La
obesidad infantil está tomando proporciones alarmantes en muchos países y
supone un problema grave que se debe abordar con urgencia. En los Objetivos de
Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas en 2015, la
prevención y el control de las enfermedades no transmisibles se consideran
prioridades básicas.
Entre
los factores de riesgo para las enfermedades no transmisibles, la obesidad
suscita especial preocupación, pues puede anular muchos de los beneficios
sanitarios que han contribuido a la mejora de la esperanza de vida. La
prevalencia de la obesidad entre los lactantes, los niños y los adolescentes va
en aumento en todo el mundo.
Si
bien en algunos entornos las tasas se han estabilizado, en cifras absolutas hay
más niños con sobrepeso y obesidad en los países de ingresos bajos y medianos
que en los países de ingresos altos. La obesidad puede afectar a la salud
inmediata de los niños, al nivel educativo que puede alcanzar y a la calidad de
vida. Los niños con obesidad tienen muchas
probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y corren el riesgo
de sufrir enfermedades crónicas.
Los
progresos en la lucha contra la obesidad infantil han sido lentos e
irregulares. En 2014 se estableció la Comisión para acabar con la obesidad
infantil a fin de que examinara los mandatos y estrategias existentes y los
ampliara para resolver carencias. Tras mantener consultas con más de 100
Estados Miembros de la OMS y examinar casi 180 comentarios en línea, la
Comisión ha elaborado un conjunto de recomendaciones para combatir con eficacia
la obesidad en la infancia y la adolescencia en diferentes contextos mundiales.
Muchos
niños crecen actualmente en un entorno
obesogénico que favorece el aumento de peso y la obesidad. El desequilibrio
energético se debe a los cambios en el tipo de alimentos y en su
disponibilidad, asequibilidad y comercialización, así como al descenso en la
actividad física, pues se ha incrementado el tiempo dedicado a actividades de
recreo sedentarias y que suponen estar ante una pantalla.
Las
respuestas conductuales y biológicas de un niño ante un entorno obesogénico
pueden estar determinadas por procesos anteriores incluso a su nacimiento, lo
que empuja a un número cada vez mayor de niños hacia la obesidad si siguen una
dieta malsana (Alimentos altos en grasas
saturadas, ácidos grasos trans, azúcares libres o sal, es decir, alimentos de
alto contenido calórico y bajo valor nutricional),
y realizan poca actividad física.
Ninguna
intervención por sí misma puede frenar la creciente epidemia de obesidad. Para
combatir la obesidad en la infancia y la adolescencia es necesario examinar el
contexto ambiental y los tres periodos cruciales del curso de vida: la
pregestación y el embarazo; la lactancia y la primera infancia; y los años
posteriores de la infancia y la adolescencia. Además, es importante tratar a
los niños que ya son obesos, por su propio bienestar y por el de sus
descendientes.
La
prevención y el tratamiento de la obesidad exige un enfoque en el que
participen todas las instancias gubernamentales y en el que las políticas de
todos los sectores tengan en cuenta sistemáticamente la salud, eviten los
efectos sanitarios nocivos y, por tanto, mejoren la salud de la población y la
equidad en el ámbito sanitario.
La
Comisión ha elaborado un conjunto exhaustivo e integrado de recomendaciones
para combatir la obesidad infantil y hace un llamamiento a los gobiernos para
que tomen la iniciativa y a todas las partes interesadas para que reconozcan su
responsabilidad moral de actuar en nombre de los niños para reducir el riesgo
de obesidad. Las recomendaciones se presentan en las secciones que figuran a
continuación.
Recomendaciones
·
·
Aplicar programas integrales que
promuevan la ingesta de alimentos sanos y reduzcan la ingesta de alimentos
malsanos y bebidas azucaradas entre niños y adolescentes.
·
Aplicar programas integrales que
promuevan la actividad física y reduzcan los comportamientos sedentarios en
niños y adolescentes.
·
Integrar y fortalecer las
orientaciones para la prevención de las enfermedades no transmisibles con las
pautas actuales para la atención pregestacional y prenatal a fin de reducir el
riesgo de obesidad infantil.
·
Ofrecer orientaciones y apoyo al
establecimiento de una dieta sana y de pautas de sueño y de actividad física
durante la primera infancia a fin de que los niños crezcan de forma adecuada y
adquieran hábitos saludables.
·
Aplicar programas integrales que
promuevan entornos escolares saludables, conocimientos básicos en materia de
salud y nutrición y actividad física en niños y adolescentes en edad escolar.
·
Ofrecer a niños y jóvenes con obesidad
servicios para el control del peso corporal que reúnan diversos componentes y
se centren en la familia y en la modificación del tipo de vida.
Actuaciones y
responsabilidades para la aplicación de las recomendaciones
Estados Miembros:
Asumir
el objetivo como propio, ofrecer liderazgo y comprometerse políticamente a
combatir la obesidad infantil a largo plazo.
Coordinar
las contribuciones de todos los sectores gubernamentales e instituciones que
definen las políticas, incluidos, entre otros, los siguientes: educación;
alimentación y agricultura; comercio e industria; desarrollo; finanzas y
recaudación; deportes y recreación; comunicación; planificación ambiental y urbanística;
transportes y asuntos sociales; y comercio.
Garantizar
que se recogen datos sobre el IMC de los niños por edades -en particular para
las edades en las que actualmente no se lleva a cabo un seguimiento- y
establecer metas nacionales sobre la obesidad infantil.
Elaborar
directrices, recomendaciones o medidas normativas que alienten debidamente a
los sectores pertinentes -en particular el sector privado, si procede para que
pongan en marcha las actuaciones destinadas a reducir la obesidad infantil que
se indican en el presente informe.
Organizaciones no
gubernamentales:
·
Resaltar la importancia de prevenir la
obesidad infantil mediante actividades de promoción y la difusión de
información.
·
Persuadir a los consumidores para que
exijan a los gobiernos que tomen medidas en pro de un tipo de vida saludable, y
que la industria de los alimentos y bebidas no alcohólicas ponga al alcance del
público productos sanos y se abstenga de dirigir a los niños propaganda para la
venta de alimentos y bebidas azucaradas perjudiciales para la salud.
·
Contribuir a la elaboración y
aplicación de un mecanismo de seguimiento y rendición de cuentas.
Sector privado
·
Apoyar la producción de alimentos y
bebidas no alcohólicas que contribuyen a una dieta sana, y facilitar el acceso
a ellos.
·
Facilitar el acceso y participación en
actividades físicas.
Fundaciones
filantrópicas:
·
Reconocer que la obesidad infantil
pone en peligro la salud de los niños y el nivel educativo que pueden alcanzar,
y abordar este importante problema.
·
Movilizar fondos en apoyo de la
investigación, la creación de capacidad y la prestación de servicios.
Instituciones
académicas:
·
Resaltar la importancia de prevenir la
obesidad infantil mediante la difusión de información y su incorporación en los
planes de estudio pertinentes.
·
Subsanar las deficiencias en los
conocimientos con datos científicos que apoyen la aplicación de políticas.
·
Apoyar el seguimiento y la rendición
de cuentas.
El
principal obstáculo para progresar en la reducción de la obesidad infantil es
la falta de compromiso político y que los gobiernos y otros agentes no asuman
el problema como propio, no ofrezcan liderazgo ni pongan en marcha las
actuaciones necesarias. Los gobiernos deben invertir en sólidos sistemas de
seguimiento y rendición de cuentas para vigilar la prevalencia de la obesidad
infantil.
Esos
sistemas son cruciales, puesto que proporcionan datos para la formulación de
políticas y ofrecen pruebas de los efectos y la eficacia de las intervenciones.
La Comisión quisiera subrayar la importancia y necesidad de combatir un
problema tan complejo como el de la obesidad infantil. La OMS, las
organizaciones internacionales y sus Estados Miembros, así como los agentes no
estatales, tienen una función crucial que desempeñar para aprovechar el impulso
y garantizar que todos los sectores mantengan su compromiso de colaboración
para llegar a una conclusión positiva.
Fuente:
OMS.
Informe de la Comisión para acabar con la obesidad infantil. 2016.
http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/206450/1/9789243510064_spa.pdf
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