La
alimentación complementaria se define como el proceso que comienza cuando el
consumo de la leche humana de forma exclusiva ya no es suficiente para cubrir
las necesidades nutricionales de los lactantes, siendo necesario agregar otros
alimentos, mientras se continúa con la lactancia humana. Los objetivos de la
alimentación complementaria son: aportar energía y nutrientes necesarios para
el crecimiento y desarrollo sin destetar al niño, crear hábitos de alimentación
correctos, estimular el desarrollo psico-emocional y sensorial y su integración
a la dieta familiar.
Requerimientos
nutricionales
El
Instituto Nacional de Nutrición (INN), publicó en el año 2000 los
requerimientos proteicos para la población venezolana, única referencia
nacional hasta el presente. Los cuales oscilan entre 1,12 g/Kg/día para los
seis meses de edad, hasta los 0,79 g/Kg/día para los dos años de edad. Sin
embargo, durante los últimos años, dichos requerimientos proteicos han
disminuido progresivamente hasta los valores que establecen la mayoría de los
organismos e instituciones internacionales.
El
(INN) recomienda que los requerimientos de carbohidratos para la población
general venezolana deben oscilar entre 56-69% de las calorías totales de la
dieta diaria, sin embargo, una ingesta de carbohidratos, mayor del 60% de la
energía total, está relacionada al descenso del HDL y aumento de los
triglicéridos, por lo cual se recomienda no sobrepasar este valor. El consumo
de azúcar no debe exceder el 10% de las calorías, lo que representa un consumo
aproximado de 25g/1000 Kcal.
El
consumo de grasas debe llegar hasta un 30% del requerimiento calórico total,
Ácidos Grasos Saturados < 7%, Ácidos Grasos Polinsaturados 10%, Ácidos
Grasos Monosaturados ≥ 13%, Colesterol <300 mg/d, Relación Omega 6/Omega 3:
5/1, Los ácidos grasos trans deben representar menos del 1%.
Los
requerimientos de fibra en niños de 6
a 12 meses de edad no se han determinado por existir
escasos datos sobre efectos adversos y la preocupación respecto a la capacidad
del niño para manejar las cantidades en exceso. De 1 a 3 años de edad, se
recomienda la ingesta de 19 g/d de fibra total. Durante la introducción de
alimentos sólidos en la dieta del niño, deben ser incluidos cereales de granos
enteros, panes, frutas y vegetales, fuentes de fibra soluble e insoluble. La
fórmula Fibra (g)= edad (años) + 5, está recomendada para niños de 3 a 19 años, con un mínimo de
14g/1000 kcal.
Grupos de
alimentos
El
requerimiento total se debe cubrir con los 6 grupos básicos de alimentos:
lácteos, vegetales, frutas, almidones, carnes, grasas.
Hierro: la anemia y deficiencia de hierro
constituyen el problema nutricional más frecuente a nivel mundial. Los grupos
más susceptibles a la pérdida de este nutriente son los lactantes, preescolares
y escolares, mujeres en edad fértil y embarazadas.
La
realidad venezolana con respecto a la deficiencia de hierro y/o anemia no se
conoce en forma global. En la ciudad de Caracas se reportó en el año 2003 que
57% de los menores de dos años de edad presentaban anemia y en 2007, la
prevalencia fue de 67,86% en lactantes y de 33,18% en preescolares. En 2012 en
Caracas, se reportó una prevalencia de anemia de 14,3% en escolares entre 6 y 8
años, siendo el grupo más afectado el estrato social V y los varones de 8 años.
La deficiencia de hierro (niveles bajo de ferritina) afectó al 67,3% de los
escolares independientemente del estado nutricional. En los estados Cojedes,
Guárico y Portuguesa, en el año 2004, la anemia estuvo presente en 71,4% de los
niños. En Vargas para 2001, la prevalencia era de 63,7% de anemia y 64% para deficiencia
de hierro en menores de 2 años; en niños entre 2 y 4 años, fue de 46,7% y 40,2%
respectivamente.
La
deficiencia de hierro en 14 ciudades del país indica que en los estratos IV y V
de Graffar Mendez Castellano, 48% de los niños entre 6 meses y 2 años tiene
anemia y 52% deficiencia de hierro. En menores de 5 años, de estratos bajos, la
prevalencia de anemia fue de 43%. Estudios publicados en 2005 reportaron que
hay deficiencia de hierro hasta un 77,7% y de anemia ferropénica de 23,6%.
Estudios en poblaciones indígenas, tales como, el poblado Piaroa del estado
Amazonas, la prevalencia de anemia fue de 100% en las niñas menores de 10 años
y de 90% en las adolescentes de 11
a 20 años. El déficit de hierro fue de 56%, 31% y 55% en
los grupos de 1 a
3 años, 4 a
10 y 11-20 años, respectivamente. En los varones se reportó una prevalencia de
anemia de 100%, 91% y 83%, así como déficit de hierro de 50%, 36% y 25% en los
mismos grupos de edad.
