La alimentación
es una habilidad que se construye y madura en los primeros dos años de vida, y
en su aprendizaje influyen no solo la información sino el ejemplo de las
cuidadoras/es, maestras y la familia que se convierten en modelo a seguir por
las niñas y niños. Así, es frecuente observar que cuando aquellos consumen
regularmente frutas y verduras, con seguridad los pequeños imitarán esos
modelos. La relación entre comportamiento de las cuidadoras/es y la conducta
alimentaria en la edad infantil está influenciada por los patrones culturales.
Construcción de hábitos en la primera infancia
Los hábitos son comportamientos o conductas que
resultan de prácticas repetidas inducidas por ideas, creencias, valores y
normas de la cultura que el cerebro aprende, y que se manifiestan en maneras de
actuar y de comportarse. Cuando se integran a la vida diaria de modo
sistemático constituyen un estilo de vida. No obstante, al ser una conducta
aprendida e influenciada por el ambiente y la cultura, pueden ser modificados lo
que sustenta la conveniencia de insistir en su formación durante toda la vida.
La importancia
de iniciar el aprendizaje temprano de hábitos saludables reside en aprovechar
la característica única e irrepetible de plasticidad o maleabilidad cerebral
que caracteriza el periodo de formación y desarrollo del cerebro en los primeros mil días de vida, para
modelar las vías nerviosas del comportamiento que ayudarán a proteger la salud.
El modelaje se logra a través de la práctica de rutinas repetidas acompañadas
de la explicación sobre las consecuencias de la conducta, con lo cual las niñas
y niños dan sentido a sus hábitos, y al llegar a la juventud y la edad fértil
podrán ser madres y padres dueños de comportamientos que contribuirán a
mantener su salud y la de sus hijas e hijos, creando un círculo virtuoso de
estilos de vida saludable a lo largo de todas las etapas del ciclo vital.
En el plano de la conducta alimentaria antes que
nada hay que saber que la alimentación es una habilidad del desarrollo infantil
de alta complejidad en la que influyen al menos tres aspectos: el primero,
relacionado con la niña o el niño en sí mismo, como la percepción del hambre y
la saciedad y los logros en el desarrollo neurológico y motor, el segundo tiene
que ver con las cuidadoras/es primarios esto es con las interacciones, y en
tercer lugar con los ambientes de alimentación y de cuidados, si son o no
agradables, todo lo cual indica su carácter dinámico y progresivo, que como
cualquier habilidad va madurando con el tiempo y requiere ser modelada hasta
convertirse en comportamientos o hábitos alimentarios estables.
Así mismo, de no aprenderse estos en forma adecuada,
pueden llevar a hábitos no saludables que resultan en comportamientos de
alimentación problemáticos, en interacciones tensas y conflictos familiares
alrededor de las comidas, fallas en el crecimiento, enfermedad y mortalidad
infantil. Algunos problemas de la conducta alimentaria pueden deberse a
alteraciones fisiológicas o aún patológicas de los niños, pero en su mayoría
están condicionados por los factores mencionados.
Un primer efecto
benéfico no bien conocido de adoptar tempranamente buenos hábitos alimentarios
es el de evitar los problemas de alimentación (falta de apetito, rechazo,
náuseas, lentitud o pobre habilidad para masticar, atoramientos al tragar, no
abrir la boca, gritar o arquearse) cuya ocurrencia se calcula entre 25 a 35% de los niños
pequeños. Otros efectos positivos son la prevención de la mortalidad infantil y
del adulto gracias a que disminuyen el riesgo de contraer enfermedades
infecciosas agudas y enfermedades no transmisibles- ENT, como la obesidad, la
diabetes, la hipertensión arterial, el colesterol elevado y las enfermedades
coronarias.
Hábitos de alimentación, salud, higiene y
actividad física
Los buenos
hábitos alimentarios comienzan con el inicio precoz de la lactancia materna en
la primera hora que sigue al nacimiento, debido a que el estímulo del reflejo
de succión, la experiencia del olor y el sabor de la leche de la madre, y el estrechamiento
del vínculo afectivo y el apego, son condiciones que favorecen el primer
conocimiento de los niños con la comida en un ambiente de placer y tranquilidad
que inaugura comportamientos tranquilos y confiados.
Con el
amamantamiento en los primeros seis meses, la niña y el niño sienten satisfecha
oportunamente su sensación de hambre y poco a poco aprenden a entender ritmos y
a autorregular sus ciclos de hambre y saciedad, un factor muy importante para
modelar patrones regulares de alimentación. Entre los 6 meses y los dos años un
buen hábito es emplear un estilo de alimentación perceptiva, mediado por el
afecto y la comunicación activa que estimule la alimentación complementaria
apropiada acompañada de la leche materna, y a partir del año de edad, la
ingestión de frutas y verduras (El Trompo
de los grupos de alimentos)-(Programa: Cinco
al día) y demás alimentos ricos en nutrientes, y el hábito de la
alimentación en familia estimulando la participación infantil y la autonomía
para el ejercicio de la alimentación independiente.
Hasta los dos
años las habilidades alimentarias están bien establecidas y como se ha dicho
obedecen especialmente a factores biológicos y a la respuesta de los cuidadores
a sus señales de hambre y saciedad. Sin embargo, desde los dos y hasta los
cinco años la regulación de estas señales se ve muy influenciada por
condicionantes externos como el ejemplo de la familia, las prácticas en los
centros educativos o los mensajes comerciales de la televisión que pueden
alterar los comportamientos alimentarios.
Los efectos de los hábitos alimentarios se
incrementan y mejoran con la práctica de otros hábitos como el lavado de las
manos antes de preparar y comer los alimentos, el uso de agua segura, la
actividad física regular que ayuda a distribuir el peso corporal, la relación
adecuada, positiva y sustentable con las personas y el ambiente para fomentar
el respeto por la diversidad y no presionar o agotarlos recursos naturales.
Así se gana en muchos aspectos: inocuidad de los
alimentos, buen estado de salud y nutrición, reconocimiento y respeto del
propio cuerpo, mantenimiento del peso corporal, disfrute de los variados y
nutritivos alimentos regionales, formación temprana de la conciencia ecológica
y vida saludable en equilibrio con la salud del planeta.
Es deber de los
adultos guiar a las niñas y niños para que aprendan a reconocer y valorar la
riqueza que ofrece la diversidad de personas, seres, productos y objetos que
los rodean. Se pueden planificar actividades y juegos donde aprendan a apreciar
y disfrutar de la multiplicidad de opiniones, conocimientos, apariencia,
colores, formas, olores y sabores, y a entender que eso hace parte de su
cultura y enriquece sus vidas. En el caso de los alimentos, inducirlos en el
conocimiento y apreciación del color, forma, sabor, olor, textura y temperatura
de los mismos, puede además ayudar a evitar los comportamientos “neofóbicos” de
algunas niñas y niños hacia los alimentos nuevos, y por qué no, hacia aquello
que es diferente.
Un buen indicio
para saber que las niñas y niños están adquiriendo comportamientos alimentarios
saludables es que soliciten alimentos con intervalos regulares, que succionen,
coman y beban con buen ritmo, que ensayen nuevos sabores y texturas, y
manifiesten su satisfacción después de comer. Esto sin duda contribuirá a
ampliar sus preferencias alimentarias, a incrementar su gusto por lo diverso y
a lograr conductas alimentarias independientes.
Educación alimentaria y nutricional: una forma de
fomentar hábitos saludables
El fomento de los hábitos saludables se facilita con
la Educación Alimentaria y Nutricional, una actividad que tiene
como objetivo orientar a madres, padres, cuidadoras/es, profesionales y
educadores en el uso razonable de alimentos saludables, nutritivos y en
cantidad suficiente para cubrir las necesidades diarias, promover
comportamientos alimentarios saludables y diseñar estrategias para lograrlos,
en especial interacciones afectivas, oportunas y de calidad, establecer rutinas
y tiempos de comidas consistentes y predecibles, y ofrecer alimentos
balanceados y nutritivos en ambientes agradables. Además, la educación
alimentaria y nutricional permite fomentar patrones de consumo y
comportamientos alimentarios que no presionen o amenacen los recursos del planeta,
diversificar la dieta aprovechando la enorme variedad de alimentos locales y de
cosecha, educar en la seguridad alimentaria y nutricional que preserve la
biodiversidad presente y futura y promover el respeto por los derechos de las
personas y los derechos ambientales de todas y todos.
