jueves, 30 de marzo de 2017

Factores de riesgo en la infancia para la aparición de Enfermedad Cardiovascular en el adulto

En 2012, dos de cada tres muertes en el mundo se debieron a enfermedades no transmisibles (ENT); se estima que la mortalidad por ENT para 2020 sea de 44 millones y para 2030 representen el 69% de la mortalidad total global. La Organización Mundial de la Salud (OMS), clasifica como ECV a: enfermedad arterial coronaria (EAC), enfermedad o accidente cerebrovascular (ACV), enfermedad vascular periférica (EVP), trombosis venosa profunda (TVP), Embolismo pulmonar (EP), Enfermedad cardíaca reumática (ECR) y cardiopatías congénitas (CC).
Los principales factores de riesgo metabólicos para Enfermedad Cardiovascular (ECV) en el adulto son la Hipertensión Arterial (HTA), hiperglicemia, resistencia a insulina, Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2), dislipidemias, sobrepeso, obesidad y síndrome Metabólico (SM).
En niños, acorde a la edad, sexo y estatura se han establecidos los valores límite para el perfil lipídico sérico en ayunas, índice de Masa Corporal (IMC), circunferencia abdominal, presión arterial y síndrome Metabólico (SM). La evidencia epidemiológica sobre la evaluación de factores de riesgo conductuales y metabólicos para ECV en la infancia ha mostrado que:
• Las experiencias de vida condicionantes de estrés psicosocial desfavorable (violencia familiar, maltrato infantil, divorcio de los padres, hogar no estructurado) incrementan la prevalencia de enfermedad arterial coronaria, HTA y DM2 en la adultez.
•Existe una relación directa entre la presencia de factores de riesgo para ECV y el sedentarismo en la niñez: poca actividad física, mucho tiempo frente al televisor.
•Una dieta hipercalórica, baja en vegetales, alta en grasas polinsaturadas y carbohidratos refinados guarda relación con los patrones familiares de ingesta alimentaria y predispone al niño a sufrir ECV en la edad adulta.
•En niños, las alteraciones del metabolismo de ácido fólico, vitaminas B12 y B6 asociadas con hiperhomocisteinemia moderada y severa, se relacionan con ACV y EVP. Sin embargo, aún no existe evidencia publicada en el contexto del impacto sobre ECV en la adultez por la reducción en los niveles de hiperhomocisteinemia debido a fortificación o suplementación dietética con ácido fólico en niños.
•La deficiencia de vitamina D se asocia con elevación de la presión arterial sistólica y riesgo de HTA. El incremento en los niveles de vitamina D, disminuye la presión sistólica y el riesgo de HTA, pero no modifica la diastólica.
•Aun cuando los niveles de deficiencia de hierro y su asociación con la prevalencia de anemia en niños no han sido evaluados en el contexto de riesgo para ECV en el adulto, es importante señalar que la suplementación de hierro disminuye el nivel de estrés oxidativo total asociado a anemia ferropénica.
•Valores por encima del percentil 80 de Colesterol Total (CT), LDL-colesterol, triglicéridos, presión arterial diastólica y sistólica e IMC (índice de riesgo cardiovascular) son predictores positivos para el aumento del grosor de la íntima media carotidea como marcador subclínico de aterosclerosis desde los 3 años de edad.
•Los valores elevados de presión arterial en niños se asocian positivamente con aterosclerosis subclínica e HTA en el adulto.
•Niveles séricos altos de lípidos durante la infancia tienen valor predictivo positivo de dislipidemia y riesgo elevado de ECV en la adultez.
•El sobrepeso se asocia con un incremento en los valores de presión arterial sistólica y diastólica, hipertrofia ventricular izquierda, índice de resistencia a insulina, niveles séricos de ácido úrico, colesterol total y LDL, insulina y triglicéridos. El efecto es mayor en los niños obesos y sus implicaciones en el riesgo para ECV en la adultez podría ser mayor.
•La presencia de Síndrome Metabólico y obesidad en la infancia se asocia con elevado riesgo de aterosclerosis subclínica, elevación de PAS y dislipidemia.
La evidencia mostrada soporta la hipótesis de que las alteraciones del crecimiento como resultado de déficit nutricional durante períodos importantes de crecimiento y desarrollo (vida fetal, lactancia y niñez), resultan en adaptaciones tempranas en estructura y función del cuerpo, que pueden conllevar a un incremento del riesgo de enfermedades crónicas a largo plazo, como la ECV. De allí la importancia de establecer patrones dietéticos para una adecuada programación nutricional desde la infancia que garantice el mejor beneficio de salud a corto y largo plazo para la prevención y control de ECV en la edad adulta.
Por ello, el desarrollo de los cambios vasculares tiene su origen en las etapas pre y posnatal. Las alteraciones durante las fases de la gestación pueden conducir a cambios en el crecimiento fetal, los cuales se han relacionados con un elevado riesgo para ECV en la adultez. De igual manera, el balance nutricional en el periodo posnatal y la tasa de crecimiento y desarrollo durante la infancia y la niñez juegan un papel fundamental en la programación de los cambios cardiometabólicos del adulto.

FUENTE: Alberto José García González, Nedina Coromoto Méndez, María Isabel Ramos, María Elena Villalobos, Iván Soltero y Ramón José Aguilar Vásquez (2014). Crecimiento y nutrición en la infancia y riesgo para enfermedad cardiovascular en la Adultez. Archivos venezolanos de puericultura y pediatría 2014; Vol 77 (4): 190-201.

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