Vitamina A: en los países en vías de desarrollo se
estima que hay 127 millones de niños preescolares con Déficit de Vitamina A
(DVA). Estudios realizados en niños de 2 a 6 años de edad, provenientes de zonas de
bajos recursos urbanas y rurales de Maracaibo, reportaron un DVA de 35,4% en la
población total y 48,3% para los provenientes de las zonas rurales para el año
2002. En 2003, en la población rural del estado Lara, el DVA se presentó en el
100% de los menores de 2 años; 91,43% entre 2 y 6, y 78,18% de 6 a 14 años de edad, con lo
cual en esta población es un problema de salud pública. La prevalencia de
helmintiasis es de 42,7%, lo cual agudiza el DVA. En escolares de 6 a 8 años de edad de Caracas,
se encontró prevalencia del déficit de 57,1% en todos los estratos sociales e
independientes del estado nutricional.
Zinc: en Venezuela el déficit de zinc se
relaciona con el estrato socioeconómico y educativo, lo cual afecta a la
población de más bajo nivel. En el estado Zulia se ha reportado deficiencia en
19,6%, principalmente en niños de 3
a 7 años. En otra población de la ciudad de Maracaibo se
reportó 38,36% en niños de 3 meses a 8 años integrantes de comunidades de bajos
ingresos. En Mérida se detectó deficiencia de este oligoelemento entre 38,5% y
45% de preescolares. En un poblado rural, del estado Lara, el 19,7% de los
niños presentó deficiencia de zinc, afectando más a los menores de 2 años. La
deficiencia de zinc ha sido relacionada como factor de riesgo para diarrea
persistente.
Yodo: La deficiencia de yodo es reconocida
actualmente como la principal causa de discapacidad humana (retardo mental) que
puede ser prevenida. La nutrición adecuada de yodo en una población es evaluada
mediante la determinación de la Concentración de Yodo Urinario (CYU) en una
muestra representativa de niños en edad escolar. La OMS recomienda una mediana de
CYU ≥ 100 μg/L, siempre y cuando no menos del 20% de muestras individuales
reporten valores menores de 50 μg/L, como indicativo de una adecuada nutrición
de yodo en la población. Un adecuado aporte de yodo es esencial para mantener
la función tiroidea normal. La encuesta nacional de yodo, realizada en 1998,
demostró la alta incidencia de bocio en escolares, por lo que se inició, el
programa de yodación de la sal de consumo humano, resultando en la eliminación
del déficit de yodo en Venezuela y las perspectivas para su sostenibilidad son
buenas si el programa mantiene su situación actual con reforzamiento de algunas
actividades.
Estrategias para
la prevención de déficit de micronutrientes en niños de 6 a 24 meses
La
alimentación del lactante a partir de los 6 a 24 meses de edad y del preescolar es el eje
principal para el adecuado desarrollo infantil, entendiendo este desarrollo
como el avance en todas las áreas del individuo, es decir, su parte física,
orgánica, cognitiva y conductual. Según la OMS , 30% de los menores de 5 años de edad en el
mundo tiene retraso del crecimiento e incluso afección en ganancia, progreso y
mantenimiento de habilidades, debido a una mala alimentación, así como a otros
factores asociados como infecciones recurrentes, alteraciones metabólicas y
enfermedades congénitas. A esto se añade el factor social, por lo que se ha
comprobado que, incluso en entornos con escasos recursos, la mejoría de las
prácticas de alimentación puede optimizar la ingesta de calorías y nutrientes,
y por consiguiente el estado nutricional.
En
las últimas décadas se ha obtenido suficiente información, tanto clínica como
estadística, sobre los requerimientos adecuados de la nutrición infantil y de
las prácticas alimentarias recomendables. Igualmente se ha tomado información
sobre factores adversos que limitan y/o impiden una alimentación adecuada.
Estos datos han demostrado que existe un verdadero impacto por asesoramiento,
tanto en la comunidad como en los servicios de salud, que conllevan a una
mejoría en la ingesta de alimentos y por ende, en el crecimiento y desarrollo.
En
relación a las deficiencias específicas:
Vitamina A: la lactancia materna protege contra la
carencia de vitamina A. El calostro es rico en vitamina A. El niño que es
exclusivamente amamantado durante seis meses está protegido contra la
xeroftalmia y, a los niños de seis a 24 meses de edad, la lactancia les
suministra cantidades muy importantes de vitamina A. Por estos motivos, la
protección, apoyo y promoción de la lactancia humana es una estrategia
importante en el control de la carencia de esta vitamina. La leche humana
aportará más vitamina A si la madre tiene un consumo adecuado de ella. Por lo
tanto, se debe alentar el consumo de alimentos ricos en vitamina A, no sólo
para los niños pequeños, sino también para las mujeres en edad reproductiva y
las que amamantan a sus hijos. La fortificación es una estrategia de relativo
bajo costo para los gobiernos y de alto impacto.