Alimentación y cultura alimentaria: aporte de la
alimentación a la construcción de identidad.
La alimentación
es el primer evento en la vida de los niños que atrae la atención de las
madres, padres, cuidadoras/es y quienes están alrededor de los pequeños,
constituyendo un evento social, como también un factor que interviene en la
construcción de la identidad y en el sentido de pertenencia a una familia y a
una comunidad.
La experiencia
de comer está ligada no solo a la nutrición y el crecimiento sino también al
aprendizaje de saberes y prácticas alimentarias, a través de las cuales las
niñas y niños pequeños aprenden sobre las costumbres del grupo al que
pertenecen, sus gustos y preferencias alimentarias y culinarias, y aún los
modos de producción alimentaria, todo lo cual va generando en ellos sentido de
pertenencia e identidad con su grupo, su cultura y su territorio.
Las relaciones
que se crean a través de la experiencia de la comida están influenciadas por
múltiples factores dados por los imaginarios sociales sobre la lactancia
materna, el apego, la salud, la obesidad, la delgadez, las presiones de la
publicidad, la moda, las creencias de los parientes, cuidadoras/es y amigos
todo lo cual incide en la elección de amamantar o dar biberón, en la edad del
destete, en las expectativas de los padres frente al peso de los hijos y en la
selección de los alimentos.
El acto de
alimentarse es de este modo una fuente de interacción social en la que
intervienen factores biológicos, simbólicos y culturales que modelan los
comportamientos alimentarios, los que a su vez influirán en el desarrollo de la
autonomía y la afirmación de la identidad. La comprensión de esta cadena de
influencias permitirá a los padres y cuidadoras/es promover prácticas
alimentarias y hábitos saludables, que respetando el contexto cultural y
territorial específico, se adecuen a los requerimientos del desarrollo físico,
emocional y social de los niños a la vez que faciliten su inserción en la
cultura.
Un aspecto no
bien valorado que resulta interesante en la construcción de la cultura
alimentaria, es la diversidad de los grupos sociales, ya que la diferencia en
sí misma, conlleva saberes, tradiciones e imaginarios alrededor de la
alimentación y la nutrición, que al ser intercambiados con otros, generan
dinámicas que permiten afianzar las prácticas, innovar y favorecer fusiones con
otras culturas culinarias, todo lo cual incrementa la variedad culinaria,
confiere estatus social a las cocinas tradicionales y locales, afianza el
arraigo y pertenencia a la cultura y enriquece el patrimonio inmaterial de la
cultura de nuestros países.
Resignificar el
papel de la cultura alimentaria exige el acercamiento a los pueblos étnicos y
comunidades campesinas, desde una perspectiva multicultural que nos permita
conocer y reconocer su legado a la alimentación y la nutrición en contextos que
favorezcan el diálogo de saberes, el intercambio de creencias, imaginarios
sociales y opiniones alrededor de los alimentos y las comidas.
Fuente
República de Colombia (2012). Lineamiento Técnico de Alimentación y Nutrición para la Primera Infancia. Comisión Intersectorial para la Atención Integral
de Primera Infancia. Estrategia Nacional DE CERO A SIEMPRE
OMS, (2002). Estrategia Mundial de
Alimentación y Nutrición del Lactante y el Niño Pequeño, Organización Mundial
de la Salud.
Me encanto este articulo, me parece muy buena idea de enseñar a comer bien a nuestros niños desde chiquitos.
ResponderBorrarKarolayn avila-IUJO
Me encanto este articulo, me parece una buena idea enseñar a nuestros niños a comer saludable desde pequeños. karolayn Avila_IUJO
ResponderBorrarBuena noche, excelente idea desde enseñar a nuestros pequeños a comer bien ya que le va a promover mas energia y mas salud. Yudifer Chacón- IUJO
ResponderBorrarGracias por tu comentario Karolayn. Es fundamental esta dimensión en la educación inicial. Te invitamos a consultar otras lecturas bajo la etiqueta de formación docente y Educación Inicial, así como nuestra sección de estrategias y recursos. Esperamos sea de utilidad. Nuevamente gracias. Nos puede contactar y proponer temas de interés para futuros artículos.
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