jueves, 21 de abril de 2016

Los diferentes tipos de bebidas en el ámbito escolar

Las bebidas presentes en el niño en edad escolar son, aparte de la leche; el agua, los jugos (zumos), los refrescos y las bebidas instantáneas. Se destaca el papel importante del consumo de agua como hábito de vida saludable en la infancia.
En el organismo humano, el agua es el componente individual de mayor magnitud con un valor medio del 60% del peso corporal, en el caso del adulto, siendo el rango entre un 45 y el 75% del peso corporal según la edad. Así, el 79% del peso corporal del recién nacido es agua y a los 12 meses el contenido en agua del cuerpo supone un 60%.
El agua constituye un material de construcción ya que está presente en todos los tejidos y células del cuerpo. Es un solvente ya que actúa como reactivo y producto de hidrólisis de micronutrientes. Como transportador, constituye un vehículo de transporte a la célula y al sistema excretor manteniendo el volumen vascular. Como termorregulador, ya que minimiza los cambios en la temperatura corporal. Constituye un lubricante ya que constituye la base de los fluidos articulares. Coadyuva al Mantenimiento de la forma celular al absorber golpes, acción importante para el sistema nervioso central y para el feto.
En el primer año de vida, la ingesta adecuada (IA) se basa en los datos referidos al consumo de lactancia materna de forma exclusiva o junto con otros alimentos. No obstante, los lactantes deben ser considerados de forma especial en cuanto a las pérdidas y requerimientos de agua. En comparación con los niños y adultos, los lactantes tienen mayor contenido corporal de agua por Kg de masa corporal, mayor área de superficie por Kg de masa corporal, menor desarrollo de los mecanismos de la sudoración, limitada capacidad de excretar los solutos y menor capacidad de expresar sed.
Una vez instaurada la lactancia materna, los bebés alimentados al pecho no necesitan agua suplementaria. Esto es cierto tanto en condiciones de temperaturas medias-calurosas como en climas húmedos. En los primeros 6 meses de vida la ingesta media de leche humana es de 0,78 L/día. Como aproximadamente el 87% del volumen de la leche humana es agua, la ingesta adecuada (IA) de agua se ha estimado en 0,7 L/día.
La ingesta media diaria de agua a partir de todas las fuentes (leche, papilla y agua de bebida como tal) en el primer año de vida se ha calculado en 110-130 ml/kg/día. De los 6 a los 12 meses la ingesta de agua procede de las bebidas y alimentación complementaria se estima en 0,32 L/día más la proveniente de la lactancia materna (0,6 L/día). En edades posteriores, en general, las diferencias en contenido en agua corporal entre los niños, adolescentes y adultos son menores que entre lactantes y niños. Así, mientras en el primer año el 60-74% del peso corporal es agua, de los 1 a 12 años suele ser del 60%.
Además, cada vez hay mayor evidencia de la necesidad de tomar la cantidad suficiente de agua para prevenir problemas crónicos aunque no siempre es fácil influir en la población infantil para lograr que ingieran más líquidos.
Los jugos y refrescos en la infancia
En los últimos años asistimos a un aumento de consumo de jugos de frutas (zumo) y de bebidas gaseosas, refrescos e instantáneas en el población infantil.
En los niños, los jugos de frutas pueden producir diarrea por alteración de la absorción de la fructosa y del sorbitol. Además, su consumo aumentado se asocia con caries y obesidad. Por ello el Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría considera que la fruta entera ofrece beneficios nutricionales respecto al jugo por el aporte de fibra, por contener mayor proporción de hidratos de carbono complejos y por la propia textura que obliga a masticar y, por tanto, educa un hábito saludable al niño.
Las bebidas de refresco carbonatadas o los llamados refrescos también se han implicado en un mayor riesgo de caries dental, sobrepeso u obesidad y alteraciones del metabolismo de la glucosa por incremento de la insulina tras su ingesta. Los refrescos que contienen fosfatos como los de cola, tienen el riesgo añadido de producir osteoporosis a largo plazo por favorecer una relación inadecuada en la ingesta de calcio y fósforo, lo que conlleva una menor absorción y depósito de calcio, con el resultado de una menor densidad mineral ósea.
Hay evidencias de que las bebidas dulces azucaradas no logran saciar en la misma medida que las formas sólidas de hidratos de carbono, y que una ingesta elevada de azúcares puede contribuir al aumento de peso. En una revisión  de 30 estudios, en niños y adolescentes, se investigó la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento de peso. Los autores concluyeron que existe una asociación positiva entre un mayor consumo de bebidas azucaradas y el aumento de peso así como la obesidad tanto en niños como en adultos. (Una lata de refresco de 330 ml contiene 140-175 calorías de azúcares añadidos).
En un reciente estudio sobre la relación entre el consumo de bebidas azucaradas y diabetes tipo II en adultos, se comprueba que las personas que toman más de 1-2 latas de 300 ml tienen un 26% mayor de riesgo de desarrollar una diabetes tipo II que aquellas que toman ninguna. Las bebidas azucaradas pueden contribuir a la diabetes mellitus 2 y al riesgo cardiovascular en parte por inducir la ganancia de peso pero podría haber un efecto independiente por la ingesta de grandes cantidades de hidratos de carbono rápidamente absorbibles tales como la glucosa, lo que produce un aumento de la glucemia que desencadena aumento de la carga glucémica e hiperinsulinemia.
Por otro lado, la fructosa es metabolizada preferiblemente hacia la  lipogénesis en el hígado, conduciendo a una hipertrigliceridemia, aumento de apolipoproteína B y aumento de LDL-colesterol, aspectos que han sido asociados con el desarrollo de la insulinorresistencia. Finalmente, también las bebidas azucaradas parecen implicada en el mayor riesgo de hepatitis no alcohólica.
El mayor consumo de bebidas azucaradas se asocia con estilos de vida menos saludables en niños y adolescentes. Así, el mayor consumo se asocia con una menor actividad física y con un mayor consumo de comidas con mayor densidad energética o grasa. Además, si se reduce su consumo disminuye el riesgo de sobrepeso y de obesidad al cabo de un año de intervención. Basándose en la demostración de que un mayor consumo de agua en las escuelas se asocia con un menor consumo de bebidas azucaradas.
El comité de nutrición de la Asociación Española de Pediatría, destacan que el agua y la leche deben seguir siendo las bebidas fundamentales del niño y el adolescente, mientras que las bebidas azucaradas deben ser una opción de consumo ocasional, dada su baja capacidad nutricional. También refieren que las dos bebidas que deben estar presentes en los comedores escolares son el agua, la leche y, opcionalmente, un suplemento adicional de leche enriquecida en colectivos de riesgo. El agua es la mejor bebida, las comidas deben acompañarse siempre de agua, los padres y maestros deben reforzar y acompañar su consumo.
 

Fuente:

Isidro Vitoria Miñana  (2012). Los diferentes tipos de bebidas en el ámbito escolar. En Nutrición en el ámbito escolar. Jesús Román Martínez Álvarez (Editor). Cap 6, p. 69-80. España.

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