Hierro: para reducir la
probabilidad de deficiencia de hierro es importante contar con una diversidad
dietética y un buen equilibrio de alimentos. La lactancia humana se debe
mantener durante 18 a
24 meses luego de que el niño comienza a consumir otros alimentos, entre los cuales
se debe recomendar pequeñas cantidades de aquellos de origen animal, como
carne, pollo e hígado. Los cereales (arroz, maíz, trigo) y leguminosas
suministran la mayor parte del hierro; sin embargo está en forma no-hem y su
absorción puede ser relativamente pobre. Las dietas que se recomiendan para
controlar las anemias nutricionales incluyen un mayor consumo de hierro, pero
además alimentos ricos en folatos y, especialmente en vitamina C, que aumenta
la absorción.
Zinc: la deficiencia severa
de zinc provoca retraso en el crecimiento y en la maduración sexual. La falta
moderada afecta principalmente a los niños menores y las mujeres durante el
embarazo y la lactancia. Generalmente la insuficiencia de este nutriente está
relacionada con una baja ingesta de proteínas de origen animal. La mayoría de
los estudios revelan que sujetos con deficiencia moderada presentan retraso en
el crecimiento lineal, que se revierte al suplementarse con zinc. También puede
producir un efecto negativo en la capacidad para detectar sabor y por tanto una
disminución en el apetito. Además, existen evidencias de que la falta de zinc
provoca un aumento de enfermedades respiratorias, digestivas y de la piel, por
una disminución en la respuesta inmune.
Yodo: la estrategia
recomendada es la yodación de la sal. Esta fortificación es la estrategia más
efectiva para el control de los trastornos por carencia de yodo.
Vitamina D: está incluida dentro de
las deficiencias más comunes de micronutrientes y se recomienda suplementar la
dieta del niño con la ingesta de aceite de hígado de bacalao y otros similares.
En
concordancia con las instituciones mundiales de salud y apoyo a la infancia, la
estrategia de prevención de déficit de nutrientes debe contemplar los
siguientes puntos:
•
Formulación, aplicación y fomento de una política integral sobre alimentación
del lactante y del niño pequeño, en el contexto de las políticas nacionales e
internacionales de nutrición, salud infantil y reproductiva y reducción de la
pobreza.
•
Todas las madres deben tener acceso a un apoyo especializado para el momento de
iniciar la alimentación complementaria con alimentos adecuados, inocuos y
oportunos, sin abandonar la lactancia humana hasta los 2 años.
•
Los profesionales del área de la salud deben estar capacitados para
proporcionar asesoramiento eficaz sobre la alimentación, y sus servicios deben
extenderse a la comunidad.
•
Debe implementarse y vigilar el adecuado cumplimiento del Código Internacional
de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna , protegiendo
a las madres y sus hijos de influencias comerciales inapropiadas y negativas.
•
Debe vigilarse el cumplimiento por parte de la Industria Farmacéutica
y Alimentaria de las referencias internacionales de fortificación de fórmulas
infantiles y alimentos de consumo específico y/o masivos, relacionados a la
nutrición infantil, incluyendo valores de nutrientes compatibles con
requerimientos nutricionales, mejoramiento de características organolépticas y
costos accesibles.
Esta
estrategia para la prevención de déficit de micronutrientes es una
responsabilidad compartida entre el gobierno, las organizaciones
internacionales, nacionales, gubernamentales, no gubernamentales, sociedades
científicas, industrias farmacéuticas y alimentarias, así como medios de
comunicación social y todo aquel interlocutor pertinente a ofrecer información,
acciones y nuevos aportes relacionados con la nutrición infantil.
En
conclusión, en base a los datos nacionales sobre deficiencia de micronutrientes
y las estrategias planteadas en este consenso, se recomienda su implementación
en los niños prematuros y lactantes, con énfasis en la práctica de la lactancia
materna y evaluación nutricional. El papel del pediatra como agente
multiplicador de esta información y vigilante de su implementación es
fundamental para lograr un impacto positivo que permita la mejoría del estatus
nutricional de la población venezolana.
Fuente: Dalmacia Noguera Brizuela, Julio César Márquez, Isabel Campos Cavada, Rafael Santiago (2013).
Alimentación complementaria en niños sanos de 6 a 24 meses. Archivos
venezolanos de puericultura y pediatría; Vol 76 (3): 128 – 135.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario