongan hasta los dos pri­meros años de vida (período postnatal).
Se demostró que la desnutrición ocurrida en épocas tem­pranas de la vida, no sólo enlentece la velocidad de creci­miento del cerebro y su tamaño, sino que además afecta la corteza cerebral, que es la región más fuertemente unida a las funciones cognitivas e intelectuales, sin afectar aparen­temente el número de neuronas corticales.
Estudios neuroanatómicos en animales tras un pe­ríodo de desnutrición e intervención nutricional, eviden­ciaron que tanto a nivel del cerebro como del cerebelo es posible restituir el daño estructural causado, al demostrar la prolongación de la síntesis de proteínas, el reestable­cimiento de la densidad de las células afectadas y de la relación sinapsis-neurona, entre otras.
En contraste, algunas alteraciones corticales aso­ciadas a la desnutrición temprana no fueron, ni han sido reversibles tras la intervención nutricional. Así lo demuestra el hecho de que a nivel del cerebro existe una reducción permanente de las dendritas, del número de mitocondrias neuronales, y de manera significativa de la mielina, funcio­nalmente responsable de la velocidad de transmisión de la información nerviosa. A nivel del cerebelo e hipocampo, se ha evidenciado reducción en la relación de gránulos: células de Purkinje, del número de células granulares, del tamaño de las células del giro dentado y de la complejidad de las ramificaciones dendríticas, así como cambios en el patrón de sinapsis-neuronas.
A la luz de las investigaciones hasta ahora conocidas, es posible concluir que muchas de las altera­ciones estructurales asociadas a la desnutrición son du­raderas más no permanentes, abriendo un espacio para la intervención y recuperación del individuo afectado por la desnutrición temprana; sin embargo, son muchos los que consideran que la situación es irreversible, ya que las condiciones socioeconómicas y culturales que permanecen en el tiempo, contribuyen también al de­terioro intelectual.
Un punto de claro consenso, es que la desnutri­ción temprana – pre o postnatal –, produce cambios duraderos en la creatividad emocional, motivación y nivel de ansiedad del animal o sujeto afectado, pu­diendo esperarse que estos efectos tengan un impacto sustancial en la habilidad para procesar la información, resolver problemas y por ende, alterar su capacidad cognitiva aun cuando no en forma permanente.
El único proceso cognitivo que hasta ahora se ha comprobado que es más vulnerable al efecto de la desnutrición tem­prana, es la disminución en la flexibilidad cognitiva del individuo (capacidad del ser humano para adaptar sus estrategias de procesamiento cognitivo ante una nueva e inesperada condición ambiental) y posiblemente, la mayor susceptibilidad a la interferencia proactiva (es decir, se altera la capacidad de aprehender una nueva información cuando ya existe información previa al res­pecto), cuyos efectos son, al parecer duraderos.
La presencia de estas distintas expresiones de afección en las áreas cognitiva, emocional o conductual sugieren que la desnutrición afecta de manera distinta, y con distintos grados de severidad, a las diferentes áreas del cerebro, en donde existe una interacción recíproca entre desarrollo cognitivo y emocional; y en cuyo caso, los cambios en alguno de ellos, contribuye a cambios en el otro.

Deficiencia de micronutrientes y desarrollo cognitivo
Todos los nutrientes son importantes para el cre­cimiento y desarrollo neuronal, así como para las cé­lulas gliales; pero algunos parecen tener más efectos que otros. Los efectos de esta deficiencia pueden ser transitorios, duraderos o permanentes.
Hierro: Es necesario en todos los procesos básicos neuro­nales tales como mielinización, producción y regulación de neurotransmisores (dopamina, GABA y serotonina) y metabolismo energético.
En humanos, cuatro grandes estudios a largo plazo, realizados en niños durante los dos primeros años de vida (Lozoff 1991, Andraca 1990, Palti 1985 y Cant­well 1974) demostraron que todos los niños previamente anémicos, una vez tratados, mostraban persistencia en el déficit de las funciones cognitivas, en comparación con niños sanos, es decir, que sus efectos no eran rever­sibles al mejorar el estado nutricional del hierro.Del mismo modo, existe evidencia que sustenta el hecho de que la deficiencia de hierro al alterar los receptores y transportadores de dopamina o GABA, compromete las respuestas afectivas y el funcionamiento cognoscitivo de los lactantes afectados, así como su capacidad de coordinar patrones de movimiento y memoria respec­tivamente. Actualmente incluso existen investigaciones que han demostrado que el descenso de una unidad por debajo de los valores normales de hemoglobina para la edad, conduce a un incremento de 1,3 veces el riesgo de padecer retardo mental.
Zinc: Es un elemento traza, esencial para la estructura y función de un gran número de proteínas regulatorias, estructurales y catalíticas. Constituye un componente vital del cerebro, donde además cumple funciones adi­cionales como producto o cofactor neurosecretor; par­ticipa en la síntesis y liberación de neurotransmisores y en el desarrollo del SNC; actúa como modulador de la excitabilidad neuronal. Su deficiencia durante el período fetal resulta en una disminución del contenido de ADN, ARN y proteínas, así como en la reducción del tamaño del cerebelo, sistema límbico y corteza cerebral, particularmente la frontal y temporal. Adicionalmente, existe evidencia proveniente de estudios en animales y pacientes psiquiátricos que su­gieren que la deficiencia de zinc puede afectar la emo­cionalidad y la respuesta al estrés, influenciando de esta manera el desarrollo infantil al condicionar la forma en la cual el niño se relaciona con su medio.
Cobre: Es un catión divalente involucrado en el metabo­lismo energético del cerebro y de la dopamina activa como antioxidante. Aunque su deficiencia no parece ser un problema común en el feto y el neonato humano, se ha demostrado que su déficit afecta sensiblemente el desarrollo cerebelar, con efectos a largo plazo sobre las funciones motoras, de balance y coordinación.
Ácidos grasos esenciales (AGE): El ácido docosahexaenoico es el ácido graso omega 3, es un potente agente neurobiológico que afecta las membranas neuronales por poseer éstas, fosfolípidos con un contenido alto de dichos AGE, en donde las pro­piedades físico-químicas y biológicas aportadas por estos lípidos contribuyen al adecuado funcionamiento cerebral al favorecer la correcta interconexión de miles de millones de neuronas. Constituye además, hasta 60% de los ácidos grasos totales de las membranas fotore­ceptoras de la retina, garantizando de esta manera la agudeza visual del individuo, función de la rodopsina y procesos asociados a la visión. Su esencialidad hace ne­cesario su aporte a través de la dieta, por lo que su oferta resulta vital durante el período crítico de desarrollo del sistema nervioso, en donde la presencia de estos ácidos grasos en la leche materna y no en las fórmulas infan­tiles, ratifica la importancia de la práctica de la lactancia materna, particularmente durante los dos primeros años de vida, período que coincide con la mayor acumula­ción de lípidos en el cerebro y retina.
Lactancia materna y desarrollo cognitivo
Considerando lo vital de los dos primeros años de vida para el desarrollo intelectual y motor del niño, siendo de suma importancia proporcionarle una alimen­tación suficiente y adecuada, se hace imprescindible hacer mención del rol que juega la lactancia materna, cuyo efecto benéfico es ampliamente reseñado por la literatura, no solo por sus amplios e inigualables be­neficios nutricionales, sino por sus implicaciones en el crecimiento psicológico y social del ser humano.
Son muchos los estudios que apoyan el hecho de que la duración y exclusividad de la lactancia materna se asocia significativamente con un mayor cociente in­telectual expresado en pruebas de inteligencia y otras medidas del desarrollo cognitivo (razonamiento, apren­dizaje y memoria, entre otros).37 Uno de los estudios más grandes y recientemente publicado38, encontró que los niños alimentados exclusivamente con leche ma­terna durante los tres primeros meses de vida o más, obtenían puntuaciones significativamente más altas en las pruebas estandarizadas de desarrollo neurológico practicadas a los seis años de vida, en relación con aquellos niños no alimentados de forma exclusiva con leche materna. Incluso, existen estudios que han llegado a demostrar que la asociación positiva entre la dura­ción de la lactancia materna y el desarrollo intelectual y cognitivo se prolonga a largo plazo, incluso hasta los 18 años.
Conclusiones
La magnitud del problema de la desnutrición tem­prana hace necesario considerar puntos clave para su intervención a fin de evitar los potenciales efectos ne­gativos que sobre el desarrollo intelectual pudiera traer consigo; para ello es imprescindible considerar:
.-Tratar la desnutrición implica romper con el cír­culo de la pobreza y es una de las consecuen­cias en la cadena de eventos que comienza con la escasez que rodea al niño; la desnutri­ción nace de la pobreza y generalmente ocurre en asociación con numerosos otros factores desventajosos para un desarrollo óptimo. Es necesario lograr una distribución más equita­tiva de los recursos y asegurar un acceso por igual a la salud, educación y cultura.
.- El cerebro necesita una adecuada oferta de nutrientes y de estimulación intelectual para desarrollarse y funcionar óptimamente; la pobreza priva al niño de ambas condiciones, lo cual es parti­cularmente deletéreo cuando ocurre muy tem­prano en la vida del ser humano.
.-Considerando que la educación es la principal herramienta mediante la cual se puede mejorar la calidad de vida del individuo, resulta de vital importancia continuar analizando los efectos a largo plazo de la desnutrición ocurrida a edades tempranas, a fin de garantizar solu­ciones reales a tan importante problemática.
Fuente

Luisana Caraballo

CANIA. 2010. Año 13. Nº 21.



3 comentarios:

  1. Muy buena informacion. La desnutricion es capaz de llevar a cualquier persona a encontrarse gravemente enfermo, incluso ha acabado con muchas vidas a lo largo de los años...La buena alimentacion en los niños es de total importancia ya que se encuentran en pleno desarrollo. La desnutrucion no posee ningun punto positivo, se debe tomar conciencia y educarnos sobre la importancia de una buena nutricion

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  2. Muy buena informacion. La desnutricion es capaz de llevar a cualquier persona a encontrarse gravemente enfermo, incluso ha acabado con muchas vidas a lo largo de los años...La buena alimentacion en los niños es de total importancia ya que se encuentran en pleno desarrollo. La desnutrucion no posee ningun punto positivo, se debe tomar conciencia y educarnos sobre la importancia de una buena nutricion

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  3. Este artículo habla sobre que en los últimos años ha existido un interés particular en la malnutrición por déficit y el desarrollo del sistema nervioso central (SNC); sin embargo, las ideas que se tenían sobre la acción deletérea de la desnutrición en épocas tempranas de la vida y su efecto en el desarrollo del cerebro, han evolucionado considerablemente desde la década de los años 60, siendo aún, un tema de mucha controversia. Un punto de claro consenso, es que la desnutri¬ción temprana – pre o postnatal –, produce unos cambios duraderos en la creatividad emocional, motivación y nivel de ansiedad del animal o sujeto afectado, pu¬diendo esperarse que estos efectos tengan un impacto sustancial en la habilidad para procesar la información, resolver problemas y por ende, alterar su capacidad cognitiva aun cuando no en forma permanente. Yuvelis Sosa

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